Edición 310 |
LECCIONES DE PARO NACIONAL AGRARIO
 Nuevos sujetos sociales,Â
nuevas formas de lucha
FERNANDO DORADO*
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NOS HABÃAMOS PROPUESTO sacar lecciones del paro nacional agrario que ha protagonizado el campesinado colombiano en éste año 2013. Ya analizamos someramente la actitud oportunista de la “burguesÃa nacionalâ€, representada en el sector agrÃcola por los grandes productores de café, arroz y ganaderos, que apoyan la lucha por subsidios, pero no enfrentan la polÃtica neoliberal ni están de acuerdo con la lucha por la renegociación de los Tratados de Libre Comercio TLCs. O mejor, no por ahora, no por vÃas revolucionarias.
Cacerola y niña
Ahora nos enfocaremos en tratar de entender el por qué de la reacción solidaria de cientos de miles de personas -jóvenes principalmente- de las ciudades. En ese sentido, es importante reiterar que el principal logro del Paro ha sido polÃtico. Se conquistó la solidaridad y la opinión de amplios sectores de la población colombiana alrededor de la denuncia del impacto que han causado los TLCs en la economÃa nacional y los desastrosos efectos para la economÃa campesina.
El documental 9.70 sobre la resolución del ICA (semillas certificadas) cumplió un destacado papel en las redes sociales. También se hizo conciencia sobre las consecuencias negativas para el paÃs que ha tenido la polÃtica neoliberal en el sector agropecuario aplicada a partir de 1990.
Es evidente que el desarrollo de la lucha rebasó a las fuerzas polÃticas que están en la dirección de los diversos sectores del movimiento agrario. La fuerza del paro desbordó los cálculos más optimistas. Se rompieron barreras invisibles que se habÃan incrustado en el alma de los pobladores urbanos que tienen orÃgenes campesinos (que en la práctica somos todos).
Los actos de protesta confrontaron esa actitud inconsciente de “huir de un pasado no felizâ€, de “buscar en la ciudad lo que en el campo no se puede conseguirâ€, que es un sentimiento y un pensamiento que explica mucho el “arribismo†que predomina en sectores medios de la sociedad, que están aprisionados por la concepción predominante de lo que es el progreso.
Indignadas en Colombia y su forma de protesta.
La fuerza del movimiento empezó a romper esos diques mentales que las personas crean frente a su pasado. Pero además de ello, es la realidad actual que están viviendo la mayorÃa de esas clases medias en las ciudades -especialmente los jóvenes- lo que empezó a abrirles los ojos sobre la dura vida campesina y les motivó a solidarizarse ya sea por medio de los “cacerolazos†o a través de las redes sociales. “Hoy por ti, mañana por mÃâ€.
Es allà en donde el movimiento popular debe explorar sus amplias posibilidades. Es frente al nuevo proletariado (“precariadoâ€) que se ha formado en las ciudades, jóvenes estudiados y calificados que -en el mejor de los casos- son contratados por empresas transnacionales o nacionales para “prestar sus servicios†en formas de contratación precarias, a destajo, con contratos temporales y con sueldos miserables, o simplemente tienen que enfrentar el desempleo, convertirse en supuestos “emprendedoresâ€, montar pequeños negocios que lindan en el lÃmite de la informalidad para realizar tareas mal pagadas al servicio de esas empresas capitalistas. Y eso, si pueden hacerlo. La mayorÃa de jóvenes nadan entre el desempleo y la informalidad.
Es por ello que éste sector social fue el que estuvo más pendiente del desarrollo del paro y que se expresó masivamente en algunas ciudades y en las redes sociales. Los moto-taxistas en muchas ciudades, que son miles de jóvenes desempleados provenientes del campo, se expresaron activamente en ciudades como Florencia, Mocoa, Popayán y Pasto.
Este es el mismo sector de la sociedad que inició la “primavera árabeâ€, estuvo al frente de los “indignados†en España y múltiples paÃses, se manifestó recientemente en TurquÃa y Brasil, y es la punta de lanza para las nuevas revoluciones que se están gestando en todo el planeta.
Si el movimiento popular no le presenta iniciativas de lucha a estos sectores de la población, la oligarquÃa les va a imponer su punto de vista. Ya les están diciendo: “El paro fue más costoso de lo que se ha logradoâ€; “nada se consigue con la protestaâ€, “el libre comercio es la única opción de progresoâ€, “no le hagan caso a los negativistasâ€, “como vamos, vamos bienâ€.
Si no actuamos ahora frente a los sectores solidarios es posible que perdamos una ocasión muy valiosa. Seguramente ya reventarán protestas en las ciudades, es la dinámica de la vida. Pero la brecha que se ha abierto, la alianza entre sectores del campo y de la ciudad que se ha empezado a formar con ocasión de este paro agrario, debe ser alimentada y potenciada. Hoy tenemos esa oportunidad.
Insistiendo en las nuevas formas de lucha
En ese sentido pareciera no existir la suficiente conciencia sobre el impacto polÃtico conseguido y la necesidad de continuar la lucha en nuevos terrenos, que son diferentes a los de la movilización directa, pero que dadas las circunstancias polÃticas por las que vive el paÃs, son los que están a la mano para derrotar de lleno a la oligarquÃa y avanzar por el camino de las verdaderas transformaciones estructurales en nuestro paÃs.
El movimiento agrario, apoyándose en amplios sectores de las ciudades, puede obligar al gobierno y a las clases dominantes que lo sostienen, a realizar una Consulta Ciudadana sobre estos temas que han sido colocados en primer lugar de la opinión pública nacional. Tenemos a la mano esa posibilidad, no debemos dejar enfriar el ambiente.
Protesta.
No importa que se haya decidido no asistir al evento en donde el gobierno pretende lanzar un supuesto “Pacto por el sector agropecuarioâ€. Eso no es lo importante. Lo determinante es no perder la iniciativa y para hacerlo hay que buscar -de inmediato- el apoyo polÃtico del conjunto de la sociedad colombiana.
El problema no es de forma, es de contenido. No se trataba sólo de asistir a “dañarles la fiestaâ€; eso es simbólico y coyuntural. Lo de fondo es si el movimiento popular ha aprendido de las revoluciones democráticas que se han desarrollado por el camino “civilista†en paÃses vecinos como Venezuela, Ecuador y Bolivia, o si seguimos amarrados a la idea de que la “única forma revolucionaria†es la movilización directa o la lucha armada.
Claro, es entendible una actitud tÃmida en un movimiento que – asà tenga una historia larga de gestación – emerge a la superficie social y polÃtica con nuevos protagonistas y dirigentes. Es explicable que se tenga temor de contaminarse y de perderse en las complejas redes del Estado y se opte únicamente por la acción directa, pero también es importante que se contemplen nuevas formas de acción que asà tengan el ropaje o perfil “institucionalâ€, son herramientas que han sido conquistadas por la democracia participativa.
En ese sentido somos pacientes pero insistentes.
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