Entrevista a Ana Lilia Pérez
México sigue siendo una potencia petrolera,
a pesar del Cártel Negro:
Ana Lilia Pérez
Celeste Sáenz De Miera Y Jorge Santa Cruz
(La presente entrevista se difundió, originalmente, en Voces del Periodista Radio)
LA RUINA DE PETRÓLEOS MEXICANOS dista mucho de ser casual. Por el contrario, ha sido causada de manera premeditada por políticos, directivos de la empresa y líderes sindicales.
EN ESTA ENTREVISTA EXCLUSIVA, la periodista mexicana Ana Lilia Pérez explica con lujo de detalles cómo se mató a Pemex. Para ella, sin embargo, la muerte de la hoy “empresa productiva del Estado” no le quita a México su calidad de potencia petrolera mundial.
¿Qué te parece si vamos comentando este libro maravilloso, haciendo una recapitulación sobre los diferentes sexenios a partir de que entró el neoliberalismo?
Bueno, sí, estos temas son un poco delicados, temas que nos molestan. Son un reflejo de la realidad mexicana; qué se hizo con la principal empresa petrolera que tuvimos en el país, y que pudo serla para hacer el desarrollo y en qué se convirtió.
Este libro, Pemex RIP,que es parte de la trilogía de Petróleos Mexicanos, nos está hablando también de la historia del país; hablando de cómo en México se tuvo el gran legado de la nacionalización petrolera con el general Lázaro Cárdenas y cómo, al cabo de los sexenios, y de que el gobierno en turno manejó como su caja chica, quiénes hicieron grandes fortunas de Pemex. ¿Dónde quedó la gallina de los huevos de oro?
Ana Lilia, por cierto, ha estado fuera de nuestro país; precisamente refugiada por la situación que le ha ocasionado todo este tipo de investigaciones. ¿Por qué no nos compartes esto?, para ver el contexto de lo que vive una investigadora de verdad, como tú.
Bueno, creo que, a estas alturas, para nadie es ajeno que México es un lugar muy peligroso para ejercer nuestra profesión, como periodistas que hacemos investigación. Somos blanco de acoso frecuente. Aquí mismo en el Club de Periodistas de México se han vivido situaciones bastante delicadas.
Pero el amor que se tiene a la profesión nos hace que sigamos adelante. Cuando yo publiqué el libro El cártel negro,donde por primera vez se habló de la operación de los grupos criminales del narcotráfico, dentro de la industria petrolera, cuando por primera vez se consigna esa palabra “huachicolero”, yo ubico en uno de los capítulos de mi libro qué eran los “huachicoleros”.
Pero hubo un momento en el que nadie hablaba del tema, y que era un tema tabú en este país; era un momento en el que los directivos de Petróleos Mexicanos ocultaban toda esta información.
Ese libro fue producto de una investigación muy arriesgada, pero el riesgo además lo toma el periodista cuando ya está en el campo de trabajo, cuando sabes dónde comenzaste la investigación, pero no sabes hasta dónde vas a llegar. Y cuando yo comencé a investigar la operación criminal dentro de Pemex, no me imaginaba que era tan brutal, tan abismal; y no me imaginaba que iba a estar en ese riesgo tan de intereses empecinados en impedir la salida de esta investigación.
El tiempo ha ido confirmando todo lo que se ha dicho en este libro: hoy en día se habla de los “huachicoleros” como un lugar, ya todo el mundo habla de ese problema, pero, en el momento en el que yo lo publiqué, me costó irme de México.
Me fui de exilio dos años a Alemania; estuve en un programa de protección a periodistas y escritores en exilio, en la Fundación de Protección de Perseguidos Políticos y la propia Alemania me dio protección.
El tema que yo estaba haciendo y la corrupción de Petróleos Mexicanos derivó en una serie de acosos, que fueron gradualmente más violentos, hasta que tuve que irme. Al paso del tiempo, regreso en una circunstancia de querer continuar con mi trabajo como periodista, porque para eso me preparé profesionalmente y es lo que yo hago y creo he hecho de una manera responsable, y el trabajo mismo puede dar testimonio de ello.
