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Edición 296

OBSERVATORIO 2012-2018
ABRAHAM GARCÍA IBARRA

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DESDE LA NOCHE DE LOS TIEMPOS

Petróleo e indígenas

LA AGENDA MEDIÁTICA DE DICIEMBRE del nuevo gobierno, sustentada en el efectismo, no logró los alcances deseados por sus diseñadores, pero sirvió de ropaje a Felipe Calderón Hinojosa frente a  la insólita denuncia que, ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya (tribunal establecido por la ONU en 1945 para castigar crímenes de guerra), introdujo el ex presidente nacional del PRI y ex gobernador de Coahuila Humberto Moreira Valdés, en macizo documento que detalla la barbarie  generada por la declaración de guerra que el michoacano proclamó contra el crimen organizado hace seis años, y cuya espantosa continuidad en los pasados días decembrinos sembró terror social en los límites territoriales entre Michoacán y Jalisco, y en otros enclaves críticos,  como Sinaloa. Esperemos que no se repita la ocurrencia propagandística saliniana de los Primeros 100 Días pero, de ser así, ojalá se registren acciones concretas con resultados tangibles; positivos, por supuesto.

Las gansadas del michoacano

Entre las gansadas que en su crepuscular paranoia expectoró Felipe Calderón Hinojosa -lo del paso ganso estrenado por algunos cuerpos del Ejército lo dejamos para otra ocasión-, merecen recuperarse dos: 1) la subconsciente urgencia de que el volcán Popocatépetl hiciera erupción; y, 2) su monumental desprecio a las culturas indígenas, al afirmar que el más importante acontecer de 2012 no sería la reflexión sobre las mal llamadas profecías mayas -que no eran tales, sino el anuncio del fin de un ciclo astronómico y el advenimiento de una nueva era. Lo más importante de 2012, repitió el michoacano, es que él tendría que abandonar Los Pinos y el goce de los placeres vicarios que la residencia presidencial reserva a su principal huésped.

Ambos temas se articulan e insertan en un modelo de pretendida “comunicación”, practicado especialmente por los medios electrónicos domésticos -y la televisión en particular-, exponentes del populismo de derechas (fútbol y farándula de la mano), implantado paralelamente al son del galopar del neoliberalismo. En países del Cono Sur, en aciagos tiempos de feroz dictadura militar de entraña fascista, los sociólogos tipificaron ciertos contenidos de la televisión controlada por los primates uniformados como diversionistas. Distraccionistas, según nuestros usos. Y mediatizadotes también.

Contenidos programáticos, en efecto, para distraer a las masas menos favorecidas socioeconómicamente de su drama existencial. En dos direcciones se emplean esos contenidos. En una: Para sobredimensionar el impacto sicológico colectivo en torno a fenómenos paranormales o sobrenaturales. Dos: Sobrepujar la tragedia personal, para resignar a los segmentos más desvalidos a la usanza refranera de mal de muchos… En el Perú de Alberto Fujimori, por ejemplo, se dio rango de servidora de la Patria a la esquizofrénica Laura de América, importada a México por Televisa para consagrarla matrona de la “cultura” nacional.

El Chupacabras El mochaorejas

Cuando la tecnoburocracia desnacionalizada y desnacionalizadora empezó a asestar a los mexicanos políticas de choque ordenada por el Fondo Monetario Internacional, que se anunciaron como dolorosas pero necesarias, en la primera semana del sexenio de Miguel de la Madrid se proclamó una Economía de guerra. Se advertía a los jodidos (Emilio Azcárraga Milmo dixit), ya mayoritarios, la inauguración de una existencia de sangre, sudor y lágrimas elevadas al cubo le nuestros días.

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Al sentirse y resentirse socialmente las masivas y depredadoras consecuencias de esas políticas, durante el sexenio del usurpador Carlos Salinas de Gortari se sembró la sicosis general con la ubicua aparición de El chupacabras, remoquete que le quedó tatuado al innombrable.

Mitad realidad, mitad mito, durante el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León se hizo institución de terror a El mochaorejas, anticipación climática a los degüellos totales iniciados diez años después como imagen imprescindible de la guerra narca.

Fin del mundo, nuevo truco de terrorismo de Estado

A unos cuantos días de la toma de posesión de Vicente Fox, las televisoras montaron insólitas jornadas, trucando y potenciado imágenes de las fumarolas de El Popo para dar escenario auspicioso al guanajuatense, a fin de que revelara en vivo, en directo y a todo color, sus atributos de Kaliman, personaje de cabecera del hombre de las botas desde que asistía a la Universidad Iberoamericana.

