OBSERVATORIO 2012-2018 ABRAHAM GARCÍA IBARRA
Los impostores de Harvard
EN LOS ESPASMOS DE LA CRISIS finisexenal, José López Portillo (PRI) quiso conminar a “los buenos mexicanos” -así solía dirigirse ilusamente a los insensibles y rapaces sacadólares-, diciéndoles que lo peligroso de esos acuciantes momentos era “tener miedo al miedo”. Adicto lector (en el PRI ya no los hay; son seguidores de El chavo del ocho y donantes a Pati Chapoy, a López Dóriga o a Teletón), el trágico mandatario capturó esa frase del discurso de toma de posesión -en plena Gran Depresión- del enorme Franklin Délano Roosevelt, quien, a su vez -hombre culto y emocional- la había leído de su anarquista paisano Thoreau: “Nada es tanto de temer, como el temor”.
1929: Buscando las “ollas del pueblo”
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Buscando las “ollas del pueblo1929:
El gran Roosevelt, en su discurso de asunción, el 4 de marzo de 1933 -cuando ahora el PRI festina su resurrección-, de cara a la devastadora crisis económica estadunidense, pidió al Congreso de los Estados Unidos amplios poderes, “tan grandes, como los que se me concederían si, de hecho, nuestra nación fuera invadida por un enemigo extranjero”.
En la primera semana neoliberal de su mandato, Miguel de la Madrid (PRI) lanzó a cuatro miembros de su equipo -tres del gabinete económico- a una representación teatral ante los medios de comunicación, para que declararan que, en 1982, el nuevo gobierno (PRI) recibía el país bajo el fantasma de Una economía de guerra. Fue el primer anuncio de las medida fondomonetaristas “dolorosas pero necesarias”. Dolorosas, para el infelizaje. Necesarias, para la acerdada plutocracia.
De la Madrid -como su sucesor, Carlos Salinas de Gortari- había pasado por Harvard. Roosevelt, también. Y de esa experiencia académica escribió: “Tomé cursos de economía durante cuatro años (…), y todo lo que me enseñaron fue equivocado”. Uno de los biógrafos de Roosevelt -El león y el zorro, James Mac Gregor Burns-, bajo la pregunta ¿Presidente del pueblo?, incluye un apartado: Ruptura con la derecha.
Los primeros 100 días
Indagar si había antecedente no viene al caso. Con Roosevelt, se monitorearon los Primeros 100 días de su gestión. Salinas de Gortari lo implantó, como mera ocurrencia mediática, en su arranque trimestral inaugural. Lo que sus publicistas destacaron fue El Quinazo.
Roosevelt encontró que, como arrogante desafío a su debutante presidencia, los propietarios de los bancos los habían cerrado. ¡Pues que se queden cerrados! Y convocó de urgencia a los legisladores a fin de que emitieran una ley para el control de la reanudación de las operaciones bancarias. Aparecía la mano visible del Estado. Roosevelt logró amplios poderes sobre la banca y el dinero en circulación. ¿Cuál era el rubro de la iniciativa?: Para el mantenimiento del crédito del Gobierno de los Estados Unidos. ¡Adelante! Colocado ya en sus Charlas junto a la chimenea, llevó tranquilidad a sus compatriotas.
Roosevelt: El Nuevo Trato
Segundo lance: Fin a la prohibición. Que la cerveza (y el guisqui) genere impuestos, de los que está tan necesitada la quebrada hacienda pública. El tema se inscribió en la Ley Económica. ¡Adelante!, dijo El Capitolio.
Ley agrícola “para elevar el poder adquisitivo de los granjeros, aliviar la presión de las hipotecas y aumentar el valor de los empréstitos” a lo que se obligan los bancos en favor de los granjeros. ¡Adelante!
Demanda de facultades para que el gobierno inspeccione el movimiento en valores y comercio entre los estados. “Fuertes sanciones a quien no proporcione información exacta y completa acerca de los valores públicos”. ¡Adelante!
