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Edición 391 | ||||
Escrito por Thierry Meyssan | ||||
Martes, 30 de Julio de 2019 11:16 | ||||
En este artículo se describe la integración de la Hermandad Musulmana al Pentágono, que vincula esa cofradía a las redes antisoviéticas conformadas durante la guerra fría mediante el reclutamiento de antiguos nazis. La Hermandad Musulmana como tropa de refuerzo del ejército de Estados Unidos Thierry Meyssan El Pentágono asume el control de los islamistas A INICIOS DE LOS AÑOS 90, el Pentágono decide incorporar a sus actividades los islamistas –que hasta entonces dependían sólo de la CIA. Se inicia así la operación Gladio B, que toma como referencia la operación Gladio de creación de ejércitos secretos de la OTAN en Europa. A lo largo de todo un decenio, todos los jefes islamistas –incluyendo a Osama ben Laden y Ayman al-Zawahiri– viajan en aviones de la US Air Force. En esa operación participan el Reino Unido, Turquía y Azerbaiyán. Ello implica que los islamistas –que hasta ese momento se habían movido en la sombra– se ven de cierta manera integrados “públicamente” a las fuerzas de la OTAN. ARABIA SAUDITA –simultáneamente Estado y propiedad privada de la familia Saud– se convierte oficialmente en el ente a cargo del manejo del islamismo mundial. En 1992, el rey de Arabia Saudita proclama una Ley Fundamental en la que se estipula: “El Estado protege la fe islámica y aplica la Sharia. Impone el Bien y combate el Mal. Cumple con los deberes del islam (…) La defensa del islamismo, de la sociedad y de la patria musulmana es deber de todo súbdito del Rey.” A partir de 1993, Charles, príncipe de Gales, patrocina el Oxford Centre for Islamic Studies, cuya dirección asume el príncipe Turki, el jefe de los servicios secretos sauditas. Londres se convierte abiertamente en el centro neurálgico del Gladio B, al extremo que se empieza hablar de un “Londonistán”. Bajo el paraguas de la Liga Islámica Mundial, la Hermandad Musulmana árabe y la Jamaat-i-Islami pakistaní crean toda una serie de asociaciones culturales y de culto alrededor de la mezquita de Finsbury Park. Ese dispositivo permitirá el reclutamiento de numerosos combatientes suicidas, desde los individuos que atacarán la escuela rusa de Beslán hasta Richard Reid, el conocido Shoe bomber. Londonistán se compone principalmente de gran cantidad de medios de difusión, casas editoras, diarios como Al-Hayat y Asharq al-Awsat (dirigidos ambos por hijos del actual rey Salman de Arabia Saudita) y televisoras (el grupo MBC, propiedad del príncipe Walid ben Talal transmite una veintena de canales), que no se dirigen a la diáspora musulmana en suelo británico sino al mundo árabe. Esto sucede porque el acuerdo entre los islamistas y Arabia Saudita se hace extensivo al Reino Unido: total libertad de acción, pero con prohibición de inmiscuirse en la política interna. Este dispositivo, que emplea miles de personas y maneja gigantescas cantidades de dinero, se mantendrá públicamente hasta los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando se hará imposible para los británicos seguir justificándolo.
Esa teoría ya había sido utilizada por las redes Gladio de la CIA y la OTAN, manipulando –en los años 1970-1980–, la extrema izquierda europea (grupos como la Fracción del Ejército Rojo encabezado por Andreas Baader en Alemania, las Brigadas Rojas en Italia y Acción Directa en Francia). Por supuesto, esa estrategia nunca ha llevado a la victoria, en ninguna parte. La CIA y la OTAN lo sabían perfectamente y no contaban con su éxito, sino que sólo querían aprovechar la reacción represiva del Estado para poner a sus títeres en el poder. Abu Mussab “El Sirio” señala a Europa –poniendo mucho cuidado en no hacerlo con Estados Unidos–, como el próximo campo de batalla de los islamistas. En 1995, huye de Francia después de los atentados de ese año. Dos años después, crea en Madrid y en Londonistán el Islamic Conflict Studies Bureau, siguiendo el modelo de Aginter Press, creada en Lisboa por la CIA en los años 1960-1970. Ambas estructuras hacen maravillas en la organización de atentados bajo bandera falsa, como el de la Piazza Fontana –atribuido a la extrema izquierda italiana en 1969–, y los atentados de 2005 en Londres –atribuidos a los musulmanes. Simultáneamente, la Hermandad Musulmana elabora un gran programa de formación de líderes árabes pro estadounidenses. El libio Mahmud Jibril El-Warfally, profesor en la universidad de Pittsburg, los enseña a utilizar el lenguaje “políticamente correcto”. Prepara a emires y generales de Arabia Saudita, Bahréin, Egipto, de los Emiratos Árabes Unidos, de Jordania, Kuwait, Marruecos y Túnez, y también de Singapur. Manejando una mezcla de principios básicos de las relaciones públicas y el estudio de informes del Banco Mundial, los peores dictadores son en lo adelante capaces de disertar, sin estallar en carcajadas, sobre su ideal democrático o su profundo respeto por los derechos humanos. La guerra contra Argelia acaba por extenderse a Francia. Jacques Chirac y su ministro del Interior, Charles Pasqua, interrumpen el apoyo de París a la Hermandad Musulmana e incluso prohíben los libros del predicador de la cofradía, Yussef al-Qaradawi. Lo que les interesa es mantener la presencia francesa en el Magreb, mientras que los británicos pretenden erradicarla. En 1994, el Grupo Islámico Armado (GIA) toma como rehenes a los pasajeros del vuelo Argel-París de la compañía Air France; en 1995, hace estallar bombas en el metro y en un tren parisinos y, en 1998, durante la Copa Mundial de Futbol organizada en Francia, prepara un gigantesco atentado –que incluía estrellar un avión contra una central nuclear, pero que será descubierto. En todos los casos, los sospechosos que logran escapar encuentran refugio en Londonistán.
