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Edición 217
Escrito por Abraham García Ibarra   
Sábado, 29 de Agosto de 2009 11:25

Abraham1
Desde 1845, el comodoro Robert F. Stockton y el presidente Polk maquinaron la guerra del 47 contra México. Sam Houston no bajaba de pillo al comodoro, y el congresista Alexander H. Stephens llamó mendaz al Presidente. Eso debe saberlo el ilustrado Obama. En la gráfica, Moctezuma (II) Xcoyotzin lapidado por sus súbditos. Lo exponen los conquistadores.


El mejor indio: El indio muerto
PARA ILUSTRAR NUESTRO OPTIMISMO NACIONALISTA

Con los tres poderes de la Unión degradados, arranca “la celebración” de la Independencia de México

 

ABRAHAM GARCÍA IBARRA 
(Exclusivo para Voces del Periodista)

Una guerra de pillaje y deshonor en la que el Dios de los   Cielos se olvidó de defender al débil y al inocente, en tanto que permitió que una poderosa banda de asesinos y demonios salidos del Infierno mataran hombres, mujeres y niños, dejando la desolación y la ruina en tierra del justo”.
Abraham Lincoln, en discurso ante el Congreso de los Estados Unidos refiriéndose a la guerra de despojo contra México en 1847.

 

Mapeo territorial y fines militares

Mientras el valor forense de la información de la propiedad de la tierra es relativamente obvio, no es tan obvia la correlación entre información geográfica y estrategia militar, pero esta correlación marca precisamente un atributo esencial de campañas contrainsurgentes exitosas.  El poder estratégico se convierte en la habilidad de adquirir y retener derechos de propiedad alrededor del mundo. Por tanto, puede ser medido como poder nacional, sub-, supra- o trasnacional”.

La confesión anterior la suscribe el teniente coronel norteamericano Geoffrey B. Demarest, egresado  de la Escuela de las Américas de los Estados Unidos -denunciada incluso por intelectuales y legisladores liberales de ese país, por haber sido convertida en centro de entrenamiento de militares latinoamericanos en prácticas de tortura y formación de escuadrones de la muerte paramilitares. La declaración transcrita, está contenida en el ensayo Mapeando Colombia: Información geográfica y estrategia, pero, en Geopropiedad: Asuntos externos, seguridad nacional y derechos de propiedad, el mismo autor afirma: “La posesión informal e irregulada de tierras favorece el uso ilícito y la violencia”. Entonces, dice el estratega gringo, la única solución para los campos de cultivo de crimen e insurgencia es la privatización y titulación de la tierra.

Demarest -según análisis-denuncia  del activista chicano por la defensa de los derechos comunitarios, Simón Sedillo, publicado en el suplemento Ojarasca (La Jornada, agosto de 2009; que a su vez da crédito a Left Turn Magazine), a más de su extracción de la Escuela de las Américas, o acaso por ello, fue agregado militar en la Embajada de los Estados Unidos en Guatemala (1988-1991) en la etapa más sanguinaria de represión militar contra las comunidades indígenas del vecino país sureño. Mapeando Colombia tiene registro al menos hasta 2003.

Lo que vale, como electrizante advertencia, es que Demarest aparece como coordinador de un grupo de profesores del departamento de Geografía de la Universidad de Kansas (USA), encabezado por Peter Herlihy y Jerome Dobson, y subsidiado por el Departamento de la Defensa desde 2005 con 500 mil dólares, para, como en Colombia, desarrollar la iniciativa México Indígena/Mapeando México, que forma parte, de acuerdo con Sedillo, de un proyecto mayor: Las Expediciones Bowman, patrocinado por la Oficina de Estudios Militares para el Extranjero (FMSO). En esa dirección, los estudios-piloto se iniciaron en comunidades indígenas de San Luis Potosí y Oaxaca. Oliver Froehling, investigador de la Universidad de la Tierra (Oaxaca) asegura que México Indígena se inserta en una estrategia político-militar vinculada, en estricta lógica, con la Iniciativa Mérida, en cuyo caso el mapeo se orienta al monitoreo de desplazamientos de comunidades indígenas para detectar potenciales “focos rojos”, a fin de contribuir a su control militar y, finalmente, liberar recursos naturales para beneficio del gobierno y sus aliados tradicionales.

