FEUDALIZACIÓN DE LOS ENERGÉTICOS EN MÉXICO:
Hermenéutica de una privatización encubierta CUALQUIER DEBATE CIVILIZADO sobre el destino de los energéticos en México debe compartir
un común léxico universal. El
caos deliberado del lenguaje forma parte de la confusión conceptual que
favorece la privatización encubierta en beneficio de las trasnacionales
anglosajonas.
LOS DINOSAURIOS DE MÉXICO, su sector político más atrasado que anhela la
privatización encubierta, ignoran la semántica del término moderno que usan en
forma desregulada y cuyo significado real es: Que ha sucedido recientemente
(Real Academia Española: RAE) y Que pertenece a los tiempos presentes y
recientes ( The Oxford
University Diccionary.) ¿Qué
ha sucedido recientemente? Pues que las tendencias de la corriente histórica en
la década de 2000 es la restatización/renacionalización; no la privatización,
según Carola Hoyos, del mismo The Financial Times (12/3/07). Así
que la privatización encubierta del Pacto por México es antimoderna y retrocede
a México a etapas porfirianas con las sucesoras de las mismas trasnacionales
liquidadas y, peor, a la feudalización medieval del control financierista por
las empresas anglosajonas tanto en las aguas profundas del Golfo de México y en
las transfronteras como en la explotación telúrica del gas esquisto (shale gas); ver Bajo la Lupa, 19 y 26/12/12;10 y 13/2/13; 17/3/13 y
10/4/13). La
doble derrota militar de EU, la otrora superpotencia unipolar, en Afganistán e
Irak trastocó la geopolítica energética: hoy las nuevas siete hermanas
petroleras/gaseras son estatales y han desbancado a las añejas siete hermanas
anglosajonas. La
máxima joya geoestratégica del planeta, los hidrocarburos, no se mueven en
reductos cerrados: forman parte sustancial e intrínseca del incipiente nuevo
orden multipolar que gestó el advenimiento de las nuevas siete hermanas
estatales: Aramco (Arabia Saudita), Gazprom (Rusia), NIOC (Irán), Pdvsa
(Venezuela), Petrobras (Brasil), CNPC (China) y Petronas (Malasia), sin contar
las relevantes estatales INOC (Irak) e Indian Oil, además de Statoil (67 por
ciento propiedad de gobierno noruego). Hoy
los hidrocarburos no son lo mismo que en la etapa geopolítica bipolar ni la
etapa unipolar cuando dominaron las añejas siete hermanas anglosajonas. Carola
Hoyos compara petróleo, gas y finanzas de las nuevas siete hermanas estatales
con las añejas siete hermanas trasnacionales anglosajonas (condensadas en dos
estadunidenses Exxon Mobil y Chevron, y dos británicas BP y Shell, ésta con
participación holandesa.) Hasta
2005, cuya tendencia se ha acentuado considerablemente ocho años más tarde,
tanto las reservas como la producción del petróleo y el gas las controlan
apabullantemente las siete nuevas hermanas estatales en detrimento del grave
decaimiento de las añejas siete anglosajonas. Como
es de esperarse, las finanzas siguen siendo el reino de las trasnacionales
anglosajonas debido a su control de los megabancos de inversiones (que forman
parte de su consejo de administración en forma bidireccional) como de la
alquimia del mercado de los derivados financieros en las dos mayores plazas
financieras del planeta: Wall Street y la City. Las
trasnacionales anglosajonas aplastan literalmente a las nuevas siete hermanas
estatales gracias a su alquimia financierista debido a dos factores nodales: 1)
el orden financierista global de la dupla anglosajona EU/Gran Bretaña (GB) y su
paraguas nuclear, y 2) el dominio artificial de los megabancos anglosajones
mediante la desregulada globalización y sus ominosos derivados financieros:
armas financieras de destrucción masiva (Warren Buffett dixit). Se
recomiendan dos libros para elucidar los alcances de la geopolítica del
petróleo, la mayor joya geoestratégica del planeta: Las siete hermanas: las
magnas trasnacionales del petróleo y el mundo que configuraron (Ed. Viking Press, Nueva York, 1975),
del británico Anthony Sampson, y Un siglo de guerra: la política
petrolera anglo-estadunidense y el nuevo orden mundial, del geopolitólogo alemán
William Engdahl (ed. Pluto Press, London, 1992.)
