Gómez Mont burlado
RENWARD GARCÍA MEDRANO
Dijo en días pasados el secretario de Gobernación que él, sin consultar “a detalle” con el presidente de la República, negoció con los partidos políticos y sus grupos parlamentarios la aprobación, en lo esencial, de las iniciativas de ingresos y gastos del sector público para 2010. Despúes, en una entrevista radiofónica con Joaquín López Dóriga, ratificó que actuó por propia iniciativa, sólo que esta vez omitió la expresión “a detalle”, dando a entender que no informó en absoluto a su jefe sobre esas negociaciones.
No tengo por qué negar esta afirmación, pero tampoco puedo darla por cierta ya que choca con el sentido común. La aprobación del paquete económico era tan importante para el presidente Calderón, que él mismo desarrolló un intenso activismo mediático, empezando por el discurso del 2 de septiembre en Palacio Nacional y luego por el anuncio de las principales propuestas en cadena nacional. De manera concomitante, el tema era un recurso de negociación de los partidos con el gobierno, especialmente el PRI, que tiene la minoría más alta en la Cámara de Diputados y un número muy importante de votos en la de Senadores.
Si el secretario Gómez Mont culminó la negociación sin consultar con el presidente, debió renunciar o ser removido del cargo inmediatamente, pues ello entrañaría una falta de respeto inaceptable hacia el titular del Poder Ejecutivo, cuya responsabilidad ante la nación es total y única y no puede compartirla con sus colaboradores: por eso son sólo secretarios y no ministros.
Si, por el contrario, Gómez Mont sí consultó o incluso recibió órdenes sobre los términos de la negociación con los partidos, entonces actuó y actúa con la responsabilidad y lealtad institucional que se espera de un secretario de Gobernación, pero en esta hipótesis, su versión de lo ocurrido no corresponde a la verdad.
En cualquiera de los casos, es de suponerse que negoció con todos los partidos y fracciones parlamentarias, y no sólo con el PRI, sino también con el PRD, el PT, el PC, el PVEM y el PANAL. Sin duda negoció además con el PAN, que no sólo era su partido sino que era y es la segunda fuerza política en la Cámara de Diputados, y en esa negociación debieron participar por lo menos César Nava, Gustavo Madero y Josefina Vázquez Mota.
Si Gómez Mont no hubiera en cuenta al PAN, habría cometido un gravísimo error en un asunto en extremo delicado para el gobierno y el país, y eso explicaría el ulterior desencuentro con César Nava. Pero si la dirigencia panista participó en las negociaciones, es comprensible que asumiera -o acatara- los compromisos que se acordaron. Y aunque Nava no fuera un hombre tan cercano al presidente, no habría aceptado ceder algo importante a menos que Gómez Mont hubiese hablado a nombre del propio Felipe Calderón, y aun así, una llamada telefónica a Copenhague o donde quiera que hubiese estado el presidente, habría disipado cualquier duda.
Es obvio -este texto está lleno de obviedades que, sin embargo, considero necesarias para el razonamiento- es obvio, digo, que en toda negociación se esgrimen razones y argumentos, pero también se ofrece algo a cambio de lo que se recibe. ¿Qué compromisos hizo Gómez Mont con el PRI? Él se ha obligado a no revelar los detalles de las negociaciones “ni en defensa propia”, como dijo en la entrevista de ayer y no renunciará al “sigilo si no me autorizan las personas que me han pedido que lo mantenga”. Es su derecho y tal vez su deber, pero esto obliga a todos los demás a hacer inferencias. Y lo que muchos inferimos es que los priistas aceptaran los aumentos al IVA, el ISR y otros impuestos, el gobierno debió asegurarles que el PAN no haría alianzas electorales con el PRD cuando menos por este año. Y si esto fue así, César Nava tuvo que haberse enterado y convalidado el compromiso, ya que afectaba directamente al partido que él nominalmente dirige. Y que ambas decisiones -el compromiso de que el PAN no haría alianzas y la promoción de esas alianzas que ha hecho César Nava fueron tomadas por el presidente Calderón.
Forzado a seguir en la inferencia, supongo que Gómez Mont percibió que las alianzas que con los perredistas sacrificaban su palabra y su honor y eso lo llevó a equipararlas al “fraude electoral” cuando los coligados no tienen programa ni principios comunes sino sólo el interés de ganar las elecciones. Fue una bomba, naturalmente, pero si la lealtad no se entiende y practica en doble sentido, es decir, del colaborador al jefe y de éste al colaborador, entonces resulta un abuso, una tomadura de pelo. Quizá por eso aceptó la invitación y condiciones de César Nava para exponer sus puntos de vista ante el Comité Nacional del PAN, con previo conocimiento del presidente Calderón, y la respuesta fue una segunda e igualmente humillante cachetada: los 40 integrantes del Comité Nacional votaron por las alianzas y ninguno se abstuvo ni votó en contra. Unanimidad como las del PRI de los años sesenta, como las del PCUS hasta la Perestroika y como las del régimen franquista.
Si hubiese algún respeto por el derecho de la gente a la información sobre temas tan delicados y de interés general como éste, que se ha convertido en crisis dentro del PAN y puede ocasionar una crisis política más amplia debido a que una vez más la figura del presidente está en entredicho, quienes le pidieron “sigilo” a Gómez Mont lo autorizarían a decir todo lo que pasó, después de lo cual, lo más probable sería que él, Nava o los dos renunciaran a sus cargos. Pero esto sería abandonar el terreno de las inferencias para entrar en el de la fantasía.
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