Abraham2Petróleo, codicia sin límites

Conviene recordar como antecedente que, a compulsivas instancias  del Banco Mundial, durante el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León un equipo de funcionarios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, coordinado por Santiago Levy, elaboró un ensayo geo-político-económico-neoliberal denominado El Sur también existe, cuya tesis central es la reforma constitucional (artículo 27 de la Constitución mexicana, ya revisado por Carlos Salinas de Gortari para privatizar el ejido), a fin de derogar el régimen de propiedad comunal en los estados del sureste de México. El régimen comunal protege el patrimonio de los pueblos indígenas, en este caso específico constituido por la gran riqueza en recursos naturales, entre los que se encuentran los energéticos, y particularmente los hidrocarburos.

En dicho ensayo se basó la carta de navegación para concebir e instrumentar el Plan Puebla Panamá, relanzado por Vicente Fox Quesada, aún subyacente bajo denominaciones diferentes pero con los mismos fines. Diversas fuentes de inteligencia, algunas de ellas citadas puntualmente por nuestro colaborador Alfredo Jalife-Rahme en ilustrativas investigaciones consignadas en Voces del Periodista, coinciden en que, en territorios del sureste mexicano -poseedor de excepcional, rica y codiciada biodiversidad-, existe uno de los más abundantes potenciales petrolíferos del mundo. En 2000, en ocasión del fraudulento triunfo presidencial de George W. Bush,  un estudio prospectivo hacia 2015, entregado por expertos a la Casa Blanca, propuso que, con las reservas probadas y probables de México y Venezuela, puede ser satisfecho el insaciable consumo de hidrocarburos en los Estados Unidos.

Referencia histórica obligada

Las previsiones de Sedillo y Froehling consignadas arriba no pueden pasarse por alto, si de la historia queremos sacar rendimientos que impidan nuevos despojos imperiales, ahora que pueblos latinoamericanos se aprestan a conmemorar el bicentenario de su Independencia en medio de la resistencia la indígena (Perú, Bolivia, Colombia, etcétera) contra nuevos asedios de las trasnacionales sobre sus recursos naturales.

A principio de los 1800, según consta en testimonios del presidente Jefferson, el general estadunidense Zabulon Montgomery Pyke, como extensión de supuestas exploraciones por el Mississippi, se introdujo “por la libre” a México, cuyas características geográficas mapeó detalladamente, cuando ya desde finales del siglo XVIII, en el marco de la pugna entre Inglaterra y España por las posesiones del Nuevo Mundo, la naciente Unión Americana enervaba su apetito sobre los territorios sureños que formaban los dominios españoles, intencionalidad condensada después en una idea-fuerza: La del Destino Manifiesto. “Nuestro Destino Manifiesto es extendernos sobre el Continente que nos ha dado por la Providencia para el libre desarrollo de nuestros millones que año con año se multiplican”, escribió entonces el periodista John L. Sullivan.

Sullivan es retomado por Paul I. Wellman, quien a su vez sostiene: “El Destino Manifiesto expresó tanto el sueño de Andrew Jackson como la emoción que generó el impetuoso avance del pueblo americano hacia el oeste, al encuentro de un Destino que le sería magnífico”. El sueño de Jackson tenía en la mira a Texas, que se materializó hacia los años 30 del siglo XIX, como anticipo del gran despojo gringo que se consumaría una década después.

Si a los organizadores del programa del bicentenario de la Independencia de México les moviera un gramo de patriotismo en lugar de una agenda formal cargada de frivolidades, ordenarían reeditar masivamente, entre otros ensayos históricos, la investigación de Rafael Trujillo Herrera: Olvídate de “El Álamo”, como réplica a la consigna Remember The Alamo, utilizada hasta la fecha para mantener vivo el odio estadunidense contra nuestro país. Ambas obras se refieren a la anexión de Texas a la Unión Americana.

“México en 1842”

En el ensayo de Trujillo Herrera, el nombre del general Pyke y sus expediciones aparecen en el capítulo en que el autor aborda el libro México en 1842 -seis años después de la “declaración de independencia de Texas”, y cuatro años antes de la invasión a México- cuya propiedad literaria se atribuye a Charles J. Folsom. “Es indudable”, dice Trujillo Herrera, “que el curioso libro, de cuyas partes esenciales ofrecemos aquí un resumen, fue escrito con el deliberado propósito de avivar la codicia del pueblo americano, y prepararlo para la guerra”.