Ley sobre Autoridad del Valle de Tennesse, para planear y regular el uso adecuado, conservación y desarrollo de los recursos de la Cuenca del río Tennesse. No se trataba sólo de la generación de energía hidráulica, Era control de inundaciones, erosión del suelo, deforestación, abandono de las tierras marginales, distribución y diversificación industrial. ¡Adelante!
Fue una pesadilla
Salvación del embargo a los pequeños hogares hipotecados. ¡Adelante!
Decreto ferroviario para que la autoridad obligue a los transportistas a evitar duplicidad de servicios, despilfarros y estimular la reorganización financiera del sistema. ¡Adelante!
17 de mayo: Dinamizar un gran movimiento cooperativo al través de toda la cadena industrial para lograr la vuelta al trabajo de grandes masas, reducir la semana laboral, pagar sueldos decentes por la semana más corta y evitar la competencia desleal y el desastroso exceso de producción. Amplios poderes para un amplio programa de empleo directo y 3.300.000.000 de dólares para obras públicas, a fin de poner a trabajar al mayor número de personas. Era la Ley de Recuperación Nacional industrial. ¡Adelante!
Esos ¡son 100 días!, no chingaderas. Lo fueron, porque las acciones se pusieron a caballo. No sólo en el papel para las calendas griegas. La divisa del divino lisiado se inscribió en la historia de los Estados Unidos y del mundo como Nuevo trato. Lo tuvo el general Presidente Lázaro Cárdenas del Río cuando acometió la Expropiación Petrolera, que la contrarrevolución pretende ahora revertir.
Con el Nuevo trato, Roosevelt lanzó a los Estados Unidos a su recuperación económica y al ciclo de su más alucinante prosperidad. Sociedad de la abundancia, fue el santo y seña para los siguientes lustros.
“Algunos políticos predican moralidad, porque no implica ningún riesgo: porque, al hacerlo, prueban que están en el lado de los buenos entre el bien y el mal; porque abarcan el más amplio común denominador entre su auditorio: pero no porque ellos tomen sus propias prédicas demasiado seriamente…”. Roosevelt, al hablar con sus enemigos, reflejaba la confianza que tenía en su propio poder persuasivo y, más aún, en la rectitud ética esencial de su posición. Lo dice Mac Gregor Burns.
Con títulos derechos, o diplomas patito, De la Madrid, Salinas de Gortari, Vicente Fox y el presidente del empleo, Felipe Calderón blasonaron haber pasado por Harvard: En México, la gente muere de hambre.
MEMORIA DE LUIS DONALDO COLOSIO
PRI: Cuando los neoliberales
pararon el péndulo
TOMANDO COMO CUADRANTE IDEOLÓGICO la sucesión presidencial Lázaro Cárdenas-Manuel Ávila Camacho (1942), en la que el pacto de caudillos triunfantes en el movimiento armado iniciado en 1910 -convocado y consolidado en 1929 por Plutarco Elías Calles-, cruzó desde la fundación del Partido Nacional Revolucionario a su refundación como Partido de la Revolución Mexicana, y a su transformación en Partido Revolucionario Institucional (PRI), y se dio el giro cualitativo de las presidencias militares hacia el régimen civilista en 1946; tomando, repetimos, esos ingredientes, los estudiosos del sistema político mexicano empezaron a observar cada elección de Presidente de México como un movimiento de péndulo.
Luis Donaldo
Desde ese enfoque valorativo, arbitrariamente esquemático -a un presidente “de izquierda” sucedería un presidente de derecha y viceversa-, al final del sexenio de José López Portillo, autodenominado ultimo Presidente de la Revolución mexicana, y con el arribo de Miguel de la Madrid a Los Pinos, el péndulo se inclinaría hacia el polo de un prolongado periodo derechista, tatuado por la imposición del modelo neoliberal con tintes fascistas. Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, sin hacer diferencia de siglas o colores partidistas, congelaron en seco el hipotético péndulo.