Grupos mafiosos LUEGO DE TRES AÑOSde calma, se reinicia en la antigua Yugoslavia la guerra entre musulmanes y ortodoxos, esta vez en Kosovo. El Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) se crea a partir de grupos mafiosos entrenados para el combate por las fuerzas especiales de Alemania (KSK), en la base turca de Incirlik. Los musulmanes albaneses y yugoslavos son de cultura naqchbandi. Hakan Fidan, el futuro jefe de los servicios secretos turcos, es oficial de enlace entre la OTAN y Turquía. Los veteranos de la Legión Árabe se integran al UCK, que incluye una brigada bajo las órdenes de uno de los hermanos de Ayman al-Zawahiri. Esa brigada destruye sistemáticamente las iglesias y monasterios ortodoxos y expulsa a los cristianos. En 1995, retomando la tradición de los asesinatos políticos, Osama ben Laden intenta eliminar al presidente egipcio Hosni Mubarak. Al año siguiente, trata de asesinar al Guía libio Muammar el-Kadhafi. Este segundo atentado es financiado con 100 000 libras esterlinas por los servicios secretos británicos, en represalia por el apoyo libio a la resistencia irlandesa. Pero la operación fracasa. Varios oficiales libios huyen al Reino Unido. Entre ellos se encuentra Ramadán Abidi, cuyo hijo realizará, años más tarde y también por orden de los servicios secretos británicos, un atentado terrorista en Manchester. Libia envía pruebas a Interpol y emite la primera orden de arresto internacional contra Osama ben Laden, quien todavía dispone de una oficina de relaciones públicas en Londonistán. En 1998 se funda en París la Comisión Árabe de Derechos Humanos, financiada por la NED estadounidense. La preside el tunecino Moncef Marzouki y su vocero es el sirio Haytham Manna. Su objetivo es defender a los miembros de la Hermandad Musulmana arrestados en diferentes países árabes, por haber realizado actividades terroristas. Marzouki es un médico de izquierda que trabaja desde hace tiempo con la cofradía. Haytam Manna es un escritor que se ocupa de las inversiones de Hassan el-Turabi y de los miembros sudaneses de la cofradía en Europa. Cuando Manna abandona esa actividad, su compañera sentimental queda como directora de la asociación. Haytham Manna será sustituido por el argelino Rachid Mesli, abogado que representa a Abassi Madani y a los miembros argelinos de la Hermandad Musulmana.
Brzezinski, quien desde hace años venía preparando esta operación, trata de reproducir el esquema utilizado en Afganistán. Los yihadistas chechenos, como Chamil Basayev, no han sido entrenados por Ben Laden en Sudán sino por los talibanes en Afganistán. Durante la guerra, reciben apoyo “humanitario” de la organización turca Milli Gorus, de Necmettin Erbakan y Recep Tayyip Erdogan, y del “IHH – Derechos Humanos y Libertades”, asociación turca creada en Alemania bajo el nombre de Internationale Humanitare Hilfe (IHH). Los yihadistas chechenos organizarán varias operaciones importantes, principalmente en 2002 contra el Teatro de Moscú (170 muertos y 700 heridos), en 2004 contra una escuela de Beslán (385 muertos y 783 heridos) y en 2005 contra la ciudad de Nalchik (128 muertos y 115 heridos). Después de la masacre de Beslán y la muerte del líder yihadista Chamil Basayev, la Milli Gorus y el IHH organizan un gran funeral en la mezquita Fatih de Estambul, sin el cuerpo de Basayev, pero con decenas de miles de seguidores.
