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Edición 307 | ||||
Escrito por Nick Turse | ||||
Jueves, 18 de Julio de 2013 21:21 | ||||
![]() NO IMPORTA QUE LA MAYORÍA de los estadounidenses no puedan encontrarlo en un mapa o no hayan oído
hablar de las naciones que están en sus costas como Gabón, Benín, y Togo. No
importa que solo cinco días antes de que yo hablara con el principal portavoz
de AFRICOM, el Economist haya preguntado si el Golfo de Guinea estaba a punto
de convertirse en “otra Somalia”, porque la piratería había aumentado un 41% de
El Golfo de Guinea
era una de las áreas primordiales en África donde “la estabilidad”, me aseguró
el portavoz del comando, había “mejorado significativamente”, y los militares
de EE.UU. habían jugado un papel importante en lograrlo. ¿Pero qué decía eso
sobre tantas otras áreas del continente que, desde el establecimiento de
AFRICOM, habían sido devastadas por golpes, insurgencias, violencia, y
volatilidad?
Un cuidadoso examen
de la situación de la seguridad en África sugiere que está en camino a
convertirse en El evento sintomático
en este tsunami contraproducente fue la participación de EE.UU. en una guerra
para deponer al autócrata libio Muamar Gadafi que ayudó a enviar al vecino
Malí, un bastión apoyado por EE.UU. contra el terrorismo regional, a una
espiral descendente, provocando la intervención de los militares franceses con
respaldo estadounidense. La situación podría empeorar a medida que las fuerzas
armadas de EE.UU. se involucran aún más. Ya están expandiendo sus operaciones
aéreas en todo el continente, participando en misiones de espionaje para los
militares franceses, y utilizando otras instalaciones previamente no reveladas
en África. La diáspora del
terror En el año 2000 un
informe preparado bajo los auspicios del Instituto de Estudios Estratégicos del
U.S. Army War College examinó el “entorno de la seguridad africana”. Aunque
mencionaba “movimientos internos separatistas o rebeldes” en “Estados débiles”,
así como protagonistas no estatales como milicias y “ejércitos de señores de la
guerra”, no mencionó el extremismo islámico o importantes amenazas terroristas
transnacionales. De hecho, antes de 2001, EE.UU. no reconocía ninguna
organización terrorista en África subsahariana.
Poco después de los
ataques del 11 de septiembre un alto funcionario del Pentágono afirmó que la
invasión estadounidense de Afganistán podría hacer salir “terroristas” de ese
país hacia naciones africanas. “Terroristas asociados con al Qaeda y grupos
terroristas indígenas siguen estando presentes en esa región”, dijo. “Esos
terroristas amenazarán, por supuesto, a personal e instalaciones de EE.UU.” Al ser apremiado
sobre peligros transnacionales existentes, el funcionario mencionó a los
militantes somalíes, pero finalmente admitió que incluso los islamistas más
extremos en ese país “no se han involucrado realmente en actos de terrorismo
fuera de Somalia”. De la misma manera, al ser interrogado sobre conexiones
entre el grupo central de al Qaeda de Osama bin Laden y extremistas africanos,
mencionó solo los lazos más débiles, como el “saludo” de bin Laden a militantes
somalíes que mataron a soldados estadounidenses durante el infame incidente de
Black Hawk derribado en 1993. A pesar de esto,
EE.UU. envió personal a África como parte de Mientras CJTF-HOA
iniciaba sus actividades el Departamento de Estado lanzó un programa
multimillonario en dólares en contra del terrorismo, conocido como Iniciativa
Pan-Sáhel, para reforzar las fuerzas armadas de Malí, Níger, Chad y Mauritania.
En 2004, por ejemplo, equipos de entrenamiento de Fuerzas Especiales se
enviaron a Malí como parte de esa iniciativa. En 2005 el programa se expandió
para incluir a Nigeria, Senegal, Marruecos, Argelia y Túnez, y se rebautizó
Cooperación de Contraterrorismo Transahariana. En un artículo del
New York Times Magazine Nicholas Schmidle señaló que el programa incluía
despliegues durante todo el año de personal de Fuerzas Especiales para
“entrenar a ejércitos locales en el combate contra insurgencias y rebeliones y
para impedir que bin Laden y sus aliados se expandan en la región”. Cooperación
de Contraterrorismo Transahariana y su programa acompañante del Departamento de
Defensa, conocido entonces como Operación Libertad Duradera-Transahariana,
fueron, por su parte, incorporadas en el Comando África de EE.UU. cuando se
hizo cargo de la responsabilidad militar por el continente en 2008.
