REFORMA LABORAL:
¿Un paso más hacia la integración? JOSÉ ALFONSO SUÁREZ DEL REAL Y AGUILERA
“En el neoliberalismo la gente paga por la subordinación de su gobierno” Noam Chomsky
TRAS UNA AGITADA SESIÓN de la Comisión de Trabajo en San Lázaro -en la que se registró tanto el lamentable accidente del diputado Martí Batres quien se lesionó con una puerta de cristal, y el connato de arritmia por fatiga del diputado Carlos Aceves del Olmo, presidente de dicho colegiado y dilecto representante de la CTM a causa de la larga jornada deliberativa sobre las 261 reservas presentadas al dictamen por todos los partidos-, las sombras de los Ejecutivos, Calderón y Peña Nieto, ensombrecieron el proceso deliberativo al impulsar, cada quien desde sus trincheras, dos posturas que se antojaban irreconciliables.
POR PARTE DEL INQUILINO de Los Pinos su bancada comenzó a presionar fuertemente -con el apoyo de la izquierda progresista- por rescatar en el dictamen el esquema de voto libre y secreto para la elección de representantes sindicales, mecanismos inaceptable para el sindicalismo charro, gestado en las décadas de la dictadura perfecta, puesto que con el sufragio secreto se pierde el control del voto a mano alzada, el cual visibiliza lealtades y cooptaciones al igual que disidencias e indisciplinas.
En tanto, en la acreditada voz del ex diputado Alfonso Navarrete Prida, integrante del equipo de transición del Ejecutivo electo, Enrique Peña Nieto, se dudó en brindar el aval a la modificación del histórico esquema del salario mínimo constitucional -conquista de los trabajadores mexicanos plasmada en el Pacto Social de 1917- inquietud que puso en riesgo el apoyo tricolor a los compromisos que Acción Nacional hizo con los poderes asentados en Washington, en cuyo territorio el pago por hora aplica se creó como mecanismo de compensación entre los millones de desempleados que generó la especulación capitalista de 1929.
Es evidente que tan encontradas posiciones obligaron a la cúpula de la Junta de Coordinación Política a valorar los diferentes escenarios que provocaría un rechazo parlamentario a la Iniciativa Preferente enviada por Felipe Calderón, o bien la aprobación de alguna de las posturas esbozadas por los equipos de los Ejecutivos, o la adopción de una tercera vía que asumiera las dos.
Este último escenario debió haberse sopesado la airada reacción del poder económico transnacional que ha exigido vigorizar los mecanismos de integración laboral más allá del mero incremento de tránsito de mercancías que preconiza el Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TTP) para hacer de México un paraíso de inversión por el bajo costo de su mano de obra.
Así mismo se debió valorar la beligerancia que podría desatar la defensa de las cúpulas sindicales ante lo que han venido calificando de flagrante violación a su autonomía en función a la imposición del voto secreto como expresión de vida democrática de su agrupación.
A pesar de la toma de Tribuna - como último recurso de una parte de las izquierdas para impedir la votación-, al final imperó el espíritu de integración al esquema laboral estadunidenses, es decir se aprobó la desaparición de las históricas conquistas de los trabajadores mexicanos por 351 votos a favor.
En ese contexto, la decisión de sostener la opacidad sindical poco afecta al avance integrador al sistema laboral estadunidense, en donde por cierto el sindicalismo resulta contrario al neoliberalismo, que, como afirma Chomsky obliga a pagar la subordinación de su gobierno al pueblo y sobre todo al trabajador.
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