Confrontación EE.UU.-China
Eduardo Roldán*
EN EL 2017, EL INTERCAMBIO COMERCIAL TOTAL entre EE.UU. y China fue de 636,000 millones de dólares. China importó de EE.UU. bienes por 130,000 millones de dólares y exportó a EE.UU. 506,000 millones de dólares. Dando una balanza deficitaria para EE.UU. por 376,000 millones de dólares.
EL PRESIDENTE DONALD TRUMP ha pedido a China que reduzca su superávit comercial bilateral en 100 mil millones de dólares. De hecho, su retórica implica que el comercio debiera ser equilibrado con cada socio. Sin duda, este objetivo no es ni alcanzable ni negociable.
Además, no toma en cuenta la balanza de servicios, donde a EE.UU. le es favorable el resultado. EE.UU. exportó bienes por un valor total de 1.55 billones (millones de millones) de dólares en 2017. Si se incluyen los servicios, una categoría que Trump siempre evita citar porque está en superávit, el volumen global asciende a 2.33 billones (millones de millones) de dólares.
La afilada retórica confrontacionista de Trump frente a China, después del viaje de Xi JInping a EE.UU., en abril del 2017, se cambió a una de diálogo.
El resultado fue la firma de un acuerdo entre Estados Unidos y China, en mayo del 2017. Dicho acuerdo tuvo como objetivo ampliar los negocios entre ambas naciones. Así se dio un giro copernicano a la confrontación. Y de ser China “un enemigo económico” se le denominó “socio comercial. El Departamento de Comercio estadounidense dio la bienvenida a los inversores chinos tras anunciar el pacto que, según el secretario de Comercio, Wilbur Ross, reduciría el déficit comercial que su país registra con China.
Acuerdo entre EE.UU. y China en 2017
“1). China abre la puerta a la carne de res estadounidense. 2). China podrá comenzar a exportar pollo cocido a Estados Unidos. 3). Ocho productos biológicos estadounidenses, entre ellos los transgénicos, serán aprobados para su comercialización por la agencia de seguridad biológica china. 4). Estados Unidos permitirá a China importar gas natural licuado estadounidense.5). China permitirá a las firmas financieras extranjeras ofrecer a clientes chinos calificaciones crediticias. 6). Estados Unidos ampliará hasta por tres años una medida de "no acción" contra el banco de liquidación chino Shanghai Clearing House. 7). El gobierno chino deberá hacer los trámites necesarios para que empresas de pago electrónico cuyo capital sea 100% estadounidense puedan empezar a solicitar una licencia para operar en China con yuanes. Con esta medida, firmas como Mastercard o Visa podrán entrar al mercado. 8). Las autoridades estadounidenses se comprometen a no discriminar a los bancos chinos y aplicarles los mismos estándares de regulación que al resto de entidades financieras extranjeras. 9). China emitirá bonos del Estado y licencias de negociación de acuerdo a dos entidades financieras estadounidenses. 10). Estados Unidos reconoce la importancia del plan de inversiones y negocios impulsado por China bajo el nombre de la Nueva Ruta de la Seda”.
Fuente: Eduardo ROLDÁN. “TRUMP CONTRA EL MUNDO”. México, AMEI, 2018, pp. 112-113
Con ese marco de entendimiento se atenuó la confrontación temporalmente. No obstante, los avances logrados, el Departamento de Comercio de Estados Unidos tomó la decisión de aplicar impuestos antidumping a los exportadores y productores chinos de papel de aluminio. Hecho que generó el inicio de una guerra comercial entre China y EE.UU. El presidente Trump le impuso aranceles a China por 250,000 millones y en respuesta China le impuso a EE.UU. sanciones por 110,000 millones de dólares.
En esa tesitura veamos las cifras de la guerra comercial. Estados Unidos anunció sanciones a China por 50,000 millones de dólares en junio de 2018. China las igualó. EE.UU. aplicó en dos etapas dichas sanciones: 34,000 millones, en julio de 2018 y 16,000 millones, en agosto de 2018 y 60,000 millones en septiembre de 2018. En agosto de 2018, Estados Unidos anunció la imposición de aranceles a China por 200,000 millones. China anticipó sanciones en represalia por 60,000 millones de dólares. En septiembre de 2018, Donald Trump advirtió que EE.UU. podría imponer sanciones por otros 267,000 millones. Así, China anunció los nuevos aranceles a EE.UU. por valor de 60,000 millones.