Como señaló Schmidle,
los efectos de los esfuerzos de EE.UU. en la región parecían estar en conflicto
con los objetivos declarados de AFRICOM. “Al Qaida estableció refugios en el
Sáhel y en 2006 adquirió una franquicia norteafricana [Al Qaida en el Magreb
Islámico], escribió. “Los ataques terroristas en la región aumentaron tanto en
número como en letalidad”. Así es. Una mirada a
la lista oficial de organizaciones terroristas del Departamento de Estado
indica un continuo aumento de los grupos islámicos radicales en África junto al
crecimiento de los esfuerzos en contra del terrorismo de EE.UU. , con la
adición del Grupo de Combate Islámico Libio en 2004, al-Shabaab en Somalia en
2008, y Andar al-Dine en Malí en 2013. En 2012, el general Carter Ham, entonces
jefe de AFRICOM, agregó a los militantes islamistas de Boko Haram en Nigeria a
su propia lista de amenazas extremistas. El derrocamiento de
Gadafi en Libia por una coalición intervencionista que incluyó a EE.UU.,
Francia y Gran Bretaña, empoderó de la misma manera a una serie de nuevos
grupos islamistas como las Brigadas Omar Abdul Rahman, que desde entonces han
realizado múltiples ataques contra intereses occidentales, y Ansar al-Sharia,
vinculado a al-Qaida, cuyos combatientes atacaron instalaciones estadounidenses
en Bengasi, Libia, el 11 de septiembre de 2012 y mataron al embajador
Christopher Stevens y a otros tres estadounidenses. De hecho, justo antes de
ese ataque, según el New York Times , Según Frederic
Wehrey, un veterano analista político en La rebatiña de Obama
por África La guerra respaldada
por EE.UU. en Libia y los posteriores esfuerzos de En los últimos años,
EE.UU. ha entrenado y equipado a soldados de Uganda, Burundi, y Kenia, entre
otras naciones, para misiones como la persecución de Kony. También han servido
como fuerza por encargo para EE.UU. en Somalia, parte de EE.UU. también sigue
financiando ejércitos africanos a través de En los años de Obama
el Comando África de EE.UU. también creó un sofisticado sistema, conocido
oficialmente como Red de Distribución de Superficie AFRICOM, pero al que se
refieren coloquialmente como “la nueva ruta de las especias”. Sus núcleos
principales están en Manda Bay, Garissa, y Mombasa en Kenia; Kampala y Entebbe
en Uganda; Bangui y Djema en Además, el Pentágono
ha operado una campaña aérea regional utilizando drones y aviones tripulados
desde aeropuertos y bases en todo el continente incluyendo Camp Lemonnier, el
aeropuerto Arba Minch en Etiopía, Niamey en Níger, y las Islas Seychelles en el
Océano Índico, mientras aviones operados por contratistas privados han
realizado misiones partiendo de Entebbe, Uganda. Recientemente, Foreign Policy
informó sobre la existencia de una posible base de drones en Lamu, Kenia. Otro emplazamiento
crítico es Uagadugú, capital de Burkina Faso, sede de un Destacamento Aéreo de
Operaciones Especiales Conjuntas, y la iniciativa de Apoyo Aéreo de
Aerotransporte de Despegue y Aterrizaje Cortos que, según documentos militares,
apoya “actividades de alto riesgo” realizadas por fuerzas de elite de Aunque Rawlinson puso
reparos a la discusión del alcance del programa citando preocupaciones por la
seguridad operacional, documentos militares indican que está aumentando
rápidamente. Entre marzo y diciembre del año pasado, por ejemplo, la iniciativa
de Apoyo Aéreo de Aerotransporte de Despegue y Aterrizaje Cortos hizo 233
vuelos. En solo los tres primeros meses de este año, realizó 193. El portavoz de
AFRICOM, Benjamin Benson, ha confirmado a TomDispatch que operaciones aéreas
estadounidenses realizadas desde Benson también
confirmó que los militares de EE.UU. han utilizado el Aeropuerto Internacional
Léopold Sédar Senghor en Senegal para escalas técnicas así como para el
“transporte de equipos que participan en actividades de cooperación en la
seguridad” como misiones de entrenamiento. Confirmó un acuerdo similar para el
uso del Aeropuerto Internacional Bole en Addis Abeba en Etiopía. En total, los
militares de EE.UU. ahora tienen acuerdos para utilizar 29 aeropuertos internacionales
en África como centros para escalas de reabastecimiento de combustible. Benson se mostró más
reservado respecto a operaciones aéreas desde El año pasado, en sus
operaciones en permanente expansión, AFRICOM planificó 14 importantes
ejercicios conjuntos de entrenamiento en el continente, incluso en Marruecos,
Uganda, Botsuana, Lesoto, Senegal y Nigeria. En uno de ellos, un evento anual
conocido como Atlas Accord, miembros de las Fuerzas Especiales de EE.UU.
viajaron a Malí para realizar entrenamiento con fuerzas locales. “Los
participantes fueron muy atentos, y pudimos mostrarles nuestras tácticas y
también ver las suyas” dijo el capitán Bob Luther, líder de equipo en el Grupo
19 de las Fuerzas Especiales. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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