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Edición 277
Escrito por Jorge Santa Cruz   
Lunes, 05 de Marzo de 2012 09:52

PUNTO CRÍTICO
JORGE SANTA CRUZ

La necesidad del voto nulo


LA DEFINICIÒN LIBERAL DE DEMOCRACIA es la de “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, de tal suerte que la elección de representantes populares es un deber para los ciudadanos.

EMPERO, cuando dichos representantes no salen de la sociedad, sino que proceden de grupos con intereses contrarios a la misma, desaparece la obligación de votar por ellos, toda vez que representan intereses meramente facciosos.

Lo que es más: votar por ellos implica cierta complicidad, porque les da una aparente legitimidad.

Todo ser humano tiene el derecho de buscar el bien propio y el de los demás. Podríamos decir que este derecho tiene visos de obligación, ya que el bien conduce a la plenitud. No hay una sola persona que sea autosuficiente. Hasta la más rica y poderosa necesita de quienes le rodean para disfrutar de su fortuna y ejercer el poder. Votar, pues, por aquellos que de antemano se sabe que van a maniobrar no sólo contra el bien individual, sino que lo harán –también- contra el bien de la comunidad, es contrario a la ética.

Expuesto lo anterior -y con el riesgo de ser señalados y hasta amonestados por los órganos electorales y los poderes fácticos de nuestra pseudodemocracia- expondremos la conveniencia de anular el cien por ciento de los votos en las próximas elecciones federales.

Argumentos

Los actuales partidos políticos, sus dirigentes y precandidatos no representan los intereses genuinos de la ciudadanía. Están donde están gracias a su habilidad para infiltrarse en el poder, y para maniobrar desde las distintas instancias, sea las del Ejecutivo, sea las del Legislativo o el Judicial. (Acerca de éste, baste decir que es el Presidente de la República el que designa ternas de candidatos a ministros de la Suprema Corte, y que son los senadores los que aprueban o rechazan los nombramientos. En el caso del Instituto Federal Electoral sucede algo parecido: los diputados son los que designan a los Consejeros Electorales, y lo hacen en función de las filias políticas de éstos.)

El PRI

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantuvo casi intactas sus estructuras de control, luego de que Zedillo pasó el poder a Vicente Fox. La Confederación de Trabajadores de México (CTM) y el Congreso del Trabajo (CT), principalmente, conservaron su capacidad de adoctrinamiento y de inducción del voto entre sus agremiados.

La creación de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), encabezada por Francisco Hernández Juárez, líder de los telefonistas, y otrora consentido del entonces presidente Luis Echeverría, lo único que hizo fue que una parte del voto laboral se canalizara hacia el PRD, que es una derivación del PRI, y que ya construyó su propia Nomenclatura, como lo veremos más adelante.

El PRI

El PRI mantuvo también el control de los productores agrícolas, a través de la Confederación Nacional Campesina, gracias a que los gobiernos panistas abandonaron totalmente al agro. ¿Complicidad blanquiazul?

En cuanto a las organizaciones urbanas, la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) siguió trabajando luego de que el PAN llegó a Los Pinos.

Merced a lo anterior es que el PRI presume que tiene 12 millones de “votos duros”. Por eso es que Enrique Peña Nieto, surgido del grupo masónico de Atlacomulco, transita de manera confiada hacia el 1 de julio venidero.

Ni Peña Nieto, ni Beatriz Paredes, ni Manlio Fabio Beltrones, ni Emilio Gamboa Patrón, ni Pedro Joaquín Coldwell, ni ningún otro dirigente importante del PRI, tienen raigambre popular. Eso, sin embargo, no les importa. Tienen control sobre buena parte de las estructuras de poder y eso les es suficiente.

Votar por ellos es votar contra los intereses legítimos de la sociedad mexicana.

El PAN

El PAN, surgió en pleno cardenismo y pudo desenvolverse con tranquilidad, lo cual no sucedió –por ejemplo- con otros movimientos opositores que fueron destruidos por el gobierno del general Lázaro Cárdenas, mediante  la violencia o la manipulación legal.

Cuando el michoacano asumió la Presidencia de la República, en 1934, imprimó un sesgo marxista-leninista a su gobierno y a la educación, por supuesto, hecho que inquietó a diversos sectores. En el militar, por ejemplo, Roque González Garza y Nicolás Rodríguez organizaron un movimiento al que denominaron los “Camisas Doradas”, que tenía como lemas “Abajo el Comunismo” y “Abajo el Ateísmo”. Cárdenas prohibió el movimiento, lo disolvió y desterró al general Nicolás Rodríguez.