Ahora estoy publicando un nuevo libro que habla del mismo tema, porque es necesario recuperar esa memoria histórica de la gran empresa que tuvimos y que ha sido saqueada por muchos gobiernos.
Hablando del saqueo de Pemex, el saqueo sistemático con una finalidad también política y transexenal, comienza en los 80.
Exactamente. Hoy en día, o a partir de las reformas que el gobierno pretendía plantar con Felipe Calderón y, más recientemente, con Enrique Peña Nieto, donde finalmente se aprueban, se habla de los pasos hacia la privatización; pero el movimiento privatizador se puso en marcha desde los años 80.
¿Qué ocurre en ese tiempo? Bueno, en ese tiempo se estaba viviendo todavía aquello a lo que le llamaba “la bonanza petrolera”, que el presidente José López Portillo decía que se debía de administrar la abundancia. ¿A qué se refería? Es cuando México pone en acción el plan del yacimiento que todavía se ubica en una de las columnas más importantes de Petroleros Mexicanos, y en el yacimiento Cantarell.
Esto fue estratégico en la zona de Campeche, donde se narra el descubrimiento que fue algo casual; donde el hallazgo lo lleva a cabo precisamente un hombre llamado Cantarell, que salía todas las noches a pescar y veía en esos mares de Campeche cómo del agua salían burbujas: “el agua burbujeaba”, decía él.
La primera vez que lo vio, pensó que era un barco que naufragó; se acercó a ver si había alguna victima en esa embarcación que creía había encallado, pero no había nadie. Regresó al día siguiente y pasó lo mismo.
He de pensar que decide reportarlo tras dos años de presenciar eso. Ese reporte queda en el registro de ingenieros de Petróleos Mexicanos. Es hasta los años 70 cuando se indica a ingenieros de Pemex que fueran a revisar a qué se refería ese hombre, y era el hallazgo más importante de los últimos tiempos. Se debe mencionar que se le llama de ese modo gracias a ese pescador.
Llegó a ser el segundo yacimiento más importante de todo el mundo, ¡de todo el mundo!, justo detrás de un yacimiento árabe; esa potencia es lo que hace que López Portillo llame a “administrar la abundancia”, ya que con los años ya había problemas en Pemex, por el tráfico de influencias.
Eran tiempos en los que la petrolera era dirigida por Jorge Díaz Serrano, un político que tuvo una historia inédita en la política mexicana, porque es a quien se le quita el fuero para ser encarcelado por un negocio de la triangulación de los barcos.
Estos dos barcos se compraron para Pemex con una empresa de portafolios a precios inflados, para que fuera buena la ganancia. Ahora nos suena a un negocio cotidiano, ¿verdad? Pero en este libro yo planteo que Jorge Díaz Serrano había ido a la cárcel por ese negocio, pero ese negocio se repitió sistemáticamente y ningún otro directivo de Pemex ha enfrentado la justicia.
A partir de esto, Pemex también vive historias de tráfico de influencias, tráfico de intereses, saqueos… Se narra la historia de todos aquellos directivos y cómo hicieron de Pemex su “caja chica”; cómo, actualmente, la torre de Petróleos Mexicanos se ha visto como un poder ejecutivo en el que se abastece de los alimentos más suculentos y los vinos más exquisitos, todo pagado por los mexicanos, es decir, del bolsillo de todos nosotros.
Entonces, este libro tiene muchas aristas que van planteando el cómo ese dinero petrolero se ha derrochado, cómo se ha transformado en partidos políticos, cómo termina en gobernadores y alcaldes. En fin, toda la clase política que se cerró con empresarios. Pero, por otra parte, se van narrando los primeros planes que nos van llevando hacia la privatización, a la desnacionalización de la industria.
