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Edición 211
Escrito por Rami Schwartz   
Sábado, 30 de Mayo de 2009 22:02

   FINALMENTE, LA CRISIS mexicana entró en crisis. La crisis en México no es cosa nueva: llevamos al menos 35 años de transitar de escándalo en escándalo, de devaluación en devaluación, de inflación en inflación y de recesión en recesión. 35 años en los cuales los mexicanos hemos sido incapaces de tirar el modelo priista de desarrollo nacional basado en la mentira, el agandalle y aceitado por la corrupción y reemplazarlo por otro con parámetros distintos.

   Muchos estiman que el sistema hizo crisis en el 1968, hace ya 30 y pico de años. Fue entonces cuando el PRI comenzó a atrincherarse y los políticos, sin excepción, a actuar de mala fe. El miedo a perder el poder o la polarización entre los “modernistas” y “tradicionalistas” hizo que tanto unos como otros comenzaran a manejar el poder con una lógica perversa, generalmente enfocada a mantenerlo a toda costa. Fue así como la política mexicana dejó de ser bienaventurada y comenzó a alejarse del reino de los cielos.

   Hace casi 15 años, el sistema tuvo una implosión y México entró en una Gran Depresión Económica. El crecimiento promedio de la economía de 1994 a la fecha ha sido CERO POR CIENTO, mientras tanto la población creció en 20 por ciento. Sin embargo, los operadores de este sistema, aprendieron a manejar esa crisis, a sortearla, a posponer la explosión de las bombas de tiempo que todos y cada uno de los gobiernos desde Díaz Ordaz dejaron sembradas.

   Pero hoy, que todas esas fórmulas para ir manejando la crisis han hecho crisis ya no hay quien pare el colapso rápido tan advertido por los servicios secretos y de inteligencia de los Estados Unidos y tan negado por nuestros políticos, más preocupados en su beneficio personal y familiar que en cumplir con la chamba que tienen al frente del gobierno mexicano. Hoy, su única chamba debería ser evitar el colapso, pero siguen en otras cosas.

   México le da un mal nombre al caos. Porque el caos mexicano está además aderezado de puras malas intenciones. La vox populi hoy coincide que “ya sólo falta que nos orine un perro”, lo que en otras palabras quiere decir que nuestro karma está por los suelos y eso solo puede tener una explicación: todas las decisiones políticas están basadas en malas intenciones, pues esa es la regla de oro del sistema priísta, agotado hace 35 años, que hizo implosión hace 15 y que hoy entra en franca crisis.

   El ser humano es cuerpo, inteligencia y alma… actúa por instinto, usando la cabeza y siempre con intención. Hace muchos, muchos años, el gobierno mexicano era bien intencionado, actuaba con inteligencia y pasión. Cuando en 1968 el sistema entró en crisis, dejó de actuar con buenas intenciones y se convirtió en un gobierno de mala fe. Sin embargo, seguía actuando con gran inteligencia y pasión. Echeverría, López Portillo, De la Madrid son recordados como presidentes de muy mala leche y Carlos Salinas se convirtió en el ejemplo más acabado de un gobierno que actuó con mucha inteligencia, mucha pasión pero pésimas intenciones.

   A Zedillo le hizo implosión el sistema y decidió sacrificar la pasión. Zedillo es recordado como un presidente igual de mal intencionado que los anteriores pero, además. sin pasión, metido de lleno en el campo de lo racional y nada en el pasional. Zedillo hizo a México un país aburrido, globalizado, plano, sin ideas, sin iniciativas. Un país como él, muy aplicado, buscando puros diez, pero cero divertido y desmadrozo. Zedillo nos hizo geels.

   Y con Fox, el sistema perdió lo último que le quedaba, la inteligencia. El Babalucas es recordado como un perverso que actuó con malas intenciones, un tipo sin pasión, apendejado por su esposa, el toloache y el Prozac y finalmente idiota como él solo.

   Es así como el sistema político que hizo crisis en 1968 fue abandonando principios, pasiones e inteligencia y hoy todo lo que nos puede ofrecer es el caos. Elecciones sin votantes, instituciones sin credibilidad, economía sin empleos, futuro sin oportunidades, calles sin seguridad, bosques con basura, burócratas sin ton ni son, sindicatos sin representados, escuelas sin baños, criminales sin castigo, maestros sin educación…
Y todo ello nos ha traído un pésimo karma. Ya somos considerados una de las manzanas podridas de la canasta de la que hay que aislarse, a los mexicanos nos ven como cerdos enfermos, como corruptos irredentos, como un país en colapso rápido que se acelera cuando, la comunidad internacional, busca aislarse de un país con mal karma, que es lo que cualquiera de nosotros hace cuando detecta un individuo de viaja por la vida con una nube gris encima.

   México está en involución, se dirige a pasos acelerados hacia el caos. Y el gobierno de Calderón, tan falto de inteligencia como el de Fox, tan carente de pasión como el de Zedillo, y con las mismas malas intenciones que todos sus antecesores, garantiza una regresión a épocas que creímos superadas, lo que conoce como el México Bronco que no es más que un pueblo que cansado, comienza a responder igual que su gobierno, sin inteligencia, sin pasión y con muy malas intenciones.

   En otras palabras, o Calderón gira su gobierno 180 grados y lo hace un gobierno de unidad nacional y se enfoca en acabar con el viejo sistema mañoso, autodestructivo y malintencionado o se cumplen los pronósticos del colapso rápido. No hay tiempo que perder: los tiempos de Gordillo, Slim y Salinas tienen que acabar para dar paso al tiempo de los mexicanos. Calderón debe entender que aliarse con ellos es llenar su gobierno de mal karma. El primer paso, antes de devolver al sistema inteligencia y pasión, es restaurar de manera urgente sus buenas intenciones.

   Pero no se ve sensatez por ningún lado. El único consuelo es que del otro lado de la frontera hay un presidente sensible y sensato, uno que entiende que hay que devolver a la política las buenas intenciones y a los países el buen karma. Bush, con sus malas intenciones, destruyó el karma de los Estados Unidos que hoy paga el precio, pero sigue siendo un país lleno de pasión e inteligencia. Aquí es donde ya se ha perdido todo ello.

   La base de la reconstrucción debe ser la buena vibra, la buena fe, los objetivos nobles, el buen karma. O lo hacen o garantizo que México le va a dar un mal nombre al caos…



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