Abraham3 Según el autor de Olvídate de “El Álamo”, el libro de Folsom agrega un mapa a colores que corrige, con datos recogidos por el general Pyke, errores geográficos cometidos por Humbolt. México, escribió Folsom en su introducción, “Con sus magníficas mesetas y colinas, abundando en minas se oro y plata, y coronadas con ciudades llenas de riqueza y esplendor, se extiende en deslumbrantes despliegue ante la imaginación, cuando contemplamos los asombrosos acontecimientos de su reciente historia, presagiando cambios de extraordinaria magnitud (…) Se ha predicho con frecuencia que la misma intrépida raza que sometió las mejores porciones de Europa, y que posteriormente pobló el norte del Continente Americano, tarde o temprano encontraría las más ricas y atrayentes regiones del sur, donde las ventajas naturales del país son pródigas sobre un pueblo evidentemente incapaz de aprovecharlas o mejorarlas”. Como se ve, insiste Trujillo Herrera, esas primeras líneas fueron escritas en 1842 para incitar al pueblo (norteamericano) a la conquista de un país deslumbrador.

En la recapitulación por Trujillo Herrera de la obra de Folsom -pasando por Mr. Poinsett, a la larga ministro de Guerra-,  capítulo por capítulo se destacan la historia de México, desde la Conquista hasta la guerra de Texas; un “asombroso” y pormenorizado mapeo territorial estado por estado, incluyendo clima (hasta el estudio de las precipitaciones pluviales) y producción, minería, manufacturas, exportaciones y comercio, caminos y rutas; división política, y las estructuras de la Iglesia, el Ejército y la Marina, etcétera. En el tema del Ejército y la Marina sobresale la descripción de la secretarías respectivas, detallando hasta la nómina de mandos y su paga. En la segunda parte se narra la guerra de Texas, en la que se describe a Antonio López de Santa Anna, como “invasor de territorios que aún pertenecían a México.

Del -para México- doloroso desenlace de la guerra del 47, hasta Abraham Lincoln se compadeció. Tope en eso, tuvimos 67 años después la experiencia de 1914 en el Golfo de México (ataque armado a Veracruz) y, 90 años después la Rebelión Cedillista contra la expropiación petrolera, financiada por los magnates del petróleo estadunidenses. Recordarlo tiene sentido para saber a qué fines de los Estados Unidos sirven mapeos de las comunidades indígenas como los que ahora se han encomendado al teniente coronel Geoffrey B. Demarest y a sus geógrafos compañeros de viaje de la Universidad de Kansas.

México en 2010

Tiene sentido ese ejercicio de memoria histórica, porque es fácil encontrar el hilo conductor que nos lleva a los acontecimientos de nuestros días, con otros actores pero con los mismos objetivos. ¿Existen vínculos entre el expediente en Guatemala y Colombia del teniente coronel Demarest y su “doctrina” sobre la propiedad, las tareas de mapeo del México actual para fines estratégico-militares, pagadas por la Oficina de Estudios Militares para el Extranjero, ensayos como El Sur también existe, proyectos como el Plan Puebla Panamá, la militarización del gobierno de la República, resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en casos como el de Acteal (Chiapas) y la injerencia en este proceso de instituciones académicas subsidiadas desde el extranjero, etcétera?

La Escuela de las Américas (USA), según quedó consignado arriba, se esmeró en el adiestramiento y adoctrinamiento de gorilas latinoamericanos a los que se imputa haber formado escuadrones de la muerte para reforzar la lucha de contrainsurgencia en el marco de la Guerra Fría. De esa institución es egresado el teniente coronel Demarest. Éste fue agregado militar en la legación de los Estados Unidos en Guatemala de 1988 a 1991, uno de los periodos de represión contra los indígenas más violenta.

