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Edición 251
Escrito por RAMI SCHWARTZ   
Viernes, 28 de Enero de 2011 11:45

{vozmestart}


BdeM: Bola de

Mentirosos

RAMI SCHWARTZ



Las siglas BdeM no significan Banco de México, sino bola de mentirosos. Porque sólo así se puede calificar a una institución que sistemáticamente oculta los datos y miente acerca de lo más esencial para una economía que es la estabilidad de precios.

Toda economía debe tener tres objetivos: Crecer o generar riqueza, distribuir el ingreso entre la población y hacer todo ello en un marco de estabilidad. La regla es la estabilidad, el juego es generar riqueza y el objetivo superior debería ser distribuir esta riqueza entre todos, aunque aquí en México ya sabemos que no es así.

La base de todo es la estabilidad, sin ella no puede haber crecimiento y menos distribución, y la institución encargada de garantizar la estabilidad y medirla es el Banco de México. Estabilidad de precios, del tipo de cambio, de las principales variables monetarias y financieras, de la cantidad de circulante, etcétera.

Pues bien, la semana pasada el Banco de México o Bola de Mentiras anunció con bombo y platillo que resolvió actualizar la canasta y estructura de ponderación utilizadas para medir la inflación vía el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), según esto que con la finalidad de “mantener la representatividad del indicador”.

Para ello, la institución de la mentira institucionalizada cambió la canasta del INPC que antes medía 315 productos y ahora solo 283. Esta cifra sigue siendo muy alta. Hay países como Australia que sólo miden 90 productos; Estados Unidos mide 211. Pero el problema no es el número de productos que se midan, sino el tipo de productos y servicios y éstos deben ser representativos del consumo de la población, de sus hábitos y del gasto que destinan a esos productos.

De nada serviría un índice que mida, por ejemplo, el costo del boleto de avión México-Estambul, pues en un año no creo que haya ni mil mexicanos que visiten esa ciudad, pero el precio de los estacionamientos en la ciudad de México si se debe incluir, pues es un gasto recurrente para millones que utilizan el automóvil todos los días.

De nada sirve medir el precio de los ñoquis de papa pues una en cada mil familias los consumen, pero el precio de la tortilla sí. Y así sucesivamente, el INPC debe reflejar nuestras costumbres de vida, nuestros hábitos de consumo, las cosas en las que realmente gastamos nuestro dinero.

Pues bien, el nuevo Índice Nacional de Precios al Consumidor no incluye intereses bancarios, comisiones en cajeros, intereses en tarjetas de crédito, costo de emitir cheques, de transferencias bancarias, el servicio de Internet que hay que contratarles a fuerzas para poder pagar los impuestos. En pocas palabras, en la inflación que supuestamente mide el Banco de México no se toca, ni con el pétalo de una estadística, a los bancos que son los mayores intermediarios en la economía. Todo el dinero tarde o temprano pasa por ellos y cada vez que pasa, les deja una comisión, un interés o el pago de algún servicio y ello no está reflejado en el índice de precios.

Como tampoco está reflejada esa otra institución que es la corrupción. En el Indice Nacional de Precios al Consumidor no aparece el rubro del costo promedio de una mordida y eso es algo con lo que todos los mexicanos nos debemos de enfrentar a diario. La mordida es uno de los productos y servicios esenciales para sobrevivir en México. Sin ellas, los negocios no funcionan, los gobiernos no prestan servicios, la basura no se recoge, el auto no se estaciona, el ambulante no vende.

Todos los días millones de mexicanos tienen que entrarle a los policías, a los grulleros, a los franeleros, a los peritos, a los actuarios, a los jueces, a los secretarios, a los oficiales mayores, a todos. México no se puede entender sin la corrupción. Hay estudios que afirman que la corrupción nos cuesta más del 10 por ciento del PIB y esta no aparece en el Indice de Precios al Consumidor.

Y qué decir de las drogas. La mota, la coca, las tachas. Si miden el ron, el tequila y los cigarrillos, que son parte integral del consumo de los mexicanos pero ¿y el resto de las drogas? Hay estudios que revelan que uno de cada tres chamacos se droga, que comienzan a drogarse desde los nueve años, que el mercado de las drogas en México es ya mayor que el de los calcetines, las pizzas o el vino de mesa, y sin embargo el INPC lo ignora y al hacerlo, no puede ser un indicador confiable de los precios de la economía.

Y luego, por si fuera poco, encima de un índice construido a base de mentiras, todavía se dan el lujo de manipularlo más. El año pasado las gasolinas subieron casi 15 por ciento y el Banco de Mentiras dijo que la inflación para todo el año fue diez puntos menos que eso.

Suponiendo que sea cierto, estamos ante la mayor concentración del ingreso que se tenga memoria en la historia del país. Miles de empresas descapitalizandose de forma acelerada, pagando cada día más caros los bienes del gobierno sin poderlos repercutir en sus precios. El gobierno toma ese dinero y hace con él tres cosas: 1) lo despilfarran en tonterías como el festival olímipico del Vicentenaco para que Felipe Faraón lleve a sus hijos a conocer a Michael Phelps; 2) se lo roban, y 3) paga intereses a los grandes capitales, los mismos bancos que fueron rescatados por el Fobaproa, dinero que va a parar en las fortunas privadas más grandes del planeta.

Todavía hay gente que considera que el BdeM es autónomo, garante de la estabilidad; hay quienes lo llaman institución benemérita y tonterías por el estilo. La realidad es que no hay institución que mienta de manera más sistemática que ésta. Cada 15 días publican índices mentirosos que desafortunadamente norman muchos de los criterios de la economía. Por ejemplo, a los pobres trabajadores se les aumenta el sueldo con base al incremento del índice mentiroso y por ello, el salario mínimo hoy es anticonstitucional, pues no es suficiente para cubrir las necesidades mínimas ya que ha perdido todo su poder adquisitivo. Y la mayor pérdida, 70 por ciento, se ha dado durante el panismo y el actual gobierno de Felipe Calderón.

Pero ¿que más se puede esperar del ñoño?

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