La destitución de Carmen Aristegui como titular de la primera emisión de Noticias MVS el pasado 15 de marzo, refleja que los dueños de los medios de comunicación cada vez tienen más poder, en detrimento de los derechos de los ciudadanos.
Existe la percepción que ella fue cesada después de haber dado a conocer el caso de la “Casa Blanca”, que involucró a la pareja presidencial, la empresa radiofónica negó tal afirmación, pero pocos están dispuestos a creer esta versión. La polémica se suscita en medio de una crisis de credibilidad del gobierno federal, después de la desaparición de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa desde el 26 de septiembre del año pasado.
Amenaza periodística
Para muchos opositores al Partido Revolucionario Institucional (PRI), el periodismo de investigación que ejercía Aristegui representaba una de las pocas opciones que les permitía mantenerse informado. No es para menos, la prensa oficialista controla casi todos los espacios, los malquerientes de la comunicóloga, consideran que ella hacía un periodismo militante. Algo hay de cierto.
Tal es la efervescencia que ha despertado este caso, que algunos analistas comparan lo sucedido con el atropello que sufriera Julio Scherer García el 8 de julio de 1976, cuando fue destituido de la dirección del periódico Excélsior por órdenes del entonces presidente de la República Luis Echeverría Álvarez. En las redes sociales se habla del endurecimiento del gobierno federal contra cualquier actitud opuesta al proyecto neoliberal. Hay un tufo de autoritarismo en el ambiente.
En este contexto vale la pena valorar a Avram Noam Chomsky quien plantea que sólo hay dos formas de hacer comunicación: la primera por medio de la iniciativa privada donde la participación de la ciudadanía es nula; la segunda por medio del Estado donde la participación del ciudadano es regulada. Entre tal disyuntiva me pregunto si no es posible una tercera vía que permita crear medios de comunicación comunitarios que puedan ser competitivos y al mismo tiempo auto suficientes.
Censura sistemática
Esto me lleva a recordar que en el 2006, era vocero del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en Michoacán, Andrés Manuel López Obrador andaba en su campaña presidencial y Gerardo Fernández Noroña ostentaba el cargo de vocero nacional del Sol Azteca, ambos sostenían que los medios de comunicación los censuraban. Cansado de oír esa mentira, reuní 20 mil pesos y compre tiempo aire en la radio, decidí que debía de ser en una estación comercial, elegí la XEI de la ciudad de Morelia. Fui afortunado y recibí el respaldo de los periodistas Gabriel Envila Fisher, Asther Adonay Alcaraz, el abogado Fernando Villanueva, más tarde se sumaron el comunicólogo Jorge Vilchis y Abraham García Gárate.
Entre todos mantuvimos el programa “Conversemos de 6:30 a 7:00”, se transmitió de lunes a viernes a lo largo de un año y medio. Ahí se rompieron todos los moldes establecidos: logramos tener a casi todos los conductores al mismo tiempo, cuestión que impidió cualquier protagonismo, el que llegaba primero tenía derecho a transmitir o también nos alternábamos el micrófono, no había preferencias; a pesar de que sólo duraba media hora llegamos a tener 40 invitados.
Sobre los temas, teníamos una sola regla, no censurar a nadie. Me divertía denunciando a Joaquín "El Chapo" Guzmán cuando llegaba a su casa en Morelia, y el gobernador Lázaro Cárdenas Batel se hacía de la vista gorda. (En una ocasión, unos desconocidos nos esperaron donde vivía, Envila Fisher y quien escribe esta columna nos llevamos un buen susto).
El financiamiento del programa se logró gracias a la donación de recursos de todos los partidos políticos sin importar su ideología. No obstante, nunca comprometimos el contenido, claro, no había para los sueldos, a quien le faltara dinero se le daba una ayuda.
El proyecto concluyó porque cada quien encontró su propio camino. Sin embargo, el recuerdo y el aprendizaje ahí quedaron.
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