Todo es del color del cristal con que se mira ¿Dicho muy conocido? Si, pero de hecho, aplica no sólo a las opiniones, sino a las mismísimas leyes de la naturaleza. Todo en este universo, incluidos nosotros, viajamos hacia adelante en el tiempo, pero hay cosas que debemos considerar.
La velocidad de la luz en el vacío tiene un límite finito, esto nos hace incapaces de ver las cosas en “tiempo real”, vemos la luna como era hace 1.3 segundos, el sol como era hace ocho minutos, Próxima Centauri (la estrella más cercana a nuestro sol) como era hace más de cuatro años, el centro de nuestra galaxia como era hace unos 30 años, y la galaxia de Andrómeda (nuestra vecina galáctica más cercana) como era hace más de 2.5 millones de años. Más tiempo mientras más lejos.
Pide al tiempo que vuelva
La astronomía resulta “milagrosa” porque al ver el cielo nocturno, miramos al pasado. Lo mismo pasaría a observadores en otras partes de nuestra galaxia, dependiendo de qué tan lejos estuvieran, podrían mirar el desarrollo del planeta sobre el curso de la historia, y ver a la tierra como era cientos o miles de años atrás. Este mismo fenómeno permite estudiar el universo como aparece, hasta algunos cientos de millones de años tras el Big Bang, las fuentes más distantes de luz que fueron emitidas por la primera generación de estrellas y galaxias, que aparecieron aproximadamente hace 13.4mil millones de años.
Sin embargo, otras cosas limitan nuestra percepción del universo: Nuestra incapacidad para ver la luz en todo su espectro. La más familiar para nosotros es la luz de longitud de onda visible y nuestro sol emite un enorme 44% del total de su radiación electromagnética en esta.
Están además las luces de longitud de onda ultravioleta e infrarroja en las que el restante 56% de las emisiones solares se emiten, son invisibles al ojo desnudo, y se pueden captar con aparatos especiales. Estas propiedades de la luz y la energía son más obvias a largas distancias, pero también son aplicables en nuestra vida diaria, aunque los efectos no sean tan extremos o notables.
Experimentando con el tiempo
Hagamos un pequeño experimento del pensamiento: Como es con los ojos cerrados, hay que leerlo y luego hacerlo. Extendemos los dedos índices, con uno de ellos tocamos la nariz, y con el otro tocamos la rodilla, al mismo tiempo, varias veces, rápido y lento, siempre será posible sentir los dedos tocando nariz y rodilla al mismo tiempo. ¿Fácil no?
Pero pensemos esto por un poco más… La señal nerviosa desde la rodilla tiene que viajar mucho más lejos (unas veinte veces más) para llegar a su cerebro que la de su nariz, pero… Se siente simultáneo ¿no? demostrando con claridad en algo tan simple, que no experimentamos la realidad física. Los neurocientíficos no están seguros si la rodilla y la nariz son tocados al mismo tiempo, o si son tocados en momentos con diferencia mínima, y es el cerebro el que reensambla las señales asincrónicas, y modifica la información sensorial para que sintamos que son tocados al mismo tiempo exacto.
Existe un experimento realizado acerca de esto, donde los científicos tenían a un grupo de voluntarios apretando un botón que haría parpadear una luz, tras un pequeño retraso. Tras varias vueltas de esto, encontraron que los voluntarios estaban viendo el centelleo sólo milisegundos tras haber pulsado el botón, mientras el cerebro metódicamente “editaba” el retraso y continuaba habituándose a él. Sugiriendo que nuestros cerebros modifican la información sensorial en diferentes formas. Dado lo anterior, algunos investigadores concluyen que nuestra conciencia puede existir hasta cierto punto en el pasado, con un retraso permanente de algunas milésimas de segundo.
Vemos el pasado
Así, al poner la mano justo frente a la cara, no vemos una imagen presente de ella, sino que está retrasada unos 300 milisegundos.
Esto por dos causas: Primero, debido a las restricciones de la teoría de la relatividad especial de Einstein, el tiempo que le toma a la luz iluminar la mano y que esa luz llegue a la retina del ojo. Y segundo, el proceso biológico que implica la velocidad de los nervios que viajan por la vía visual, hasta la corteza visual en la parte trasera del cerebro, donde la información visual es organizada, y luego mandada a la corteza frontal a la velocidad del pensamiento, que es muy distinta entre persona y persona.
Muchas cosas en la micro y macro escala están influenciadas por nuestra perspectiva, debido a una legión de variables impuestas por las leyes físicas y anatomo-funcionales. Refracción y reflexión de luz difundida en nuestra atmósfera, el efecto observador demostrado con partículas subatómicas y luz a varias frecuencias…
E incluso las propiedades del mismo tiempo y su dilatación, cuyos efectos pueden ser vistos en los satélites en órbita terrestre baja, y los horizontes de eventos en los hoyos negros. Todo esto trae a cuento una pregunta filosófica interesante… ¿Observamos la realidad, o sólo vemos lo que fue? Dijimos al principio que todos vamos en el tiempo hacia adelante, pero ¿Nosotros vivimos en un mundo unos milisegundos en el pasado? ¿Somos, en este otro sentido, viajeros en el tiempo?
DR. HERNÁN EDRÍAN CHAVARRÍA AGUILAR
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