La gangrena usurocrática
JOSÉ LUIS ONTIVEROS
UNO DE LOS PUNTOS esenciales de la visión del poeta estadounidense Ezra Pound es su condena a la usurocracia como un poder que contamina todo lo que toca y hace de sus devotos, depredadores y voraces, un sistema de muerte del espíritu, en que nada escapa a esta potestad devastadora que impera por la parasitaria reproducción del interés del dinero, de tal modo que los programas radiofónicos que el poeta dio desde Radio Roma -en un periodo que va de mediados de 1941, que se interrumpe por el bombardeo japonés a Pearl Harbour y que prosigue hasta el 25 de julio de 1943- con la obstrucción de la burocracia fascista, que nunca reconoció en Pound su misión profética como poeta, ya que lo juzgó como una extravagancia, un outsider, que era adicto al fascismo a partir de una concepción del Estado como poder ético que derivaba directamente de Kung (Confucio).
Si bien pudiera objetarse que Pound hiciera propaganda contra la guerra, y aun su admiración hacia Mussolini que compartiera con las principales figuras intelectuales y políticas del momento entre ellos Lenin, Churchill y el escritor judío Emil Ludwig, convendría tomar en cuenta que cada trasmisión iba precedida por este anuncio: “Radio Roma, actuando de acuerdo con la política fascista de libertad intelectual” -a lo que seguía- “Queda entendido que no le será pedido decir nada contrario a su conciencia o que sea incompatible con sus deberes de ciudadano de EU”. Mas lo importante es ver hasta qué punto el sacrificio del poeta, que le valiera su internamiento durante 13 años en el manicomio de Santa Isabel en Washington resulta del todo actual y es un diagnóstico de la crisis económica usurocrática globalizada.
De acuerdo a Pound, más allá de la viabilidad de los proyectos del economista inglés heterodoxo Clifford Houd Douglas -consistente en la supresión del dinero como medio de intermediación económica- y del alemán Silvio Gesel, a lo que estaría unido la postura de Gottfried Feder El quebrantamiento de la servidumbre del interés del dinero, figuras que nada tenían que ver con la derecha hegeliana de Gentile y el propio Mussolini, así Pound consideraba siguiendo a Confucio que: “Los impuestos exigidos por un Estado que niega la libertad son formas de rapiña más dañinas e injustas que los asaltos de los bandoleros” ¿Acaso en el fondo del actual despojo financiero no hay una mezcla entre la especulación y la falta de ética en el manejo de los dineros privados y públicos? ¿No es una forma virulenta de usurocracia entregar al gobierno nuevas exacciones por su improductividad y la creación de un elefante blanco presupuestívoro de una alta burocracia derechista, que ha creado 76 nuevas subsecretarías y más de mil 100 direcciones adjuntas? Pound que se sumergió en el misterio de Eleusis, que condujo la vanguardia vorticista y que vio a EU como una “inmensa casa de locos” lo dice en su obra mayor Los Cantos, en el XLV: “Con usura el hombre no puede tener casa de buena piedra/ con cada canto de liso y acomodo/ para que el dibujo les cubra la cara,/ con usura/ no hay para el hombre paraísos pintados en los muros de su iglesia/ harpes et luz”. Ezra Pound es hoy una figura central en la diferenciación entre el trabajo productivo y las formas parasitarias de lucro, entre las que destacan los impuestos que cargan a los hombres libres con cadenas, “el hombre libre respira el aire y no tiene que pagar por ello” (Confucio). El ejemplo de Pound y su poesía y su martirio se alzan contra la usurocracia que todo lo corrompe.
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