La guerra comercial entre las dos principales economías mundiales afecta en conjunto a productos valorados en 100,000 millones de dólares. Esta cifra representó el 17% de los intercambios entre ambos países que alcanzó 636,000 millones de dólares en 2017.
Esta es la situación real del enfrentamiento comercial entre las dos economías más importantes a nivel mundial. En el fondo es claro que Estados Unidos quiere, como lo han expresado el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin y el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, que China reduzca los impuestos a los autos importados y permita a los extranjeros, léase estadounidenses, ser propietarios mayoritarios de firmas de servicios financieros. Sin duda, EE.UU. presiona a China para que deje de subsidiar a las empresas estatales y que compre más productos y chips estadounidenses, etc. y así evitar una guerra comercial larga y de fondo.
Made in China 2025
De conformidad a un análisis elaborado por la compañía Bloomberg y publicado por el diario El Financiero, el 28 de marzo de 2018, Estados Unidos, en el fondo, busca detener la estrategia del presidenteXi Jinping “Made in China 2025” que tiene como meta convertir aChinaen el líder mundial de la producción de la alta tecnología del futuro: la industria aeroespacial, los vehículos que funcionan a base de nuevas energías y la biotecnología. Después de aplicararancelesa industrias del siglo XX como el acero, el presidente estadounidense,Donald Trump, ahora tiene en mente diez industrias estratégicas que China pretende dominar en el siglo XXI. Lo anterior se puede entender tomando en cuenta las declaraciones del representante comercial de EE.UU,Robert Lighthizer: "estos son sectores clave en los que si China domina el mundo, dañaría a Estados Unidos".
Estados Unidos ve ahora a China como un rival estratégico y la imposición de tales restricciones son para contener el ascenso exponencial de China a los sectores de la alta tecnología. Por todo lo anterior, el asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, Mnuchin y Lighthizer tratan de contener el acceso de China a ser la primera potencia económica mundial para el año 2040-2050, como lo analiza y pronostica la compañía PricewaterhouseCoopers dedicada a la prospectiva mundial.
Luego de una investigación sobre las prácticas de propiedad intelectual chinas, el representante comercial dijo, en alguna ocasión, que Estados Unidos "enfrentaría a China por sus prácticas estatales y de distorsión del mercado". En ese sentido, las compañías estadounidenses establecidas en China han argumentado que dicho país usa tácticas para obligarlas a transferir propiedad intelectual, y que las entidades chinas se dedican al robo generalizado de secretos comerciales estadounidenses.
Compañías estadounidenses importantes establecidas en China.
Ford (Jiangling), GM, Johnson & Johnson (Xi'an),Apple (Zhengzhou), Black & Decker (Shangái y Suzhou), Caterpillar (Tianjín, Suzhou y Wuxi), Dell ( Xiamen y Chengdu), Hewlett-Packard (Chongqing), Mattel (Huanyao), Nike, etc.
Fuente: Angela Chavarín. manufactura.com del 10 de abil de 2018.
ElBanco Asiático de Desarrollo afirma categóricamente, en uno de sus análisis especializados, que China terminó con el dominio de Japón en las exportaciones de alta tecnología de Asia. Hoy en día, este sector representa el 44 por ciento de las exportaciones de productos de alta tecnología, tales como las tecnologías de la información, la robótica, la biotecnología, los vehículos eléctricos, el instrumental médico con alto valor tecnológico, aviones y equipos de telecomunicaciones. Además, habría que agregar que China produce más del 70% de los teléfonos móviles, computadoras portátiles o equipos de telecomunicaciones de todo el mundo. Al respecto, la consultora Capital Economics resalta que “imponer un arancel alto a estos productos terminaría convirtiéndose en la práctica en un impuesto sobre las compras estadounidenses de la electrónica de consumo”,
Lo cierto es que las compañías extranjeras estadounidenses temen no poder seguir compitiendo con las empresas chinas en el sector de la inteligencia artificial y en su avanzada y sofisticada fabricación porque éstas son respaldadas por enormes inversiones y subsidios estatales. De acuerdo con información publicada por El diario del Pueblo, China tenía 592 compañías dedicadas a la producción de inteligencia artificial en 2017 con una inversión de más de 10 mil 200 millones de dólares, ubicándose en segundo lugar respecto a Estados Unidos.