Estos atentados tienen lugar mientras prosigue la colaboración entre Washington y los islamistas. Y Osama ben Laden conserva su oficina en Londonistán hasta 1999. Situado en el barrio de Wenbley, el Advice and Reformation Committee (ARC) se encarga simultáneamente de divulgar las declaraciones de Ben Laden y de servir de tapadera a las actividades logísticas de al-Qaeda, tanto en materia de reclutamiento como de pagos y adquisición de material. Entre sus colabores en Londres se cuentan el saudita Khaled al-Fawwaz y los egipcios Adel Abdel Bary e Ibrahim Eidarus, tres individuos contra quienes existen órdenes de arresto internacionales y que, a pesar de ello, han obtenido asilo político en Reino Unido. Arropado en Londres por la más completa legalidad, el buró de Ben Laden publicará, en febrero de 1998, su célebre llamado a la Yihad contra los judíos y los “cruzados”. Gravemente enfermo de los riñones, Ben Laden es internado, en agosto de 2001, en el hospital americano de Dubai. Un jefe de Estado del Golfo me confirmó que él mismo visitó personalmente a Osama ben Laden en ese hospital, en su habitación, donde la CIA estaba a cargo de su protección. Fusión de los dos Gladio y preparativos para Dáesh Siguiendo la misma lógica, la administración Bush atribuye a los islamistas los grandes atentados del 11 de septiembre de 2001, en Estados Unidos. La versión oficial se impone, a pesar de que contiene innumerables incoherencias. El secretario de Justicia sostiene que elementos islamistas secuestraron varios aviones, aunque las compañías aéreas aseguran que ninguno de los sospechosos se hallaba a bordo de sus aeronaves. El Departamento de Defensa publicará un video que muestra a Osama ben Laden atribuyéndose los atentados, a pesar de que él mismo los había rechazado públicamente y de que los expertos en reconocimiento facial y vocal aseguran que el hombre que aparece en el video no es Osama ben Laden. De todas maneras, esos acontecimientos sirven de pretexto a Washington y Londres para iniciar la “Guerra sin Fin” y atacar a sus antiguos aliados: los talibanes, en Afganistán, y el Irak de Saddam Hussein.
En agosto de 2002, el MI 6 organiza en Londres una conferencia de la Hermandad Musulmana sobre el tema “Siria para todos”. Los oradores desarrollan la idea de que Siria vive bajo la opresión de la secta de los alauitas y que la única libertad verdadera es la que ofrece la Hermandad Musulmana. Después de Sayyed Qutb y de Abu Mussab “El Sirio”, los islamistas se dotan de un nuevo estratega: Abu Bakr Naji. En 2004, este personaje, que parece no tener existencia anterior, publica en internet Management of Savagery, una teoría del caos (“La Administración de la Barbarie”). Aunque algunos dicen reconocer el estilo de un autor egipcio, el texto parece más bien haber sido redactado en inglés, adornado después con numerosas y redundantes citaciones coránicas y finalmente traducido al árabe. La palabra “Barbarie” que aparece en el título no es una referencia al uso del terror sino al regreso al estado natural anterior que existió antes de que la civilización creara el Estado. Se trata de retrotraer la Humanidad al momento en que “El hombre es el lobo del hombre”. La estrategia del caos se resume en tres fases:
Como puede verse, todo esto tiene mucho que ver con la ciencia militar contemporánea. Se concede gran importancia a las operaciones sicológicas, principalmente al uso de la violencia espectacular. En la práctica, esta estrategia no tiene nada que ver con una revolución sino con la conquista de un país por potencias externas, ya que supone una gran inversión de fondos. Como siempre sucede con la literatura subversiva, lo más interesante es lo que no se dice o lo que se menciona sólo de forma incidental:
El hecho mismo de que adopten como suyo este “tratado” demuestra que los islamistas se disponen a seguir desempeñando un papel militar al servicio de potencias externas, pero ya para entonces a muy gran escala. En 2006, los británicos solicitan al emir qatarí Hamad que ponga su canal de televisión panárabe –Al-Jazeera– al servicio de la Hermandad Musulmana. El libio Mahmud Jibril, el mismo que enseñó a la familia real de Qatar cómo utilizar el lenguaje democrático, recibe la tarea de introducir poco a poco a sus compañeros de la cofradía en el canal y crear canales en lenguas extranjeras –en inglés y posteriormente en bosnio y turco– así como un canal para niños. El predicador Yussef al-Qaradawi se convierte en “consejero religioso” de Al-Jazeera. Por supuesto, Al-Jazeera divulgará y confirmará la autenticidad de las grabaciones de audio y los videos de los diferentes “Osama ben Laden”. Durante ese mismo periodo, las tropas de Estados Unidos que ocupan Irak enfrentan una rebelión que va generalizándose. Después del estado