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Edición 245
Escrito por JORGE SANTA CRUZ   
Miércoles, 27 de Octubre de 2010 13:08

puntocritico

Ningún camino

lleva a Nuremberg

 

Los famosos tribunales de Nuremberg, que sentenciaron a los principales jefes nazis que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial, fueron puestos como ejemplo de justicia. Los vencedores de Hitler ofrecieron un respeto absoluto a los derechos humanos y prometieron que “¡nunca más!” habría holocaustos. La Historia se ha encargado de desmentirlos, a costa -por desgracia- del sufrimiento y la muerte de cientos de millones de seres humanos.

 

Testimonios recientes

 

El pasado 23 de octubre, el periódico La Jornada publicó como nota principal que “Militares de EU asesinaron a miles de civiles en Irak. Archivos secretos demuestran violaciones a derechos: Wikileaks”.   Los cuatro primeros párrafos de  la nota refieren lo siguiente:

El ejército de Estados Unidos mató a centenares de civiles en retenes de Irak y cubrió la tortura de las fuerzas estatales iraquíes, según unos 400 mil archivos secretos divulgados por el sitio de Internet Wikileaks. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, condenó las filtraciones de todo documento que, afirmó, ponga en peligro la vida de estadunidenses o sus aliados.

“Al menos 109 mil iraquíes murieron, de ellos 60 mil civiles, entre el primero de enero de 2004 y el 31 de diciembre de 2009, periodo que abarcan los documentos dados a conocer por el sitio de Internet, indicó la televisora Al Jazeera, que obtuvo acceso a esos archivos confidenciales.

“Wikileaks, cuyo servidor tiene su base en Suecia, señaló que más de 15 mil muertes no fueron registradas en el país invadido el 20 marzo de 2003 con el argumento de que el gobierno del entonces presidente Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, las cuales nunca fueron encontradas.

Hussein fue ejecutado en la horca por la justicia de Irak el 30 de diciembre de 2006, tras ser encontrado culpable de la muerte de 148 chiítas iraquíes en 1982.”

Pregunta lógica: ¿Dónde quedó Nuremberg?

Leamos otro testimonio relacionado con la Segunda Guerra del Golfo. El 30 de noviembre de 2004, hace casi seis años,  New York Times -vocero oficioso del Departamento de Estado norteamericano- dio a conocer el contenido de un informe confidencial del Comité Internacional de la Cruz Roja, en el que se denunciaba que algunos médicos y personal sanitario de la base naval estadounidense de Guantánamo, en Cuba, participaban en actos de tortura contra los presos acusados de haber intervenido en los atentados del 11 de septiembre de 2001. Los detenidos fueron calificados como “combatientes enemigos” por la administración de George W. Bush.

El documento reproducido por el New York Times refería que las tácticas de coerción psicológica y, en algunas veces física, utilizadas contra los prisioneros de la base estadounidense de Guantánamo -cerrada ya por órdenes del actual presidente norteamericano Barack Obama- equivalía a tortura.

¿Dónde quedó Nuremberg? Quién sabe…

Lo que sí se sabe es que Bush reprodujo, aunque en menor escala, lo que ordenó su antecesor Dwigth David Eisenhower, una vez que terminó la Segunda Guerra Mundial.

Eisenhower, en su carácter de comandante en jefe de las fuerzas aliadas en Europa, ordenó la conformación de 48 campos de alambradas en Francia y Bélgica y de 32 más en Alemania, para confinar allí a los “enemigos desarmados”. Esos enormes llanos no eran campos de concentración. No tenían galerones, ni barracas, ni instalaciones de agua potable o drenaje. Sólo había alambradas y centinelas armados con rifles de alto poder.

Los presos confinados en esos 80 campos sumaban aproximadamente un millón. La comida que se les daba era de ínfima calidad. Incluso se les llegaba a dar descompuesta. Se les racionaba al máximo. Los centinelas la arrojaban para ver cómo decenas de manos trataban de obtener un poco de ella. Ese espectáculo les parecía muy divertido, como también les resultó muy gracioso lo de la cárcel iraquí de Abu-Grahib.

