¿PRENSA ENGAÑADA?
Histerieta de Salinas
DOLIA ESTÉVEZ
"SALINAS NOS ENGAÑÓ", exclamó un avergonzado corresponsal extranjero en 1995, cuando el mundo se enteró que el darling de Washington y Wall Street resultó más corrupto que sus antecesores.
Pero, como dice el trillado dicho, para bailar tango se necesitan dos.
Durante seis años, los engañados vieron lo que quisieron e ignoraron lo que no. Cuestión de recordar cómo Salinas, con su estilito meloso, conquistó al corresponsal de The New York Times, con insólitas invitaciones a la intimidad de las tertulias familiares en Los Pinos y concediéndole derecho de picaporte a los secretarios de Estado.
Las deferencias pagaron: el Times dirigió la orquesta de encomios a Salinas.
¿Estamos viendo la misma película con la "guerra" contra las drogas de Felipe Calderón?
Michelle García, periodista que trabaja en un documental sobre el muro fronterizo, teme que sí.
En el último número de Columbia Journalism Review critica cómo los medios estadounidenses están siendo comparsas de la Iniciativa Mérida, el multimillonario paquete de ayuda antinarcóticos estadounidense, que se ha vuelto el eje de la relación bilateral.
Con escasas excepciones, dice García, la prensa de EU ha "abrazado la idea" de que el despliegue de miles de soldados para combatir el narco "es incuestionablemente una buena idea".
Los lectores son víctimas de una cobertura simplista que ignora el hecho de que el narcotráfico es una empresa fuertemente arraigada y compleja que existe por motivos económicos, sociales y políticos.
En diciembre de 2006, ignorando que más de dos tercios de la población mexicana decía sentirse "muy segura", Calderón lanzó su guerra contra los cárteles, que tuvo como consecuencia legitimarlo en el poder luego de su cuestionada victoria electoral. Cuando las notas sobre narcotráfico, tema que acapara la cobertura mexicana, consignan opiniones contrarias a la "guerra", es para cumplir con el requisito del "párrafo de equilibrio".
En su nota del 25 de marzo de 2007, The Atlanta Journal-Constitution, lo dijo sin ambages: "El Presidente mexicano demuestra liderazgo; la crisis electoral se desvanece".
La prensa de EU se hizo eco de los elogios de Bush y ahora de Obama a la "valentía" de Calderón. ¿Qué quiere Calderón?
¿Declaró la guerra para legitimar su mandato?
¿Para cambiar el centro del debate de los complejos temas sociales a los de seguridad?
¿Desmantelar a los cárteles, reducir su poder, acabar con la violencia o interrumpir la oferta?
¿El Ejército es la mejor estrategia?
¿Es alcanzable la victoria?
Preguntas válidas que la prensa de EU debiera empezar a responder para inmunizarse contra el síndrome del "nos engañaron".
Cuentas alegres Ejemplo reciente de la visión maniquea de buenos contra malosos a la que hace alusión García, es la nota de primera plana en The Washington Post del 22 de noviembre. Según los corresponsales en México del insolvente diario (¿Slim al rescate?), gracias a la Iniciativa Mérida se ha superado la histórica mala vibra entre las agencias policiacas de EU y México y se ha iniciado una nueva era de confianza y camaradería entre ambas. Así de fácil.
En esta nueva era, según The Washington Post, las autoridades mexicanas arrestan a sus propios ciudadanos para extraditarlos a EU donde tienen cuentas pendientes con la justicia, algo impensable hace una década. Luego está el cuento sobre la profesionalización de la policía mexicana y los 10,000 cadetes que se graduarán de un programa de entrenamiento financiado por EU en San Luis Potosí. "Funcionarios de EU y México -dice el Post- atribuyen el cambio en la relación a Calderón, quien puso al Ejército mexicano a cargo de librar la guerra contra las drogas y se dirigió a la administración Bush con la propuesta de una sociedad que se convirtió en la Iniciativa Mérida".
En su flamante twitter, el embajador Arturo Sarukhán destacó la "importancia" de la nota, por "resaltar el mar de cambio" en los esfuerzos México-EU para "clausurar el narcotráfico en ambos lados de la frontera".
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