José Emilio Pacheco: volver a la tierra
ALBERTO BLANCO*
En el prefacio al libro de poemas de José Emilio Pacheco,
City of the memory
(Ciudad de la memoria)
que publicó en 1997 la editorial del poeta Lawrence Ferlinghetti, City Lights,
su traductora Cynthia Steele hacía notar que las principales obsesiones
literarias de José Emilio Pacheco son:
Los efectos destructivos del tiempo; el
egoísmo esencial y la crueldad del mundo natural, con la humanidad en su
violento centro, y la capacidad del espíritu humano de lograr una
trascendencia, así sea momentánea, y de mantener firme la esperanza a pesar de
todo.
Hoy, con más fuerza que nunca, resuenan muchos versos de
José Emilio Pacheco donde se hacen patentes estos rasgos. Baste recordar su
poema Blockbuster, donde los efectos destructivos del tiempo se
manifiestan como la inmensa vida que no perdona y se va muy pronto./ Y el polvo
en que terminan todas las cosas. O su poema Demolición, donde, como
su título indica: “Están echando abajo la casa en ruinas… ruinas de lo
impensable inmemorable”.
Y
si bien parece, al recordar poemas como éstos, que nunca hubo demasiado lugar
para la esperanza en la poesía de Pacheco, no debemos olvidar jamás que esta
desazón fue una desazón escrita, y, como tal, una apuesta siempre a favor del
otro -de nosotros- del lector y, por ende, de toda la comunidad: de la
posibilidad de comunicarnos y de compartir la edad de las tinieblas, con la
esperanza, si no de contenerla, al menos, sí, de darnos consuelo ante su
estrepitoso avance y, con un poco de suerte, hasta de transformarla.
Tal
vez aquí radica la verdadera esperanza que late recóndita en la poesía de José
Emilio Pacheco: en aceptar que tarde o temprano hemos de volver a ser uno con
el polvo de nuestros antepasados… y sabiéndolo, encender una pira con la virtud
remozada de la compasión del hombre que suplanta las contingencias y multiplica
su anhelo de continuidad a través de la poesía.
Llevamos
ya muchos años, siglos, milenios haciéndolo. Es el esfuerzo de un salmón que nada
contra la corriente… la capacidad del espíritu humano de mantener en pie esa
esperanza que se manifestó una y otra vez en la obra de José Emilio Pacheco y
en el hecho mismo de poner su vida generosamente al servicio de la práctica de
la poesía.
*La Jornada
De Galeano para La
Jornada
Queridos compañeros: malos vientos vienen soplando.
En pocos días, los latinoamericanos tuvimos que
soportar tres golpes muy duros, tres desgracias al hilo: la nueva ley que
acuchilló la memoria de la dignidad, entrañable herencia de Lázaro Cárdenas, y
las muertes de dos de nuestros poetas más hondos: Juan Gelman y José Emilio
Pacheco.
Tres tristezas, tres desafíos.
Vuelan abrazos de muchos brazos, del sur al norte.
Eduardo
Galeano
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