ESTADOS UNIDOS NECESITA DE UN PRESIDENTE que realmente amara la paz, la justicia social y que no considerase la carrera armamentística como la base económica fundamental.
EN COLUMNA anterior se planteaba la importancia para Estados Unidos de elegir a un candidato que realmente amara la paz, la justicia social y que no despertase tanto rechazo en el electorado como Trump o Hillary (apodada Killary por su despiadada intervención en guerras de holocausto), ya que la única vía correcta para esa nación es concentrar sus esfuerzos en auto desarrollarse de modo propio, sin recurrir a la carrera armamentística como la base económica fundamental.
Lo que se puede confirmar en un análisis dialéctico es que amplios sectores estadounidenses se encuentran en contra de sus candidatos. Están desconcertados pues no saben a quién elegir ya que las dos opciones propuestas por los Medios son simplemente la continuación de una política desastrosa para la nación.
Una de las interrogantes más importantes es referente a la propuesta y lo determinante es la élite que respalda a cada uno.
Relaciones mesuradas
Por ejemplo, la Corporatocracia cree más en Clinton porque ésta es proclive a fomentar sus intereses vinculados al mercado de las armas, demostrado en todas sus intervenciones en política internacional pese a que al interior de la nación se muestra como pacifista. Trump posee el rechazo concreto de Wall Street y de las Transnacionales del tráfico armado ya que pese a su discurso en contra de los inmigrantes prefiere establecer relaciones mesuradas con Rusia y China.
Una cosa es lo que dicen y otra su historia. En el caso del postulante republicano se sabe de su vida como empresario pues no ha destacado en la parte administrativa y, por tanto, es analizada su propuesta en tanto discurso ya que no es conocido por su desempeño burocrático.
En el caso de “Killary”, sí se conoce su papel violento en todos los conflictos creados por el gobierno estadounidense y la responsabilidad en miles de asesinatos producto de esta injerencia. Desencadenar una tercera guerra planetaria o incentivar el caos controlado es previsible.
En este sentido, las posibilidades que se presentan en dicha elección son limitadas ya que al ser nominados Trump y Hillary haría a los Medios continuar apoyando decididamente a la candidata de la Corporatocracia.
En la hipotética opción que fuese Bernie Sanders seleccionado para competir, le auguraría grandes opciones de ser elegido presidente de los Estados Unidos, lo que parece ya improbable pues los Medios han informado del acceso al número de delegados por la aspirante demócrata.
Si Bernie Sanders apoyara a Clinton, expondría a discusión crítica todo su proyecto social, o si en su defecto dejara libertad a sus votantes por no compartir dicho planteamiento, podría aportar un potencial importante a la elección del magnate.
En ambos casos, de ser elegidos los candidatos a la presidencia exceptuando a Sanders, el mundo debe temer lo que sucederá aunque con mayor recelo a la candidata demócrata porque la denominada “Guerra Fría” continuará con mayor fortaleza y en ascenso. ¿Cómo explicar que la prensa internacional critique de un modo insistente a Trump y “olvide” a Clinton?
Lucha mediática
Es esencial saber que existe en Estados Unidos una intensa lucha mediática en la campaña presidencial pues se juega un negocio de trillones de dólares, lo que fundamenta el uso de trucos para el fin. Por ejemplo, la táctica es denostar de un candidato -Trump- que vocifera, es racista y xenófobo, haciéndolo parecer ilógico, tonto, desacertado, bravucón, moralmente condenable (corrupto si fuera posible), para destruir su imagen pública y lograr la eliminación, técnica realizada con éxito en los golpes constitucionales en América Latina y en Europa, como es el caso de Ucrania; no sin razón, después de demonizar a Moamar Gadafi, lo asesinaron ante las risas de Hillary que fueron filmadas directamente lo que indica una sicopatía peligrosa en grado extremo, similar a Augusto Pinochet como silencioso articulador de complots, especialmente para una alumna del Clan Rostchild: la infidelidad manejada no con amor o perdón sino con frialdad única (puesto que no ha existido la reconciliación verdadera), es el síntoma evidente de esta enfermedad.
Una de las razones fundamentales del fervor a Donald Trump es que representa el ideal de “América para los americanos”, mientras Hillary desea el mundo para Wall Street o la Corporatocracia, lo que implica una diferencia sustancial en los métodos para el logro de dichos propósitos ya que ésta no ha dicho que sostendrá con mano de hierro a la derecha planetaria, con intervención o golpes de estado, tal como lo ha sido últimamente el impulso a la aplicación de la Carta Democrática de la OEA con el fin de legalizar la violencia en Venezuela.
Es preciso argumentar que evidentemente los puntos de vista de Trump sobre la inmigración son grotescos, pero son mucho menores o similares a varios gobernantes europeos, destacando a Obama como alto deportador de inmigrantes. “Según un gran comentarista liberal, Trump está “desencadenando las fuerzas oscuras de la violencia” de Estados Unidos. ¿Desencadenándolas? Este es el país donde los bebés le disparan a su madre y la policía está empeñada en una guerra asesina contra los estadounidenses negros.
