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Deben investigar vínculos de EU con Bin Laden
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Edición 258

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punto critico

 

 

Deben investigar vínculos

de EU con Bin Laden


La muerte de Osama bin Laden, a manos de un grupo de élite de la Marina de los Estados Unidos, no debe cerrar el expediente de Washington contra el presunto jefe de la Red Terrorista Al-Qaeda. Lo que debe seguir es que se aclare si el difunto terrorista tuvo que ver -en efecto- con los atentados del 11 de septiembre de 2001, y si lo hizo en complicidad con el entonces gobierno del presidente George Walker Bush.

 

La agencia de noticias norteamericana Prensa Asociada (AP) divulgó el 17 de agosto de 2001, a menos de cuatro semanas de los atentados del 11 de septiembre, que “los demócratas y los republicanos están de acuerdo en una cosa: Los tratados -que llevan el lastre de intereses múltiples y son pactados por comités- son defectuosos por naturaleza.”

 

santacruz

 

La AP agregó lo siguiente: “Pero el acuerdo termina con la palabra favorita del presidente George W. Bush para explicar por qué su gobierno parece nunca haber hallado un tratado que le gustara: (los tratados) ‘son fatalmente’ defectuosos. La información pasó inadvertida. Se tomó como un desplante más de la altanería estadounidense.

 

Muchos meses antes, 30 de enero de 2000, en Kuala Lumpur, hubo una reunión secreta de casi una docena de seguidores de Bin Laden. Todos los participantes fueron vigilados de cerca por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que contó con la colaboración de los servicios de seguridad de Malasia. Michael Isikoff y Daniel Klaidman, de Newsweek Magazine, publicaron: “Lo que sucedió después, indican funcionarios de contraterrorismo estadounidenses, probablemente sea la falla de inteligencia más intrigante y devastadora, registrada en los críticos meses previos al 11 de septiembre.” (EL UNIVERSAL, 3 de junio de 2002, página A 24.)

 

El 30 de mayo de 2002, un agente activo del Buró Federal de Investigaciones (FBI), Robert G. Wright, denunció una serie de negligencias de sus superiores en la capital estadounidense, luego de conocer las advertencias de que grupos terroristas planeaban atacar al país. La agencia mexicana de noticias Notimex citó así a Wright: “informé a mis superiores de que miembros de las agrupaciones radicales palestinas, conocían de los planes de Al - Qaeda y Osama bin Laden para atacar a Estados Unidos, pero no me hicieron caso.”

 

Otro testimonio en ese sentido fue publicado el 19 de septiembre de 2002, en la página A2 del desaparecido periódico Novedades, de la ciudad de México: “WASHINGTON: Los servicios de información estadounidenses estaban al corriente del riesgo de que se produjera un atentado utilizando aviones de línea antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001, pero estimaron que el riesgo era bajo, declaró un responsable de la investigación que conduce el Congreso.”

 

“A pesar de las informaciones en sentido contrario brindadas a los servicios de información, el FBI (policía federal) y la FAA (Administración federal de la aviación civil) habían estimado que el riesgo de un acto terrorista tomando como blanco la aviación civil era relativamente débil, declaró Eleanor Hill frente a la comisión especial del Congreso.”

 

Lo que está fuera de toda duda es que la cúpula política, militar y financiera de EU buscó sacar el máximo provecho posible de la tragedia del 11-S. De entrada, el presidente Bush Jr. impuso un nuevo orden bélico mundial.

 

El Congreso de los Estados Unidos autorizó a Bush un presupuesto militar para el 2003 -año en que se inició la invasión a Irak- de 355 mil millones de dólares, es decir, 37 mil millones de dólares más que el del 2002.

 

La invasión contra Irak comenzó el 19 de marzo de 2003. Bush fue apoyado por los gobiernos de Gran Bretaña y España. Se llevó a cabo sin el consentimiento de la ONU. ¡Qué más daba! Recuérdese que desde el 17 de agosto de 2001, el gobierno de Bush había calificado los tratados internacionales de “fatalmente” defectuosos.

