Edición 222 |
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El lema también está
entre los sembradÃos
COMBATIR POR LA TIERRA es batalla primigenia, los mismos muertos lo proclaman desde su libertaria resurrección en flor de manzanilla. Tierra y libertad es nombre y apellido, consigna que pesa más que cualquier palabra, mayúscula Revolución que no se estaciona en avenida.
Tierra, terruño y terregal
La universidad Autónoma Chapingo posee rúbrica y divisa de compaginadas acentuaciones con el zapatismo: Explotar la tierra, no el hombre; tierra colectiva para fecundar, tierra tumultuaria en la recopilación y en el reparto, tierra donde el reflejo del labrador se extiende como sombra que se habrá de cosechar.
En la tierra, además, se halla el terruño, lo que es el morador, la esencia de ser que acompaña indesprendible por más que se emigre, por mucho que se aleje el residente de su origen... la nostalgia se iza en banderola de primeras tolvaneras, terruño en espiral que se eleva en recordatorio de atalaya.
Terregal: estéril amontonamiento de olvidos, amnesia petrificada, estatua de humanidá que a goterones de luna sucia transpira cráter y erial... que ni como manojo empuñado al desgaire... servirá para tapar el sueño final de algún desconocido, de algún anónimo, de algún apócrifo que no tuvo tiempo de plantarse frente a la intimidad de su propio espejo.
El mito derechista contra el gran Zapata
A Emiliano Zapata Salazar ya no se atreven los enlatados conservadores de hogaño, a dispararle la cartuchera de los epÃtetos. No le dicen más “Atila del Sur†ni le endilgan el clásico “Robavacas†adjetival con que a todo revolucionario encerraban en unas comillÃsimas de “Cuatreroâ€.
Los de la diestra nada diestros, ahora lo almibaran de “abnegaciónâ€, lo enturronan de “inocenciaâ€, casi-casi lo envÃan con Lacan y con Piaget, le preparan su silla con todo y paletita en algún kinder Montessori.
Miliano, “explican†los nada derechos caballeros de la derecha, fue un hombre “buenoâ€... pero demasiado extemporáneo, quien debió haber nacido en los apogeos de la colonia ya que -amelcochados mitifican tales “educadoresâ€- Tierra y libertad para Zapata significaba una gracia del otrora reino español, algo asà como terregoso regalito dizque muy obsequioso concretaba el encomendero.
Cine y Tecla de pantalla
Un elegantÃsimo cacomixtle de albo cogote, Isidoro RodrÃguez, motejado “El Divino†por sus mágicas dotes de poner a laborar su manicurada uñÃsima... produjo un churroscope acerca de Zapata dirigido por Alfonso Arau, quien pretendÃa incluir escenas del libreto original, un “romance†entre Emiliano Zapata e Ignacio de
El señor Arau, tal vez por disposiciones de la productora divinidá, no se atrevió a inventar tal “amorÃoâ€. Se conformaron con hacer del gran Zapata un cliente de chamanes, un ser mitificado cuya alma reposa en los palomares de Catemaco.
El prejuicio antizapatista dañó incluso a demócratas y revolucionarios libres de comillas, a Rafael Pérez Taylor, por ejemplo, bardo y periodista que asistió a
Pérez Taylor, al igual que el pedagogo Gregorio Torres Quintero en otro ámbito y lenguaje, atribuyó al zapatismo una ignorancia supina que atrofiaba la conducción revolucionaria. No se enteraron que a Miliano le gustaba la poesÃa, en especial SinfonÃa de combate, de Santiago de
Emiliano Zapata Salazar es uno de los mexicanos más estudiados en las universidades del mundo,
Falsa bondá hacia la “inocenciaâ€
Octavio Paz en El laberinto de la soledad sitúa a Miliano en una irreal “inocenciaâ€, tras afirmar que “... el zapatismo fue una vuelta a la más antigua y permanente de nuestras tradicionesâ€. Redacta en ese ensayo una falsa bondá por la “inocencia†del revolucionario, arremete una y otra vez lo de tradicional, lo torna palabra clave en el análisis: El tradicionalismo de Zapata muestra la profunda conciencia histórica de este hombre, aislado en su pueblo y en su raza...†.
Alejandro Rosas, un biógrafo similar a José Manuel Villalpando convertido éste en una especie de historiador de cabecera de don Jelipe... lo mismo que don Octavio asienta, referente a Emiliano Zapata, que “A sus ojos la tierra era un sÃmbolo milenario y mÃstico...â€. AsÃ, para el señor Rosas, Tierra y libertad, más que una proclama, es fetiche adquirido en el mercado de Sonora.
Don Alejandro añade que la cuestión agrÃcola en la visión de Miliano “... no es un medio para el desarrollo de los pueblos y de la república...†, adjetiva “utópico†al morelense, pues “... quiso regresar al pasado y repartir la tierra con los tÃtulos de propiedad otorgados por la corona española...â€Â De nuevo la añosa y falsa bondá hacia Zapata.
Más que “desnudar†el “pensamiento†zapatista, el señor Rosas, a sà mismo, encuera su filiación con esta parrafadita que lo desviste en las profundidades de una radiografÃa, al teclear que Emiliano Zapata poseÃa “... la sugestión del vidente, la clara idea de la justicia que asiste a los eternamente despojados del derecho, a las irredentes vÃctimas de la civilizaciónâ€.
No sólo Paz y Rosas, también Fernando BenÃtez y John Womack, entre una vastedad, a Zapata le han untado la combinadita semántica de ignorancia e ingenuidad, lo redactan como la personificación ex post que hubiese sido dichoso de vivir bajo la canija majestá durante el virreinato.
Lo que les resultarÃa muy complicado es el comentario de la democracia popular que por generaciones se practicó en Anenecuilco (donde nació Miliano) o la polÃtica económica industrial en los ingenios cañeros en Zacatepec, desde la zafra, la elaboración de alcohol y azúcar, costales y botellas, inventarios, libros contables, ventas, reinversiones, distribución de ingresos... ¡todo en una economÃa comunista!, ¡pese a estar cercado el zapatismo por Madero, Huerta y Carranza!
Tierra y libertad, en efecto, no es cantaleta ni estribillo, que le pregunten a campesinos, obreros, autores... porque Zapata sigue entre el cañaveral y los trapiches... y en los completitos sembradÃos de la memoria.
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