El efecto por el cambio de gobierno entre Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari: Petróleos Mexicanos se reestructura para dividir en subsidiarias y filiales, y este fue un primer gran paso rumbo a la privatización. ¿Qué ocurrió en ese momento? Al multiplicar la estructura corporativa, se multiplicó también la estructura laboral, y se multiplicaron los gastos de operación, pero no la producción. Después, se fueron desincorporando plantas o se dejaron de utilizar plantas, y aquí el lector puede encontrar la clave en por qué los mexicanos pagamos las gasolinas entre las más caras del mundo, a pesar de ser un país petrolero.
La clave está en que nuestras refinerías no se usan al cien por ciento; se usan en promedio entre 50, 60 por ciento. ¿Por qué? ¿Para qué se hace esto? Para privilegiar un negocio de particulares que es la importación de gasolina. Se privilegió traer la gasolina de otros lados, porque en este negocio, ganan los intermediarios, ganan los coyotes, los que compran gasolina en Estados Unidos, en Asia, en otras regiones del mundo y que se la revenden a Petróleos Mexicanos.
Entonces tenemos un país petrolero que tiene que estar importando gasolinas, porque nuestras refinerías no las utilizan al cien por ciento, y de ahí hablamos de otros temas, de otros negocios, que ahora nos muestra la discusión nacional, como es el caso de los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht a altos directivos de Petróleos Mexicanos.
El libro narra qué hay más allá de los sobornos, ¿Qué se le dio a cambio a la empresa? ¿Qué se le dio a cambio, además de los contratos tan importantes que tuvo en refinerías de México? Y lo se le dio fue, precisamente, el área medular de la petroquímica, el área medular del negocio principal de Petróleos Mexicanos. Entonces, son este tipo de negocios los que han llevado a Pemex hacia un colapso, que es el que enfrenta actualmente.
En los años 70, México era la primera potencia petroquímica, y en los años 80, comienza el saqueo de Pemex. Sabemos que el primer involucrado -del que se supo- fue Jorge Díaz Serrano, un muy amigo del entonces presidente, José López Portillo, que luego cae en desgracia cuando entra Miguel de la Madrid.
Quedamos, también, que en la transición entre Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari se dio la división de Pemex en filiales y subsidiarias, y que a partir de ahí, lo que hizo Díaz Serrano, propició que lo metieran a la cárcel; pero eso se convirtió en un sistema de saqueo a Pemex, totalmente controlado por el sistema político mexicano.
Por ejemplo, para mayor referencia, a Jorge Díaz Serrano se le acusa de comprar esos dos barcos para tener una ganancia de 35 millones de dólares.
Que ahora, imagínense cómo ha crecido el cinismo; eso es una pecata minuta, es un robo; pero, finalmente, si nos ponemos a tomar en cuenta los accidentes petroleros y cómo no aparece todo lo que se ha entregado, nos daremos cuenta de cómo va in crescendo.
Sí, se tienen estas triangulaciones mejor que Díaz Serrano. Tomamos como tipo de referencia al sexenio de Felipe Calderón y el actual, de Enrique Peña Nieto, donde Petróleos Mexicanos se propone renovar las flotas petroleras: todos los barcos que se compraron fueron triangulados con el mismo esquema de Jorge Díaz Serrano, avalado desde la Presidencia y directores de Petróleos Mexicanos. Un barco, es uno de los activos más costosos para la industria petrolera; entonces, ese tipo de negocios no solo se repitió, sino que -en efecto- se auspiciaron desde las altas esferas.
Hicimos un foro hace tiempo, en el Club de Periodistas de México, hablando de Petróleos Mexicanos, y se hizo un enlace con “La Quina”, Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”. Se hizo un enlace con él y precisamente nos explicaba que sólo se compraba chatarra. Él tenía los documentos de la chatarra. No crean que se compran barcos nuevos, o que piensen que están buenos. No, no, no: es chatarra.
