"Blanqueando" el apartheid con agua sucia BELÉN FERNÁNDEZ
EL 23 DE JUNIO, el presidente israelí Shimon Peres y el alcalde de Chicago, Rahm
Emanuel, asistieron a una ceremonia en Jerusalén en honor de una nueva iniciativa
conjunta entre la
Universidad Ben-Gurion de Israel y la Universidad de
Chicago. El Chicago Tribune explica: “Las dos instituciones comenzarán pronto a financiar una serie de
proyectos de investigación orientados a crear nanotecnologías que enfrenten la
escasez de agua en climas áridos”.
ENTRE LAS CUALIFICACIONES de Israel en el negocio de enfrentar la escasez de agua
está, por supuesto, su legendario éxito en hacer “florecer el desierto” mediante el alejamiento de los palestinos que
comenzó en los años 40. Por cierto, el propio Peres escribió en su libro de
1970 La honda de David. El ejército
israelí: “El país era casi un desierto vacío, con unas pocas islas
de asentamientos árabes y la tierra cultivable actual de Israel fue ciertamente
recuperada de pantanos y desiertos”.
La
expulsión de más de 750 mil palestinos durante la creación del Estado de Israel
ayudó sin duda de alguna manera al cultivo del mito del “desierto vacío”.
Presumiblemente los proyectos florecientes también se beneficiaron de la acaparación
por parte de Israel de diversos recursos acuáticos regionales.
Apartheid
acuático
En
cuanto a la habilidad administrativa en la explotación del suministro, hay que
considerar este informe de Reuters de 2009: “Amnistía dice que Israel
restringe agua a los palestinos”. Citando el cálculo de Amnistía Internacional
de que el consumo per cápita de agua en
Israel es cuatro veces superior al de los territorios palestinos, Reuters
cita una preocupación oficial de Amnistía: “El agua es una necesidad básica y
un derecho, pero para muchos palestinos la obtención de agua, incluso de mala
cantidad, a niveles de subsistencia se ha convertido en un lujo que apenas se
pueden permitir”.
En
primer lugar, la manifiesta discrepancia en la distribución del agua en Cisjordania
hace que los residentes palestinos del territorio dependan de camiones
cisterna..
Según
un documento informativo de Oxfam de 2012, el
agua en camiones cisterna es hasta cinco veces más costosa, “erosionando aún
más los beneficios de agricultores y pastores palestinos y reduciendo su
capacidad de pagar recursos básicos como alimentos, atención sanitaria y
la educción de sus hijos”.
El
problema, por cierto, es que las “soluciones innovadoras” de Israel dependen
muy a menudo de la explotación de los palestinos. En 2009, en un artículo del Guardian la ex editora asociada
de exteriores del periódico, Victoria Brittain, discute la falta de agua
incontaminada y la tasa sin precedentes de envenenamiento con nitrato en Gaza
sitiada, donde “las aguas residuales fluyen a sitios públicos y al
acuífero”.
Serán
los israelíes los que blanqueen el apartheid
con agua sucia.
|