Abraham4 En Guatemala, el ministerio de la Defensa fundó en 1974 la Escuela de Adiestramiento y Operaciones Especiales. En 1975 se le agregó la denominación de Kaibil, en torva memoración del rey Kaibil Balam, del imperio Maya, célebre porque nunca pudo ser capturado por las tropas españolas. Casualmente, en 1989, un año después del arribo del teniente coronel Demarest a la legación estadunidense, ese centro de adiestramiento fue refundido en las remotas fincas de sugerentes nombres El Infierno y La Pólvora. En el protocolo oficial, se considera a los kaibiles (“los que tienen la destreza y la astucia de dos tigres”) soldados de élite, después concentrados en la región de Peptún Petén, lejos de los ojos inquisidores de los defensores de los derechos humanos.

Los especialistas en disciplinas castrenses asemejan a los kaibiles con los Gurkas británicos o a los Rangers estadunidenses, pero, menos condescendientes, otros los describen como simples “máquinas de matar”, que se ciñen al poético juramento de: Si avanzo, sígueme; si me detengo, prémiame, si retrocedo mátame, pero la poesía se acaba cuando, como parte de su entrenamiento para la crueldad, a los nuevos reclutas se les obliga a cortar con los dientes y tragar cabezas de pollos vivos. Diversas investigaciones sobre las tácticas de los kaibiles, informan que una de sus especialidades es el degollamiento de sus víctimas

Abraham5 Recientemente, La Jornada ofreció a sus lectores un sensacional hallazgo periodístico: El Libro de Chiapas, cuya autoría es del general Antonio Riviello Bazán, secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Según sus testimonios, desde 1971 se detectaron movimientos rebeldes en aquél estado. En lo sucesivo, se utilizó la labor social para obtener información de las comunidades indígenas “sobre la situación existente”, lo que permitiría al Ejército advertir operaciones que se estaban gestando, y que se manifestaron en 1994. (NdeR: En el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, se hizo del dominio público que la Secretaría de Desarrollo Social suscribió acuerdos con la Secretaría de Gobernación y la Procuraduría General de la República, para disponer de los padrones de beneficiarios de los programas de esa secretaría para, supuestamente, detectar vínculos con el narco). La irrupción en 1994 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, sostiene el general Riviello Bazán, obligó al Ejército mexicano -entre otras acciones- a modernizar sus estructuras y mejorar el adiestramiento de los soldados en territorio nacional y extranjero. Hasta aquí el ex secretario de la Defensa Nacional de Salinas de Gortari.

Durante su gobierno, el presidente Zedillo Ponce de León -según se supo después de terminado su sexenio- instruyó a la Secretaría de la Defensa Nacional sobre la selección de elementos del Ejército mexicano para su adiestramiento kaibil en impenetrables campamentos fronterizos ubicados en territorio selvático entre Guatemala y México. Los reportes indican que, con esos elementos, fueron formados los primeros Grupos Aerotransportados de Fuerzas Especiales (GAFES). Esos datos, no desmentidos por autoridad alguna, fueron retomados y publicados, ya durante la segunda parte del gobierno de Vicente Fox, cuando, en Michoacán, se descubrieron los primeros cadáveres degollados y, aleatoriamente, fueron capturados algunos bandoleros, identificados oficialmente como kaibiles, de los que se dijo estaban en posesión de uniformes de la Agencia Federal de Investigación (AFI), de la Procuraduría General de la República, y armamento reservado para uso exclusivo del Ejército.

A partir de entonces, mientras que aumentaba el número de personas decapitadas descubiertas, incluso con declaraciones de miembros del aparato represivo federal menudearon informes en que se reconocía un presunto pacto entre los kaibiles (que no desaparecieron del todo en la estructura de la Defensa guatemalteca), y Los Zeta, brazo armado del cártel del Golfo; alianza  cuyo dato principal es que a ambos bandos servían desertores del Ejército mexicano. A mayor abundamiento, frecuentes informaciones sobre operaciones contra el narco revelaron la captura de kaibiles de ambas nacionalidades en territorio chiapaneco. Se pretendía, sin embargo, presentar ese como un fenómeno aislado y no como sistema.

