Los acuerdos secretos del salinismo
FELIPE MORENO
POCOS, PERO MUY POCOS, conocen la historia y cada día que transcurre menos la podrán contar. La verdad del 88 es un secreto a voces, incluso podríamos afirmar: El Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano fue uno de todos aquellos personajes de nuestra política que estuvieron de acuerdo o se echaron para atrás cuando el binomio PRI-PAN -en la Cámara de Diputados- decidió torcer la historia para imponer como Presidente de la República al espurio Carlos Salinas de Gortari.
No es casualidad y menos ingenuidad que César Nava, presidente del CEN del PAN, exija hoy "corresponsabilidad" a los priìstas que dice coordinar el siempre salinista Francisco Rojas Gutiérrez. La petición del diputado César Nava para imponer más impuestos a los mexicanos nos hace recordar esos acuerdos o pactos secretos instrumentados por Diego Fernández de Cevallos, el hombre más poderoso -en estos momentos- al interior de las estructuras del Partido Acción Nacional. Un político que sabe no le tocó ni le tocará ser Presidente de la República, pero sí un operador de altos vuelos, incluso en el contexto internacional y otros ámbitos del llamado crimen organizado.
El poder político de Carlos Salinas de Gortari no se limita al PRI - léase Beatriz Paredes- y menos aún a los ámbitos legislativos, donde tiene como peligrosos alfiles a Manlio Fabio Beltrones y Francisco Rojas Gutiérrez, entre otros. El poder de Carlos Salinas incluye a poderosos empresarios y medios de comunicación, tanto impresos como audiovisuales; en concreto, una de las dos cadenas de televisión y uno de los dos periódicos de mayor circulación e influencia nacional. No es casualidad, por tanto, que el hijo de Raúl Salinas Lozano se siga moviendo en política, como si no hubiera concluido su mandato. La palabra reelección, así sea sólo para diputados y senadores, incluye, quiérase o no, el posible retorno del salinismo. Hoy proliferan en las cámaras juniors y ex gobernadores. La verdad, no tienen m...
El PRI y el PAN, visto a la distancia, mantienen vigente la "corresponsabilidad" o complicidad que los empató en 1988; una serie de acuerdos en lo oscuro que obligaron a los legisladores de la LV Legislatura para que se ordenase la quema inmediata de las boletas electorales de 1988, que dieron el triunfo al después perredista Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Bonita manera de enterrar un fraude o sepultar sus heces fecales, por ordenes presidenciales.
De esos días a la fecha han sucedido eventos desagradables; muchos de ellos por faltar a la palabra o bien por pretender brincarse las trancas. A los neoliberales de hoy se les ha barrido el bendix o fallado el collarín. Lo único que nunca podrá cambiar en México es el modelo neoliberal, impuesto a Carlos Salinas de Gortari por los dueños y señores del mundo globalizado. Si alguien lo duda, vayan a Magdalena, Sonora, y pregúntenle a Luis Donaldo Colosio. Y todo por querer cambiar el modelo a uno más racional y más justo.
La petición de César Nava, al exigir "corresponsabilidad" a los priìstas, nos lleva a los años negros del PRI, donde todo en México comenzó a delirar y pedir un cambio. De ahí vienen todos nuestros males actuales en política, la palabra de un político dejó de ser garantía. Hoy ni los acuerdos firmados tienen validez. Ambición desmedida y hambre de poder, dominan los principales escenarios de la política. Más aún, cualquiera, hasta el más ignorante, pero con dinero, cree poder llegar a la silla presidencial. El último caso, patético por cierto, el del tal Juanito, un pobre hombre que terminó doblándose ante las propuestas o amenazas del jefe de Gobierno Marcelo Ebrard Casaubón.
La "corresponsabilidad" o complicidad entre el PRI y el PAN, se encuentra más allá de las Cámaras, sea la de diputados o senadores. Las complicidades cada día serán más visibles pues no son inteligentes. Y es que, de algún modo, los operadores del neoliberalismo o salinismo, encontrarán la forma menos penosa para que su organización política no pase como traidora a los intereses del pueblo. Pero de que habrá más impuestos o imposiciones disfrazadas en contra de los ciudadanos mexicanos no debe quedarnos duda. Diputados y senadores son partes de una misma historia y sus privilegios, legales o ilegales. Qué tal una gubernatura para el PRD en la persona del zacatecano Tomás Torres, por ejemplo.
La política, en sus primeros niveles no ha dejado de ser la misma. En la real politik mucho menos. Los dueños del mundo siguen insistiendo en petróleo y electricidad, compromisos que vienen desde las épocas de Vicente Fox en la era panista. Con el PRI era lo mismo, pero se aparentaba o manejaba de otra manera. La doctrina Estrada se aplicaba férreamente, para que los intereses de los norteamericanos no tuvieran sobresaltos o verse obligados a derribar aviones, ante la sospecha de que sus intereses pudiesen ir a parar a la península Ibérica.
Los nombres que se manejan en público son los mismos, igual son los secretos. En el top de la política se encuentran dos personajes que pronto habrán de entrar en una guerra frontal por la Presidencia de Mèxico. Un choque de tú a tú, en los ámbitos del gobierno mundial. Dos ex presidentes de México que se mueven allá, donde se cocina otro Fobaproa, pero esta vez para el mundo globalizado. Las diferencias entre Carlos Salinas y Ernesto Zedillo permanecen vivas, no se han definido hacia ninguno de los bandos. Gurría, Córdoba Montoya, Ortiz, son apellidos vigentes, incluido Agustìn Cartens.
Allá, muy lejos, por lo mismo, se ve a nuestro Presidente de la República. Por lo mismo es de llamar la atención el uso de la palabra "corresponsabilidad" en estos momentos. Únicamente hay que decirle al joven político César Nava, que no fue Carlos Salinas el que rompió el acuerdo para vencer a la dupla Vicente Fox-Ernesto Zedillo y convencer a Elba Esther Gordillo para que apoyara al PRI en su ultima recuperación política. Fue su jefe Felipe Calderón Hinojosa quien rompió ese pacto secreto. Y es que, el que come solo y no comparte, se ahoga al atragantarse. Uno de los secretos básicos del poder es saberlo distribuir o repartir. Y, en el caso de Felipe Calderón, ninguno de los dos principios está vigente. Lo quiere todo para él. De ahí el calificativo más que exacto para definir su paso por la administración pública de México; la de un Presidente inexistente para un Estado fallido o también inexistente.
El crimen organizado, Señor Presidente, se administra, no se combate y menos asesinando.
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