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Edición 359
Escrito por Abraham García Ibarra   
Miércoles, 21 de Junio de 2017 16:43

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En tratándose del tema de la sucesión presidencial México-2018, no creemos caer en una digresión si colocamos esta entrega editorial en el marco de la 43 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA); junio, Cancún, Quintana Roo.

Ello es así -si vale la explicación-, porque un asunto colocado en el centro de gravedad de la orden del día de ese encuentro continental, estuvo la cuestión de la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos, ideas-fuerza sobre las que la diplomacia mexicana adoptó, al lado de Washington, una posición beligerante contra el régimen bolivariano de Venezuela.

A tenor con el discurso del aún presidenciable canciller mexicano, Luis Videgaray Caso, previo y durante la Asamblea de la OEA, el gobierno de Venezuela se ha apartado de la vía democrática. Con este argumento, el vocero del gobierno mexicano se adhirió a la exigencia de la Casa Blanca, de que el gobierno de Venezuela revoque su convocatoria a una Asamblea Constituyente.

No es, esa retórica injerencista del secretario de Relaciones Exteriores, una expresión aislada. El dirigente nacional del partido gobernante en México, el PRI, Enrique Ochoa Reza, le ha dado como soporte a su discurso electoral rumbo a 2018 el llamado a cerrar lo que él llama la oscura caverna del populismo.

Después de los controvertidos resultados electorales del 4 de junio, Ochoa Reza le dio una sesgada lectura sicológica a la voluntad de los votantes que, según su diagnóstico, le dieron mayoría a los candidatos de su partido: No quieren ser como Venezuela.

Se respeta la sintaxis del declamador. ¿Es o no, ese criterio electoral del dirigente priista, vinculante con la retórica del presidenciable Videgaray?

El dirigente del PRI blasona de sus títulos académicos en las disciplinas de Ciencia y Filosofía políticas. No ignora, entonces, que el espantajo del populismo ha sido zarandeado desde la década de los ochenta por los tecnócratas neoliberales para satanizar el Nacionalismo Mexicano, cuyo último expositor fue el ex presidente priista Miguel de la Madrid, postulante de la Sociedad igualitaria, una de sus siete tesis de campaña que sustanció en su Plan Nacional de Desarrollo (PDN) para el sexenio 1982-1988. Ahora, el harakiri es Kramer contra Kramer tricolor.

La fascinación de un ejemplo irrepetible

Tampoco ignorará el augusto egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y de la Universidad de Columbia (USA) -por eso dirige el PRI renacido-, que el primer presidente tecnócrata neoliberal, Carlos Salinas de Gortari, porfió ante el candidato presidencial del PRI a la sucesión de 1994, Luis Donaldo Colosio (+), para que centrara su oratoria contra su adversario ex priista, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Es que Cárdenas Solórzano fue hijo del general Lázaro Cárdenas del Río, según tesis de reputados investigadores, incluso extranjeros, prototipo precursor del populismo en México.

Los teóricos contemporáneos no tienen reparo en identificar el populismo como una de las vertientes más arraigadas del nacionalismo, tope en las monsergas de la globalización fondomonetarista, desfondadora de las soberanías nacionales.

Hace unos cuantos meses, el presidente Enrique Peña Nieto, en encuentro de los tres dignatarios de América del Norte, pretendió usar esa tipificación, populismo, con arrogante acento descalificador. Barack Obama le respondió con una fe de erratas: Le dijo que él es populista, entendido el populismo como respuesta política a las demandas de las clases populares, en especial de la clase trabajadora.

El plebiscito de todos los días

Pero de nacionalismo se trata: En histórica ocasión, el bretón Ernest Renán, en 1882, partidario hasta entonces del régimen monárquico, a propósito de una guerra anexionista del gobierno francés, dictó una conferencia bajo el rubro, ¿Qué es la Nación? Se contestó que la construcción de la nación pasa por el plebiscito de todos los días. Plebiscito viene de plebe. De la raza, como se diría en México.

Los estudiosos contemporáneos del nacionalismo, interpretan el discurso de Renán como una defensa de la voluntad de los pueblos y su derecho a autodeterminar su régimen de gobierno.

Desde principios del siglo XIX, Primo de Verdad abogó en la Nueva España por el principio de soberanía popular. De eso hace más de dos siglos. ¿Es necesario subrayar que aquella Nueva España se llama hoy México?

Para conocimiento del filósofo economista que dirige hoy el PRI, Enrique Ochoa Reza, egresado de la estadunidense Universidad de Columbia, la Constitución mexicana está escrita en español. Y dice todavía hoy, en su artículo 39, no reformado por el fáctico Pacto por México, que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo.

Dice más la Ley de leyes mexicana: Todo poder dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste: El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

¡Ah! que Constitución mexicana tan populista. Hay que refundirla en la “oscura caverna del populismo” y sellar la cueva con materiales más macizos que los que usará Trump para construir el muro fronterizo, no importa que en Europa se abra ya una nueva era de nacionalismos para aquellos excluidos del apetitoso usufructo de los exclusivos e insolentes feudos globalizados.

