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El enemigo está en casa
Adrián Mac Liman
Radicales islámicos formados y entrenados en los Balcanes podrían trasladarse fácilmente a Europa occidental a partir del primer semestre de 2011, es decir, tras la ampliación del “espacio Schengen” a los últimos estados que ingresaron en la Unión Europea – Bulgaria y Rumania.
La advertencia llega a través de máximos exponentes políticos y religiosos de Bulgaria y Macedonia, quienes denuncian la presencia de grupúsculos integristas agresivos en el llamado “triangulo fundamentalista”, establecido en los confines de Macedonia, Bosnia y Bulgaria por emisarios del wahhabismo saudí. La noticia saltó a la palestra hace unos días tras la difusión en Internet de una película mostrando a musulmanes albaneses en un homenaje a… ¡Osama bin Laden! Sin embargo, las comunidades islámicas de la zona aseguran que los radicales saudíes llevan más de una década en los Balcanes, dedicándose a la formación de núcleos fundamentalistas.
Las peligrosas aspiraciones islámicas.
Jakúb Selimovski, responsable de los programas de estudios religiosos de la comunidad musulmana macedonia, afirma que se trata de un asunto grave. “Es sólo la punta visible del iceberg”, señala, denunciando, no sin reparos, las luchas intestinas en el seno de la comunidad entre la tradicional corriente moderada y el ala radical –wahhabita- que trata de apoderarse de las instituciones islámicas.
Aunque la aparición de los radicales indoctrinados por emisarios de la corriente ultraconservadora saudí se remonta a más de una década, la proliferación de los grupúsculos wahhabitas en los Balcanes no parece haber inquietado sobremanera a las autoridades bosnias, primer país-refugio del núcleo duro de la hornada integrista. Con el paso del tiempo, los “instructores” saudíes se fueron trasladando a la vecina Macedonia, antes de penetrar en Bulgaria, país miembro de la Unión Europea, donde la sexta parte de la población profesa la fe islámica.
Oficialmente, las autoridades de Macedonia niegan la existencia de esos grupúsculos, muy activos -según los informes elaborados por los servicios de inteligencia occidentales- en Bosnia, Kosovo, Serbia y Croacia.
Por su parte, el ex gran Muftí de Bulgaria, Nedim Gendzhev, recuerda que, ya en la década de los años 90, grupos musulmanes “extranjeros” financiaron la construcción de 150 mezquitas en suelo búlgaro. Asegura el líder religioso que, en realidad, se trataba de crear centros de formación coránica controlados por los saudíes. Pero hay más: Los politólogos búlgaros revelan la existencia y funcionamiento en el país de siete escuelas coránicas “clandestinas”, no inscritas en los registros de los ministerios de Educación y Cultos o Interior. En los últimos 20 años, pasaron por estos centros de formación religiosa más de tres mil jóvenes musulmanes.
En Serbia, la justicia condenó el año pasado una docena de militantes wahhabitas de la región de Sandjak a penas de 13 años de cárcel. Se les acusaba de preparar un atentado contra la embajada de los Estados Unidos en Belgrado. En Bosnia, mientras el islam oficial niega la existencia de grupúsculos radicales de corte saudí, la comunidad serbia no disimula su preocupación ante los brotes de radicalismo wahhabita. Mientras, la comunidad musulmana asegura que los integristas no lograron apoderarse de las estructuras oficiales.
En resumidas cuentas, mientras la clase política de Tel Aviv trata de persuadir a occidente que el verdadero peligro islámico proviene del Irán chiíta, los países de la Unión Europea acaban de descubrir, a su gran asombro, una amenaza mucho más cercana: La presencia del Islam radical en los Balcanes. El enemigo está en casa…
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