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Edición 218 | |||
Lunes, 14 de Septiembre de 2009 00:36 | |||
¡El Caín de América Latina!
RENÁN VEGA* EL 20 DE JULIO, EL MISMO DÍA que el régimen ilegal del Uberrimo anunciaba con bombos y platillos el comienzo de la celebración del bicentenario de la “independencia” nacional, se presentaron dos hechos, que muestran la felonía y la indignidad a que han llegado las clases dominantes de Colombia: en el aeropuerto de la ciudad de Cartagena se salieron de la pista dos aviones de combate de fabricación israelí, pertenecientes a
Sin embargo, estos dos hechos sólo son la punta del iceberg de una constante política incondicional del régimen uribista con las fuerzas más retrogradas a nivel internacional, como se ha demostrado en las últimas semanas con diversos acontecimientos, entre los que cabe mencionar las calumnias viles y los montajes mediáticos contra los gobiernos de Ecuador y Venezuela, la recepción con honores al canciller-delincuente de Israel Avigdor Liberman (a quien en ese país llaman “Vladimir el matón”, y al que ningún gobierno europeo y ni siquiera el de Estados Unidos han querido recibir en forma directa, de física vergüenza) y el reconocimiento público, a regañadientes, de la implantación de siete bases militares de los Estados Unidos en nuestro territorio. Todos estos hechos ameritan un análisis general para tratar de entender porque el régimen uribista se ha convertido en el Caín de América Latina. 1. La guerra mundial por los recursos en América Latina Ante el agotamiento irreversible de los recursos naturales que posibilitan el funcionamiento del capitalismo, cuyo centro se encuentra en los Estados Unidos, en estos momentos las grandes potencias libran una guerra mundial, no declarada ni reconocida, por asegurarse el control de las últimas reservas de esos recursos en todo el mundo. América Latina en su conjunto es una importante fuente de recursos de toda índole: petróleo, gas, minerales, agua, madera, biodiversidad, material genético…, por lo cual es vista por los Estados Unidos como su patio trasero de tipo estratégico, que hoy satisface una cuarta parte de sus necesidades en materiales y energía. En esta perspectiva, para asegurarse el control de tan importante fuente de recursos, Estados Unidos ha decidido incrementar su presencia militar en el continente y para ello ha escogido el territorio colombiano para implantar siete bases militares, que le permitirán un despliegue de sus fuerzas aéreas, navales y terrestres por America del Sur, America Central y el Caribe e inclusive le posibilitaran llegar más rápido al continente africano. Pero la prioridad inmediata para el imperialismo estadounidense radica en apoderarse de los recursos vitales que se encuentran en el corazón del continente, como son el petróleo de Venezuela y Ecuador, el gas de Bolivia, los minerales y recursos forestales de la selva amazónica, el agua del acuífero guaraní y la biodiversidad y riquezas naturales e hídricas de Colombia. Por si hubiera dudas de esos objetivos estratégicos bastaría con observar un mapa para comprobar el despliegue de fuerzas militares de los Estados Unidos por la región: tiene una base militar en Honduras, la de Soto Cano, desde donde se preparó el golpe contra el gobierno de Manuel Zelaya; cuenta con dos bases en Aruba y Curasao respectivamente, en pleno mar Caribe; dispone de la base de Guantánamo en territorio usurpado a Cuba; posee bases en Perú y Paraguay; y ahora va a tener siete bases, entre aéreas, marítimas y terrestres, en Colombia, desperdigadas por toda nuestra mancillada geografía. A eso hay que sumarle el despliegue de No se necesita ser ningún experto militar para constatar que se está cercando con un anillo bélico a Venezuela, país amenazado de manera directa desde el norte y el nororiente (con las bases del Caribe) y desde el occidente (con las instalaciones militares establecidas en Colombia), así como se ha abierto un acceso directo a las tropas de los Estados Unidos al Pacífico y a la selva amazónica, tras la clausura de la base de Manta en Ecuador. Esto quiere decir, sin titubeos, que el territorio colombiano se ha convertido en el portaviones terrestre y en puerto marítimo