Apenas concluida la explosión consumista de El buen fin, con el que Calderón se despidió adelantando aguinaldos a los burócratas para su irreflexiva dilapidación, en el inicio del nuevo sexenio gubernamental -después del montaje histérico con cargo a la Diva de la banda- se pasó a plagar la programación de los medio electrónicos con las supercherías de El fin del mundo.

En escenarios prehispánicos del sureste se hizo actuar como matachines a extras de las televisoras, en danzas prtendidamente rituales a las que Raúl Velasco les hubiera dado una coreografía menos peor, que ya es decir; se dio cuadro a comerciantes ambulantes que, ávidos de clientes, arribaron a las zonas arqueológicas, y se publicitó la crematística satisfacción de los empresarios turisteros de la región.

Sólo por accidente, en algunas emisiones se dio breve voz a los científicos que, más allá de la galopante charlatanería, tienen autoridad bastante para explicar la filosofía que entrañan los códices mayas. Puro diversionismo; pura distracción para la plebe, urgida de metálico para satisfacer las necesidades artificiales que la temporada impone. Lo mejor es que todo fue gratis, dijo entre lágrimas un jefe de familia que tuvo el lujo de ver, sin pagar, la pista de hielo en El Zócalo de la Ciudad de México.

El origen de la masacre de Connecticut

¿Sabe el lector mexicano cómo se gestó el reciente monstruoso crimen escolar de Connecticut (USA)? El homicida era hijo de una “maestra” militante de una secta llamada de preparacionistas. Esos orates gringos que se tragan la rueda de molino mediático del inminente fin del mundo, almacenan víveres, medicamentos, combustibles y… armas para defender esos bastimentos de un eventual robo. En el arsenal familiar se armó el joven alienado para perpetrar los asesinatos infantiles.

Por supuesto, el lector mexicano no lo sabe, porque la televisión no se lo ha informado, y lo que no está en la televisión no existe. El duopolio televisivo no podía informar sobre ese dato, so pena de perder sus  abultadas facturaciones decembrinas generadas por El fin del mundo. Hay ciudades del Primer Mundo en las que se vendieron boletos de acceso a una nueva Arca de Noé para asegurar la sobrevivencia de la especie.

Protagonistas del viejo populismo

El populismo de la premodernidad priista tuvo un destello de lucidez cuando exigió, infructuosamente, que más de medio centenar de naciones indígenas -más de doce millones de mexicanos- fueran rescatadas de su estatuto meramente folklórico a sabor de los mercaderes del turismo, para integrarlas (no asimilarlas por decreto) como protagonistas del desarrollo nacional. Se dinamizó una política indigenista, cuyo primer ensayo en serio se impulsó a la sombra del populismo cardenista, aquél que vio al indio como sujeto humano, no como la bestia que veían Los científicos de la dictadura porfiriana.

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Para racionalizar y asimilar anímicamente su primera experiencia político-electoral abrevada en el vasconcelismo fallido, Adolfo El joven López Mateo se refugió en las selvas centroamericanas, donde se fascinó en creaciones arquitectónicas de Los Mayas. Encontró allá fuente de inspiración para proceder, durante su mandato, al respetuoso rescate de nuestras culturas madre. En los meses finales de su sexenio, Salinas de Gortari se acompañaba a Chiapas de la parafernalia televisiva, para que lo retrataran como chiva loca, encaramándose sobre algunas pirámides ceremoniales a fin de que la comitiva burocrática rindiera culto a su personalidad. Se sentía, literalmente, un dios. Con eso está dicho todo.

Precisamente, el 21 de diciembre en que cámaras e ignaros cronistas difundían estupideces sobre el fin del mundo, desde la selva lacandona y las hondonadas de Chiapas se movilizaban bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en conmemoración de la masacre de Acteal. Obviamente, el luctuoso y multitudinario acontecimiento en que más de 40 mil indígenas hicieron sentir su potente silencio, no mereció para las televisoras nacionales ni el espacio ni el tiempo que les merecieron los matachines en Yucatán.

Desde la erupción de El Chichonal

Dentro de cuatro meses -del 3 al 5 de abril- se van a cumplir 31 años en que el sureste de México (Chiapas, Tabasco, Campeche, Oaxaca, Veracruz y Puebla) vivió una prolongada noche diurna. Una ominosa y extensas nube de cenizas ensombreció los cielos de la región. Desde las primeras horas de abril de 1982 el volcán Chichón o El Chichonal, en Chiapas, avisó su inminente erupción. ¿Quién, desde “el centro”, tomó nota para dictar providencias? Nadie. No había razón: Aquella zona no es habitada más que por indios zoques. Nadie tampoco, de no ser algún sacerdote progre, se preocuparía por los miles de familias indígenas que tuvieron que abandonar sus lares. Esa fue la carta de presentación del neoliberalismo.

