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Edición 243
Martes, 28 de Septiembre de 2010 11:26

¡La pobre

energía solar!

AMY GOODMAN

Bonn, Alemania.- El hecho de que la primera dama Michelle Obama comenzara una huerta orgánica en la Casa Blanca, provocó que se debatiera a nivel nacional sobre temas como alimentación, obesidad, salud y sustentabilidad. Desafortunadamente, la actitud “verde” que se tuvo en el patio de la Casa Blanca no se ha trasladado al techo.

En 1979, el presidente Jimmy Carter instaló paneles solares en el techo del Ala Oeste de la Casa Blanca en el marco de una nueva estrategia de energía solar. “En el año 2000,” dijo Carter, “el calentador de agua solar que hay detrás de mí y que está siendo instalado hoy, continuará en ese mismo lugar dando energía eficiente y barata. Para la próxima generación, este calentador solar podrá ser una curiosidad, una pieza de museo, un ejemplo del camino que no se tomó, o puede ser una pequeña parte de una de las mayores y más excitantes aventuras que el pueblo estadounidense haya emprendido jamás.”

Triste pero cierto, luego de asumir la presidencia, el presidente Ronald Reagan hizo desinstalar los paneles y algunos de ellos, de hecho, terminaron en diferentes museos. El activista ambiental Bill McKibben, fundador del grupo 350.org, me preguntó: “¿Sabes dónde está uno de esos paneles? Está en el museo privado del empresario chino que construyó la compañía termo solar más grande del planeta: Himin Solar. En China, se han instalado sesenta millones de éstos paneles”.

En 1990, los paneles de la Casa Blanca fueron retirados de los depósitos del gobierno y puestos en uso nuevamente por la universidad Unity College del estado de Maine. Para defender la energía solar, McKibben se unió a un grupo de estudiantes de Unity College, juntos llevaron uno de los paneles desde la universidad hasta la Casa Blanca y pidieron que fuera colocado nuevamente en el techo, pero la Casa Blanca se negó.

Una de las promesas de campaña del Presidente Barack Obama fue que crearía millones de puestos de trabajo ecológicos. Obama contrató a Van Jones como el zar de los empleos “verdes” de la Casa Blanca y lo despidió poco después de que Jones se convirtiera en blanco de ataques de lo que él llamó una “cruel campaña de difamación” impulsada por el canal de noticias Fox News. Obama se enfrenta ahora a un enorme problema de desempleo que pone en riesgo no sólo el sustento de decenas de millones de personas, sino también las perspectivas políticas de los demócratas.

Aquí en Bonn, la respuesta no podría ser más clara: Utilice el dinero de los paquetes de estímulo económico y desarrolle políticas para fortalecer la industria “verde” y generar un sector de puestos de trabajo ecológicos, por ejemplo, la fabricación, instalación y servicio técnico de paneles solares.

Alemania, una de las economías más avanzadas del mundo, hizo justamente eso.

Según informa el periódico Financial Times, el año pasado las instalaciones de células fotovoltaicas alemanas llegaron a ser más de la mitad de las realizadas en todo el mundo.

Estoy aquí para cubrir el 30º aniversario de los premios “Right Livelihood Awards”, conocido también como “Premio Nobel Alternativo”, un maravilloso encuentro de decenas de activistas y pensadores de todo el mundo. Entre ellos, Hermann Scheer, miembro del Parlamento Alemán.

Al recibir el premio Right Livelihood Award, Scheer dijo: “La energía solar es la energía de la gente. Utilizar esta energía no requiere grandes inversiones por parte de unas pocas corporaciones enormes, sino que requiere miles de millones de inversiones por parte de miles de millones de personas que tienen, de esta manera, la oportunidad de dejar de ser parte del problema para pasar a ser parte de la solución.”

Alemania está haciendo que eso se vuelva realidad. Los equipos de energía solar a pequeña escala, tanto a nivel residencial como comercial, no sólo generan empleo, incrementan la eficiencia y reducen los costos, sino que además permiten a los dueños de estos sistemas vender el excedente de energía a las centrales eléctricas, invirtiendo el sentido de sus medidores, siempre y cuando las condiciones lo hagan posible.

Aquí en Bonn, se encuentran además representantes de la organización Grameen Shakti, de Bangladesh. Esta organización otorga préstamos y ofrece asistencia técnica a personas pobres de zonas rurales para que puedan instalar sistemas de energía solar en sus casas, muchas veces brindando de esta manera la posibilidad de acceder a la electricidad por primera vez en la historia de la familia. Grameen Shakti ha ayudado a instalar 110.000 sistemas y con frecuencia es una mujer la persona contratada para mantenimiento del mismo, lo que genera fuentes de trabajo, empoderamiento de las mujeres y mejora de los niveles de vida.

También en Bonn se encuentra la sede central de la Convención sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, propulsora de las frustradas negociaciones de Copenhague sobre el cambio climático. Los países miembro de la ONU y otros interesados en el tema se reunirán nuevamente en diciembre de este año en Cancún, México. Sin embargo, las expectativas de que se logre progresar sustancialmente se reducen cada día.

La huerta orgánica de la familia Obama demuestra que cuando la pareja pública más poderosa toma partido por algo, la gente presta atención. En vez de haber dicho simplemente no, el presidente Obama podría haber dado señales de una importante afirmación al reinstalar el panel solar en el techo de la Casa Blanca: tras el desastre petrolero de BP en el golfo de México, tras la invasión imprudente y la ocupación profundamente costosa de Irak (que muchos consideran se basó en nuestra necesidad de petróleo), tras la masiva y continua pérdida de empleos, estamos cambiando. Impulsaremos un movimiento vital, de alejamiento de los combustibles fósiles y acercamiento a energías sustentables, a puestos de trabajo ecológicos.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.


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