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UN ICONO DEL BAJIO:
VILLA MARIA CRISTINA
ENRIQUE CASTILLO-PESADO
Cuando uno ha tenido la oportunidad de viajar por la mayor parte del planeta Tierra y cuando uno ha observado –y vivido-- los mejores resorts, hoteles—boutique, castillos, palacios y residencias maravillosas, uno también tiene que reconocer que aquí en México contamos con bellezas en todos los rubros enumerados.
Tengo sólo unas horas –y puedo decir algunos días-- en que me hospedé en Villa María Cristina, considerado entre los Tesoros de Guanajuato, un especial de Relais Chateau e integrante del Club de Calidad del mencionado Estado.
Hoy, puedo asegurar que muy pocos hoteles en Latinoamérica cuentan con la clase, arquitectura, muebles, pinturas, celosías, caber—espacio de la web, ubicación, etcétera, y todo lo que gira en el entorno del Villa María Cristina en Guanajuato, sitio predilecto de la reina de Holanda, Johnny Depp, Al Pacino y otras figuras internacionales. Su confortable y pequeño Spa (nos hizo recordar un poco al Spa del Ritz de París) es una delicia y ni qué decir de sus 17 suites, cuyos precios fluctúan entre los 350 y 900 dólares diarios. Sin embargo, mis dedos en el teclado “vuelan” para informarles a nuestros lectores que pocos hoteles encontrarán como éste.
Todo en el hotel y el fantástico restaurante Villa María Cristina está perfectamente diseñado y pensado para que el viajero gourmet exigente disfrute a sus anchas. La arquitectura –racional, de inspiración porfiriana auténtica--, sus hermosos interiores –suntuosos, elegantes y espaciosos--, los innumerables espacios exteriores –apacibles e integrados en el fantástico entorno--- y su especial estilo de servicio europeo y mexicano de alto nivel, han sido ya merecedores de premios internacionales.
Una pequeña anécdota: cuando a Gwyneth Paltrow (ganadora de un Oscar de Hollywood) la llevaban a otro hotel—boutique, observó la fachada del Villa María Cristina y le dijo al chofer: “¡Párese, porrr… favorrr…. Please, stop”. Bajó de la camioneta Durango en que la transportaban y recorrió todo el hotel completamente sola. Luego la vio Pardeiro y la acompañó a ver algunas suites y también recorrieron el Spa. Gwyneth Paltrow (en lo personal, admiré su rol en la cinta “Shakepeare Enamorado”) sonrió y dijo: “Aquí me quedó”. Y así fue. Ya ha estado en tres ocasiones. Y por ende, muchos de los vecinos la veían pasear por el Boulevard del Paseo de la Presa (por cierto, ahí está ubicada una enorme escultura dedicada a Aguilar y Maya, quien fuera gobernador del Estado), Patrimonio de la Humanidad.
Finalmente, Villa María Cristina representa la excelencia y el buen oficio no sólo como hotel sino también como un restaurante de elite de alta cocina mexicana contemporánea. Y vuelvo a subrayar: el arte que uno ve ahí, el mobiliario clásico de firma y la tecnología de punta en las habitaciones, lo han vuelto un icono de lo que hoy queremos recordar como el Bicentenario 2010. Uno se siente como huésped exclusivo por excelencia.
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