SEMIOTICA DE LA MUERTE Y LA “NARCOCULTURA” EN LOS MASS MEDIA Y LA FARÁNDULA INFORMATIVA
Ofensiva macabra de la oligarquía mediática
FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ*
Armarse hasta los dientes también con mass media
CON EL PRETEXTO, nada inocente, de “informar” sobre la “guerra contra el narcotráfico”, y la “inseguridad”, que asuelan rentablemente a los pueblos latinoamericanos, las televisoras de las oligarquías se solazan, sin empacho, entre baños de sangre y espectáculos de cadáveres. Todos narran idéntico su placer, nada oculto, por exhibir víctimas ensangrentadas a destajo y para levantar las banderas de sus moralejas militaristas y represivas.
TODOS ANHELAN LIDERAR el paraíso alienante en el que, a punta de pavor mediático, se justifique cualquier alianza, cualquier invasión, cualquier violación de los derechos humanos con el pretexto de luchar contra el “crimen organizado”. En décadas de saliva, gastos descomunales y muertes a mansalva, los resultados son paupérrimos. Hoy su “Alma Mater” son las bases militares yanquis en Colombia.
Todos, los burgueses, quieren más presupuestos y más “fuerzas del orden”, todos quieren más “asesores” extranjeros, más aplausos monetarios de la DEA y más presencia militar en las calles. Para eso han creado el monstruo mass media insaciable que, a mañana, tarde y noche, exhibe sin control escenas inenarrables de barbarie y desmoralización social. ¿Quién los frena? ¿Quién regula u ordena su discurso? ¿Quién pone por encima de este negocio macabro la salud mental de los pueblos, la integridad emocional de los niños, la salud colectiva de los imaginarios sociales? ¿Acaso el neoliberalismo mass media?
Esta forma del “Terrorismo Mediático”, envuelto en túnicas legalistas, oscila sus ambigüedades simbólicas entre la urgencia de control efectivo y contundente (que sólo los pueblos deben ejercer) y la tarea ideológica burguesa que camufla con filantropía de mercenarios su ofensiva de miedo contra el malestar social. Y entonces todo son excesos de obscenidad y pornografía “noticiosa”. Todo es exceso, demasiados militares de espalda a sus pueblos, demasiados operativos, demasiados crímenes en las pantallas, las radios y los periódicos de las oligarquías. Y aun así, ineficiencia, incapacidad e inoperancia. El crimen crece y se vuelve espectáculo... y se vuelve negocio, los anunciantes apuestan al rating de la sangre.
“Censura” gritan las oligarquías mediáticas cada vez que uno exige medidas jurídicas, culturales o políticas para democratizar los medios y frenar sus abusos. Violación de la Libertad de Expresión proclaman los negociantes burgueses de los mass media, cada vez que uno exige que cumplan con su Responsabilidad Social y cesen en su ofensiva patológica contra la sensibilidad de los destinatarios. “Acoso”, patalean los lebreles de la “información” cada vez que uno se niega a seguir siendo esclavo o rehén de sus demagogias “periodísticas”. Los delincuentes de la cultura de masas capitalista, armados con cámaras y micrófonos, se hacen pasar por víctimas toda vez que el hastío y el asco social se torna en denuncia contra sus latifundios de impunidad. No dejaremos de insistir.
Luego de meses y años de ensayar su fórmula macabra de exhibicionismo criminal los mass media se han vuelto cómplices de la “cultura del narco”. Y los estragos atemorizantes (por señalar sólo lo menos) dejan huellas que son de suyo objetos de estudio y frentes de lucha social nuevos. Es imposible ser indiferentes. Los efectos de la “narcocultura” son realmente preocupantes, la burguesía mass media lucra de manera chantajista con el miedo real de la población. Tal lucro mediatizado es un síntoma visible de descomposición capitalista. Todos los días, a todas horas se exhiben escenas de asesinatos, secuestros, extorsiones, robos y episodios de personas decapitadas y tal espectáculo de real barbarie son consecuencia de un sistema que produce pobreza, crisis de salud pública, educación paupérrima y corrupta, carencia de vivienda y destrucción del empleo. Y por colmo sistema económico y social que genera criminales disfrazados de empresarios y multimillonarios cómplices del saqueo y la explotación. El capitalismo sangriento que obliga a la población a convivir desaforadamente con la industria del narco desde su producción, distribución, consumo y consecuencias asesinas.
Tal es la base material del “crimen organizado” que cierra posibilidades a miles y miles de personas inocentes que, de un modo u otro, son víctimas del consumo y del acarreo, y además, pagan con sangre su situación de rehenes mientras por los bancos circulan las millonadas que tocan a gobiernos, ejércitos, policías y mass media. Quien intente probarlo es cadáver de inmediato con espacio televisivo asegurado. Circo redondo. El fondo real del asunto es usar los llamados medios de comunicación para endurecer las políticas represivas, la política de silenciar a los pueblos, amedrentarlos y hacerlos causa primera y última de más inversiones para militarizar a los países. Endurecer la represión contra el movimiento obrero
La clase obrera es mucho más poderosa
Los mass media como herramienta de la burguesía sostienen una guerra simbólica que legitima a la industria del narco y que saca dividendos convertidos en armas represoras de todo tipo, incluso mediáticas. Es necesaria una dirección marxista contra los latifundios semióticos, con base en el movimiento obrero, para tomar el poder de los mass media y derrotar la ofensiva burguesa alienante y militarizada. Cada vez esta más claro el problema de seguridad nacional que comporta la alianza mass media y barbarie. Cada vez esta más clara la necesidad de discutir y combatir continentalmente la concentración monopólica de herramientas mediáticas para descarrilar la voluntad democrática de nuestros pueblos. Cada vez esta más clara la urgencia de una Cumbre Latinoamericana en materia de Comunicación y las tareas de una Corriente Internacional de la Comunicación hacia el Socialismo. Tenemos enfrente la Guerra de IV generación y el pretexto burgués de la lucha contra el narco para armarse hasta los dientes contra las revoluciones nacientes. Eso no lo dicen en la “tele”... los trabajadores lo saben.
* Rebelión/Fundación Federico Engels/Universidad de la Filosofía
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