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10 para Buddha Bar
y Anticavilla
ENRIQUE CASTILLO- PESADO
Antes de la apertura oficial (lunes pasado), tuve la oportunidad de cenar en privado con los socios del nuevo restaurante Buddha—Bar de Polanco (ubicado donde estaba el Alsace), gracias a una invitación de los socios mexicanos, Carlos Monzón, Ceci Vargas (hija del inolvidable Miguel Vargas, uno de los mejores PR que ha dado el país), Enrique Segura, Roberto Fernández, Luis Herrera, entre otros. También, desde éstas líneas, una felicitación para el dúo dinámico que forman Claudia Azpiri y Martha Serrano, quienes trabajaron arduo para dos aperturas: una, la del Buddha—Bar, y también para convocar a un reducido grupo de vips al “oppenning” del nuevo resort—boutique de Cuernavaca, Anticavilla (que se convertirá en un icono turístico de la ciudad de la eterna primavera; y claro, sólo doce habitaciones). Pero volviendo a lo del Buddhaa—Bar, me quito el sombrero con la inversión de cuatro y medio millones de dólares (un poco más de 50 millones de pesos mexicanos). Para los que hemos cenado en el de París, quiero comentarles que todo se realizó con una exactitud increíble, para que cuando usted entre en el lugar, recuerde que comer o cenar en el Buddha—Bar significa que “uno se aparta de la locura de la vida urbana y se sumerge en un baño rejuvenecedor”. Tan pronto como haya entrado a este maravilloso lugar, con sus proporciones monumentales, se cautiva por el encanto de su atmósfera relajante y exótica. En el entresuelo bar, uno ve muchas balaustradas de hierro forjado –enlazadas por el siglo XVIII— y, por supuesto, cuando uno se asoma al comedor, observa un gigantesco Buda que está ¿sentado en su trono? Y ni qué decir de su fantástico menú oriental, donde las delicias de Tailandia están a la orden del día. Por otro lado, al referirme a mi viaje de fin de semana al Anticavilla de Cuernavaca (Villa Antigua), ahí vi al obispo Alfonso Morales, al embajador italiano, Roberto Spinelli; a Luciano y Berty Prosperi (propietarios del maravilloso espacio), al chef Fulbio Ferrero, Marc Pariente, cónsul de Italia en Cuernavaca; Renata Padilla de Pariente, Cuija Pani, Dominique Berthelot, Michelle Parlangue, Cecil Camil de Abe con su hija; Oscar Cruces, Juan del Corral, Marcela Cantú, Mirella Bredo y muchos más, que elogiaron un hotel que se construyó “en base a los sueños” de Luciano Prosperi y Berty Bazzardi. Los nombres de las suites van desde Balla, Carra, De Chirico, Clemente, Modigliani, Paladino, Consadori, Cascella, Severino, Depero, Guttuso y Alligi Sassú (nombres de pintores italianos). Existe un excelente spa, alberca, lounge—bar, feudo Verdesalvia, y la decoración y realización arquitectónica fue de Bernardo Gómez Pimienta (el área moderna), etcétera, además de recordarles que los precios de las suites van desde los 255 hasta los 560 dólares (suite presidencial). Y hasta la próxima, ¡abur¡
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