de abatimiento que los había embargado ante la rapidez y brutalidad de la invasión (técnica de “Shock and awe” o “Shock y pavor”), los iraquíes se organizan para la resistencia. El embajador de Estados Unidos en Bagdad y más tarde director de la Inteligencia Nacional, John Negroponte, propone vencer esa resistencia dividiendo a los iraquíes de manera que su cólera se vuelva contra ellos mismos, o sea transformando la resistencia contra la ocupación en guerra civil. John Negroponte es un experto en operaciones secretas: participó en la Operación Fénix (Phoenix) en Vietnam, organizó después la guerra civil en Salvador y la Operación Irán-Contras en Nicaragua, antes de provocar el derrumbe de la rebelión en el estado mexicano de Chiapas. En Irak, Negroponte acude a uno de los hombres que trabajaron con él en Salvador: el coronel James Steele. Le confía la tarea de crear milicias iraquíes sunnitas para utilizarlas contra los chiitas y milicias chiitas para lanzarlas contra los sunnitas. Steele recurre a los islamistas para crear la milicia sunnita. Partiendo de al-Qaeda en Irak, Steele arma una coalición tribal, el Emirato Islámico en Irak (el futuro Daesh), utilizando como cobertura la Policía Especial (la “Brigada de los Lobos”). Para aterrorizar a las víctimas y sus familias, entrena a los elementos del Emirato Islámico en el uso de la tortura, según los métodos de la tristemente célebre Escuela de las Américas y de la Political Warfare Cadres Academy de Taiwán, donde él mismo fue profesor. En unos meses, una nueva oleada de horror cae sobre los iraquíes y los divide en base a sus creencias religiosas. Más tarde, cuando el general David Petraeus toma el mando de las tropas estadounidenses en Irak, designa al coronel James H. Coffman para que trabaje con Steele y le rinda cuentas a él sobre la operación, mientras que Brett H. McGurk rendirá cuentas directamente al presidente de Estados Unidos. Los principales jefes del Emirato Islámico son reclutados en el campo de internamiento de Bucca, pero se les aplica un tratamiento especial de acondicionamiento en la cárcel de Abu Ghraib, siguiendo los métodos de “lavado de cerebro” de los profesores Albert D. Biderman y Martin Seligman. Todo el proceso es supervisado desde Washington por el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, de quien Steele depende directamente. En 2007, Washington informa a la Hermandad Musulmana que va a derrocar los regímenes laicos del Medio Oriente, incluyendo los de sus aliados, y que debe prepararse para ejercer el poder. La CIA organiza alianzas entre la cofradía y varios partidos y personalidades laicas de todos los países de la región. Al mismo tiempo, la propia CIA conecta entre sí las dos ramas del “Gladio”, creando vínculos entre los grupos neonazis occidentales y los grupos islamistas orientales. Esas alianzas resultan a veces poco afortunadas. Por ejemplo, durante la “Conferencia Nacional de la Oposición Libia”, en Londres, la Hermandad Musulmana sólo logra reunir en torno a sí misma el Grupo Islámico Combatiente en Libia (GICL, al-Qaeda en Libia) y la cofradía wahabita de los Senussi. La plataforma programática prevé el restablecimiento de la monarquía y convertir el islam en religión de Estado. Más convincente resulta la constitución, en Berlín, del Frente de Salvación Nacional, que oficializa la unión entre la Hermandad Musulmana y el ex vicepresidente sirio Abdel Halim Khaddam.
En mayo y junio de 2007, el ejército nacional del Líbano inicia el asedio al campamento palestino de Nahr el-Bared, donde se han atrincherado miembros del grupo Fatah al-islam. Los combates duran 32 días y cuestan la vida a 76 soldados libaneses, de los que una treintena son decapitados.
El primer ministro israelí Benyamin Netanyahu cae en la trampa que le tiende Estados Unidos y ordena el abordaje en aguas internacionales. Bajo la mirada burlona de la Casa Blanca, el mundo entero condena este acto israelí de piratería. Después de haber entregado armamento a los yihadistas en Afganistán y de haber respaldado la creación del Hamas contra la OLP de Yaser Arafat, Israel se había vuelto en contra de los islamistas en 2008 y los había bombardeado, al igual que a la población de la franja de Gaza. Con el escándalo internacional de la flotilla, Netanyahu paga por haber emprendido la operación “Plomo Fundido”, con el concurso de Arabia Saudita y a pesar de la oposición de la Casa Blanca. Cuando Israel acaba liberando a los participantes de la “Flotilla de la Libertad”, la prensa turca muestra al primer ministro Recep Tayyip Erdogan visitando en un hospital a Mahdi al-Harati. Este artículo es parte del libro De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes. More articles by this author
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