Y hablando de chatarra, la administración de Emilio Lozoya, que ahora está de nuevo en el ojo del huracán, cuando un directivo de Odebrecht, está reconociendo que hubo, según lo dicho, sobornos para este ex funcionario; Emilio Lozoya compró para Petróleos Mexicanos plantas chatarra, literalmente, plantas que supuestamente ayudarían a renacer la petroquímica mexicana y el proceso de los amoniacos.
En México, el amoniaco es un insumo tan importante, porque es básico para el campo mexicano, por los fertilizantes. Entonces, se dijo que esa cadena de fertilizantes por amoniaco se iba a reactivar en esta administración y ¿qué hizo Emilio Lozoya? Compró plantas que pertenecían a gente de la élite política y a empresarios vinculados a la élite política, y eran plantas chatarra.
Entonces, se le heredó eso a Petróleos Mexicanos. Se vinculó a Petróleos Mexicanos con bancos privados, para poder pagar esa chatarra, y ahí es el legado. Ese tipo de compras son las que se hicieron supuestamente para “reactivar” procesos de producción, pero evidentemente eran negocios privados.
Y que no se nos olvide algo que ha mencionado don Enrique Pastor Cruz Carranza: aquella cuestión de las “mandarinas”; que se murió la gente porque eran cosas de cartón, no para la situación de salvarse de un siniestro, en una plataforma. Y posteriormente -y con la vergüenza tremenda- un premio nobel mexicano, avaló y dijo que finalmente se habían muerto las personas, los trabajadores, porque no sabían nadar; ellos “tuvieron la culpa” de su muerte…
Además, nos enteramos de que en Campeche había entre 13 y 14 escuelas de natación, pero que en esas escuelas nunca dieron cursos de nado para supervivencia, pero sí los cobraron.
Las famosas “Libretas de mar” narran que certifican a la gente, pero sin que la gente deba ser certificada, y en este libro se incluye un apartado de todo eso, que se llama “Morir en Pemex”, porque, en efecto, narra el testimonio de los sobrevivientes del caso Usumacinta.
Se evidencia cómo la estructura directiva de Pemex ha permitido que las empresas operen en la industria, sin condiciones de seguridad. Hay varios datos ahí que nos hablan también de las evidencias que se tenían que retomar en la parte humana, como es el caso del siniestro de San Juanico, que fue uno de los casos más graves en la industria del gas LP, a nivel internacional.
En esta investigación, se recuperan testimonios de trabajadores que habían reportado que en esas plantas había líneas paralelas de suministros de gas. ¿Qué significa? Que las empresas gaseras de la zona compraban con una factura Pemex, pero por otra conexión, ordeñaban las plantas, y de ahí se habría originado este siniestro tan lamentable.
Entonces, el libro está lleno de ese tipo de pasajes, de negligencias, que hasta ahora no hay quien rinda cuentas de estos hechos. Yo quería retomar una parte y una anécdota de Jorge Diaz Serrano, que también se cuenta en este libro, para explicar cómo algunos directores de Petróleos Mexicanos han puesto su vida pública y privada en una misma dirección.
Jorge Díaz Serrano, quien tenía como pareja a la secretaria de Petróleos Mexicanos, que, además, era un personaje muy famoso, aunque poco conocido de nombre: es la musa que sirvió para la escultura de la “Diana Cazadora”. Se cuenta que esta historia, ese romance tórrido, se da en las instalaciones de Petróleos Mexicanos; porque, además, era muy peculiar, porque era una secretaria que había estado con los principales directores de Petróleos Mexicanos. Se narra aquí como Jorge Díaz Serrano le hizo costosos obsequios o cómo le mandó construir una réplica de la “Diana Cazadora”.
Vamos viendo anécdotas y cosas que más derivan en una situación mucho más sistemática… ¿Qué sucede, luego, con Ernesto Zedillo? ¿Qué pasa posteriormente, con esta “alternancia” con Vicente Fox? Todo esto de Oceanografía. ¿Qué sucede después con Felipe Calderón? Y bueno, ¿en el actual gobierno, también?
