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MORELIA: CIUDAD
DE LOS BELLOS CONTRATES
ENRIQUE CASTILLO-PESADO
Hacer un recorrido por la capital del Estado de Michoacán, me llevó a experimentar un serie de extraordinarios contrastes. Morelia, desde su fundación en la época virreinal, 1541, marcó su grandeza colonial. Hoy en día, esta maravillosa ciudad es reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, por su señorío histórico que se conforma por 219 manzanas. En la ciudad de Morelia es fácil tener la oportunidad de ver los monumentos coloniales. Tal es el caso de los palacios de Gobierno y Clavijero o la Catedral, que muestran su cantera rosada y el estilo barroco en la modalidad de tablerado.
Las torres de la catedral son las más altas del continente americano dentro de su estilo y las cuartas más altas en Latinoamérica. Su construcción se inició el 6 de agosto de 1660 y concluida en 1744. La fachada de la catedral es de estilo barroco. En las portadas se pueden apreciar relieves con escenas de la vida de Cristo. Entre los tesoros de la Catedral se encuentra el Manifestador de plata labrada, la Pila Bautismal de plata, el Órgano Monumental y la imagen del Señor de la Sacristía.
Por su posición geográfica, Morelia es una de las ciudades que mejor ubicación tienen en nuestro país por su conexión con otras ciudades importantes de México, un motivo para que la capital michoacana se haya posicionado como una de las ciudades más atractivas para el segmento del Turismo de Negocios, Reuniones y Congresos, además de que se ha convertido en uno de los centros culturales de gran atracción turística.
Es agradable caminar por las calles empedradas de Morelia, se siente un ambiente histórico que le da magia al recorrido. Para mí, es una aventura al pasado y al presente con la presencia de la modernidad que el mundo requiere para satisfacer sus necesidades de comunicación y con servicios de primer nivel. . El mayor atractivo, sin duda alguna, es el majestuoso Centro Histórico por el conjunto de gran valor. Por las noches, la ciudad se ilumina los escenarios que destacan por su arquitectura, el estilo le da la armonía a cada uno de sus edificios.
En la época prehispánica a Morelia se le conoció como “Guayangareo”, cuyo significado es “loma achatada”; durante la etapa virreinal, fue Valladolid. Aquí se fusionaron las ideas renacentistas que influyeron en la planificación urbana de las ciudades novohispanas. Al fundarse en 1541, se le dio por nombre la Ciudad de Mechuacan. Posteriormente, en 1580, se trasladan aquí los poderes político y religioso. También, el Colegio de San Nicolás —fundado en 1540— es considerado como una de las primeras escuelas de estudios superiores en el Continente Americano, ya que en esta escuela se formaron Don Miguel Hidalgo y Costilla y Don José María Morelos y Pavón.
Morelia me llevó a conocer la sensibilidad artística de los michoacanos, a través de su trabajo artesanal, reconocida en todo el mundo. Con la alfarería y la cerámica, los artesanos saben hacer uso de la combinación del método moderno con el antiguo como el reluciente trabajo en cobre que adquiere su máxima expresión en Santa Clara del Cobre, donde se realizan codiciados objetos como cazos, platones, jarras, entre otros utensilios.
Santa Clara del Cobre es heredera de una tradición ancestral tarasca y es uno de los Pueblos Mágicos por la maestría con la que trabajan sus artesanos. La visión de este lugar llena los sentidos con la belleza de su arquitectura colonial con paredes blancas y techumbres rojas. El cobre de Santa Clara le da un sentido a todos sus atractivos y fiestas, como la Feria Nacional del Cobre, la cual se realiza entre el mes de agosto y septiembre, porque los artistas compiten para realizar la pieza más bella. En la feria surgen piezas de gran valor artístico.
Otro de los trabajos que se realizan artesanalmente es el que se usa con las técnicas de metalistería, las creaciones que se logran son herrajes forjados a martillo y fragua que se transforman en puertas, celosías y otro tipo de estructuras; de los telares de cintura o pedal, surgen diseños espectaculares en forma de sarapes, fajas, servilletas, manteles, huanengos, camisas, rebozos y colchas. La artesanía es extensa, en la que se incluye el trabajo en madera y lacas (maque); ambos, al unirse con la pasta de caña, se emplean en la creación de imágenes religiosas, máscaras, alhajeros, juguetes, muebles e instrumentos musicales.
El arte culinario es otra de las características que podemos encontrar en Morelia. La gastronomía michoacana ofrece una diversidad de platillos en su menú, con una combinación de deliciosos sabores que surgen de los ingredientes modernos y antiguos. La riqueza culinaria empieza por destacarse con el pescado blanco y los charales de Pátzcuaro (que se están extinguiendo por la insalubridad del lago, en cuyo centro se ubica el pueblo de Janitzio), cocinados en múltiples formas; paladear el sabor de los tamales y las cofundas, la sopa tarasca, los tradicionales chongos zamoranos; los famosos ates de Morelia, el charanda de caña. Seguramente, el gourmet más exigente, tendrá el gusto de probar las originales carnitas de puerco, los uchepos, el sabroso gazpacho de Morelia. Y, para comprobar que en Michoacán se cultiva el aguacate, en la región de Uruapan, hay que probar el guacamole y el queso Cotija, que ya fue premiado como el mejor queso del mundo en Cremona, Italia.
Es evidente que los antecedentes históricos de Morelia permanecen vivos a través de sus edificios y monumentos, como la casona donde nació José María Morelos, 30 de septiembre de 1765. La edificación es del siglo XVII, su estilo original barroco con paredes lisas y de color blanco fue reconstruido en el año de 1888 para que adquiriera su estilo actual neoclásico. La construcción es de una sola planta con jardines en su interior. Desde 1930 esta casa fue declarada monumento nacional y a partir de 1965 es un museo dedicado a Morelos.
Cuesta trabajo resistir la tentación de visitar Pátzcuaro. Es un bello lugar que se encuentra a 40 minutos de la Ciudad de Morelia, así que decidí dedicar tiempo para visitar el lugar. Verdaderamente, es una zona de increíbles atractivos naturales, destaca en primer lugar su lago que ha traspasado las frontera cultural en el mundo, los indígenas tarascos lo consideraban como “Espejo de los Dioses”. Aquí, se puede observar la espectacularidad de sus bosques frondosos con la elegancia de numerosos arroyos, saltos de agua y una muy particular geología volcánica.
Pátzcuaro es una ciudad pintoresca por su arquitectura colonial y de fácil recorrido. Entre lo destacado, encontramos el Antiguo Colegio de San Nicolás, el primer colegio teológico de la región, que después se trasladó a Morelia. En el interior del edificio se ubica el Museo de Artes e Industrias Populares. Otro de los escenarios es la Plaza de Vasco de Quiroga, un espacio que representa los primeros tiempos de la colonia; su amplitud nos muestra antiguos árboles y fuentes, se rodea de nobles mansiones amplios soportales que encierran hoteles, restaurantes y comercios. Pátzcuaro tiene muchos lugares para hablar de ellos, pero tuve que regresar a Morelia para estar nuevamente en la Ciudad de México. Antes, permítanme recomendarles algunos hoteles y restaurantes de Morelia para satisfacer el descanso y las necesidades culinarias: Villa Montaña (léase: Phillipe de Reizet), La Mansión Real Morelia, Casa de las Rosas Suites Hotel y Casa de la Loma Hotel & Suites. Para todos aquellos que aman la comida gourmet mexicana, la sugerencia es la Cenaduría Chabelita, La Camelia, La Casa del Portal, entre otros. Y hasta la próxima, ¡abur!
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