de la fuerza aérea y naval del imperialismo estadounidense, cuyo objetivo inmediato se centra en el control directo del petróleo de Venezuela, que posee una de las más importantes reservas de hidrocarburos del mundo. Esto ya estaba bosquejado cuando hace una década se diseñó el mal llamado Plan Colombia, con el cual se vislumbró, al decir de uno de sus proponentes, el senador del Partido Republicano Paul Cover Dale, que “para dominar a Venezuela, es necesario ocupar militarmente a Colombia” . Y esto último es lo que, efectivamente, se empieza a materializar en este instante. En este plan estratégico resultan, entonces, baladíes y circunstanciales los balbuceos de AUV en el sentido que esas tropas invasoras gringas se necesitan para luchar contra el narcotráfico y el “terrorismo” y esa decisión, lo que parece un mal chiste, sería una muestra de autodeterminación y soberanía. Esta “explicación”, típica por los demás de cualquier politólogo de Por su parte, Barack Obama, el descolorido presidente de USA, muy rápido ha mostrado su real carácter imperialista, probando que los anuncios sobre una nueva era de paz y concordia en la política exterior estadounidense eran puras falacias, como se ha demostrado en Honduras y en Colombia. No sorprende en esa dirección que Obana en forma descarada, al estilo de George Bush, haya negado que en Colombia se vayan a establecer bases militares, sino que simplemente se estarían mejorando los lazos de cooperación con este país, que es su principal socio militar en Latinoamérica. Habría que tener mucha imaginación, en consecuencia, para suponer que los cientos de militares y mercenarios yanquis que ya están en Colombia, cuyo número se va a incrementar en los próximos meses, vienen a veranear o a practicar deportes extremos en nuestro suelo. Esa inocente fabula no se lo cree nadie que tenga dos dedos de frente, si recordamos que Estados Unidos cuenta con mil 200 bases e instalaciones militares regadas por todo el mundo y que desde dichas bases se han preparado agresiones, ataques, invasiones, bombardeos y ocupaciones de países, para recordar sólo la historia del último cuarto de siglo, como Irak, Afganistán, Somalia, Pakistán, Panamá y Nicaragua entre otros. En conclusión , el establecimiento de bases militares en suelo colombiano apunta al control y dominio de los recursos estratégicos para el funcionamiento del capitalismo en los centros imperialistas, así ese objetivo se recubra con la terminología nebulosa de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, porque si eso fuera cierto, Estados Unidos se estaría bombardeando a sí mismo todos los días, porque es, en forma simultánea, el principal narcotraficante y terrorista del mundo. 2. Desarticular los gobiernos de izquierda de América Latina Para hacer posible la apropiación plena de los recursos estratégicos, Estados Unidos ha desplegado otra estrategia complementaria, consistente en la desarticulación de los gobiernos de izquierda del continente. Por esa razón, viene implementando desde hace varios años un proceso planificado de desestabilización contra aquellos gobiernos que en Centro América y Sudamérica están intentando, con mucho esfuerzo y dificultades, desarrollar una política independiente respecto de los Estados Unidos y solucionar algunos de los problemas históricos que aquejan a las mayorías pobres de sus respectivos países. Ese proyecto, desde luego, cuenta con la oposición de las oligarquías locales y de los Estados Unidos, su jefe indiscutible. Para impedir la consolidación de esos proyectos nacionalistas, esa alianza criminal de vendepatrias y yanquis ha recurrido a diversos mecanismos de desestabilización que van desde los golpes de Estado de “nuevo tipo”, como lo ensayaron sin lograrlo en Venezuela, pero los implementaron con éxito en Haití en el 2004 y en Honduras a finales de junio de 2009. Este es el mecanismo más directo, cuando han agotado otras formas de saboteo, que incluye una sistemática propaganda mediática, orquestada desde los Estados Unidos y Esa campaña de desprestigio por los medios de desinformación masiva ha llevado a presentar a Venezuela, Ecuador y Bolivia como narcoestados y santuarios del terrorismo y a sus presidentes como lunáticos que