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EU prepara control militar sobre México y América Latina
La historia es muy generosa a la hora de aportar pruebas acerca de cómo los Estados Unidos utilizan su doctrina de seguridad nacional para llevar a cabo acciones militares expansionistas. La creciente campaña contra México es, apenas, un ejemplo más -muy peligroso, por cierto- de la aplicación de un imperialismo que sabe que está en plena decadencia, pero que se niega a morir.
I. La lección de Texas
Los amagos sobre Texas comenzaron en 1801, cuando Felipe Nolan invadió esa provincia, pero fue derrotado por tropas mexicanas y españolas. Estados Unidos aceptó el 22 de febrero de 1819 (Tratado Onís-Adams) que Texas formaba parte de la Nueva España. Sin embargo cuatro meses después, el 23 de junio, James Long, proclamó la “Independencia de la República de Texas”, estableció un “Consejo de Gobierno” y nombró un “Presidente”. Su justificación era que los texanos no querían estar supeditados a la “dictadura de España”. La conspiración no prosperó.
Long intentó restablecer la “República de Texas” en 1820 y el 3 de octubre de 1821, decidió atacar el Presidio de la Bahía. El día 8 del mismo mes tuvo que rendirse. Sin embargo había logrado sentar un precedente funesto para México.
Stephen F. Austin proclamó, en 1833, que Texas no quería pertenecer a México y el 3 de septiembre de 1835, la Junta Anfictiónica de Nueva Orleans acordó “promover y proporcionar que todo el terreno que se llamó en tiempo del Gobierno español Provincia de Texas y que hoy hace parte del Estado de Coahuila y Texas, sea vendido en precios equitativos, respetando la propiedad de los colonos, del señor (Lorenzo de ) Zavala, y demás que tienen allí tierras, al Estado de la Lousiana, o a sus vecinos pudientes, y se erija en estado libre.”
Un día después, el 4 de septiembre de 1835, la misma logia de Nueva Orleans especificó que Lorenzo de Zavala “será el director y jefe de los colonos de Texas, a quienes se ministrarán armas, dinero, gente y cuantos auxilios necesiten para defenderse y llamar allí la atención del Gobierno de México, mientras el señor Mejía ocupa el Puerto de Tampico”. José Antonio Mejía era cubano y fungía como Gran Secretario de la Logia Yorkina de México. (Este documento fue firmado por el propio Mejía, por Valentín Gómez Farías, en su carácter de Vicepresidente de México y por 36 hermanos masones más).
La invasión de Mejía logró algunos éxitos iniciales, pero fue vencida en Tampico, en noviembre de 1835. El cubano regresó a Estados Unidos. El saldo de la incursión fue de 28 invasores fusilados, incluidos dos franceses. Pero el daño ya estaba hecho: el 2 de marzo de 1836, en Nueva Washington, en Brazoria, Texas proclamó su independencia y nombró como presidente a Samuel Houston y al mexicano Lorenzo de Zavala como Vicepresidente. Luego vino la desastrosa campaña militar de Santa Anna. Los texanos se incorporaron a los Estados Unidos en 1845.
Una patrulla militar norteamericana, compuesta por 63 hombres, al mando del capitán Seth Thorton, invadió territorio mexicano el 25 de abril de 1846, en lo que hoy es el estado de Tamaulipas. Tropas mexicanas, encabezadas por el general Anastasio Torrejón, la enfrentó y derrotó. La mesa estaba puesta…
El presidente norteamericano James Polk rompió, entonces, relaciones con México y ordenó al general Zachary Taylor preparar la campaña contra México. Polk solicitó al Congreso que se declarara la guerra a México porque los mexicanos habían “invadido su territorio y derramado sangre norteamericana en territorio de Estados Unidos”.
Polk era secundado por radicales como el senador John Slidell, quien llegó a declarar lo siguiente: “No presentan en tan poco tiempo los anales de ninguna nación civilizada, tantos ataques atrevidos a los derechos y propiedades, como los que han sufrido los ciudadanos de Estados Unidos, de parte de las autoridades mexicanas”.
Finalmente, el Congreso de los Estados Unidos declaró la guerra a México el 13 de mayo de 1846. México respondió con otra declaración de guerra el 13 de mayo, es decir, diez días después. El conflicto bélico terminó en 1848 con el robo de más de la mitad del territorio mexicano.
México y el mundo aprendieron, entonces, la lección: la oligarquía norteamericana, vinculada a oscuras sociedades secretas, promueve desórdenes para provocar la reacción de las naciones agredidas. La legítima defensa de sus víctimas es calificada, después, por la élite asentada en Washington y Nueva York, como una agresión y una amenaza a los intereses y la seguridad nacional de los Estados Unidos. Este planteamiento es utilizado por la Casa Blanca, el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa, el Departamento del Tesoro y todo el aparato gubernamental, industrial y financiero de los Estados Unidos, para llevar campañas imperialistas en cualquier parte del mundo.