Esto lo decimos, amigos, porque cuando las cosas van bien, todos somos “padres” y madres de los “logros”. Recordemos cuando se aprobaron las supuestas reformas y cómo algunos se molestaron porque no les tocó a ellos más marquesina… Después -sin embargo- todo el mundo se avergüenza de las cosas.
¿A qué vamos con este comentario? A algo en que hemos insistido: fijémonos en cómo muchos que se querían anotar y que han hecho cosas para que suceda lo anteriormente expuesto, ahora señalan sólo al gobierno actual. Y aquí hablamos de partidos, de grupos económicos.
¿A qué vamos? A que no se pretenda señalar con el dedo sólo al actual gobierno, porque claro que hay que señalarle muchas cosas; pero recordemos que igual hicieron en el pasado y ¿qué pasó? Que Ana Lilia, en su momento, ha escrito esto y que no narra las cosas pasado el tiempo, sino cuando suceden. Las escribe y se arriesga. En esa dinámica cronológica, ¿qué nos compartes?
Tú, lo has explicado muy bien, Celeste, y qué bueno que haces este comentario tan pertinente, porque ahora que empezamos a ver el proceso electoral prácticamente en curso; ya empiezan a usarse -como botín político- los señalamientos. Pero, en efecto, también lo has descrito, como cúpulas económicas y cúpulas de intereses, a las que han llevado a este desmantelamiento paulatino de Petróleos Mexicanos, sin importar cambios de gobierno, transiciones en el poder, aparentemente con una lógica o con un común denominador, incluso en los cambios de partido: es la enorme corrupción dentro de la industria.
Hablábamos de la desincorporación de Pemex, o la división en empresas subsidiarias y filiales en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. En el gobierno de Ernesto Zedillo se dio continuidad a todo ese proyecto de gobierno, pero, además, la estructura laboral se hizo crecer. Al crecer la estructura laboral, también se crearon más plazas para el sindicato petrolero, un sindicato que desde que nació, nació corrupto.
En el libro, se describen muchos casos y la mecánica de operación, para una referencia clara; por ejemplo: en el sindicato petrolero, las plazas y los trabajos se compran, se heredan, se venden, se rentan, se alquilan o se prestan; es decir, el día de mañana podría ir yo sin ninguna experiencia y pedirle a alguien que me rente su plaza en Petróleos Mexicanos y se rentan por uno, dos, tres meses, por un año, y dependiendo de eso, son las tarifas. Así es cómo se opera este negocio, que es coto -también- del sindicato.
Todo eso se ha permitido desde las estructuras directivas. ¿Qué pasa después en el gobierno de alternancia? Sigue la misma corrupción y suceden casos como el de Oceanografía.
Y en esto nos vamos a quedar, en esto que dice Ana Lilia Pérez del “gobierno de la alternancia” y solamente hacer un paréntesis, queridos amigos. Los logros laborales son importantes, los sindicatos también; la corrupción y los líderes corruptos no.
Lo decimos, porque aquí tratan de decir que los sindicatos son malos; no, son malos los líderes corruptos. Entonces hay que subrayar esto, porque con ese pretexto también se pretenden luego quitar derechos que se han ganado a lo largo de los años. Son los derechos de los trabajadores. Aquí estamos hablando de corrupción.
Por otro lado, tenemos frente a nosotros, la portada de Camisas azules, manos negras. El primer libro de la trilogía es El saqueo de Pemex desde Los Pinos,que publicó Ana Lilia en el 2010. Luego vino El Cártel negro, en 2011. Siguió el exilio de la autora y ahora estamos frente a Pemex RIP. ¿A qué queremos llegar? A que vemos en la portada de Camisas azules, manos negras, a Felipe Calderón.
Recordemos, pues, que Calderón, antes de ser presidente, fue Secretario de Energía. En el caso de José Antonio Meade, podemos decir que también ya fue Secretario de Energía y quiere ser el próximo presidente de México.