no saben lo que hacen y sólo buscan imponer el comunismo en la región. Porque, como en los tiempos de En el plano de la desestabilización interna de los países mencionados, el régimen colombiano, el más arrodillado de todo el continente ante los Estados Unidos, se ha convertido en la punta de lanza de las fuerzas más reaccionarios y para ello también ha recurrido a los más diversos mecanismos: calumnias y mentiras propaladas por altos funcionarios del régimen, que acusan a Ecuador y Venezuela de ser cómplices de los “enemigos de Colombia”; maniobras mediáticas ordinarias y vulgares para inculpar a los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa, pero que tienen gran impacto en una opinión pública, cada vez más traqueta, en el seno de la sociedad colombiana; violación del derecho internacional, primero con el secuestro de colombianos en Venezuela y luego con el bombardeo criminal al territorio ecuatoriano; todo esto ha venido acompañado de una militarización extrema de las relaciones diplomáticas con los países vecinos, puesto que las fuerzas armadas de Colombia han crecido de manera vertiginosa y cuentan con sofisticado armamento vendido por Estados Unidos, Israel, Rusia e incluso por Brasil, lo que las convierte en un peligro para la paz de la región. Esto último adquiere una dramática actualidad si se tiene en cuenta que el régimen uribista cree que todos los problemas se solucionan a punta de metralla y bombardeos, aunque haya que masacrar a los hermanos de los países vecinos, con tal de congraciarse con el imperialismo. No por casualidad, AUV fue condecorado por el criminal George Bush hace unos cuantos meses por su contribución a la “libertad” y “democracia” como la entienden los Estados Unidos; es decir, matando a granel. Valga recordar al respecto que a finales de la década de 1930, un embajador de los Estados Unidos cobró triste celebridad cuando a propósito del criminal Anastacio Somoza, que había convertido a Nicaragua en un cementerio pero que obedecía en forma incondicional los dictámenes de Washington, dijo que ese dictador “era un hijo de puta, pero era nuestro hijo de puta”, y por eso había que apoyarlo. De seguro, Barack Obana hoy puede decir lo mismo con respecto a altos funcionarios de ciertos gobiernos de América Latina, entre los que sobresale por su abyección y servilismo el régimen colombiano. 3. Sabotear e impedir los proyectos de unidad latinoamericana
Divide y reinarás es, como se sabe, una de las máximas favoritas de todos aquellos que desde los tiempos de Bolívar, Artigas, Sanmartín y Morazán han impedido la conformación de una auténtica confederación latinoamericana de países. Y a la cabeza de ese proyecto de saboteo siempre se han situado los Estados Unidos, desde el Congreso Anfictiónico convocado por Bolívar en 1826. Desde entonces y en forma reiterada, Estados Unidos en alianza con las clases dominantes locales ha mantenido la balcanización del continente, para dominar por separado a cada país y apropiarse más fácilmente de sus riquezas. Por eso, ahora que se dan pasos en dirección de la unidad, por lo menos en ciertos terrenos, Estados Unidos nuevamente encabeza el proyecto de impedirlos y pare ello se ha aliado con las clases dominantes de todos los países, pero entre ellas sobresale por su vileza la lumperburguesía colombiana. Y ésta ha procedido a cumplir a pie juntillas el mandado: ha impulsado a toda costa un Tratado de Libre Comercio, tanto con Estados Unidos y Con todo lo anterior, el régimen colombiano se ha convertido en la cuña que los Estados Unidos, está usando para matar en su misma cuna a Y en este sentido , el régimen ilegal que impera en Colombia está cometiendo no sólo un acto de traición sino que está propalando un crimen contra el resto del continente al oponerse concientemente a la unidad de los pueblos de la región, crímenes que por lo demás son típicos de todos aquellos que se distinguen por portar el Síndrome de Caín y que, como decía José Marti, son como el aldeano vanidoso que piensa que el “mundo entero es su aldea”, y con “tal que él quede de alcalde, o le mortifiquen al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos”. * Rebelión
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