La palabra es sagrada
He fallado a mi palabra, he prometido lo que no he cumplido, he dejado a personas plantadas, igual también he cometido errores, se me daba con facilidad fallar, y luego justificarme, atrás de esto, hay mentiras, el auto engaño, el defraudar a las personas, a mis seres cercanos, no le daba el valor a la palabra, carecí del compromiso conmigo mismo y viví mis propias consecuencias, hoy comprendo, que la vida, es como un restaurante…
Nadie se va sin pagar. El que siembra vientos, cosecha tempestades, el que la hace la paga y el bumerang se te regresa, el que mal obra, mal acaba y te pega donde más te duele, a mí, ese bumerang me golpeó severamente, mi hombría, en muchos sentidos, andaba de vacaciones y como que te acostumbras a vivir con ese cúmulo de defectos de carácter. —Mañana te pago, cuenta conmigo, sí, sin falta el viernes, te lo prometo—.
Lo dije un millón de veces. —Que no me vuelvo a emborrachar. Juro que no me vuelvo a drogar—. Las palabras, se las lleva el viento y en cierta manera, era sencillo, no cumplir y defraudar a las personas, hoy no, a mis 57 años de edad, la vida, los golpes me han moderado, hoy trato de ser honesto, de ser íntegro, de cumplir mi palabra, de enfrentarme a mis compromisos y dar la cara, aún más, estoy en el proceso de reparar daños y remediar las fallas, hoy sé que la esencia más sagrada en el hombre, es sin duda, su palabra.
Hechos son amores y no buenas razones
Celebro mis primeros 16 años limpio, libre de drogas, sin sustancias, sé que el tiempo no te da recuperación, la recuperación está en tus acciones nuevas, en el cambio de actitud, en tu nuevo perfil emocional y sentimental, vivo el solo por hoy, y día a día, aprendo a vivir en sobriedad, a vivir para mí, a escribir para mí, sin buscar la aprobación de alguien.
Ni vivir para los demás, sé perfectamente bien que no soy monedita de oro y que la envidia invade de veneno a infinidad de personas hacia mí, pero las respeto, no soy dueño de sus pensamientos, ni de sus sentimientos, mucho menos de sus emociones, sé, que no solo tapé la botella, que no solo dejé de atascarme cocaína, de fumarme cerca de tres cajetillas de cigarros al día, que no solo abandoné la jeringa y erradiqué, al menos solo por hoy, mi adicción a la morfina, igualmente, no solo dejé la adicción a las pastillas, sino que he venido erradicando los males de mi enfermedad emocional, he trabajado y mucho en mi celotipia, perdí mis miedos, complejos, le di vacaciones a la loca de la azotea, le bajé considerablemente a mi neurosis, comencé a ser puntual, formal, aprendí a cerrar círculos, a vivir y a dejar vivir, superé mis egos, mejoré mi relación considerablemente conmigo, mi vida cambió radicalmente con mi pareja, hoy, en 22 años de matrimonio, todo parece mucho mejor que al principio, me torne enamorado, detallista, comunicativo y disfruté al cien por ciento mi vida diaria, con mi mujer y mis hijos.
Las agresiones contra la mujer
Hostigué, denigré, devalúe, ofendí, humillé, agredí sistemáticamente a mi esposa. La hice trizas. Fui, el típico macho mexicano, tajante, burlón, sarcástico, apático, grosero, vulgar, déspota, prepotente, autoritario, exterminador, agresivo, violento, egocéntrico y hoy veo a ese Ernesto en las notas diarias de los periódicos.
Tipos golpeadores, celosos empedernidos, seres humanos que se convierten en el huracán rugiente, capaces de sembrar pánico, capaces de secuestrar a la esposa, de maltratarla sicológicamente, de golpearla físicamente y de adueñarse de sus vida, en mis libros, Celotipia Infernal, Obsesión que Mata, Secuestrada por un Neurótico y el de Parejas Disparejas, hablo de ello y el reflejo es la ausencia de hombría de muchos que llenamos los expedientes en las dependencias relacionadas con la mujer y la familia, muchos, que como yo, violentamos la vida de los demás, creyéndonos muy hombres porque gritamos, porque acorralamos a la mujer como si fuera un ratoncito asustado, veo, a esos hombres que desmoronan a la familia, la exterminan, con o sin drogas.
Luego, cuando la esposa por fin logra el divorcio, muchos de estos hombres, le dan la espalda a los hijos, no tienen palabra y los dejan colgados de la brocha, son hijos carentes de la imagen paternal, pero también, carentes del apoyo del jefe de la familia, de la casas, por favor léase entre comillas y de estos tipos, mediocres, está llena la sociedad, tipos que hacen trampas para entregar las pensiones alimenticias, que limitan sus compromisos con sus hijos o proactivamente se olvidan de ellos.
Caras vemos, emociones no sabemos
Que hermoso es andar enamorado, sintiendo maripositas en el estómago, andar en las nubes y sentarte en la nube rosa, llena de ilusiones, gozan de cada instante, cada momento, ser la persona más feliz del mundo, cuando tu amor es correspondido, llenarte de pasión cada vez que culminas el acto sexual, ver fuegos artificiales al culminar el hacer el amor, el terminar con la explosión genuina de un orgasmo, volar hasta el cielo, es hermoso hablar por teléfono, el estar abrazados en todos lugares, el celebrar tarugada y media, reírse abiertamente de la más mínima niñería.
