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Edición 315
Escrito por Alberto Blanco   
Domingo, 09 de Febrero de 2014 23:08

José Emilio 

Pacheco: 

volver a la tierra

 ALBERTO BLANCO*

 

En el prefacio al libro de poemas de José Emilio Pacheco, City of the memory (Ciudad de la memoria) que publicó en 1997 la editorial del poeta Lawrence Ferlinghetti, City Lights, su traductora Cynthia Steele hacía notar que las principales obsesiones literarias de José Emilio Pacheco son: 



Los efectos destructivos del tiempo; el egoísmo esencial y la crueldad del mundo natural, con la humanidad en su violento centro, y la capacidad del espíritu humano de lograr una trascendencia, así sea momentánea, y de mantener firme la esperanza a pesar de todo. 

Hoy, con más fuerza que nunca, resuenan muchos versos de José Emilio Pacheco donde se hacen patentes estos rasgos. Baste recordar su poema Blockbuster, donde los efectos destructivos del tiempo se manifiestan como la inmensa vida que no perdona y se va muy pronto./ Y el polvo en que terminan todas las cosas. O su poema Demolición, donde, como su título indica: “Están echando abajo la casa en ruinas… ruinas de lo impensable inmemorable”.




Y si bien parece, al recordar poemas como éstos, que nunca hubo demasiado lugar para la esperanza en la poesía de Pacheco, no debemos olvidar jamás que esta desazón fue una desazón escrita, y, como tal, una apuesta siempre a favor del otro -de nosotros- del lector y, por ende, de toda la comunidad: de la posibilidad de comunicarnos y de compartir la edad de las tinieblas, con la esperanza, si no de contenerla, al menos, sí, de darnos consuelo ante su estrepitoso avance y, con un poco de suerte, hasta de transformarla.



Tal vez aquí radica la verdadera esperanza que late recóndita en la poesía de José Emilio Pacheco: en aceptar que tarde o temprano hemos de volver a ser uno con el polvo de nuestros antepasados… y sabiéndolo, encender una pira con la virtud remozada de la compasión del hombre que suplanta las contingencias y multiplica su anhelo de continuidad a través de la poesía.

Llevamos ya muchos años, siglos, milenios haciéndolo. Es el esfuerzo de un salmón que nada contra la corriente… la capacidad del espíritu humano de mantener en pie esa esperanza que se manifestó una y otra vez en la obra de José Emilio Pacheco y en el hecho mismo de poner su vida generosamente al servicio de la práctica de la poesía.


*La Jornada




De Galeano para La Jornada

 

Queridos compañeros: malos vientos vienen soplando.

En pocos días, los latinoamericanos tuvimos que soportar tres golpes muy duros, tres desgracias al hilo: la nueva ley que acuchilló la memoria de la dignidad, entrañable herencia de Lázaro Cárdenas, y las muertes de dos de nuestros poetas más hondos: Juan Gelman y José Emilio Pacheco.

Tres tristezas, tres desafíos.

Vuelan abrazos de muchos brazos, del sur al norte.

Eduardo Galeano



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