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Edición 241 | ||||
Escrito por EDITORIAL | ||||
Martes, 31 de Agosto de 2010 12:02 | ||||
Huesos y calaveras
Si el título sobre estas líneas se refiriera a la secreta, y sin embargo tan afamada secta que conspira en los antros de
Desde su fundación en 1939, los más acres detractores del PAN, habida cuenta su identificación doctrinaria con los conservadores del siglo XIX y los contrarrevolucionarios del XX, le señalaron su falta de héroes propios y su necesidad de tomarlos prestados, a condición de que éstos no aparecieran en ningún santoral republicano de “la historia oficial, mistificadora de próceres” que, según escritores de la ultraderecha, no merecían la menor alabanza en la voz patria, mucho menos la elegía.
En ese tenor, la efigie de don Benito Juárez ya había sido encapuchada en 1948 por una cáfila de fanáticos sonsacados por el Partido Fuerza Popular, pariente pobre del PAN; los mismos pero otros que aún rinden pleitesía a Agustín de Iturbide como el verdadero consumador de
Entremeses nada más, para saber que, más temprano que tarde, durante la presidencia del PAN, los presuntos restos de los insurgentes, dados por verdaderos y depositados en nichos de la columna del Ángel de
Desmitificar, es el verbo de la reacción panista para tratar de convencer a los mexicanos de que los héroes que nos dieron Patria no fueron dioses, sino comunes hombres de carne y hueso; hoy más huesos que carne. Vaciar, pues, de ídolos el bicentenario de
Desmitificar es la consigna desde lo alto, y ahí está la indispensable maestra de maestras -mater et magistral-, dando empleo a los héroes que nos dieron patria como iconos de
Pachanga, pues, a falta de obra productiva, al mejor estilo televisivo, para bajarle las pilas a la gran familia famélica que no tiene aliento ya ni para digerir un chicharito chivero y, más que un JuBalani, desearía tener energía para patear la vejiga de buey de alguno de los organizadores del festejo bicentenario, que harán su puntual reprís en el noviembre centenario. ¿Y la cabeza de Pancho Villa? Preguntárselo a los profanadores de tumbas de Yale. More articles by this author
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