Incumpliendo las normas
El argumento central del presidente Trump es que las políticas chinas perjudican a los innovadores en Estados Unidos y en todo el mundo al interferir con la capacidad de los propietarios de tecnología extranjera para establecer términos basados en el mercado en licencias y otros contratos relacionados con la tecnología. Según el Representante Comercial de los EE.UU. “China está incumpliendo las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) al negar a los propietarios de patentes extranjeras, incluidas las empresas estadounidenses, los derechos de patente básicos para evitar que una entidad china utilice la tecnología después de que finaliza un contrato de licencia”.
A su vez, China argumenta que se trata de “medidas legítimas para seguir las reglas de la OMC y así salvaguardar sus intereses”.
Martin Wolf del Finantial Times plantea escenarios plausibles y con los que concordamos por ser realistas. Es evidente que los aranceles propuestos representan tan sólo una de las numerosas acciones dirigidas a las políticas relacionadas con la tecnología de China. Entre estas acciones se incluyen un caso contra China ante la OMC y un plan para imponer nuevas restricciones a sus inversiones en compañías de tecnología estadounidenses. “¿Se trata simplemente de detener supuestas transgresiones, como las transferencias forzadas o el robo de propiedad intelectual de su competidor estratégico? O, ¿es una movida para detener por completo el progreso tecnológico de China, un objetivo que es inalcanzable y ciertamente no negociable?”. Sin embargo, ante esta línea de pensamiento existe otra un tanto cuanto optimista; la del académico chino, Xu Bin, quien plantea que “el año que viene el déficit comercial se reducirá; China está dispuesta a hacer esfuerzos para que así sea. Beijing puede comprometerse a acuerdos que no afecten directamente a sus exportaciones hacia EE.UU., desde aumentar su volumen de importaciones a animar a sus empresas a producir en suelo estadounidense”.
Plausiblemente pensamos que estas tácticas son movimientos de una negociación que pudiera culminar en un posible acuerdo geoeconómico más amplio que el de mayo de 2017. Sin embargo, podría darse otro escenario menos optimista de un proceso interminable de tensas negociaciones entre las dos potencias económicas o de un ciclo de represalias y hostilidades mutuas interminables que incluyeran el campo geopolítico, como el de las Islas Spratley, etc. Es evidente que nos encontramos en una nueva era de competencia estratégica. La pregunta es si esta situación se controlará o si conducirá a un colapso en las relaciones comerciales internacionales.
Paul Krugman, el premio Nobel de economía, ha señalado: “Trump y compañía no tienen un plan para ganar esta guerra comercial. Pero pueden haberse tropezado con una estrategia que hará que se pierda de manera aún más decidida de lo que se hubiese esperado”. Y por su parte, Madeleine Albright, ha escrito que con trump en el poder, “lo que está pasando en el mundo es realmente peligroso”.
Relación comercial justa
En ese entorno, la Cámara de Comercio de EE.UU. “aplaude que la Administración de Donald Trump tenga como objetivo establecer una relación comercial justa, recíproca y equilibrada con China”, pero cuestiona “que la imposición de aranceles sea la vía indicada sin tener una estrategia clara a largo plazo". "Eso no hará más que dañar a las empresas, sus trabajadores y sus familias". En tanto la Business Rountable resalta que Estados Unidos se equivoca, sin duda, en desatar una guerra comercial, en despertar a los monstruos proteccionistas que generaron la gran depresión en la década de los años treinta del siglo pasado. Lo que queda claro es que la confrontación crea un nuevo escenario. El miedo es que el choque provoque una ruptura que dañe las relaciones entre las dos potencias y amenace el crecimiento y la estabilidad financiera internacional. Sin duda, hay mucho de verdad en este último planteamiento.
Sandro Pozzi y Xavier Fontdegloria del diario El País, 4 de abril de 2018, citan a Caroline Freund, economista del Peterson Institute for International Economics, explica que el déficit no se debe solo a malos acuerdos comerciales como dice Donald Trump, sino más bien al ritmo con el que gastan los consumidores y el Gobierno estadounidense. “Si se redujera el consumo, las importaciones caerían”. También citan que un dólar débil encarece las importaciones. El problema, según Freund, es que elevando el arancel no se resolverá el desequilibrio. Los analistas señalan que el mercado tenderá a compensarlos buscando los productos en otros países. “Trump y su principal asesor en materia comercial, Peter Navarro, arguyen que el abultado déficit comercial estadounidense responde a las prácticas desleales de otros países, principalmente de China”. Sin embargo, de acuerdo a los analistas del diario El País citado, resaltan que Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional, plantea que “estas acciones ilícitas, que existen, tienen un impacto pequeño en el déficit comercial. La diferencia comercial radica, en el hecho de que un país gasta más de lo que ingresa. La mejor forma de abordar estos desequilibrios macroeconómicos no es imponer aranceles ni levantar barreras, sino utilizar políticas que afecten a la economía en su conjunto, como herramientas fiscales o reformas estructurales”.