Ante la ausencia de un gobierno alemán, la Cruz Roja de Suiza -otra vez la Cruz Roja- quedó en calidad de Poder Protector de los prisioneros alemanes y trató de ayudarlos. Todo fue en vano.  Es más, la Cruz Roja Internacional ofreció 100 mil toneladas de víveres para los soldados nazis presos en esos campos de alambradas. Eisenhower rechazó la ayuda y devolvió los primeros trenes que llegaron con comida a algunos de esos centros de exterminio. ¿Por qué? Porque eran “enemigos desarmados”.

¿Y Nuremberg? Bien, gracias. Por cierto, el 22 de julio de 1999, el desaparecido periódico El Heraldo de México publicó, en su página 11 A, la siguiente nota:

 

 

PARASANTACRUZ

 

“Londres (ANSA).- En 1994, el gobierno de Winston Churchill rechazó un plan estadunidense para salvar a millones de judíos que estaban reos en los campos de concentración alemanes, según reveló la publicación de documentos secretos de la cancillería de Londres.

“Según los documentos, Estados Unidos quería liberar a las víctimas del Holocausto con un gran número de alemanes que fueron arrestados en América Latina después del estallido de la Segunda Guerra Mundial”.

Churchill fue juez y parte en Nuremberg.

El drama de Dresde

El periódico español El País, que tiene todo, menos ser partidario de Hitler, publicó el 19 de marzo de 2010, un trabajo muy interesante de Juan Gómez y que usted puede encontrar en cualquier buscador de Internet con sólo poner el título: “Dresde recuerda a sus muertos”. El primer párrafo dice así:

“Murieron entre 18.000 y 25.000 personas en tres días en el incendio causado por miles de toneladas de bombas arrojadas por cientos de Lancaster, precedidos por grupos de Mosquitos que marcaban los objetivos con bengalas rojas. Los bombardeos de Dresde entre el 13 y el 15 de febrero de 1945 destruyeron la ciudad barroca y se grabaron a fuego en la memoria de los vencidos y en la de los aliados. La devastación es, todavía hoy, el argumento preferido de neonazis y ultraderechistas para demonizar al antiguo enemigo. Una comisión formada por doce prestigiosos historiadores a la que el Ayuntamiento de la capital sajona encargó investigar lo sucedido, ha presentado la conclusión de cinco años de trabajo, que cifra en un máximo de 25.000 el número de víctimas. La cantidad estremece, pero es mucho menor que la esgrimida por la propaganda de Goebbels, que la exageró hasta 200.000. La ultraderecha habla aún de medio millón”.

En el cuarto párrafo se puede leer un testimonio muy interesante:

“El escritor judío Victor Klemperer estaba en Dresde durante aquellas dos noches de devastación: ‘la catástrofe se echó sobre Dresde; las bombas caían, las casas se hundían, corría el fósforo y las vigas ardiendo golpeaban las cabezas arias y no arias".Recuerda, sin embargo, que los bombardeos salvaron la vida del propio Klemperer, la de su mujer y la de otros "portadores de la estrella", que pudieron "escapar de la Gestapo en medio del caos" provocado por el gran incendio”.

Como los muertos fueron alemanes, no interesaron al Tribunal Militar Internacional de Nuremberg.

Experimentos médicos y biológicos

A principios de octubre de 2010, el mundo se conmovió al descubrirse que investigadores de los Estados Unidos infectaron con sífilis, gonorrea y chancro a más de 700 guatemaltecos, en su mayoría presos o enfermos mentales, quienes no dieron su consentimiento para ser utilizados como conejillos de indias. El experimento -totalmente contrario a la ética- se llevó a cabo entre 1946 y 1948 (cuando el prestigio del Tribunal Internacional de Nuremberg estaba en su apogeo), con el fin de comprobar qué tan eficaz era la penicilina en el tratamiento de las mencionadas enfermedades venéreas. El asunto terminó con una disculpa de Washington. Nada más.

Pero los gobernantes norteamericanos tienen más pecados mortales sobre su conciencia. Le presentamos el testimonio de la agencia Prensa Asociada (AP) -de los Estados Unidos, por cierto-, del miércoles 9 de octubre de 2002:

Estados Unidos probó en secreto armas químicas y biológicas en territorio norteamericano en la década de 1960, indican documentos difundidos recientemente por el Pentágono.

“Las pruebas incluyeron la emisión de agentes neurotóxicos mortales en Alaska y la diseminación de bacterias en Hawai, según los documentos obtenidos el martes.

“Estados Unidos probó además agentes neurotóxicos en Canadá y Gran Bretaña en cooperación con esos dos países”.