Labores de las firmas Petromanas (Canadá) y Shell
(Holanda-Gran Bretaña) en el centro de Albania en busca de crudo, a finales de
mayo pasadoFoto Reuters Fue
Peña quien acudió a las oficinas del Financial Times ( FT), y no al revés, con un
nutrido séquito de funcionarios encabezados por Videgaray, donde promete la
reforma transformacional (¡supersic!) de Pemex ( FT, 17/6/13.) FT, portavoz de la desregulada
globalización financierista, informa que Peña se comprometió (sic) con una
reforma que transforme Pemex para atraer miles de millones de dólares en inversión
extranjera (¡supersic!) FT expone una serie de frases de
Peña: liberalización de Pemex acordada en el Pacto por México; propuesta más
detallada (sic) se entregará en dos o tres meses; existen diferentes opciones y
será transformativa (sic). Todas adornan la histórica frase clave: la reforma
energética incluirá cambios constitucionales (¡supersic!) necesarios para dar
certeza jurídica a los inversionistas privados. Según
FT, ExxonMobil y
Royal Dutch Shell están dispuestos a invertir (sic), si el Congreso aprueba la
propuesta: Liberalizar (sic) Pemex y posiblemente (sic) permitir reparto de
ganancias (¡supersic!) con las trasnacionales. Definición
de transformar: Hacer cambiar de forma a una cosa (RAE), y según el Oxford Universal Dictionary:
cambiar de forma; metamorfosis; cambiar en características y condiciones. Ergo,
si entendemos la hermenéutica de Peña y la mayéutica del FT (privatización de las
aguas profundas/transfronteras/ shale
gas) por las trasnacionales anglosajonas: Pemex será cambiada a
otra cosa y sufrirá una metamorfosis en tierra firme, aguas someras y en la
profundidad de los mares. Por
lo visto Peña es candil de la calle (privatización en GB y Wall Street) y
oscuridad en la casa: caos semántico cuando privatizar no es privatizar,
salpicado de desmentidos aberrantes. Peña ostenta un doble discurso
esquizofrénico que ha generado inmensas expectativas en la anglósfera, mientras
confunde a la opinión pública de su país (http://www.youtube.com/watch?v=AIKFT2H2kcA). De
regreso al hogar, donde sus declaraciones provocaron turbulencias, Peña
desmiente la privatización de los energéticos con una acrobacia sofista:
ampliar (sic) Pemex no implica que se vaya a privatizar (La Jornada, 20/6/13.) Hasta
hoy Peña no ha desmentido directamente sus asertos al FT que refutó en México. Más
allá de los juicios perentorios y los malabarismos interesados del FT, las declaraciones
esotéricas de Peña –que requieren una hermenéutica neurolingüística sui generis– se deben
concatenar con la lectura financiera que hacen al día siguiente The
Wall Street Journal (
WSJ) y Bloomberg
(relevante agencia de noticias financieras de Nueva York). Según
WSJ, Peña quiere
permitir a las empresas privadas (sic) compartir los riesgos en el desarrollo
de las reservas de energía cada vez más complejas. ¿Cuáles? Obvio: aguas
profundas/transfronterizas/ shale
gas; justamente donde las trasnacionales anglosajonas detentan la
tecnología que carecen las parasitarias y disfuncionales empresas privadas
mexicanas.
La
próxima vez abordaré la interpretación de la hermenéutica de Peña por WSJ y Bloomberg. *La Jornada
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