El 1 de enero se cumplieron 19 años del levantamiento zapatista en Chiapas. Sólo la habilidad comunicacional del sub Marcos logró posicionar el suceso en los medios nacionales e internacionales. Al arrancar su sexenio, Vicente Fox apostó a que en 15 minutos solucionaría el problema “de los zapatistas”. En ese periodo, se procesó una reforma constitucional para elevar a rango constitucional los derechos de los indígenas. Otro tópico más en el Libro de libros celebrado, no faltaba más, primero que nada por los propios legisladores. Después, para algunos de “el centro”, los indios siguen siendo folclor.

El sur también existe

No son folclor para “el centro” tecnocrático neoliberal, a cuyos fines desnacionalizadores sirve el estudio El sur también existe, patrocinado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de Ernesto Zedillo Ponce de León, el que desapareció la Isla Bermeja. Coordinó ese trabajo el entonces subsecretario de Hacienda, Santiago Levy, quien tuvo en su equipo a Georgina Kessel, después secretaria de Energía del gabinete de Felipe Calderón Hinojosa, degradada por éste a directora de Banobras.

De entrada, conviene apuntar que aquella bien documentada investigación sirvió de base al Plan Puebla Panamá -guía para la nueva conquista del sureste-, animado por Fox con pretensiones de prolongarlo hasta Venezuela, si no es que hasta La Patagonia; cuyo programa piloto, el Proyecto Milenium, se acometió precisamente en Puebla, con enervadas reacciones indígenas reprimidas en las inmediaciones de Tehuacán.

En el menú de los nuevos santanneros

Situémonos en un escenario representativo del tema: Desde un enfoque rural, México tiene 196 millones 718 mil hectáreas. La propiedad social -sin considerar enajenaciones de derecho o de facto prohijadas por la contrarreforma constitucional de Salinas de Gortari de 1992-1993- abarca 101 millones 428 mil hectáreas, teóricamente amparadas por 29 mil 609 títulos ejidales o comunales en favor de poco más cinco millones de mexicanos. Existe presencia indígena en seis mil 830 núcleos agrarios mixtos (ejidos y comunidades). Sirva de ilustración que sólo en Oaxaca y Chiapas existen dos mil 210 núcleos agrarios con esa característica jurídica.

Pues bien: El centro de gravedad del estudio-iniciativa formulado por Levy y Kessel radica en la proposición de transformar el régimen de tenencia comunal-ejidal en propiedad privada, ya que con el estatuto actual la posesión territorial no es rentable a los inversionistas nacionales y foráneos. Es el modelo que ha guiado las privatizaciones de los entes públicos urdidas por la tecnocracia neoliberal durante los últimos veinte años, y terminados en depredadoras manos extranjeras.

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La clave de la maquinación comentada consiste en que, si bien el Plan Puebla Panamá incluyó 13 estados de la República, El sur también existe se concentra en las entidades sureña con mayor densidad demográfica de origen indígena,  y tienen el más alto y codiciado potencial en recursos minerales y petrolíferos, amén de la gran diversidad de flora y fauna exótica.

Ese es el perverso móvil tras el cual, durante los pasados cuatro sexenios, se ha aplicado arteramente una estrategia de despoblación, ora con la represión militar directa, ora con la formación y protección de escuadrones paramilitares, ora con el deliberado abandono de la región después de las frecuentes devastaciones meteorológicas. Guerrero y Oaxaca tienen una constante histórica de expulsión indígena, pero Chiapas se ha incorporado al mapa después de las embestidas de la naturaleza en 2005, con el más creciente índice anual de emigración.

La promesa de Osorio Chong

Todavía no nos conocen; que no se adelanten, pues hay muchos compromisos con los pueblos indígenas de parte del presidente Enrique Peña Nieto. El presidente Peña sabe y conoce los problemas, por eso apoyará a los pueblos indígenas, y particularmente verá las demandas de Chiapas”, declaró el nuevo secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, según versión de Rosa Elvira Vargas (La Jornada, 24-XII-12), después de que desde los cinco caracoles tzetzales, tzotziles, choles, tojolobales y mames desfilaron desde la Lacandonia y Los Altos hacia las principales ciudades chiapanecas.