Se remueven lodos de aquellos polvos

El caso Acteal, reciclado tras la criticada actuación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ha removido, como ocurre con los testimonios del general Riviello Bazán, la memoria del Expediente Chiapas. El ex diputado federal bajacaliforniano Jaime Martínez Veloz, escribió recientemente en La Jornada (“Indígenas: ¿Objetos o sujetos): “Se pretende que se olvide que las políticas de contrainsurgencia y paramilitarización -financiadas y apoyadas desde oficinas públicas y militares- tienen una responsabilidad directa en los hechos criminales. Tengo en mi poder una fotografía donde, en la comunidad de Limar, en el norte de Chiapas, el grupo Paz y Justicia, era transportado en un camión militar a una reunión con la Cocopa, en abril de 199. Esto podría ser un dato menor, si no existiera la prueba documental de que el grupo paramilitar firmó un acuerdo mediante el cual el general de la zona militar se comprometió a entregarle varios millones de pesos para sus actividades.

Acteal es y será una huella imborrable en el país, y sobrevino después de que el gobierno rechazó cumplir los acuerdos en materia de derechos y cultura indígenas. En lugar de cumplir lo pactado, el gobierno armó indígenas y campesinos contrarios a los insurgentes para confrontarlos. Utilizando los instrumentos del Estado, convirtió a los indígenas sin tierra en ejidatarios en el mismo sitio donde se encontraban los zapatistas para enfrentar a unos con otros. Estos hechos no son el objeto del estudios de los intelectuales del poder, ya que sus patrones están preocupados porque esa parte de la historia pudiera ser borradas de todos lados”. Hasta aquí Martínez Veloz.

En el mismo diario, Hermann Bellinghausen, avecindado en Chiapas, relata: “Era la madrugada del 27 de diciembre de 1997. Quizá la cinco y media o seis de la mañana. Estaba oscuro. Una columna de vehículos civiles y de la policía, camionetas, carros y ambulancia, descendían de los Altos procedentes de Acteal. Los seguía en su carro el corresponsal de La Jornada Juan Balboa. Nos contó que allí iban los cuerpos, rumbo a Tuxtla Gutiérrez, y que él iba a seguir el convoy. Lo había topado más arriba. Los muertos, que todavía no acabamos de contar, resultarían ser 45, observados sólo por los que los llevaban y luego por los forenses (…) Cuando diez años después, en 2006, comenzó a circular la especie de una suerte de ‘batalla’ entre dos bandos, o la posibilidad de que alguien más que los atacantes ‘machacara’, ‘macheteara’ o ‘rematara’ a los caídos, me resulta muy sorprendente. La única fuente de esa ‘versión’ eran los propios paramilitares confesos y sentenciados, sin que nadie en Chenalhó tuviera cómo confirmarla. Ni se les había ocurrido.

Para ilustrar la vera historia mexicana, apenas unas horas después de la resolución de la Suprema, según revelaciones de la organización National Security Archive (Archivo Nacional de Seguridad), con base en documentos desclasificados de la Agencia de Inteligencia de Defensa de los Estados Unidos, un cable del agregado militar de la Embajada, fechado el 4 de mayo de 1999, informa que “para mediados de 1994, el Ejército mexicano contaba con la autorización presidencial (Carlos Salinas de Gortari) para instituir equipos militares encargados de promover grupos armados en las áreas conflictivas de Chiapas. El intento fue asistir a personal indígena en resistir al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Además, durante la masacre de Acteal en 1997 (Ernesto Zedillo Ponce de León) oficiales de inteligencia del Ejército estaban involucrados en supervisar a los grupos armados de los Altos de Chiapas.” ¿Qué más se puede agregar?

Se puede agregar que, hacia 2007, diez años después de la matanza de Acteal -ya con presidente designado-, en un Producto Interno Bruto (PIB) nacional de 10 billones 730 mil millones de pesos, la participación de Chiapas era de 185 mil millones de pesos. En números relativos, de 1.72 por ciento del gran total; una variación de menos 4.1 por ciento respecto de 2003. Según reportes del Consejo Nacional de Población, Chiapas debuta en el índice respectivo como uno de los grandes estados expulsores de población, en su mayoría indígenas.