Propagandistas, desde las troneras la burocracia federal, y publicistas identificados como intelectuales orgánicos, según la definición de Gramsci, se empeñaron en implantar en el imaginario colectivo el supuesto fin de las ideologías, basados en la lectura de, entre otros, Francis Fukuyama -El fin de la Historia y el último hombre.
Fukuyama acaso habría plagiado esa tesis, citada por el sociólogo Seymour Martin Lipset en El hombre político (1968), obra en la que comenta el cónclave europeo de conspicuos intelectuales que, a mediados del siglo pasado, se abocaron al estudio de la derrota del fascismo y el ascenso del comunismo soviético, y se plantearon como desafío discernir si la incipiente Guerra Fría no pondría fin a las ideologías. El mismo Lipset, sin embargo, acotaba que lo único a lo que no pueden renunciar los partidos políticos, para su supervivencia, era a sus propios mitos que les dieron origen y éxito electoral.
En todo caso, nos parece más sustantivo -para el caso México- remitirnos a la convocatoria que, en 1947, en el Hotel du Parc de villa de Mont Pelerin, Suiza, el profesor Friedrich von Hayek hizo a un destacado grupo de intelectuales, de preferencia economistas, logrando respuesta de 37 de ellos. Por cuestiones de método, conviene apuntar que Hayek fue pupilo de Ludwig von Mises, creador de la llamada Escuela austriaca. Entre otras obras, éste escribió El Estado omnipotente y La burocracia. Huelga decir más sobre la tendencia de sus contenidos. Pasó al asilo en los Estados Unidos. Su nombre lo lleva en México un instituto de fundamentalistas nativos anti Estado, que hicieron sus primeras escoletas al aparecer el Plan Global de Desarrollo en 1980.
En esa línea de pensamiento, Hayek escribió a su vez Camino a la servidumbre, un alegato en el que sostiene que el hombre no puede tener más libertades, que las que derivan libertad económica (libertad de elección fue, es, lema asimilado por la tecnocracia mexicana, siempre pensando en el dinero). Hayek fue consagrado en 1974 por los patronos del Premio Nobel; para efectos, el de Economía.
La sociedad Mont Pelerin
En los helados Alpes suizos nació la Sociedad Mont Pelerin, por lo mismo, de macabra frialdad en sus lucubraciones e iniciativas. Aunque la literatura de esta secta economicista ya circulaba profusamente en algunas universidades privadas domésticas bajo los auspicios del Consejo Coordinador Empresarial y la Confederación Patronal de la República, durante el sexenio de Zedillo la Honorata Società se aclimató formalmente en México, desde Cancún.
Es pertinente consignar que el mismo Nobel dio título sacramental a otros siete economistas identificados como padres del neoliberalismo. Destacamos entre ellos el nombre de Milton Friedman, habida cuenta que, fundador de la Escuela de Chicago, influyó en la formación doctrinaria de la primera generación de tecnócratas -renegados algunos de su extracción de la Universidad Nacional Autónoma de México al ser reclutados por universidades de los Estados Unidos-, que tomó por asalto el poder político con De la Madrid. Von Hayek y Friedman (éste, consejero de la Casa Blanca) habían perfumado agua bendita a las putrefactas dictaduras militares sudamericanas, a partir de su rendida adoración al primate chileno Augusto Pinochet.
El evangelio según Milton Friedman
Del evangelio según Milton Friedman les vino a los tecnoburócrastas mexicanos su condenación a todo aquello que inspire Justicia Social. “¡Me cago en el término!”, había dicho Friedman en visita a Buenos Aires, Argentina.
Las corrientes dominantes en el interior del PRI hasta 1986-1987, se resistieron a comulgar con las ruedas de molino de la tecnoburocracia neoliberal, pero les faltó oxígeno, elemental decencia incluso, para evitar el asalto al poder por Salinas de Gortari, quien en sus documentos fundamentales les introdujo de contrabando el neoliberalismo, disfrazándolo de liberalismo social.