Y, por otra parte, hay ex secretarios de Pemex que ahora sirven a otros intereses, precisamente intereses privados…
Y prácticamente todos los ex directores de Petróleos Mexicanos, incluso aquellos involucrados en polémicas como el tema del “Pemexgate”. Por ejemplo, quien era el gobernador de Coahuila, luego llegó a la dirección de Pemex. Él, se vio involucrado en este asunto de la triangulación de 500 millones de pesos. Rogelio Montemayor, ahora, tiene su propia empresa petrolera, y es una de las empresas a las que se le asignó un bloque en esta ronda de licitaciones para la zona de Burgos, en el noreste mexicano.
Tenemos a Luis Ramírez Corzo, un hombre cuya historia en Pemex se narra en este libro. ¿Y por qué Luis Ramírez Corzo? Porque él, es uno de los funcionarios que se quejaba del tráfico de influencias de Marta Sahagún, en Petróleos Mexicanos, cosa que narro en este libro. Él, se quejaba de los hijos de Marta, de cómo hablaban para recomendar, o de la manera como presionaron para recomendar que se otorgaran contratos a una empresa que -en ese tiempo- nadie conocía; que era una empresa que tenía una pequeña y modestísima oficina en el edificio Insurgentes 300, aquél viejo edificio Canadá, que todavía sigue en pie, por cierto, después de los dos tremendos terremotos; pero era un muy modesto despacho.
¿Y por qué subrayo esto, tanto? Porque es una empresa que después de aquellas llamadas que hacía este director hacia Marta Sahagún, y que hacían los hijos de ella, tuvo muchos contratos, y esa empresa era Oceanografía. En este libro se narra la historia de esa empresa, porque es la primera investigación periodística que habló de esa empresa.
Yo fui a reportear todas sus instalaciones en campos, sus barcos, cómo operaban, es decir, desde hace muchos años, esa empresa operaba mediante tráfico de influencias y corrupción. ¿Quién era el Secretario de Energía que avaló muchas de esas contrataciones? Felipe Calderón. ¿Y quién era el enlace entre esa empresa y el Secretario de Energía? Se llamaba Juan Camilo Murillo.
Y esta es una parte de la historia que también el maestro Enrique Pastor Cruz Carranza documentó muy ampliamente en el estado de Campeche, y que le costó el acoso, también.
¿A qué voy con todo esto? No hay gobiernos de transición; los gobiernos de transición -por lo menos dentro de Petróleos Mexicanos- a lo que llegaron fue a hacer sus propios negocios privados. Oceanografía es un ejemplo claro de eso. Y ahora podemos recordar a aquellos dirigentes del Partido Acción Nacional viajando en las naves de Oceanografía, en sus giras de campaña por el estado de Campeche y distintas entidades del país.
Entonces, para el caso de Petróleos Mexicanos, que yo lo refiero como un espejo de la historia de este país, no hay distingos de partidos; lo que hay es intereses, y lo que hay era una intencionalidad clara desde los años 80 de llevar a Pemex a una situación de crisis; a una situación donde se diga oficialmente que Petróleos Mexicanos no es ya productiva, donde se diga que Petróleos Mexicanos no es ya competitiva, y donde se diga que se requieren empresas que vengan a hacer lo que antes hacían los mexicanos.
Recordemos a Luis Téllez Kuenzler, que quería que -en “venta de garaje”- se vendiera a Pemex que porque iba a llegar a seis dólares el precio del barril; él lo decía. ¡Imagínense! y sigamos a todos estos personajes.
Y Luis Téllez, también trabajando para otra de las empresas que está documentada su historia, en este libro, como parte de las beneficiarias de las reformas.
En el año 1970, Zbigniew Brzezinski, quien llegó a ser -en ese momento- el consejero de Seguridad Nacional en los Estados Unidos, dijo que Estados Unidos no quería a otro Japón al sur de su frontera, y, el otro Japón -o sea, la potencia mexicana- se centraba en Pemex.
