Juan Carlos
(En tu memoria)
JUAN CARLOS SÁNCHEZ MAGALLÁN
Carolina, Steffania, Natalia y el que esto escribe agradecemos profundamente a don Olegario Vázquez Raña y su distinguida esposa María de los Ángeles Aldir las muestras de afecto que recibimos por el deceso de nuestro querido hijo. Así mismo, agradezco a Don Olegario que semanalmente me ha permitido durante tres años y medio reflexionar sobre los asuntos de la “cosa pública” de la agenda nacional. Cumpliendo a cabalidad, procurando ser analítico y darle sustento a mis valoraciones.
Estimado lector: El verdadero juicio lo tiene usted. Hoy ruego su comprensión por dedicarle el espacio a un joven que siempre motivó y ayudó al cometido: Mi hijo Juan Carlos.
“Hijo querido: Siempre te llevaremos en nuestros pensamientos y en nuestro corazón. Nos regalaste 18 años de ejemplo, cariño, amor, nobleza, bondad, y ternura. Desde niño y adolescente, irradiaste luz que iluminó nuestro sendero, llenando de ánimo y optimismo nuestras vidas.
“Dios, el creador universal de todas las cosas, del mundo y del universo, decidió llevarte a su lado, seguramente por todas tus virtudes, cancelándote posibilidades futuras de gozo terrenal.
“Fuiste espléndido hijo, hermano, primo, sobrino, nieto y amigo; como alumno; disciplinado y talentoso, gracias a tu inteligencia poco talachero, aprendías rápido.
“Ahora que hiciste tu entrada triunfal al cielo para tu eterno descanso, convertido en angelito nos ayudarás a mejorar rumbo y dirección para darle más sentido a nuestras vidas y como siempre proponernos y lograr nuevas metas. Siempre recordaremos tu estilo alegre, tus detalles y consejos prácticos, tu generosidad para con todos y, sobre, todo tu compromiso inquebrantable contra las injusticias todas.
“Juan Carlos: Físicamente no estás con nosotros, pero tu alma y espíritu nos cobijan, llenan e invaden nuestra masa corporal y nuestros pensamientos. Aprendiste rápido hijo, nos ganaste en todo, nos ganaste en el camino al mundo celestial, dejaste a familia y amigos lecciones y ejemplos de vida. Legado que cumpliremos y ¡como no! con el carácter que te distinguió en principios, valores, pensamiento y conducta.
“Fuiste un noble príncipe. Siendo niño, te decíamos “choconito”; creciste siendo el “flaco de oro”, y por último “Lichenchadito”. Como bachiller deseaste ser universitario y empresario, pero la mejor empresa que lograste fue la siembra de semillas para la mejor empresa de este mundo… la familiar, en la unidad… la amistad… la del reencuentro con todos… con uno mismo…
“Hijo: Te amamos y siempre te amaremos. Cuídanos mucho y envíanos señales a tiempo para corregir con oportunidad o de lo contrario aceleremos el paso en nuestros propósitos que no son, ni serán distintos a los tuyos. Te adelantaste, pero desde aquí te decimos que una de tus tareas es y será reservarnos un lugarcito para alcanzarte en el futuro, tu madre y tus hermanas. Toda tu familia y tus amigos te lo agradeceremos.
“Soñador y trovador, le cantaste a la vida. Bueno para los cuentos y chistes, hacías de todo esto un himno a la alegría. Tu altura evidente hizo de ti un magno vidente, fiel, apasionado, caballero, enamorado de la justicia y la belleza. Romántico, sincero y espectador de bellezas por montón.
Adiós chavito. Te amamos.
*Abogado y político
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