El PAN

De manera paralela, surgió la Unión Nacional Sinarquista, misma que fue perseguida y a la cual le asesinaron a muchos de sus miembros.

Por ese tiempo, Manuel Gómez Morín, antiguo funcionario callista –como presidente del Consejo de Administración del Banco de México- fundó el Partido Acción Nacional.

Gómez Morín se declaraba católico y anticomunista, como los “Camisas Doradas” y los Sinarquistas, pero ni él ni su partido fueron perseguidos. Los funcionarios adictos a Cárdenas lo calificaban de “reaccionario”, pero lo dejaban trabajar. El PAN sufría, a lo mucho,  fraudes electorales.

Es ampliamente conocido que Calles elogió a Gómez Morín en su informe de gobierno del 1 de septiembre de 1925. También es de dominio público que el fundador del PAN fue apoderado jurídico de la primera embajadora de la URSS en México, Alejandra Kollontay, en 1926, en plena lucha cristera.

Como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Manuel Gómez Morín, católico confeso, se negó a respaldar las protestas estudiantiles contra la imposición de la educación atea y socialista. El 18 de octubre de 1934, el futuro fundador del PAN declaró de manera textual: “La Casa de Estudios no es ni puede ser instrumento de banderías políticas” y criticó a “los agentes provocadores de todo orden… que han pretendido por todos los medios lograr la suspensión de los trabajos y, con ello, motivar actos de confusión y violencia”. Gómez Morín pidió al Consejo Universitario que condenara el movimiento de huelga, como así sucedió. (Cabe hacer notar que en 1968, cuando el país era empujado hacia el comunismo, la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional y otras instituciones educativas sí fueron utilizadas para subvertir el orden en el país. Entonces no valió aquello de que “La Casa de Estudios no es ni puede ser instrumento de banderías políticas”).

El periodista René Capistrán Garza (q.e.p.d.) se llegó a preguntar, alguna vez, si el régimen era tan considerado con el fundador del PAN debido a que éste era descendiente de Esteban Morín, Gran Comendador y Ministro Plenipotenciario de la Masonería Universal del siglo XIX.

Los nacionalistas y los católicos de buena fe -desarticulados por el cardenismo- volvieron sus ojos al PAN con un resultado evidente: fueron cobijados con discursos y neutralizados para la acción. Desde sus inicios, Acción Nacional se mantuvo distante del pueblo, lo que se tradujo en prebendas para las “familias custodias” que lo manejaban. El periodista Salvador Borrego explica en su México futuro que “Gómez Morín estaba realizando una oposición simulada. Mediante el PAN se abría un sendero falso al descontento nacional y lo diluía con esperanzas igualmente falsas… Por eso Cárdenas condescendió en que naciera y creciera, y por eso se le fue permitiendo que llevara diputados a la Cámara”. Y por eso, agregamos nosotros, se le han dado senadurías, gubernaturas y hasta la Presidencia de la República. El PAN es parte del mismo sistema. Políticos panistas como José Ángel Conchello, comprometidos verdaderamente con México, han sido neutralizados o han muerto de manera sospechosa, en la carretera.

Votar por el PAN es, como lo decíamos a propósito del PRI, votar también, contra los intereses legítimos de la sociedad mexicana.

El PRD

El Partido de la Revolución Democrática es un desprendimiento del PRI. Ninguna duda cabe al respecto. Su trata de un instituto que asimiló a las corrientes comunistas “históricas” y a la izquierda más radical del Revolucionario Institucional. También dio cabida a expertos en el control de grupos, como René Bejarano y Dolores Padierna.

De vez en cuando, el PRD ha encabezado esfuerzos loables, como lo hizo contra el Fobaproa-Ipab y contra la privatización de Petróleos Mexicanos. Pero su acción ha sido inefectiva, a final de cuentas. El régimen se ha salido con la suya.

El PRD, al igual que el PAN, ha servido para controlar a los inconformes, y para mantener en la cúspide de la partidocracia a políticos de dudosa congruencia ideológica y discursiva.

Cuahtémoc Cárdenas Solórzano dejó al PRI cuando la influencia de su padre se extinguió, debido al ascenso del poder neoliberal. Porfirio Muñoz Ledo hizo lo propio, al ver que su padrino, Luis Echeverría Álvarez, se eclipsaba de manera progresiva. El otrora ferviente priista tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador, autor de un himno al PRI, se convirtió, luego, en instigador de tomas de pozos petroleros y es hoy, por segunda vez, aspirante presidencial de las izquierdas. El antiguo promotor de acciones violentas habla hoy de la “república amorosa”.

