(Exclusivo para Voces del Periodista)
¿Evolución o revolución?
LOS FESTEJOS DE ESTE 20 de noviembre de 2009 son significativos porque representan la víspera del centenario de la Revolución Mexicana, que nació cuando don Francisco I. Madero en 1909 promovió al Partido Antireeleccionista e inició en esa fecha del siguiente año un movimiento armado pugnando por el "Sufragio Efectivo no Reelección".
A PARTIR DE LOS MÚLTIPLES tanto como espectaculares festejos del evento revolucionario que se llevaron a cabo en la ciudad de México hasta que el presidente Vicente Fox los canceló en 2006 para evitar conflictos urbano-gremiales, mucho se ha dicho de la Revolución Mexicana y una de estas versiones es que no fue una sino varias revoluciones que se protagonizaron en la famosa “Decena Trágica”.
Comienza como una rebelión contra la dictadura de Porfirio Díaz que cristalizó el descontento en todo el país, terminando con el exilio de uno y el triunfo del otro en elecciones democráticas de 1911. La segunda Revolución empezó con el desacuerdo entre la clase burguesa y Madero quien ya Presidente electo es asesinado junto con el vicepresidente José María Pino Suárez en 1913 con el apoyo de Estados Unidos y su embajador en México Henry Lane Wilson, y se impone el dictador Victoriano Huerta para finalmente huir a EU en 1914 debido a la presión de otros revolucionarios.
La tercera Revolución es con Emiliano Zapata y Pancho Villa luchando por reforma agraria, justicia social y educación, que se frustra por los compromisos adquiridos con los revolucionarios liberal-constitucionalistas Venustiano Carranza y Álvaro Obregón.
Con la cuarta Revolución culmina el movimiento armado y nace la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, reconocida por haber sido una Constitución liberal, social y la primera de su tipo en el mundo garantizando reformas, derechos civiles, políticos así como una legislación laboral progresista.
El membrete de “revolucionario” ya sólo se había empleado durante estos casi cien años en agrupaciones y partidos políticos que se atribuían la continuidad de un movimiento que alteró al establishment -anglicismo que significa “conjunto de dirigentes o personas que tienen el poder”- y forjó ilusiones en varias generaciones hasta que se llegó a la conclusión de que en México todo cambia para seguir igual: no evoluciona como nación.
Esta sorpresa popular que se acompaña de frustración y descontento ha ido creciendo hasta que ahora, en plenos preparativos para festejar el centenario de la Revolución Mexicana, se habla nuevamente de un “estallido social”.
Los focos rojos últimamente se encienden en cada caso: elaboración de una Ley de Ingresos 2010 que no satisfizo a nadie. El cierre de Luz y Fuerza del Centro que era necesario pero le falló al Gobierno el manejo político. Un desproporcionadamente alto presupuesto destinado a partidos políticos que al adquirir poder se erigen en una nueva clase gobernante: la partidocracia. Un IFE que representa no sólo un grandísimo presupuesto sino un costo político que tampoco justifica. Un Congreso de la Unión que sorprende cada vez más al develarse paulatinamente sus ingresos y egresos poco más que derrochadores y una ALDF que no atina a coordinarse. Un presidente de la República que pretendía pasar a la historia por el combate al crimen organizado sin darse cuenta que lo que más le interesaba al pueblo es la economía nacional.
La inconformidad contra el sistema gubernamental y las crisis que produce cíclicamente no son nuevas, como tampoco lo son la pobreza, hambruna, desempleo, deserción escolar, fuga de cerebros, campo abandonado, corrupción, baja en el ingreso de divisas, mal manejo de los recursos públicos, componendas entre políticos, etc.; la diferencia es que actualmente la explosión demográfica magnifica esta problemática.
Lo distinto ahora es que se acabó el dominio de un solo partido y el control lo ejercen tres entre quienes se dividen subsidios, ganancias, privilegios y prebendas; se alían cuando se tienen que aliar y se pelean cuando se tienen que pelear; lo nuevo es que están gobernando los tres partidos desde distintas posiciones políticas y ventilan las respectivas corrupciones para desprestigiar al rival. Esto permite que salga a la luz la podredumbre político-administrativa que priva al interior de las instituciones que siempre se había mantenido en la oscuridad.
Mientras aumenta el descontento y la inconformidad por un statu quo -locución latina que significa “en el estado en que” y se usa para designar el estado de cosas en un determinado momento -aparentemente inamovible, el pueblo se pregunta ¿Hacia dónde vamos? ¿hacia la evolución como país o hacia una quinta Revolución patrocinada ahora por empresarios, industriales, comerciantes y banqueros mexicanos, sectores donde cunde el descontento por el poco apoyo gubernamental, impuestos que no querían, incriminaciones y ataques presidenciales? y que, por todo eso ahora sí podrían financiar en lugar de EU, otra Revolución en México?
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