LA CASA BLANCA EN EL UMBRAL DE CRISIS DE ESTADO
El Ku
klux Klan en El Capitolio (USA)
DECÍA MAO, que ciertos tigres que en determinadas
circunstancias son verdaderos tigres, en otras circunstancias degeneran en
tigres de pasta de soya. No pocas veces, Mao -durante la guerra popular
prolongada en China- aplicó esa metáfora a los Estados Unidos.
LA MADRUGADA del 1 de octubre pasado, la ultraderecha
norteamericana -con resabios de Ku Klux Klan- vio consumada la
división del Congreso de los Estados Unidos, a partir de la escisión del
derechista Partido Republicano, y puso al gobierno de Barack Obama en situación
de una crisis de Estado, derivada del debate fiscal.
La madrugada del mismo día, un acorralado Obama dirigió
desde la Casa Blanca
un inusual mensaje, no al pueblo estadunidense, sino a los soldados, con
especial dedicatoria a los destacamentados en territorio extranjero: No se
trastocará el pago de sus haberes.
Paradoja de paradojas: El detonante del desencuentro
entre los poderes Legislativo y Ejecutivo fue la previsión de gasto para la Ley de Salud -Obamacare. Un proyecto para la salud,
infartó al arrogante pero frágil sistema político del Imperio.
El factor disolvente de la agenda de El Capitolio fue la
presión del llamado Tea party -la
facción más radical del Partido Republicano-, que dinamitó cuanto intento de
acuerdo negociaron la Cámara
de Representantes y el Senado.
Desde Washington, analistas estadunidenses no pasan por
alto un ingrediente que subyace como
motor de la Política de
la sinrazón: El Tea party,
sedicente depositario de la supremacía
blanca, no ha digerido el hecho
de que un negro se haya instalado en el Salón Oval de la Casa Blanca.
La madrugada del martes negro, se anunció de
inmediato el cierre de funciones y servicios no prioritarios de diversas
dependencias del gobierno de los Estados Unidos. Se privilegian, básicamente,
las relacionadas con la Seguridad Nacional.
De ahí el mensaje a los segmentos militares.
Con independencia del curso que siga ese proceso de ruptura
institucional, el ciclo no se cierra sino hasta el 17 de octubre que Obama
tiene de plazo para conseguir elevar el techo de la deuda pública.
El secretario del Tesoro, Jack Lew ha demandado a El
Capitolio un techo de 16.7 billones de dólares. Para el 17 de octubre, el
Tesoro sólo dispondría en caja de unos 30 mil millones de dólares. Tendría que
declararse en insolvencia.
Para decirlo en números absolutos, la deuda pública de EU
es de 10,000.000.000.000 dólares. La
deuda privada cinco veces más: 50,000.000.000.000
dólares. Prorrateada la deuda pública, la carga por cada habitante
estadunidense es de 125 mil dólares.
El presidente de los Estados Unidos dispone de una
extrema opción: Invocar la 14va Enmienda de la Constitución que
previene que la deuda pública no puede ser cuestionada.
Hace 17 años, el gobierno de Bill Clinton se vio ese
trance, pero no invocó la
Enmienda citada, como en 2011 se lo recomendó a Obama.
Circunstancias como la reseñada, pone en riesgo la
calidad de la deuda pública de EU, cuyo crédito tiene calificación AAA.
El excesivo endeudamiento de los Estados Unidos tiene su
fuente primordial el gasto bélico. LANCA
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