¿Pero, quién apoya a Micheletti, el presidente golpista?; ¿cómo es posible que no derroquen a Micheletti, si incluso el presidente Obama no lo ve con buenos ojos?
   Hace mucho tiempo, por ahí de los años treinta, México era una potencia en materia de producción de plátano. Rivalizaba su producción con la de la United Fuit Company, la mayor compañía comercializadora de bananos en el mundo. Esta compañía intentó comprar todos los territorios plataneros de Tabasco; el gobierno mexicano impidió la venta, para que el plátano siguiera siendo nuestro.
   ¡Un buen día, misteriosamente, nos cayó el chamusco! El chamusco es una plaga que ataca al plátano y es demoledora; en unos cuantos meses ya no había plátano en México. Ya no podíamos competir con las compañías norteamericanas.
   Al mismo tiempo, un botánico estadounidense había desarrollado un plátano inmune al chamusco (¡Qué chiquito es el mundo!); melifluo, lo llamó Valery en honor a su esposa. La invención hizo que ahora sí, la United Fruit Company no tuviera competidor en el mundo. Para ello, se estableció en Honduras donde encontrar gobiernos a modo; o -mejor dicho  pudo imponer gobiernos a modo; al punto de convertirse en la mayor propietaria de inmuebles en Honduras; nadie era dueña de más tierras en honduras que la United Fruit.
   Esta compañía se convirtió en un factor determinante no sólo en materia económica, sino también en lo político, al punto que se creó para Honduras el término peyorativo de Banana Republic.
   Lo anterior lo sé, porque viví ahí. Mi padre, César Garizurieta Ehrenzweig, fue nombrado embajador en 1959 en aquél país.
Un buen día, de alguna manera, mi padre pudo hacerse de una buena cantidad de cepas del plátano Valeri, que envió a Tabasco, aprovechando la inviolabilidad de la valija diplomática. Gracias a ello México volvió a tener plátano, el «oro verde», que hoy conocemos como «Plátano Tabasco».
   Obviamente, lo anterior ha de haber causado un gran disgusto a la United Fruit Cómpany. Por aquél entonces, era presidente de honduras Ramón Villeda Morales, quien quiso hacer una tímida reforma agraria; la oligarquía hondureña, junto con las compañías norteamericanas, lo defenestraron mediante un golpe de estado, con el que se impuso a Oswaldo López Arellano, con el cual se inició una larga dictadura militar en aquel país centroamericano.
   Quizás, ahí está la respuesta. El estado norteamericano es un estado poderoso, pero no más que sus compañías. Muchos de sus diputados (representantes) son trabajadores a sueldo dedicados a hacer lobbying en favor las empresas que los patrocinan. Las compañías bananeras norteamericanas no iban a permitir que en Honduras hubiera un presidente que no fuera a modo. La única posibilidad de que Micheletti permanezca es el apoyo de esas compañías.

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