VOCES DEL DIRECTOR
En el Potomac no sirve nadar de muertito
Mouris Salloum George
SE PUEDE VERIFICAR en videos o en medios impresos: Ahí está, en Guelatao, Oaxaca, la imagen de Carlos Salinas de Gortari supuestamente rindiendo memoria a El restaurador de la República, don Benito Juárez.
De ahí partimos, con una ficha familiar. Fue sobrino político del ex secretario de Estado, Robert Lansing, una de cuyas cartas es famosa aquí, referida a los jóvenes ambiciosos mexicanos, “que al tiempo se apoderarán de la Presidencia de México”. Uno de sus hermanos, Allen, fue el primer director civil de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos.
Estamos recordando al jefe del Departamento de Estado de Ike Eisenhower, John Foster Dulles, quien con brutal sinceridad confesó en su momento que los Estados Unidos no tienen amigos, tienen intereses.
Despachaba entonces en Palacio Nacional don Adolfo El viejo Ruiz Cortines. Cuando cubría el interinato en la Secretaría de Gobernación, ante emisarios oficiosos del PRI, el austero veracruzano atajó una gestión con este dictamen: Los soviets no nos han agraviado; los agravios nos vienen de allá, del norte. Señalaba con su brazo derecho hacia los Estados Unidos.
De lo dicho sigue, que a los conductores de los Estados que están en área de influencia de Washington,de nada sirve nadar de muertito en las aguas del Potomac.
La conseja popular advierte a quien caer en arenas movedizas, que no debe bracear para tratar de escapar de la potencial asfixia. Tiene que esperar a que pase algún compadecido que le auxilie con alguna vara de mezquite o una reata, para salir del trance. No siempre la Providencia es oportuna.
De contrabando, la cláusula sobre hidrocarburos mexicanos
Cambio de página: Salinas de Gortari inició las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) con el republicano George Bush padre. Entregó su firma al demócrata Bill Clinton.
Algún patriota mexicano descubriría tiempo después en los archivos de El Capitolio que, entre el denso clausulado del TLC, Salinas de Gortari metió de contrabando el capítulo sobre los hidrocarburos mexicanos.
Esa cláusula operó como camisa de fuerza sobre Ernesto Zedillo Ponce de León cuando, en garantía de pago del rescate de su presidencia después del error de diciembre de 1994, embargó la factura petrolera.
A Clinton, Zedillo le concedió su rúbrica en la revisión del Tratado de Límites y Aguas México-Estados Unidos, desapareciendo previamente mojoneras insulares que referían potenciales yacimientos petrolíferos en el Golfo de México.
Enganchados en la Alianza Energética sin enchilada completa
Buscando la enchilada completa en materia de migración, Vicente Fox se dejó enganchar por Bush hijo en la Alianza Energética de América del Norte y, en cuanto a la permuta, se quedó colgado de la brocha.
Felipe Calderón aceptó el trasplante a México del Plan Colombia,con el que se lanzó a su sangrienta guerra contra el crimen organizado. A unos meses de las elecciones presidenciales de 2012, en Baja California Sur el michoacano activó su mano izquierda para firmarle a Hillary Clinton el Acuerdo para la Exploración y Explotación de Yacimientos de Hidrocarburos Transfronterizos.
En materia de soberanía nacional, el que no transa, no avanza
Hoy está en la orden del día la contrarreforma petrolera maquinada por Enrique Peña Nieto y planchada por sus secuaces en el Congreso la Unión en nombre del fáctico Pacto por México. Según trasciende, las petroleras extranjeras -algunas de las cuales litigaron contra la Expropiación Petrolera de 1938- aflojaron el cuerpo y derramaron “maná” en las cuentas bancarias de los pastores de las Cámaras federales y de las comisiones de dictamen.
Bajo disimulo oficial, en mayo pasado se cumplió el primer centenario el asesinato del presidente Venustiano Carranza. Meses después, agentes de Álvaro Obregón fueron emplazados por la Embajada de los Estados Unidos a transar Los Tratados de Bucareli, que tanto satisficieron los intereses petroleros del imperio.
Centenaria y acerada cadena que doblegó la soberanía nacional, sólo nos queda esperar la versión en español definitiva del T-MEC, que entró en vigor en julio, a ver qué gato encerrado está oculto en las letras chiquitas. Suele ocurrir.
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