LA GALERIA DEL CLUB DE PERIODISTAS ha brindado su espacio a multitud de artistas, escultores, pintores, fotógrafos, que en su diversidad constatan una de las premisas con las que funciona esta asociación: ser una entidad que ofrece las facilidades necesarias para exponer todo tipo de ideas y manifestaciones en aras de la libertad de expresión.
EN ESTA ocasión, los gruesos muros de este espacio arquitectónico neoclásico acogieron a la obra del maestro José Cruz Pacheco, artista plástico, quien, revisando personalmente la disposición de sus pinturas, nos ofreció lo mejor de sí en la noche de la inauguración, a principios del mes de febrero.
Esa fría noche inauguraron la exposición nuestro Director General del Club de Periodistas, Mouris Salloum George, y nuestra Subdirectora General, la radiante Celeste Sáenz de Miera. Además se dieron cita destacadas personalidades. Estuvo Sylvia Isunza, flamante directora de La Torre de Papel; la artista plástica Marcela Ponzanelli; la maestra Magdalena Martínez Mateos, atinada promotora cultural, y otros personajes con quienes tuvimos la oportunidad de platicar.
Si podemos encontrar un hilo conductor en las pinturas que integran esta muestra del maestro José Cruz Pacheco, lo encontramos en la mexicanidad. Y más adecuadamente, en la presencia clara, o a veces sugerida, de las raíces prehispánicas que permean a lo largo de nuestra cotidianidad como habitantes de este territorio vasto, multifacético y plural.
No en vano sentimos la fuerza del porteador de pescado fresco que se representa en una de sus pinturas, ágil, brioso, concentrado, con el bello marco de los volcanes en lontananza, a saber los que desde antiquísimas generaciones son los protagonistas de una hermosa leyenda, ella la mujer blanca, custodiada eternamente por la masculinidad del cerro que humea.
Desde luego que casi palpamos la acuosidad y el brío de la marina tempestuosa, el “Reto”, como se llama el magnífico óleo que nos recibe a la entrada de la exposición, una mar embravecida e imponente que nos hace humildes en la fragilidad de nuestra embarcación, como quizá nos lleguemos a sentir en alguna circunstancia de nuestra breve vida. Los recuerdos de la niñez son evocados por la lindura de “Jugando a las escondidillas”, donde la mirada traviesa de una niña atisba desde su escondite tras una pared protectora; es el contraste de la imagen del anciano apacible, sosegado, del que supimos que es el retrato de Don Luis, suegro del maestro Cruz Pacheco.
Pero no hay que pasar por alto el nombre que cobija a esta muestra, y que es “Osadías”, ya que nos adentra en la osadía de vivir, de sentir, de palpar, de llevar con pasión nuestro tránsito por la existencia. Existencia que nuestro reseñado artista agradece por llevarla a cabo desarrollando lo que a él le gusta, el arte, la pintura, la escultura, si tomamos en cuenta que circunstancialmente llegó a estudiar derecho, y que precisamente por lo contrario, por no “seguirse derecho”, desembocó en el artista que ahora es, autodidacta, tenaz –se destrozó la mano derecha en un accidente y siguió con su labor usando la siniestra-, inquieto, trabajador.
Nos deleitamos con su obra y pasamos una velada inolvidable. Es necesario mencionar que la obra del maestro ha sido reconocida por el Museo Soumaya, así como el Munal, el INBA y el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Y que ha expuesto en las ciudades de Chicago y Berlín.
No podemos pasar por alto la presencia entre los invitados del doctor Héctor Peralta, quien nos platicó con entusiasmo acerca de su búsqueda de especies marinas que parecen estar en vías de extinción. Y de la joven actriz Paulina Vega, quien próximamente estará en una obra teatral en el Foro Shakespeare, en un diálogo que será interesante ir a presenciar.
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