Stephen F. Austin.
La estrategia es muy simple: provocar la acción y controlar la reacción. Citemos algunos ejemplos:
1. El sospechoso hundimiento del acorazado norteamericano “Maine” en Cuba (1898). Gracias a este incidente, Washington logró expulsar definitivamente a los españoles del continente americano.
2. El también sospechoso hundimiento del Lusitania (1915) en plena Primera Guerra Mundial. Este navío comercial llevaba armamento, lo que violaba claramente las leyes de la guerra. Alemania advirtió a Estados Unidos que el trasatlántico sería hundido. Washington quería entrar a la guerra, así que mandó al Lusitania al océano. Los alemanes cumplieron su advertencia y atacaron con sus submarinos al imponente barco. Estados Unidos denunció la “brutalidad alemana”. Eso frenó la exitosa guerra submarina germana, que estaba inclinando la balanza a su favor, y, a la postre, le permitió a EU participar de manera descarada -es decir, oficial- en el conflicto bélico europeo. Terminada la Primera Gran Guerra, Estados Unidos era ya la única superpotencia.
3. Los casos del ataque a Pearl Harbor (1941) y del ataque a las Torres Gemelas (2001) son muy ilustrativos. Se tienen cada vez mayores indicios de que la Casa Blanca sabía lo que iba a suceder, pero permitió que ambos sucesos ocurrieran. ¿Por qué? Porque gracias al ataque japonés, Estados Unidos pudo entrar a la Segunda Guerra Mundial y ganarla. Y porque gracias al 11S, Washington impuso su doctrina del ataque preventivo, contrario a todo derecho internacional. El ex secretario de Defensa de George W. Bush. Donald Rumsfeld, reconoce en su más reciente libro que Irak no tenía armas de destrucción masiva.
2. La narcoinsurgencia “mexicana”
Llama mucho la atención la presión norteamericana sobre México. Los vecinos del norte insisten en que la narcoinsurgencia pone en riesgo su seguridad nacional. Demos la palabra a altas instancias norteamericanas:
- 8 de septiembre de 2010: la secretaria de Estado, Hillary Clinton, advierte que los cárteles mexicanos de las drogas se están convirtiendo en una insurgencia similar a la que padeció Colombia en la década de los años 80. En una reunión con los integrantes del Consejo de Relaciones Exteriores, en Nueva York, la jefa de la diplomacia norteamericana, dice textual: “Los cárteles están mostrando cada vez más señales de insurgencia. De repente empiezan a aparecer coches bomba, que no se conocían antes”. (Es necesario aclarar que el presidente Barack Obama, el zar antidrogas de EU, Gil Kerlikowske, y el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, subordinado de la señora Clinton, desmintieron la versión).
- 9 de septiembre de 2010: el influyente periódico neoyorkino, The Wall Street Journal, publica en su edición digital que “El Gobierno de Estados Unidos sopesa aumentar la ayuda militar y de inteligencia para combatir la "narcoinsurgencia" en México, aunque esta revisión no incluye el envío de tropas a ese país”. La nota fue retomada por la agencia de noticias española EFE.
El cable de la agencia ibérica agrega lo siguiente: “El rotativo indicó que, según fuentes oficiales de EE.UU. y México, el Comando Norte del Pentágono, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y otras entidades federales "están discutiendo qué bienes de aviación, vigilancia y de inteligencia se podrían utilizar -tanto dentro de México como a lo largo de la frontera- para ayudar a combatir los carteles de la droga". Ese mismo día, 9 de septiembre de 2010, la Organización de Naciones Unidas advierte que el narcotráfico pone en riesgo a la democracia mexicana.
El renacido Bush.
- 16 de noviembre de 2010: El periódico Mileno publica lo siguiente:
La violencia de los cárteles (en México) dejó de ser focalizada y se convirtió en una narcoinsurgencia que busca la desestabilización de las autoridades”, advirtió el Instituto de Estudios sobre Seguridad Estratégica de Estados Unidos (SSI, por sus siglas en inglés).
En un documento enviado al ejército de ese país, el organismo propuso realizar una acción conjunta con las autoridades nacionales, pues de lo contrario México no podrá controlar solo el problema de la criminalidad.
El estudio, del cual MILENIO posee una copia, tiene como título “Tráfico de drogas, violencia e inestabilidad en México, Colombia y el Caribe: implicaciones para la seguridad de Estados Unidos”.