Calderón, en el “camino correcto”

Uno de los  temas de nuestros días, es el enojo de Felipe Calderón Hinojosa porque se difundieron sus declaraciones públicas en las que tácitamente apoya el acuerdo por el que el gobierno de Álvaro Uribe  cede territorio colombiano para la operación de al menos siete bases militares de los Estados Unidos. Pero hay otra nota que, por supuesto, no está en el interés de los medios mexicanos sovietizados, sobre todo los electrónicos: Conforme a informes de inteligencia militar, escudados en la macabra denominación Autodefensas Unidas de Colombia (con las que el gobierno ha firmado acuerdos) forman filas de entre cuatro y 10 mil efectivos paramilitares. Están activas unas 80 bandas que tienen aterrorizadas a la poblaciones rurales, lo que nos remite de nuevo a Mapeando de Colombia, atribuido al teniente coronel estadunidense Geoffrey B. Demorest quien, por lo consignado arriba y no aclarado por la Secretaría de Relaciones Exteriores, cumple en México las mismas patrióticas tareas.

Si de suyo ese dato es para preocupar, pone los pelos de punta este otro: Durante su visita de Estado a Colombia en agosto, Felipe Calderón Hinojosa firmó un acuerdo con Álvaro Uribe por el que mandos de inteligencia policial de aquel país capacitarán a once mil policías mexicanos. ¿Capacitarán para qué?

Se anuncia que, arrancando septiembre, el gobierno mexicano pondrá en marcha la agenda para “la celebración” del bicentenario de la Independencia de México. ¿Independencia de México? A otro perro con ese hueso: De ser patriotas, de veras, deberíamos, al menos, empezar por leer de nuevo: Tres estudios sobre las Provincias Internas de Nueva España, de la maestra María del Carmen Velázquez, ya que, según nos advierte el doctor Olac Molinar Fuentes, en los libros de texto gratuitos con los que se inaugura la “nueva” Reforma Integral de la Educación Básica, ya no podremos consultar los temas sobre la Conquista de México y los tres siglos de dominación española.

 


La anexión por otras vías

Dios dicta designios que el común  de los mortales no alcanza a descifrar. Sabido es que, al entregar Barack Obama carretadas de dólares a los insaciables banqueros estadunidenses -unos 175 mil millones de los contribuyentes para abrir boca, a nueve mafias que repartieron entre sus ejecutivos 32 mil 600 millones de dólares sólo en 2008, según el fiscal general de Nueva York Andrew Como), en estricto rigor el huésped del salón oval de la Casa Blanca asumió intervención en sus consejos de Administración. Por esa vía, según dicen nuestros analistas financieros en tono coloquial, los mexicanos con débito a Citigroup-Banamex se convirtieron en deudores del presidente de los Estados Unidos, pues dicha firma está en la polla de  los favorecidos. Los de Hacienda dijeron que esa “no fue la intención primaria” de Washington.   Y -¡ojo!- ya se sabe cómo se las gasta el imperio en eso de defender en huerto ajeno los intereses norteamericanos: Se cobra agravios en especie y sangre. Dígalo si no nuestra triste historia.

Pero existe ahora un dato más peliagudo y ruin: El gobierno espurio de Felipe Calderón Hinojosa -al través del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit)- le puso “la bola franca” a Obama y compinches para que profundicen la anexión en abonos de México: Cedió a Citigroup, por conducto de su filial Scrap II-Pendelum (otra franquicia agraciada es Capmark de GMAC), los derechos sobre deuda por vivienda, tierra incluida, de más de 56 mil mexicanos (de 110 mil) que, por insolvencia de ingreso, cayeron en mora. Los nuevos tenedores de la deuda, que pagaron precios unitarios de 25 mil pesos, quieren hacerla efectiva a los expropiados con “derecho” de tanto por no menos de 300 mil pesos. Doce veces más que el valor pagado al Infonavit. Si la versión es cierta -y pocos  dudan que no lo sea-, esos acreedores están ofertando en el sur de los Estados Unidos, vía Internet, gangas inmobiliarias en México. En el negocio está involucrado Enrique Colliard, que para mayores señas fue coordinador de Recursos Corporativos del podrido Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa.)

Es el caso que las víctimas de ese atraco trasnacional acudieron en demanda de protección  a los anatocistas ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El ministro ponente en la causa -para conciliar diversas tesis de jueces regionales-, Sergio Salvador Aguirre Anguiano -reputado como ministro de la derecha- dictaminó que esa violencia administrativa del Infonavit es constitucional. Pues sólo que sea por la Constitución de los depositarios del Destino manifiesto. Lo  dicho, comendador: Las vías de Dios para cumplir sus designios son infinitas. (AGI)



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