Mucho antes de que el imperio contratacara o de que la Federación Unida de Planetas federara, o de que La Fundación de Asimov se fundara, existió La Patrulla Galáctica de Doc. E.E. Smith, el Space Opera de una guerra galáctica entre dos grandes fuerzas, con millones de planetas habitados, entretejidos por redes de inmensas y poderosas naves espaciales en forma de gota disparadas a través del cosmos.
¿Y cómo estas naves espaciales cruzaban los vastos golfos interestelares? Claro, viajando más rápido que la luz “cancelando la inercia”, pero… ¿Qué diantres es eso?, ¿Sabía el Doc. algo acerca de una teoría secreta de viaje hiperlumínico? No, Doc. E.E. Smith fundaba una gran tradición de la ciencia ficción: Cuando enfrentes un obstáculo inamovible para tu historia… Invéntate algo.
Y es que hasta hoy, el viaje más rápido que la luz es imposible, haciendo inviables los imperios, federaciones, patrullas y cualquier otra organización trans-galáctica. Muy inconveniente, así que para evadirlo, la ciencia ficción ha creado “impulso de curvatura (Warp drive)”, “hiperespacio”, “subespacio”, y otros trucos que se han vuelto tan comunes, que los fans ya ni siquiera los ponen en duda.
Hablando de barreras
Pero ¿Por qué? ¿Acaso no es como la “barrera del sonido” que ya fue rota? No, la velocidad de la luz es una barrera mucho más dura. El desarrollo de la teoría de la luz allá en el siglo XIX, vino con un rompecabezas especial: La teoría mostraba que todo observador debería medir la misma velocidad para la luz (alrededor de 300,000 kilómetros
por segundo). Esto significa que si tratas de perseguir un rayo de luz, sin importar que tan rápido vayas, el rayo se alejara de ti a 300,000 kilómetros por segundo, Y lo que es más extraño, si vas al 99% de la velocidad de la luz, y otro observador permanece quieto, ambos verán la luz moverse a la misma velocidad.
A pesar de que muchos científicos de aquel tiempo en realidad no creyeron esta extraña predicción, el famoso experimento Michelson-Morley falló en desmentirla e hizo lo contrario: La velocidad de la luz era la misma sin importar cómo la midieran.
Y, llegó la relatividad
En lugar de tratar de explicar esta rareza, Albert Einstein la abrazó, construyó una teoría completa llamada “relatividad especial” alrededor de la idea de que la velocidad de la luz es la misma para todo aquel que la mida, sin importar que tan rápido se muevan en relación con ella. Para acomodar este comportamiento de la luz, la teoría de Einstein predice que el tiempo y el espacio tienen que estirarse o contraerse mientras alguien viaja acelerando. Y de la relatividad especial surgió un límite: Nada nunca podría exceder la velocidad de la luz. La relatividad es la piedra angular de toda la física moderna, y no hay porque dudar de ella – Jamás se ha observado un objeto moviéndose más rápido que la luz -. Aquí debe aclararse algo: El límite de velocidad Einsteniano es el de la luz en el vacío.
La luz se hace más lenta al atravesar un material como agua o vidrio, y entonces es perfectamente posible exceder esta velocidad reducida, claro, solo hasta su velocidad en el vacío. Cualquier cosa moviéndose más rápido que la luz en agua o vidrio, produce el equivalente luminoso de un estallido sónico, llamado radiación Cherenkov, de ahí el hermoso resplandor azul de los reactores nucleares bajo el agua.
Un aporte mexicano
De todos los intentos para sacudirse el límite de velocidad de Einstein, el más plausible es el del “impulso de curvatura” del físico teórico mexicano Miguel Alcubierre, sin violar el límite de velocidad cósmico, le da la vuelta. Su teoría mostró que con una apropiada distribución de la materia, se puede encoger el espacio frente a la nave y estirarlo tras ella, creando una burbuja a su alrededor que se moverá tan rápido como se quiera. No hay ley física que limite la velocidad de contracción o estiramiento del espacio, y como esto ocurre fuera de la nave, no se movería “oficialmente” más rápido que la luz.
La nave estaría en reposo relativa a la burbuja de curvatura, y la gente dentro de ella ni siquiera sentiría la aceleración. Bonito pero… Esto sólo puede ser generado violando algo llamado “la condición de energía débil”, no se ha probado que esta condición sea siempre verdadera y violarla produciría cosas extrañas: Densidades negativas de energía, agujeros de gusano o máquinas del tiempo… Genial, ¿Dónde me apunto?
Pero - de nuevo - una violación de este tipo jamás se ha visto. Así, el impulso de curvatura de Alcubierre ocupa un tipo de física de zona oscura, no descartada, pero tampoco muy posible. ¿Y el viaje a las estrellas? La puerta marcada “ir más rápido que la luz” es de acero sólido de un metro de grosor, cerrada a diez candados y soldada.
Nos tenemos que escabullir de alguna otra manera. ¡A buscarle…!
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