- 8 de febrero de 2011: El subsecretario del Ejército del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, Joseph Westphal, afirma que los cárteles del narcotráfico de México son una forma de insurgencia y potencialmente podrían tomar el control del gobierno mexicano. También externa su preocupación de que la situación pueda provocar que Estados Unidos tenga que enviar soldados, tanto en la frontera sur de Estados Unidos como a través de ella, para pelear contra esa insurgencia. (Wetsphal diría horas después de que sus declaraciones habían sido “inexactas”).
- 9 de febrero de 2011: La secretaria de Seguridad Interior de los Estados Unidos, Janet Napolitano, comparece ante la Comisión de Seguridad Interna de la Cámara de Representantes y advierte lo siguiente: “durante un tiempo hemos pensado qué podría ocurrir si, digamos, Al Qaeda se une con Los Zetas”.
- 10 de febrero de 2011: El jefe máximo de la Inteligencia de Estados Unidos, James Clapper, advierte que su país elevó a México a la categoría uno de amenazas potenciales contra su país. Ante el Comité Selecto de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Clapper, jefe de las 16 agencias de espionaje norteamericanas, dice lo siguiente: “Recientemente hemos elevado todo este tema a la categoría uno, la cual es la más alta”.
Donald Rumsfeld.
3. Conclusión
El gobierno de Estados Unidos es claro: la narcoinsurgencia que opera en México pone en riesgo su seguridad nacional y, cuando eso sucede, la Historia nos enseña cuáles son sus maneras de proceder.
Es probable que, por lo pronto, contengan sus afanes de intervenir militarmente en México. Esperarán a que ocurran dos acontecimientos:
a) Que México acepte integrarse a la Operación Anticrimen que coordinará Estados Unidos a lo largo de nuestro país, de Centro América y de Colombia.
b) A que se apruebe el mando policial único en México, que daría el control al secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, en detrimento de nuestras fuerzas armadas y en favor de Washington, toda vez que el propio García Luna es proclive a la doctrina de seguridad interna y de seguridad nacional de la Casa Blanca.
Washington sabe que las fuerzas armadas mexicanas y la población en general rechazarían la ocupación militar abanderada por las barras y las estrellas. La operación regional que es coordinada en este momento por el subsecretario de Estado Adjunto para Asuntos Internacionales de Narcóticos, William Brownfield, disfrazaría esa intervención.
La agencia EFE difundió el pasado 11 de febrero la siguiente información: Bogotá, 11 feb (EFE).- El secretario de Estado adjunto para Asuntos Narcóticos Internacionales de EE.UU., William Brownfield, abogó hoy por una "combinación de iniciativas" para combatir el narcotráfico, el crimen organizado y el terrorismo, siempre en defensa de la democracia, en Centroamérica, Colombia y México. En opinión del Gobierno de Estados Unidos, no necesitamos un proceso nuevo ni necesitamos cambiar los excelentes procesos que ya están en funcionamiento, sino que lo que necesitamos es una reorganización y una combinación (de éstos)" para enfrentar las amenazas, dijo Brownfield durante una visita oficial a Bogotá.
Asimismo advirtió en declaraciones a los periodistas: "vivimos en un vecindario bastante complicado" y en una época en que "una organización criminal en un país como México puede tener conexiones y sus contactos en diez o veinte países distintos". El alto funcionario estadounidense, que fue embajador en Colombia hasta el año pasado, reconoció que "un cartel o una organización criminal puede tener un socio o un aliado en otro país, y entre los dos pueden producir mas actividad criminal que afecten (otros) muchos países, pueblos y muchas sociedades".
Para enfrentarlos, anotó, corresponde trazar una estrategia de "responsabilidad compartida", pues, matizó, "no es un problema exclusivamente mexicano, o colombiano o salvadoreño o guatemalteco: es un problema de todos los países de la región (...), incluido EE.UU. y la solución debe ser compartida también".
La Policía Única sería un ejército paralelo, muy dúctil a las instrucciones de Washington, y actuaría como un cuerpo paramilitar al mando, por lo pronto, de García Luna. Eso disfrazaría, también la intervención de Washington.
Sam Houston.
Si la Operación Regional y la Policía Unifica fracasan, entonces sí, podríamos tener a los marines aquí. En un asunto tan delicado como el que nos ocupa, no cabe la ingenuidad. Es sabido que el poder del narcotráfico deriva de los 25 millones de consumidores que tiene en EU y del aprovisionamiento ininterrumpido de armas de guerra por parte de las armerías yanquis. El narcotráfico lo que hace es “justificar” una futura intervención militar norteamericana en México y parte de América Latina. Los recursos naturales de la región son muy tentadores. La lección de Texas sigue vigente.
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