AMLO

López Obrador no supo, no pudo, o no lo dejaron, abanderar de manera contundente la mayoría de las aspiraciones populares en los comicios del 2006. Su soberbia facilitó la guerra sucia organizada contra él por la derecha neoliberal. La sospecha de un posible fraude electoral es válida. El aparato estatal no permite conocer la verdad.

La lección de 2006 no fue aprendida, sin embargo, por el tabasqueño. Hoy sigue apoyándose en el trabajo de la misma gente (los Bejarano, los Padierna, etcétera), que mueve a  los grupos, a los taxistas, a las “tribus”, a cambio de créditos para vivienda y tráfico de influencias.

López Obrador sigue rodeado, también, por los mismos políticos “profesionales” de raíces priistas: Manuel Camacho Solís, Marcelo Ebrard, Porfirio Muñoz Ledo, Ricardo Monreal, entre otros.

AMLO no se da cuenta -o finge no darse cuenta- de que Camacho Solís y Ebrard fueron -¿serán?- salinistas y de que Muñoz Ledo, antiguo ferviente echeverrista, fue embajador ante la Unión Europea durante el gobierno de Fox, y es hoy un entusiasta militante del Partido del Trabajo.

A López Obrador, Muñoz Ledo y compañía, parece habérseles olvidado que el Partido del Trabajo tiene sus orígenes en el activismo maoísta desarrollado por Carlos y Raúl Salinas de Gortari en los albores de sus respectivas trayectorias políticas. El PT no podría ser sin la mano de Carlos y su “hermano incómodo”. Hoy, López Obrador es abanderado del PT, y tiene junto a él a dos antiguos salinistas: Camacho Solís y Marcelo Ebrard. ¿Entonces?

Entonces votar por ellos (PRD; PT y Movimiento Ciudadano, feudo del ex gobernador priista de Veracruz, Dante Delgado Rannauro), es votar por el Sistema. Votar por ellos es votar contra los intereses de la sociedad.

Así, pues, queda claro que los partidos “grandes”, sus dirigencias y candidatos sólo tienen interés en mantener el control del país, concediéndose entre ellos algunas “alternancias”, a cambio de prebendas, inmunidad e impunidad.

Nada hay que decir del Partido Verde Ecologista de México, tan identificado con Televisa, y menos del Partido Nueva Alianza, propiedad de la cacique de la educación, Elba Esther Gordillo.

Votar por cualquiera de ellos significará votar contra los intereses legítimos de la nación mexicana. Baste decir que la partidocracia ha impedido las candidaturas ciudadanas, el plebiscito y la revocación de mandato, que han sido propuestas, únicamente, eso hay que reconocerlo, por el movimiento que encabeza López Obrador.

La solución

¿Qué hacer? El camino está en la organización ciudadana. Pero esta organización no se logrará en tanto persistan el egoísmo y el individualismo (tan estrechamente vinculados entre sí).

Cuando veamos que los vecinos de una misma cuadra son capaces de organizarse entre sí; cuando eso suceda al interior de cada edificio en condominio y de cada administración general de cada unidad habitacional; cuando los padres de familia aprovechen los espacios de las escuelas para promover una verdadera educación; cuando empresarios y trabajadores dejen de luchar dialécticamente, en aras del bien de la patria; cuando los sindicatos sirvan, en verdad, para defender a sus agremiados; cuando los patrones entiendan que todo su dinero es inútil si no hay talento y fuerza humana para trabajarlo, y que ese trabajo merece un justo pago; cuando los mexicanos podamos organizarnos en torno a un partido verdaderamente ciudadano, con la fuerza para terminar por la vía legal y pacífica con la dictadura del sistema; cuando ese partido proyecte a los Tres Poderes de la Unión a verdaderos especialistas y patriotas, sólo entonces podremos decir que el voto será trascendente y ético.

Antes de terminar, permítasenos formular una pregunta sustentada en una hipótesis: ¿qué sucedería en nuestro país, la mañana del 2 de julio del presente año, si todas las boletas estuvieran anuladas? La respuesta lógica sería que ningún partido, ningún político, ningún candidato podría reclamar para sí la “legitimidad” popular y legal.

Aclaración

Este ensayo es eso, sólo una aportación discutible, perfectible, que necesita ser analizada por todo ciudadano comprometido con México. Nadie tiene la verdad absoluta. Su servidor sólo deja ideas, inquietantes, sí, pero despojadas de mala fe. Queda en cada uno de nosotros el reflexionar, el decidir y el actuar.

Twitter: @JorgeSantaCruz1



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