Nación Mapuche
La tarea inconclusa
de la izquierda chilena
ROBERTO HERRERA*
Chile es efectivamente un país de cataclismos naturales y políticos. Cuando se ha vivido allí y frente a la majestuosidad del volcán de Villarrica, humeando amenazante y altivo, rodeado por sus apacibles lagos de aguas cristalinas y profundas, con sus faldas cubiertas de milenarias araucarias y pobladas con rucas de madera y techos de lámina de zinc y cientos de corderos pastando por las laderas, se tiene la sensación de estar en un ambiente natural donde en el momento menos esperado ese paraíso terrenal puede transformarse en el peor de los infiernos que ni el Dante Alighieri pudo haberse imaginado.
Las historias que se cuentan de múltiples catástrofes endémicas, de no venir de testigos presenciales, que más que refrendarios públicos son víctimas particulares traumatizadas por los frecuentes siniestros, uno estaría tentado a creer que son cuentos de camino real.
Nos encontramos en territorio Mapuche. Toda la toponimia lo recuerda, lo realza y lo hace presente. Tras las montañas, Neltume, aquel complejo maderero, donde un día hubiera conato de guerrilla, Mocho Chohuenco, Panguipulli, Liquiñe, Llancahue, Coñaripe y Lican Ray.
En sus casas, recelosos de los Huincas, pacientemente esperan el devenir del tiempo los descendientes de aquella estirpe guerrera de indios que muchos dolores de cabeza dieron al blanco invasor español. Aparentemente apáticos y sin ganas de trabajar la tierra, según el prejuicio de los gringos, cara de candados (cuadrados y puntudos) viven los Mapuche, una nación olvidada por las leyes de la sociedad moderna. Una minoría indígena vilipendiada y humillada, pero no vencida.
El pueblo Mapuche
En el sur del continente americano vive un pueblo antiguamente trashumante y expoliado desde la Conquista hasta nuestros días. Los Mapuche recorrían antiguamente su territorio en busca de alimentos, libre de fronteras, que comprendía las regiones de Chile y Argentina.
El pueblo de los hombres de la tierra, la nación Mapuche, comprendía varios grupos dependiendo de la región geográfica que les servía como retaguardia estratégica. Así distinguimos entre los Mapuche de la región norte, llamados Picunches, la región sur, llamados Huilinches y los Pehuenches en la región este. Minoría étnica cuya bravura y rebeldía dificultara la Conquista de la Araucanía[1], nombre otorgado por los españoles a la región donde habitaban los Mapuche. Por eso cuando los españoles hablaban de los Araucanos se referían a la nación Mapuche. La guerra por la Araucanía se prolongó desde 1546 hasta 1567. El pueblo Mapuche utilizando un concepto de guerra popular prolongada mantuvo a raya a los invasores españoles hecho que provocó fuerte dolor de cabezas a los reyes Carlos V, Felipe II, III y IV de España. Así sucesivamente y en ese orden.
Hoy, a principios del siglo XXI y después de siglos de lucha, el pueblo Mapuche sigue exigiendo de los diferentes gobiernos chilenos el reconocimiento de su pueblo como nación, hecho que provoca prurito social en la élite de las clases dominantes y en la clase política chilena de derechas.
Mientras que las constituciones políticas de México[2], Ecuador[3], Paraguay[4], Argentina[5], Colombia[6], Bolivia[7] y Venezuela[8], a modo de ejemplo, contemplan en sus leyes la protección y el respeto de las minorías étnicas y pueblos indígenas de sus respectivos países.
Incluso el hecho mismo que la República de Argentina reconozca en su Carta Magna la existencia de minorías étnicas, implícitamente reconoce al pueblo Mapuche, ya que la existencia de esos ciudadanos es conocida y estadísticamente registrada en el estado argentino.
En la Constitución Política chilena vigente no hay párrafo alguno donde se mencione el nombre Mapuche ni se hace alusión alguna a la existencia de minorías étnicas. Es decir que para el Estado Chileno, el pueblo Mapuche, como minoría étnica no existe. Chile es una nación conformada por todos los chilenos (incluyendo las personas que se autodenominan Mapuche) se argumenta cínicamente. Desconociendo y negando así, la existencia de la nación Mapuche, la que tiene una cultura ancestral específica, una lengua propia, el mapudungun, una idiosincrasia particular y una cosmovisión singular.
Por el contrario la Constitución chilena es la única en América Latina que legisla explícitamente los conceptos de terrorismo establecidos por la Junta de Gobierno presidida por el General de Ejército Augusto Pinochet Ugarte a través del artículo 9.
La existencia de la Ley Antiterrorista N° 18.314 impuesta el 17 de mayo de 1984 y su aplicación posterior ha significado prácticamente la criminalización de las demandas de tierra por parte de los Mapuche.
En Chile existen todavía en las cárceles de alta seguridad prisioneros políticos, a pesar de haberse realizado modificaciones en la ley antiterrorista (ley 19.027 que redefine el concepto de delito terrorista y la ley 19.806 que adecua la ley terrorista a la reforma del proceso penal). El 5 de julio del 2006 Michelle Bachelet Jeria, Presidenta de la República, presentó un proyecto de modificación de la ley N° 18.314, que propone la introducción de un nuevo artículo 2 bis, en el que se excluye la propiedad de los bienes jurídicos protegidos. El proyecto, en consecuencia, no modifica ningún tipo penal de los establecidos en la Ley Antiterrorista. Tampoco cambian las finalidades que se exigen para que estemos en presencia de un delito terrorista. De ahí que la propuesta comience señalando “sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos precedentes[9]. Han pasado casi cuatro años, la Presidenta se prepara para entregar el poder al recién electo Presidente Sebastián Piñera Echeñique. Tomando en cuenta la filiación ideológica del nuevo mandatario no es de esperar que sea precisamente él, un político ultraderechista, el que agilizara el trámite en el Senado.
Aunque el tema Mapuche pueda causar escozor político-social a la clase dominante y la izquierda gobernante haya vacilado y actuado con reticencia en los últimos años en reconocer y resolver el problema de las minorías étnicas chilenas, este sigue estando a la orden del día del que hacer político. A partir del 11 de marzo, fecha en que el gobierno de la Concertación entregará la batuta simbólica (la derecha siempre ha tenido el poder en sus manos) del poder al primer Presidente de la derecha ultraconservadora elegido democráticamente desde 1958, la izquierda revolucionaria tiene ahora la oportunidad, desde la oposición, de unir fuerzas y esfuerzos para intensificar la lucha de clases y en especial, la lucha de la nación Mapuche.
Esta es la gran tarea inconclusa de comunistas, socialistas, humanistas y demás fuerzas progresistas de Chile: generar un cataclismo político, vale decir Revolución.
[1] La Araucana. Alonso de Arcilla, Editorial Porrua,S.a., México 1979
[2] Constitución política mexicana:
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/1.pdf. Última Reforma DOF 24-08-2009
[3] Constitución política ecuatoriana:
http://www.ecuanex.apc.org/constitucion/
[4] Constitución política paraguaya:
www.constitution.org/cons/paraguay.
[5] Constitución política argentina:
www.senado.gov.ar/web/.../constitución/cuerpo1.php
[6] Constitución política colombiana:
http://web.presidencia.gov.co/constitucion/index.pdf
[7] Constitución política boliviana:
www.presidencia.gob.bo/constitucion.pdf
[8] Constitución política venezolana:
http://www.constitucion.ve/
[9] http://sil.congreso.cl/cgi-bin/sil_proyectos.pl?4298-07
* Rebelión
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