Sangrantes cabezas de puerco como instrumento de disuasión

Bajo la dirigencia nacional del PRI en manos del filósofo economista Enrique 8A, se dio la campaña electoral tricolor en el estado de México. Ahí se repartieron a granel sangrantes cabezas de puerco en los domicilios de militantes de la oposición; seguramente, extensiones secretas de la oscura caverna del populismo.

Hay maneras muchas de disuasión: Don Corleone quería que su ahijado favorito fuera protagonista de una película que rodaba un productor de Hollywood. El productor se negó. Una mañana, entre sus sábanas de seda sangradas en su amable lecho, el productor amaneció con la cabeza de su caballo preferido, Khartoum, al lado de la suya.

El productor de Hollywood se dio cuenta, de súbito, que el ahijado de Don Corleone era un “excelente actor”.  Le dio el papel exigido. Pero no todas las famiglias son tan eficaces y convincentes.

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La institución del voto del miedo

En marzo 1994 fue asesinado en Lomas Taurinas, Tijuana, el candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta. El segundo fiscal especial para la averiguación del magnicidio fue el ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Miguel Montes García. Éste destacó que una de las líneas de investigación consideraba el complot.

Se hace referencia a ese sórdido episodio porque, siendo candidato suplente del PRI Ernesto Zedillo, después de un debate en que su contendiente Diego Fernández de Cevallos lo barrió de calle, el PRI desencadenó una campaña tipificada como voto del miedo.

Del voto del miedo se habló en el estado de México cuando empezaron aparecer en varios municipios mexiquenses cabezas de marrano en los domicilios de opositores y amenazas telefónicas y mantas con leyendas disuasivas dirigidas a determinados candidatos.

La obscena estrategia del voto del miedo de 1994 tenía como fin asegurar la continuidad del modelo tecnocrático neoliberal inaugurado por el usurpador Carlos Salinas de Gortari. Como se logró.

El voto del miedo en 2017 en el estado de México -plataforma para la sucesión presidencial de 2018-, con el reparto de cabezas de cerdo, tendría como fin la continuidad del fáctico Pacto por México y sus reformas transformadoras.

Las reformas estructurales del salinato transexenal y las transformadoras del peñismo, se concibieron para revertir la obra del nacionalismo revolucionario mexicano e instituir en México una sociedad de servidumbre.

Ese proceso disolvente no pasó ni ha pasado por el plebiscito de todos los días que, según Renán, es base para la construcción de una nación inspirada en la voluntad de los pueblos.

Sobre las virtudes privadas y públicas

Con un México en llamas rumbo a 2018, es menester recordarle al filósofo priista Enrique 8A Reza, la sabia voz de otro filósofo de veras, don José Ortega y Gasset, referida a la compulsión de los cambios súbitos para dar felicidad a aquellos a los que no se consulta sobre tamaño beneficio: Preciso es evitar, en la marcha de las cosas humanas, ese aspecto patológico que hace de la historia una lucha ilustre y perenne entre los paralíticos y los epilépticos.

Esta entrega subvirtió la intención de narrar las sucesiones mexicanas a partir de que se instituyó, con Miguel Alemán, la primera presidencia civilista para el relevo del general Manuel Ávila Camacho.

Sólo recordaremos algunas palabras de Miguel Alemán, primer presidente priista, dedicadas a su antecesor: Las virtudes privadas y públicas de usted, lo hicieron un mandatario ejemplar. La historia hablará del impulso que dio a las obras del Estado.

Reconocerá el gran patriotismo con que condujo la República en el periodo de la guerra y dirá que la unidad nacional proclamada por usted fue para el pueblo mexicano una revelación de las esencias morales de su patriotismo, de las que fue durante su gestión, el más firme sostén. La gratitud de la nación para usted es sincera, grande y merecida.

Quién, el 1 de diciembre de 2018, ¿pronunciará una oración de ese corte en el cambio de guardia en Los Pinos? ¿Los albañiles que mezclan el cemento para cerrar la oscura caverna del populismo?

La respuesta no está a nuestro alcance. Es potestad de los prudentes y probos consejeros y magistrados electorales federales, guardianes insobornables de la ejemplar democracia mexicana.

El problema de los 18 árbitros electorales federales que, como selecta y decimonónica Junta de Notables, administran la “democracia representativa” en México, es que sus resoluciones y sentencias quedan bajo sospecha de la plebe del llano y, con más conocimiento de causa, de los críticos ilustrados.

Pueden, en su descargo, aquellos guardianes de la democracia mexicana, parafrasear a Nietszche: “¿Acaso podemos ser confundidos con quienes ahora son comprendidos? Hay quienes nacemos póstumos”. (La justiciera historia nos absolverá). Es cuanto.

 

  

  

  

 

   



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