La directora general del FMI mandó también un mensaje a China. Pidió a todos los países que “se comprometan a un marco de igualdad en el que todos cumplan las normas”, haciendo hincapié en “la protección de la propiedad intelectual y la reducción de las políticas que favorecen a las empresas estatales”, unas de las múltiples críticas que la Unión Europea, Estados Unidos, Japón y otras naciones recriminan a China.
Un gran acierto de China
Estoy en total acuerdo con lo que plantea Enrique Dussel, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México y especializado en la economía china, quien señala que “el proceso de transnacionalización de capital tiene muchas décadas, pero que un fenómeno relativamente reciente es la transferencia de segmentos industriales más avanzados, lo que incluye procesos de ensamble de equipos tecnificados, aunque también de investigación y desarrollo”. Asimismo, resalta que un gran acierto de China ha sido lograr que los productos tengan un alto grado de integración de proveeduría local, además de que el país se ha convertido de ensamblador a fabricante de equipo, inventor e inversionista en nanotecnología”. Dussel advierte que “la administración Trump carece de una política de corto, mediano y largo plazo con financiamiento e incentivos para atraer segmentos de cadenas valor que salieron de Estados Unidos. En cambio, Made in China 2025 es un programa con una visión estratégica”.
La política industrial de China tiene méritos propios que han contribuido al despegue de ese país. China tiene tres pilares: educación de calidad, comercio e innovación tecnológica. Es una potencia porque tiene una planeación estratégica al año 2050. China produce 28% de los automóviles y más del 70% de los teléfonos celulares del mundo, además de que es el mayor importador de alimentos y energía, con compras que alcanzan 20% de las exportaciones mundiales.
Marwan Younes, director de inversiones de Massar Capital Management en Nueva York, afirma con toda certeza que "China es el mayor productor de materias primas y el mayor consumidor de productos básicos del mundo, por lo que tendría sentido que los productos chinos que están cerca de las áreas de suministro y demanda sean un punto de referencia más natural que los mercados estadounidenses".
El expresidente mexicano, Ernesto Zedillo, ofreció un consejo al gobernador del Banco Central de China, Yi Gang, sobre la creciente disputa comercial con Estados Unidos: “no ceda ante las demandas de la primera economía del mundo”. Zedillo lo expresó en Bali, Indonesia, el 14 de octubre de 2018, durante una reunión internacional. En ese mismo sentido Christine Lagarde directora general del Fondo Monetario Internacional fue clara al plantear que: “El sistema de comercio multilateral ha transformado nuestro mundo en la última generación (...) Pero este sistema de reglas y responsabilidad compartida ahora corre el peligro de ser desgarrado. Esto sería un fallo colectivo inexcusable”.
Las exportaciones de valor añadido a Estados Unidos desde China son equivalentes a 3% del PIB chino. Esto significa que Beijing perdería con la guerra comercial, pero la nación americana también se vería afectada. Los consumidores tendrían que pagar alrededor de 10% extra por los productos fabricados en empresas repatriadas. En 2017, China contribuyó con 18% a las exportaciones totales de todo el mundo, en tanto que Estados Unidos lo hizo con 9%.
La guerra apenas comienza y vaticino años difíciles.
En ese entorno de disputas y tensiones entre EE.UU. y China, el secretario de Defensa de EE.UU., James Mattis, y su homólogo chino, Wei Fenghe, se reunieron en Singapur el 18 de octubre del 2018, durante un encuentro regional de ministros de defensa, para evitar un accidente que pueda transformarse por error en una escalada de mayores proporciones.
En suma, el presidente norteamericano Donald Trump no ha entendido que Estados Unidos era la potencia dominante, pero se ha convertido en potencia líder y que ahora hay una nueva potencia desplazando a otra.
*Internacionalista, diplomático, analista político y escritor.
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