![]() |
Edición 340 | ||||
Escrito por Club de Periodistas de México | ||||
Viernes, 18 de Diciembre de 2015 16:46 | ||||
PARA LOS AÑOS setenta del siglo XX, cuando los políticos zalameros describían la evolución de la entidad central del país como “una hazaña” de todos los mexicanos digna de elegía, urbanistas y sociólogos diagnosticaban el fenómeno: Macrocefalia. Uno de los síntomas más alarmante de tal espanto, es la irritabilidad.
Nos quedamos con el fenómeno Macrocefalia como deformación craneal. Pero hacer el diagnóstico es más fácil que prescribir el tratamiento. El centro de gravedad sobre el que gira la problemática de la Ciudad de México -presentada ahora como Capital Social-, aun antes de que se haga la declaración senatorial de su nuevo estatuto constitucional, que pasará por la sanción de las legislaturas estatales, es el de los Derechos Humanos, que abarcan los de la integridad personal, la propiedad, la libertad y, por supuesto, el de la vida.
Si bien un sector de la sociedad metropolitana entiende y a veces se solidariza con las causas que motivan esas expresiones en algunos casos multitudinarias, existen segmentos sensibles que tipifican las consecuencias de esas movilizaciones como un caos y no pocas veces reclaman a la autoridad no sólo mano dura, sino reparación de daños.
El cuadro descrito a gruesas pinceladas está en las mentes de directivos, socios, amigos e invitados del Club de Periodistas de México, cuando el pasado 7 de diciembre tuvieron como huésped y expositor al secretario de Seguridad Pública del Gobierno del Distrito Federal, Hiram Almeida Estrada.
Profesional y sicológicamente seguro, según el estado de ánimo con el que asume tan grave responsabilidad, Almeida Estrada acredita servicios de contraloría pública, procuración de Justicia, asistencia jurídica a entes estatales de orden federal o regional, y de investigación para fines legislativos, etcétera. No sólo: Dada la multiplicidad disciplinaria que exige ahora el servicio público moderno, Almeida Estrada, maestro y alumno a la vez, enriquece sus conocimientos con el estudio de la Filosofía del Derecho y del Derecho Parlamentario. Late en la atmósfera del cordial encuentro periodístico un espectro que, aunque matizado por la autoridad, está en la percepción de los habitantes del DF: El del crimen organizado que merodea en las inmediaciones de la Gran Capital. Equipado con su vasta experiencia, el titular de la SPP asegura tener respuestas realistas a los múltiples e ingentes desafíos. Una de ellas se sintetiza en el compromiso de lograr la Tendencia Cero en los delitos de alto impacto, capítulo sobre el que informa de una disminución del 12.4 por ciento en lo que va de 2015 respecto de 2014. Entre esos delitos de alto impacto prima el secuestro.
Legalidad versus impunidad, es el cuestionamiento. Almeida Estrada no titubea al emplear el término implacable contra conductas contrarias a la disciplina de servicio. En ese esfuerzo, el Centro de Control de Confianza ha merecido la certificación del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
El epidémico enervamiento de la violencia en el país, con marcada incidencia en el altiplano, han movido al gobierno del Distrito Federal a coordinares con los gobiernos de estados vecinos en lo que se tipifica como “Escudos”, en este caso del Centro, que se integran con los operativos Aeropuerto Seguro, Pasajero Seguro, además de los específicos conocidos como Cometa, Rastrillo, Constituyentes, Tláhuac-Chalco, Ajusco y otros. Capítulo especial, según explica el compareciente, se destina a la prevención del delito en jóvenes y niños.
El titular de la SPP explica los nuevos programas de Fotomulta, señalización, radares, inmovilizadores (tan temidos), etcétera, y aquí convoca a un compromiso común. Entra en vigor el nuevo Reglamento de Tránsito. Leerlo y entenderlo, llama, como una responsabilidad de doble sentido: La del automovilista como obligado civil al cumplimiento, y la de la autoridad, dispuesta a remitir a los abusivos al Consejo de Honor y Justicia, instancia modernizada y reforzada para atender quejas de los ciudadanos y desterrar los actos de impunidad. Vale. More articles by this author
|