Un árbitro bajo sospecha
HÉCTOR TENORIO
Se pueda vaticinar que un poder fáctico como el narco influya de manera directa en la intención del voto en el proceso electoral del 2012. El papel que jugara el Instituto Federal Electoral (IFE), será decisivo, porque tendrá que hacer lo necesario para garantizar que la contienda por la silla presidencial este exentos de la influencia del crimen organizado y evitar que el dinero de dudosa procedencia llegue a las campañas políticas de los candidatos. ¿Lo logrará? ¿Cómo?, si la estructura del Estado ha sido penetrada por el crimen organizado quien ya tiene representantes en las cámaras de diputados y en la de senadores, y ahora quiere influir en la elección del presidente de la República.
El escenario no podría ser más complicado, la contienda por la presidencia de la república tendrá seguramente, como sello distintivo una altísima competitividad entre los partidos políticos. Además, de ser necesario el órgano electoral deberá realizar el conteo voto por voto de todas las casillas que se instalen en la próxima elección presidencial. El país no aguantaría otro proceso como el del 2006.
Por eso, veinte años después, el árbitro no puede equivocarse de cara al proceso electoral del 2012, cuando se pondrá en juego nuevamente su credibilidad. Su presidente Leonardo Valdés Zurita ha sido seriamente cuestionado, ya que no sabe trabajar en equipo y eso ha impedido consolidar al IFE. Al presidente del órgano electoral se le acusa desde el inicio su gestión de ser parte del equipo cercano del Partido Acción Nacional (PAN). Ese fantasma no se lo ha podido quitar. Incluso el papel del IFE como herramienta para dirimir las diferencias entre los partidos se ha desdibujado, lo que lo ha situado como simple botín político de los gobernantes en turno.
El Instituto Federal Electoral debe poner especial énfasis en el castigo a los actos anticipados de campaña disfrazados de promociónales de obras de gobierno que a la fecha realizan candidatos y partidos, lo mismo que el rebase de topes de campaña que para la mayoría de los consejeros del IFE desafortunadamente no pasan de simples amonestaciones y multas económicas menores.
En este contexto, el Congreso analiza entre 146 aspirantes quien reemplazara a los consejeros Virgilio Andrade Martínez, Marco Antonio Gómez Alcántar y Arturo Sánchez Gutiérrez, el próximo el 1 de noviembre. Los principales aspirantes a ser consejero son Ma. de los Ángeles Fromow , la ex Fiscal de Delitos Electorales de la Procuraduría General de la República (PGR), en el sexenio de Vicente Fox, cuenta con el aval del PAN. Por su parte el Partido de la Revolución Democrática (PRD), impulsa a Emilio Álvarez Icaza, ex titular de Comisión de Derechos Humanos en el Distrito Federal. El problema es que el Partido Revolucionario Institucional, quiere quitarle al PRD uno de los nombramientos, y esto provocaría desbalance al interior del IFE.
Los tres consejeros electorales, que se estrenarán en el proceso presidencial tendrán la función importante de consolidar la unidad del órgano electoral por encima de los intereses partidistas. Misión complicada porque los partidos políticos influyen en su designación y esto continúa siendo uno de los vicios mayores que le han hecho daño a la democracia en nuestro país.
Vale la pena recordar que cuando nació el Instituto Federal Electoral, el reto era hacer confiables las elecciones, tratar de evitar los fraudes electorales y que los perdedores aceptaran la derrota. Cuestión en la que han fracasado por la intervención de los partidos políticos a través de los consejeros. Ojala los diputados esta vez no se equivoquen en los nombramientos de los consejeros del IFE, pero no han indicios que nos indique que la razón gobierna sus actos.
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