Cada quien sus motivos o sus intereses para calificar y clasificar las buenas nuevas que se producen en México, tan escaso de las mismas. A nosotros nos parece, la anterior, la mejor noticia de 2012: Volver los ojos a nuestras culturas y pueblos  originarios, no es sólo amortozación retórica de deudas seculares: Es tomar conciencia del imperativo de restaurar nuestra soberanía nacional, ay, tan ultrajada por la tecnoburocracia. Es asegurar decente porvenir a las nuevas generaciones, despojadas del patrimonio colectivo y de la esperanza. Evocando a poetas indígenas, el malogrado Luis Donaldo Colosio quiso recordar en su campaña presidencial, palabras más, menos, que nuestros hijos nos tienen prestado el futuro. Éste no nos pertenece

Pero falta la Reforma Energética

En el tránsito de la agenda mediática de diciembre, a la promulgación del Plan Nacional de Desarrollo, existe una estación recurrentemente anunciada: La Reforma Energética Integral. La de 2008 fue odiosa simulación para continuar la privatización hacia el extranjero de los hidrocarburos y la electricidad, incluyendo el viento.

En espera de que los compatriotas vean que obras, son amores, nos retiramos con una licencia literaria retomada del grande poeta cubano Nicolás Guillén: ¿Puedes venderme la tierra/ profunda noche de las raíces/ dientes de dinosaurio y la cal dispersa de lejanos esqueletos? ¿Puedes venderme selvas ya sepultadas, aves muertas, peces de piedra, azufre de los volcanes, mil millones de años en espiral subiendo? ¿Puedes venderme tierra/ puedes venderme tierra/ puedes?

He ahí la génesis del petróleo mexicano. ¿Pueden impunemente regalarlo? Está por verse.



El petróleo por todos tan codiciado

EN PROYECCIONES ESTRATÉGICAS hacia 2015, el Consejo Nacional de Inteligencia (USA), al través de la  Junta Nacional de Inteligencia y con información de la Agencia de Geología, en 2000 calculó en 231 mil millones de barriles -117 mil millones probados y 114 mil millones probables- las reservas de petróleo en Latinoamérica, con posiciones dominantes de Venezuela, México y Brasil.

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En esa prospectiva -Tendencias Globales al 2015: Diálogo con expertos no gubernamentales acerca del futuro-, se recomienda a Washington el impulso a la participación privada extranjera a fin de incrementar la producción en la zona, de nueve a más de 14 millones de barriles por día. El escenario se configuró “sin una guerra en el Golfo Pérsico”, de lo que se colige que, subyacente el conflicto bélico en aquella región, el apremio norteamericano se mantiene agresivo. De ahí la anexión foxiana de México a la Alianza Energética de América del Norte (AEAN), ratificada por Felipe Calderón.



Reyezuelos negros

ENCARANACIÓN VIVA DEL REYEZUELO NEGRO, para legitimizar su dictadura en el exterior Porfirio Díaz dio todo dado al extranjero. Sólo unos cuantos datos: Sin importar su condición estratégica como litoral o frontera, ni su riqueza activa o potencial en suelo y subsuelo, en un corto lapso el gobierno vendió a extranjeros 12 millones 693 mil hectáreas de territorio deslindado.

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El fisco recuperó únicamente tres centavos por hectárea. En Chiapas, la Compañía Huller se quedó con un millón 700 mil hectáreas y en Quintana Roo el Banco de Londres con 700 mil. La administración conservó ll millones de hectáreas de páramo. Los indios fueron incluidos en la nueva Encomienda y -como los pocos obreros de la época- sometidos a brutales jornadas de trabajo iniciada a latigazos y con el canto de El alabado a las 4:00 a.m. hasta que las campanas llamaban  al ángelus de las 19.00. Ochenta años después, Carlos Salinas de Gortari pagó con patrimonio nacional el reconocimiento extranjero a su usurpación en 1988.



Petróleo, señores, lleven su petróleo

CON LEYES A SABOR DEL APETITO de los filibusteros extranjeros -igual que ahora-, la dictadura de Porfirio Díaz cedió en 1906 a la Compañía de Petróleo El Águila el dominio de bastas extensiones en los estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz, Tabasco, Campeche y Chiapas para explorar y explotar yacimientos petrolíferos.

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En 1908, la lotería del oro negro le tocó a la Huasteca Petroleum Company, a la que el dictador cedió con el mismo fin terrenos colindantes entre Veracruz, San Luis Potosí y Tamaulipas, con los respectivos permisos para la instalación de tuberías que condujeran el producto a la Mesa Central. Igual que ahora.



Morelos y sus “emancipados”

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A 197 años del degüello del libertador Morelos, en Ecatepec, Estado de México, el presidente Enrique Peña Nieto hizo afirmar a su secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, el 22 de diciembre pasado, que no se puede afirmar que hay justicia para nuestros pueblos originarios, si tres cuartas partes de los indígenas de México viven en los 300 municipios con alta y muy alta marginalidad. Con eso está dicho todo.



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