El lunes 9 de agosto de 1999, el desaparecido periódico Novedades, de la ciudad de México, difundió lo siguiente, en su página A3:

“Washington.- Miles de empleados se vieron expuestos a sustancias radiactivas, entre ellas el plutonio, en una fábrica del Gobierno federal estadounidense especializada en los años 50 en la fabricación de materiales destinados a armas nucleares, informó ayer el diario The Washington Post”.

Los franceses también saben de eso. El mismo periódico Novedades, en su edición del jueves 23 de octubre de 1997, página A3, detalla lo siguiente:

“París, AFP y EFE.- La prensa francesa reveló ayer que Francia experimentó secretamente armas químicas en Argelia con la complicidad del gobierno argelino hasta 1978, a pesar de que siempre negó la existencia de esas prácticas”.

Como se aprecia, a pesar de la cercanía de Francia con la ciudad alemana de Nuremberg, a los gobernantes franceses de entonces nunca les preocupó que les sentaran en el banquillo de los acusados.

Las purgas de Stalin

El 25 de julio de 1995, la agencia británica de noticias Reuter soltó la siguiente noticia:

El temido jefe de seguridad de Stalin, Lavrenty Beria, hizo pruebas de venenos mortales en humanos para operaciones soviéticas en el extranjero, de acuerdo a una información publicada hoy. ‘Una muerte rápida era un buen resultado, una lenta era malo’ dijo Vladimir Bobrenev, un ex ayudante del procurador militar en jefe, según citó el diario del Kremlin, Rossiliskeye Vesti”.

El periódico capitalino Últimas Noticias de Excélsior publicó el 12 de julio de 1995, en su página 12, que la KGB soviética creaba autómatas casi de ficción. A continuación le presentamos la parte medular del testimonio:

“MOSCU, 12 de julio (ANSA),- Una expresión vacía, la mirada apagada y vidriosa, el cuerpo tenso como el acero: se trata de los hombres-robots, descerebrados en laboratorio para obedecer a las órdenes de la KGB soviética durante la guerra sicológica llevada a cabo por la desaparecida potencia comunista. No eran héroes, sino pobres diablos, pero tampoco eran ya seres humanos: se trataba  (de) ‘armas sicotrónicas’: soldados a los cuales se les había anulado la personalidad con ondas de radio a alta frecuencia, campos electromagnéticos alrededor del cerebro, mensajes hipnóticos inducidos con computadora.

“Los escalofriantes experimentos de la KGB -revelados hoy por el cotidiano en inglés Moscow Times- servían en los años 70 para crear los autómatas capaces de resistir cualquier sufrimiento, de no tener añoranzas por el amor ni la paz, de alzarse tras los golpes más duros, sin sentir el dolor de las laceraciones”.

 

Un testimonio más:

La agencia de noticias italiana ANSA difundió el sábado 18 de junio de 1994 lo siguiente:

“Al menos 10 millones y hasta 20 millones de personas murieron víctimas de las purgas que ordenó José Stalin, según los primeros análisis de los expertos occidentales y rusos que están estudiando los datos del censo soviético de 1930.

“El censo, prueba clave para demostrar la existencia y el alcance de las purgas, fue mantenido en secreto durante 55 años y publicado recientemente por la Academia de las Ciencias de Moscú”.

¿Y Nuremberg? ¡Bah! Moscú había sido fiscal y juez.

Los testimonios son muchos: Roosevelt y la utilización de Pearl Harbor como carnada; los bombazos atómicos de Truman contra Hiroshima y Nagasaki; los millones de muertos cargados a la cuenta de Mao Tsé Tung y su “revolución cultural”.

Mucha razón le asistió al escritor uruguayo, Eduardo Galeano, cuando publicó el 8 de abril de 1999, en Montevideo, que “las grandes potencias practican el delito y lo recomiendan”. Sus palabras se motivaban, entonces, por la guerra en Kosovo. Hoy tendría justificación para ratificar esa declaración con base en lo que ocurre en Afganistán, en Irak, en Palestina y muchos países más…

Dicen que todos los caminos llevan a Roma. Todo asesino debe ser juzgado y condenado. Eso es lo legal. Debemos reconocer -sin embargo- que para los criminales más poderosos, aquellos que tienen el poder político, económico, militar, mediático y de los grupos de la delincuencia organizada ningún camino lleva a Nuremberg.

 

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