Así es. En las decisiones aplicadas a la industria petrolera tienen mucho que ver las presiones, también, de Estados Unidos, o esa visión de negocios de Estados Unidos. Lo que se pensaba era para qué privatizar Pemex si se podía operar en otro tipo de esquemas. Y encontramos, también, que Petróleos Mexicanos ha operado en paraísos fiscales desde hace décadas.
En este libro se incluye un mapa para que el lector identifique en qué países del mundo, en qué “paraísos fiscales”, está el dinero que se supone que es de todos los mexicanos. Entonces, operamos en Islas Caimán, en Bermudas y en otros paraísos fiscales y en territorios laxos, sin que los mexicanos lo supieran.
Entonces, este libro está comprobando una hipótesis que a veces sonaba a mito, que era el de la privatización de la industria petrolera de manera premeditada, mediante distintos mecanismos, mediante distintas operaciones administrativas y los excesos, los excesos que en efecto de ellos, han echado mano lo mismo los directores, las dirigencias.
Pero en el Sindicato también hay corrupción. Aquí, aplaudo mucho el comentario tan atinado que hace Celeste, de que una cosa son los derechos y los logros de la clase laboral, que siempre deben defenderse, y otra, cómo -para efectos del sindicato petrolero- los propios agremiados han presentado “ene” número de denuncias ante autoridades judiciales, por supuestos malos manejos de su dirigente, y ninguna de ellas ha prosperado.
Entonces, este libro también recupera la voz de los trabajadores petroleros que están indignados por lo que se ha hecho con su industria, con su empresa, con la empresa a la que le dedicaron años de esfuerzo, y están indignados, también, con el proteccionismo que hay ante la falta de rendición de cuentas de lo que se ha hecho con el dinero petrolero.
Hablan de los accidentes. En el sexenio de Vicente Fox y en el de Felipe Calderón, tuvimos accidentes petroleros; México vivió un segundo boom, y díganme ustedes ¿cuándo pagamos un litro de gasolina a precio más bajo? ¿O cuándo disminuyeron las tarifas de todos los energéticos que consumimos? Jamás.
¿Cuándo se fortaleció el sector salud, o el educativo? En fin, las carreteras -porque antes- los mexicanos podíamos transitar por nuestro país y ahora toda va, y ha ido, replegándose.
Y ha ido replegándose y los mexicanos de a pie, no supimos donde quedó esa bonanza petrolera, ¿Qué se hizo con esa bonanza petrolera?
¿Cuánto fue? ¿500 mil millones?
El dato preciso lo consigno en el libro, y se habla de los distintos periodos. Fue uno, con Vicente Fox, cuando el crudo mexicano alcanzó niveles récord, y dos, con Felipe Calderón, y en México no vimos ni rastro de ese dinero.
Y ahora, le preguntamos y le pedimos, antes de terminar, Ana Lilia: ¿qué podemos decir para aquellos que dicen que “ya se acabó Pemex”? Pues si ya hubiera acabado, no estarían todos los privados tan ilusionados con todo esto.
Mira, una cosa es hablar del Pemex, la estructura, el señorío de empresa que fue la empresa y que ya no es, y otra cosa es hablar de la riqueza petrolera.
México sigue siendo una potencia en hidrocarburos, y tan es así, que tienes a empresas de todo el mundo que están viniendo a invertir y a hacer negocios en Pemex.
Tienes a los árabes, a los noruegos, a los italianos; no conozco una sola petrolera que no quiera hacer negocios con Pemex. ¿Por qué? Porque hay nuevos yacimientos, pero esos nuevos yacimientos no se descubrieron de la noche a la mañana, hay ya estudios de muchos años donde se identifica la riqueza de México. ¿A qué voy? A que los mexicanos necesitamos, primero, conocer la información para saber qué decisiones tomar como ciudadanos, en cuanto la rendición de cuentas, y a la exigencia de que el nuevo gobierno, o el gobierno que esté, independientemente del partido que sea, debe en realidad, tener una política energética que favorezca al país, y no solamente que favorezca a sus compadres y a sus amigos, o a los empresarios que lo ayuden a llegar al poder.
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