Calderón cuenta
cuentos en japonés
ALFREDO PADILLA PENILLA
Crispante, la cuesta de enero calderonista de este año, con 904 ejecuciones en el país durante el pasado mes, víctimas del hampa. Así, nuestro presidente se anota un record sin par en nuestra criminal historia.
Pero aún hay más: Calderón se anota otro triunfo con el encarecimiento de la vida. A ejemplo: el agua embotellada, indispensable para vivir, subió de precio. Y qué decir de los demás alimentos y artículos necesarios.
Por eso, a Felipe Calderón Hinojosa, usurpador de la máxima magistratura, casi un Victoriano Huerta cualquiera, quien se anunció como “el Presidente del empleo”, debemos considerarlo “el Presidente del desempleo y del desastre nacional”.
Ya es muy tarde para exigirle que dé un golpe de timón en la nave mexicana. Nunca lo va a hacer. Es como pedirle peras al olmo.
No le vaya a pasar lo que a Porfirio Díaz, quien fue derrocado en 1911 y pasó sus últimos días en Europa, donde falleció en 1915.
Por si las dudas, debería tomar en cuenta don Felipe lo que les aconteció a Luís XVI y a María Antonieta a consecuencia de la Revolución Francesa de 1789. Allá, los franceses no se anduvieron con rodeos y no sólo depusieron, sino decapitaron a su rey, Luís XVI y a la reina María Antonieta. Aquí, en México, tan sólo anhelamos simple y sencillamente que renuncie, si todavía conserva algo de dignidad. Gran parte del pueblo se lo pide.
Calderón, sin rubor alguno, declaró públicamente desde Japón, el pasado 31 de enero, que a asestado “severos golpes” al crimen organizado.
Por supuesto, tan súper bella y realista afirmación fue hecha, para variar, en el extranjero como presidencial turista. Declaró, sin morderse la lengua, a The Japan Times: “La estrategia de mi gobierno va en la dirección correcta y el Estado de Derecho se ha fortalecido”.
Agregó Calderón con engolada voz: “Me gustaría reafirmar el compromiso de mi gobierno contra las organizaciones criminales. Gracias a la coordinación entre varias instancias de gobierno, hemos asestado varios golpes a la criminalidad”. (¿?)
Y por si fuera poco, agregó la siguiente letanía: ya hay signos de recuperación después de la crisis económica en México: “La estabilidad macroeconómica del país se ha mantenido gracias a los esfuerzos por cuidar la salud de las finanzas”.
¿Cómo no ha de ser optimista Felipe, si se la pasa viajando por todo el orbe, como medio y fin de su gobierno?
Realmente los mexicanos debemos comprender ese tan suficiente y optimista estado de ánimo de nuestro súper presidente:
Los viajes ilustran y también provocan euforia. Hay que ponernos en los zapatos de Felipe: prácticamente, su Presidencia es una s
íntesis de placer que se puede resumir así: de vuelo en vuelo por múltiples naciones del globo terráqueo, disfruta al máximo el placer de viajar con fuero y honores presidenciales a pasto, con gastos de toda índole totalmente pagados; degustando deliciosos manjares y bebidas internacionales, recreando su vista ante diversos paisajes y personalidades. Además cuenta con la imagen televisiva que incrementa su chaparra personalidad.
En esa tesitura debemos solazarnos con él y por él al ser atendido grandemente por estadistas y poderosos ricachones, nada más y nada menos que a nivel mundial.
¿Quién podría dejar de disfrutar ese fabuloso, maravilloso tren de vida, totalmente mantenido por el pueblo que ya no solamente tiene “hambre y sed de justicia” como diría el inmortal Justo Sierra, sino también hambre material para poder consumir un mendrugo, un taco de frijoles con chile y sorber aunque sea un trago del agua que ya subió de precio?
¡Ah! ¿Qué bello es ser Presidente en México, donde todo se tolera!
¿Cómo impedir que Calderón se baje de las nubes en donde contempla todo el panorama color de rosa y donde se siente Alicia en el País de las Maravillas?
¡Qué caray!: hemos sido injustos al no comprender la euforia de nuestro presidente así como los últimos que le precedieron en su gran calidad de turistas internacionales, a costa del erario nacional.
Más de 100 millones de mexicanos debemos reprocharnos esa injusticia.
Debemos rendirle pleitesía por siempre a nuestro nunca bien ponderado estadista.
Qué importa que, mientras tanto, millones de mexicanos se mueran de hambre y apenas y pueden mantenerse en píe con un taco de frijoles y chile.
Loor a nuestros mexicanísimos astros mundiales y de la pantalla televisiva que gozan y disfrutan al máximo su papel de estadistas como los modernos Marco Polo viajeros del siglo XXI.
Debemos admirarlos y tenerlos en la memoria como a los que fueron ídolos de la pantalla mexicana: Mario Moreno (Cantinflas), María Félix, Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier Solís….
Al recordar a Cantinflas, que tanto hizo reír a los mexicanos, debemos exclamar: “Ahí está el detalle”.
¿Será mejor que explotar?
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