 

Para el 20 de enero de 2004, el costo de la guerra ascendía a 120 mil millones de dólares, según lo reveló la lideresa de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

 

El 15 de junio de ese mismo año, 2004, el mundo supo que “Halliburton, la corporación cuyos contratos con Irak y Kuwait fueron vinculados por una investigación del Congreso (de los Estados Unidos) con la oficina del vicepresidente Dick Cheney, despilfarró en esos países unos 8 mil millones de dólares, según una auditoría del Congreso…”. Entre los despilfarros se encontró que Halliburton pagaba hasta 100 dólares a un subcontratista por lavar siete kilogramos de ropa o dejar abandonados camiones valuados en 85 mil dólares, sólo porque se les ponchaban los neumáticos. (Excélsior: 16 de junio de 2004, página 3-A.)

 

El 26 de marzo de 2003, una semana después de la invasión aliada a Irak, el periodista Ernesto Tavares, citó en La Crónica de Hoy a Richard Pearl, ex presidente del Consejo de Política de Seguridad de Defensa del Pentágono. Las palabras transcritas de Pearl fueron las siguientes: “Gracias a Dios que Naciones Unidas ha muerto. El reino de terror de Saddam Hussein está a punto de desaparecer. El líder iraquí no se hundirá solo: en una despedida irónica arrastrará consigo a la ONU. Vale la pena decir: no a toda la ONU. La parte de las ‘buenas obras’ sobrevivirá, las burocracias pacificadoras de bajo riesgo se quedarán… Lo que va a morir es la fantasía de que la ONU es el centro del nuevo orden mundial.”

 

 

Pearl agregó lo siguiente: “La incapacidad del Consejo de Seguridad para poner en vigor sus propias resoluciones es inconfundible… Simplemente no reúne las condiciones para cumplir con la tarea.”

 

Max Boot, integrante del Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York, citado por Juan Gelman, en Milenio Diario, el 22 de marzo de 2003, fue más claro aún: “Cuando Hussein se vaya, otras tiranías como las de Irán y Corea del Norte seguirán amenazando la paz del mundo.”

 

Thomas Donelly, del Instituto Empresarial Estadounidense, citado ese mismo 22 de marzo de 2003, por Juan Gelman, en Milenio Diario, declaró por su parte: “No requiere mucha imaginación pensar en otros escenarios que podrían demandar una acción militar preventiva, por ejemplo, Pakistán.”

 

Robert Cooper, quien fue asesor del entonces primer ministro británico Tony Blair en materia de política exterior y autor del libro Reordering the World: the longterm implications of september 11, citado por el propio Juan Gelman, en Milenio Diario, el 22 de marzo de 2003, advirtió, por su lado, lo siguiente:

 

“El mundo posmoderno debe acostumbrarse a aplicar dos pesos y dos medidas.

 

“Entre nosotros debemos de actuar de acuerdo con las leyes y con el contexto de un sistema de seguridad abierto y cooperativo. Pero cuando se trata de Estados anticuados que están fuera del continente europeo posmoderno, debemos volver a utilizar los métodos más duros de una época anterior: la fuerza, el ataque preventivo, el engaño, todo lo necesario para tratar con quienes siguen inmersos en el mundo de cada Estado para sí, propio del siglo XIX.

 

“La manera más lógica para enfrentar el caos y la que se empleó con mayor frecuencia en el pasado es la colonización… Se necesita una nueva forma de imperialismo… Un imperialismo cuya finalidad es imponer el orden y la organización.”

 

No olvidemos que a mediados del año 2005, el ex subsecretario de Defensa de los Estados Unidos, Paul Wolfowitz, convertido ya en presidente del Banco Mundial, declaró que el principal motivo de la operación militar contra Irak fue el petróleo. Eso lo dijo en Singapur, en el marco de la Cumbre de Seguridad de Asia. Wolfowitz dijo, por otro lado, a la revista Vanity Fair, que las armas de destrucción masiva, presentadas en su momento como la causa principal para la guerra, no fueron sino una excusa “burocrática” con la que se pretendía conseguir apoyos a la operación militar.

 

Con Bin Laden, entonces, no se debe cerrar un capítulo, sino que debe comenzar la mayor investigación interna del gobierno de Estados Unidos en el último medio siglo. De no hacerse, todo aquel interesado en el tema se quedará con la sospecha de que el 11-S pudo haber sido algo similar a Pearl Harbor.

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