EU, una sociedad pacheca
CARLOS RAMÍREZ HERNÁNDEZ
AUSTIN, TEXAS.- La votación para legalizar el consumo recreativo de la marihuana tuvo efectos más que inmediatos: La liberación de personas que habían sido encarceladas por posesión de yerba. Y el furor en ciertos sectores causados por esa decisión votada ha llevado ya a comenzar a debatir la legalización de todas las drogas.
EL ARGUMENTO DE QUE LA LEGALIZACION terminaría con la violencia no tiene sustento aquí en los EU. El argumento central fue el de ejercer el derecho al consumo de marihuana sin tener evidencias de violencia en su tráfico. Pudiera decirse, en descargo, que los productores y comerciantes de la marihuana son los menos violentos.
Si en verdad los estadounidenses respondieran al problemas de la violencia, entonces la verdadera consulta urgente sería la de la segunda enmienda constitucional que le otorga a los ciudadanos el derecho a poseer armas y comprarlas sin problemas ni regulaciones, Por ejemplo, en Arizona es delito llevar una pistola oculta pero los ciudadanos tienen el derecho de portar, por ejemplo, una AK47 al hombro y exhibirla y entrar a cualquier local con el arma a la vista.
A lo largo de los últimos años la violencia por el uso violento de las armas en lugares públicos como universidades o centros comerciales ha provocado infinidad de muertos, pero no existe en el ciudadano estadounidense ninguna intención para limitar la propiedad de las armas y su compra comercial sin demasiadas restricciones.
La legalización de la marihuana para usos recreativos tiene enormes efectos sociales, educativos, de salud y comerciales. La consulta se realizó sin un debate a fondo sobre los efectos de la marihuana en la salud de las personas, el daño que provoca en el cerebro y en la conciencia de los individuos o la dependencia que obliga a los consumidores a fumar cada vez más. En efecto, el consumo de la marihuana conduce a las personas a un éxtasis individual que lo hace abstraerse de la realidad. Hay investigaciones médicas que prueban que la marihuana afecta el comportamiento sicológico de los consumidores y daña el cerebro. Por tanto, su consumo es recreativo en el corto plazo y el tiempo que dura el viaje pero inevitablemente causa daños en la salud de los que la utilizan.
Pero la legalización se asume aquí en los EU como un asunto de derechos individuales porque el Estado debe tener cada vez menos injerencia en el entorno de los ciudadanos. Es decir, el ciudadano estadounidense tiene el derecho a autodestruirse porque se trata de una decisión individual. De ahí que la consulta haya sido mañosamente ocultada bajo el argumento de una droga recreativa, de diversión, cuando el tema es de derechos.
Lo que viene ahora es el efecto geopolítico de la decisión ciudadana para legalizar el consumo de marihuana. Las sociedades latinoamericanas, por ejemplo, no tienen esas preocupaciones por los derechos y los Estados en la región tienen más responsabilidades que suplan las irresponsabilidades de los ciudadanos. La legalización de la droga en América Latina sí aumentaría el consumo y rompería la armonía social porque se trata de sociedades menos individualistas que la estadounidense.
La asimetría social, histórica e individual es profunda entre los estadounidenses y los latinoamericanos, aunque los promotores en la región de la legalización de la droga piensan más como gringos que como ciudadanos de una cultura más humana que busca la armonía racional y no en la evasión provocada por las drogas. Los estadounidenses son una sociedad de pachecos, ese estado de pérdida de la realidad por el consumo de marihuana.
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