Es feliz el estar enamorado y cuando ella sale embarazada, el hombre de nuevo, léase entre comillas, en muchas ocasiones, le da la espalda al amor de su vida, se raja como los meros buenos, se lava las manos y no asume su responsabilidad, ni cumple con su palabra, lo más fácil es claudicar y como todo poco hombre, no vuelve a ver a su pareja, ella vive su embarazo en la soledad de su recámara, da a luz y el hombrecito no hace acto de presencia, por supuesto que no tiene el valor de reconocer a la criatura, no le da su apellido y hay que recurrirá a una demanda, acreditar la genética a través de un ADN y demandar el reconocimiento de la legitimidad de los niños, darle los apellidos y entregar mes a mes una pensión alimenticia, situación, que muy pocas madres solteras logran, debido a que no hay hombres de talla, hombres en toda la extensión de la palabra.
La decadencia social, es irreversible
Por supuesto que esto se mide por la ausencia de valores, por las miserias espirituales. Claro, también por las actitudes, si hablamos de niñas embarazadas, de madres solteras o divorciadas, tengo que hablar de la falta de hombría de muchos, muchos que son irresponsables y son protagonistas de estos roles, que se manifiestan en el hostigamiento dentro de las escuelas y centros de trabajo, la auto destrucción en niñas que se cortan sus piernitas y brazos con la navaja del sacapuntas, se nota también en la depresión de criaturas que muestran su lenguaje corporal acomplejado, hombros caídos, cara triste, por demás rígida, la decadencia social, se suman también la ola impresionante de robos, gracias a la delincuencia juvenil, al uso y consumo de drogas, a la corrupción que aflora dentro y en todos lados de instituciones públicas y privadas, a los hombres y mujeres, mentirosos, hipócritas, engañifas, suma también el alto índice de suicidios en seres humanos entre los 13 y 25 años de edad, la mayoría varones, hay que considerar también, la violencia doméstica, el adulterio, la auto estima baja de mujercitas que se entregan sin resistencia al mejor postor, a hombres que violan los códigos morales y de conductas.
Agrégale, las nuevas adicciones, como la ludopatía, adicción al juego, la vigorexia, al gimnasio, las adicciones a los aparatos electrónicos, al sexo y todas estas tendencias contrarias a las personas de buena voluntad y costumbres, contrarias a los valores y principios de ética, ausencia pues, claramente de Dios.
Somos muchos los del problema, pero pocos los elegidos
La sociedad está enferma, muy enferma y si alguien se siente aludido, excluido, incluso ofendido, que tenga a bien da darme sus razones, la enfermedad a la que me refiero, es emocional, depresión, neurosis, compulsión codependencia, ansiedad, angustia, estrés y un sinfín de trastornos, miedos, traumas, dolor interior y de más, nosotros los que tocamos fondos por algún tipo de adicción, somos enfermos emocionales, y el sobriómetro, el medidor de sobriedad, estriba en los hechos, he visto, a muchos que después de que dejan de consumir, se divorcian, se tornan neuróticos, extremadamente envidiosos, criticones, chismosos, intrigosos, por demás, malas vibras, no tienen palabra, los invitas a dar un servicio a una escuela, al CERESO u a un grupo, te dicen que sí van, incluso cuando los invito a mi programa de televisión o a cualquier otro evento, confirmado, dalo por hecho.
Y a la hora de la hora, no llegan, no son capaces, ni responsables de disculparse, luego les llamo para saber que sucedió y se llenan de pretextos, que el agente de vialidad los detuvo, que chocaron, que se quedaron sin gasolina y el caso es que fallan y no tienen palabra, eso quiere decir que su recuperación, vale tres cacahuates y que siguen igual de mediocres, pero únicamente sin consumir.
Hay que ser hombres
Un hombre, en toda la extensión de la palabra, es aquel que embarazó a una mujer y aunque no quiera nada con ella, aunque haya sido solamente un acostón y haya tenido un hijo, es su deber reconocerlo, darle su apellido y entregar mes a mes una pensión alimenticia, un hombre es aquel que acepta sus errores y reconoce haberse equivocado, es aquel que se aleja de su orgullo, de sus actitudes de macho y manda más, aquel que es honesto consigo mismo, que tiene palabra y da ejemplo de ello, es hombre, el que paga sus deudas, el que repara daños, el que es íntegro y de una sola pieza y no aquel, doble cara, y no aquel hipócrita, mentiroso, charlatán.
Por supuesto que hacen falta hombres que prediquen con el ejemplo, hombres que no se laven las manos y evadan su responsabilidad, hay que recordar que tanto peca el que mata a la vaca, como el que le amarra la pata, y todo ello, no se aprende en las escuelas, esta educación, se mama con el ejemplo de los padres, ese es el reto, que como padre debo de dar a mis hijos, mostrarles como cierro círculos. Enseñarles con hechos el camino del bien, darles lo mejor de mí mismo con una actitud responsable y asumir las consecuencias de mi vida ingobernable, respetar a mi esposa, contribuir a la armonía de mi hogar, motivarme para ser mejor comunicador, convivir y sobre todo, dar ejemplo, un buen ejemplo de lo que es ser hombre, hombre de verdad.
Gracias por leerme y más por escribirme
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