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Edición 229 | ||
Escrito por Editorial | ||
Miércoles, 10 de Marzo de 2010 18:34 | ||
Chihuahuizar México
En el marco de la iniciativa de corte militarista, que postulaba hace poco más de tres décadas las fronteras ideológicas, particularmente para el Cono Sur latinoamericano, el general brasileño Joäo Baptista Figueiredo acuñó su propuesta de una democracia sin adjetivos. Con este título fusilado, uno de los “creativos” escritores orgánicos domésticos lanzó un ensayo que se convirtió en libro de cabecera de algunos conspicuos empresarios que -al aliento de
Era el periodo en que cierto segmento intelectual metropolitano escapaba de su torre de marfil y, en plan de asesor áulico, viajaba “de ida y vuelta” a Chihuahua, ofreciendo inspiración y trompetas a aquellos que más tarde se autodenominaron Los bárbaros del norte. Derrotado en las elecciones de gobernador de Sinaloa en 1985, el ex líder de Le faltó vida a Clouthier para adivinar significado y significante que, a la vuelta del tiempo, adquiriría -ya con el PAN en la presidencia de Cuando, en 1989, el usurpador Carlos Salinas de Gortari, en pago a la “legitimidad de gestión” que le ofreció un año antes el PAN presidido por Luis H. Álvarez, le entregó al panismo la gobernación de Baja California, la decisión “del centro” tuvo como trasfondo dividir en dos al país, ensayando en los estados fronterizos del norte la aplicación del modelo neoliberal, en el que, incluso, arrastró a núcleos ejidales al espejismo de economía a escala. Era el inicio de la anexión de aquella región a la economía de los Estados Unidos, que fue sustanciada en el Tratado de Libre Comercio México-Estados Unidos-Canadá, hoy TLCAN, aunque aún subyacen reticencias en El Capitolio a darle carácter de tratado y prefieren el término de simple acuerdo, con otra connotación jurídica. Ese proceso anexionista se recuerda porque, en las audiencias promovidas en 1993, especialmente en No podía faltar la cruel ironía en el desgarrador drama de los juarenses: Mientras que México ha sido chihuahuizado, al presidente Calderón se le ocurrió nombrar a Luis H. Álvarez -el prócer de la desobediencia civil de los años ochenta del siglo pasado- coordinador de la acción federal para pacificar aquella frontera, tomada hace tres décadas como territorio piloto para propagar democracia sin adjetivos. Ya ni la burla perdonan. More articles by this author
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