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Violencia y viejo
régimen
CARLOS RAMÍREZ
1.- La violencia en cualquiera de sus manifestaciones es una expresión de la ruptura de acuerdos previos. Buenos o malos, los entendimientos lograban establecer criterios de operación y una relativas estabilidad social.
2.- Los acuerdos implicaban una redistribución del poder entre los protagonistas. En el viejo régimen priísta esos acuerdos permitieron un control de la criminalidad en una situación de predominio de l monopolio de la fuerza por parte del Estado.
3.- La clave de los acuerdos radicaba en una distribución de funciones y de posibilidades de actuación: las autoridades y los grupos de delincuentes. El control oficial sobre las bandas no buscaba subordinar acciones sino administrar las tareas. El objetivo final de las autoridades no era evitar la delincuencia sino salvaguardar sectores específicos de la población de la acción criminal.
4.- La crisis de los acuerdos estalló cuando las autoridades abandonaron sus tareas oficiales y comenzaron a operar bandas para beneficios propios; es decir, cuando la corrupción comenzó a dominar las tareas de las autoridades. En respuesta, las bandas de delincuentes comenzaron a violar los acuerdos por el poder que le deba la corrupción sobre las autoridades.
5.- El debilitamiento de los hilos de control del Estado y de los gobiernos sobre las áreas de seguridad se explicaba por las tareas de control político de las policías sobre la sociedad. No por menos la crisis de seguridad estalló en el sexenio de Miguel de la Madrid: Los tecnócratas sin sensibilidad política ni social: las policías ya no administraban a la delincuencia sino que estaban subordinadas a ella. Los acuerdos abandonaron a los ciudadanos.
6.- En su novela El caballero y la muerte, el escritor de temas de criminalidad judicial y de mafia Leonardo Sciascia escribió: “La seguridad del poder se basa en la inseguridad de los ciudadanos”. Ahora esa frase se ha actualizado: la inseguridad del poder multiplica la inseguridad de los ciudadanos. Antes se confiaba en que los policías dieran seguridad a los ciudadanos; hoy se ve que los policías se alían a los delincuentes con contra de los ciudadanos.
7.- La alternancia mexicana ha tenido dos tiempos: Con la crisis en la alianza priista que provocó el populismo-neoliberalismo y la victoria presidencial del PAN. Pero las élites gobernantes no entendieron la lógica de la ruptura ni el impacto en los acuerdos con la delincuencia. Falló la conducción política del Estado.
8.- El desafío consiste en redefinir las funciones del Estado, recuperar la hegemonía de la autoridad y subordinar a las bandas de delincuentes. De eso trata, en el fondo, la estrategia de seguridad del gobierno de Calderón; es decir, la fijación de una estructura de poder de un gobierno de alternancia. Lo malo es que en el vacío de la doble alternancia se dio una complicidad de la sociedad con la delincuencia. Por eso las protestas sociales son contra la autoridad y el Estado, no contra los delincuentes. Pero el objetivo está claro: El Estado debe recuperar su principio de autoridad sobre los delincuentes o, con la pasividad social, aceptar la gangsterización del Estado; algo que se vivió en los últimos años del reinado priista y que se potenció en el decenio panista.
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