Este es el país que ha atacado y tratado de derribar a más de 50 gobiernos, muchos de ellos elegidos democráticamente, y bombardeado desde Asia a Oriente Medio, provocando la muerte y la miseria de millones de personas. Ningún país puede igualar este sistemático récord de violencia. La mayor parte de las guerras de Estados Unidos (casi todas ellas contra países indefensos) no han sido iniciadas por presidentes republicanos sino por demócratas liberales: Truman, Kennedy, Johnson, Carter, Clinton, Obama.
En 1947, una serie de directivas del Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por sus siglas en inglés) describieron los principales objetivos de la política exterior de Estados Unidos como [la construcción de] un mundo sustancialmente hecho a nuestra propia imagen”. La ideología era mesianismo estadounidense.
Los herejes serían convertidos
Todos éramos estadounidenses. Los herejes serían convertidos, subvertidos, comprados, difamados o aplastados. Donald Trump es un síntoma de esta actitud, pero también es un disidente. Dice que la invasión de Iraq fue un crimen; él no quiere entrar en guerra con Rusia y China. Para nosotros, el peligro no es Trump sino Hillary Clinton. Ella no es una disidente.
Ella personifica la violencia de un sistema cuyo cacareado “excepcionalismo” es totalitario con un ocasional rostro liberal."
Cabe mencionar dos hechos que deben ser analizados con objetividad: uno, obviamente los Medios explotarán el hecho que una mujer sea por primera vez postulante a la “Casa Roja”, sin tomar en cuenta el análisis de su realidad militarista y exacerbando el género.
Para el elector estadounidense domesticado es una batalla de sexos lo que determinará gran parte de la elección. No sin fundamento, la ex secretaria resaltó que la victoria del súper martes donde obtuvo el número de delegados suficiente para ser nominada es un logro inédito para las mujeres en la política. Su frase: "Alcanzamos un hito.
Por primera vez en la historia de nuestra nación una mujer será la nominada de un gran partido.”, marca la tendencia. Naturalmente la supuesta decisión actual de Barack Obama manifestando su compromiso público con Clinton (cómo si hubiese sido imparcial), es simplemente confirmar lo que se sabía de antemano pues este funcionario recibió ya la orden de las élites de acompañar a su representante.
La única opción es que Sanders insista en continuar su lucha por una revolución política en la Convención de Filadelfia, donde se elegirá en julio al candidato demócrata, planteando que según todas las encuestas es él quien puede ganar a Trump, especialmente porque su proyecto social refleja lo que aspira la mayoría de ciudadanos del país norteamericano. Ahora bien, si no lo hace y decide apoyar a Clinton para derrotar a Trump, mucho de su ideario quedará en el olvido.
Segundo, el bipartidismo no es tal pues ambos postulantes son parte de la clase dominante, lo que confirma la existencia de un solo partido neoliberal con dos vertientes. En dicha dirección la discusión sobre si es necesario elegir entre dos males el menor, seguramente Donald Trump podría serlo, sin descartar sus cambios posibles después de ser elegido.
Lo cierto es que el mundo debe temer lo que ocurrirá en la próxima contienda electoral por varias razones, entre ellas, el nivel de virulencia con que se dará, con acusaciones, lenguaje fuerte, manipulación de medios, lo que demostrará la falsedad sobre la libertad y equilibrio pulcro de la información.
Asimismo, la grave campaña contra las naciones soberanas aprovechando los distractores internos y el impulso a los programas de la excepcionalidad estadounidense será su corolario.
En síntesis, sólo si existe una sólida posición internacional de los pueblos del mundo se podrá torcer la mano a los intereses militaristas de las élites representadas preferentemente por Clinton y secundadas seguramente por Trump. Finalmente, algunas reflexiones son de fundamental observancia:
Independiente de quien gane la presidencia, América Latina y los pueblos soberanos del mundo tendrán que lidiar con una diplomacia armada que intenta hacer del excepcionalismo la doctrina del orbe.
Los ciudadanos estadounidenses han dado un respaldo significativo a Donald Trump porque refleja con autenticidad su forma de ser actual, especialmente en lo que concierne a sus problemas laborales y su imagen como nación. Los Medios transnacionales han atentado directamente contra éste pues ser empresario no significa aprobar toda política de guerra.
La interrogante tiene que ver con la capacidad de negociar para evitar conflictos. Posiblemente Clinton estará obligada a continuar la política guerrera de Obama atentando contra Irán, China, Rusia, Venezuela, entre otras naciones que se oponen a la confrontación como medio natural de vida.
De ningún modo, Trump garantiza que habrá mejores condiciones mundiales. Lo que determina el análisis es la historia de cada candidato y su vinculación con intereses similares aunque divergentes en determinados niveles. Por ello, la preparación indispensable de los pueblos soberanos ante dicha elección.
Parece ser que los Medios alternativos han comprendido que no se puede seguir reproduciendo los análisis neoliberales y, más bien, debe estudiarse en profundidad las consecuencias de una administración estadounidense y los mecanismos para trabajar nuevas propuestas de humanización o cambio de ruta hacia la paz.
Una reflexión al margen: es posible creer que es factible la consolidación de una corriente progresista en EE.UU., aunque parece ser que no existe equidad cercana para el pueblo estadounidense y su propia liberación… por ahora.
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