En lo sucesivo, los sedicentes “ideólogos” del PRI ya no hablarían más de los pensadores liberales del siglo XIX mexicano ni de los revolucionarios del siglo XX. Prohibido leer a don Jesús Reyes Heroles y menos su propuesta del Estado Social de Derecho. Sobre sus escritorios pusieron un personalizador: Yo Amo a Karl Popper; mi credo es La sociedad abierta y sus enemigos.
Si el austriaco Von Mises había dictado el epitafio al “Estado omnipresente”, Salinas de Gortari hizo gala de una retórica jesuítica. Satanizó al Estado benefactor, pero no lo extinguió: Reorientó su beneficencia de los menos favorecidos hacia la derecha: A favor de una plutocracia cleptómana en la que se hermanan burócratas estatales con los adalides de la libre empresa. Los Cresos favoritos de Forbes.
¿Por qué, preguntó en 1989 en Los Pinos al Presidente, el secretario de Programación y Presupuesto -Zedillo Ponce de León-, si los obreros y campesinos no le dieron su voto, el Plan Nacional de Desarrollo ha de hacer concesiones a los sectores sociales?, según lo proponían don Fernando Gutiérrez Barrios y Carlos Hank González. Seguramente, los tecnoburócratas tenían ya en mente que a futuro no se requerirían votantes de carne y huesos. Bastaría el algoritmo electoral.
Y el futuro nos alcanzó
Un año antes de no irse, Salinas de Gortari expectoró desde “la más alta tribuna de México”: Estamos, compatriotas, ganando a pulso el futuro. La esperanza de los mexicanos es la fuerza misma de la nación... Con hechos y visión de futuro estamos probando que México es una gran nación. Ayer, una gran nación. Hoy, una gran nación. Una gran nación en el próximo siglo ¡Viva México!
Quizás, la esperanza de la que habló Salinas de Gortari la encarnaba Luis Donaldo Colosio. Pero éste, el 6 de marzo de 1994, les informó a los priistas que en su campaña veía a un México con hambre y sed de justicia. Dos semanas después, cayó abatido a balazos en Lomas Talurinas. Ahora, exultante, el PRI sale de nuevo desde Los Pinos a celebrar el 84 aniversario de su fundación. El futuro que en 1995 profetizó para “el próximo siglo” Salinas de Gortari, ya está aquí. ¡Pero al revés!
Noticias de la Presidencia imperial
DURANTE LA DECENA TRÁGICA PANISTA, sólo por producción, distribución y exportación de petróleo, ingresaron a las arcas públicas un billón 100 mil dólares. Los excedentes generados por el tráfico de drogas -sin contabilizar armas y trata de personas-, blanqueados por el Banco de México, sumaron unos 500 mil millones de dólares. Las remesas enviadas por los emigrantes desde los Estados Unidos, también lavadas por el banco central, cerca de 400 mil millones de dólares.
Los mexicanos -contribuyentes cautivos, o no; con empleo o desempleados; desde la cuna o próximos a la tumba- cargan con una deuda pública de más de seis billones de pesos. Para febrero de 2013, sólo especuladores extranjeros estaban en posesión de papeles emitidos por el gobierno federal por un monto de un billón 606 mil pesos.
Y cada año, en México mueren de hambre once mil compatriotas. Otros miles nacen con taras genéticas o con deficiencias de aprendizaje escolar a causa de la desnutrición. El gran capital en México está concentrado en 39 familias que forman una plutocracia insolente y rapaz. Sobre todo, impune.
Perdida la soberanía alimentaria
Entre el compromiso de asegurar el suministro de petróleo a los Estados Unidos y convertir a México en una economía de consumo -según consecuencia del Tratado de Libre Comercio, que cumple 20 años-, campesinos mexicanos han sido obligados a abandonar o enajenar más de 12 millones de hectáreas (dato sujeto al padrón que elaborará la nueva Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano), que han quedado en manos de cárteles de la droga o en trasnacionales de la minería.
Para 2008, la Auditoría Superior de la Federación de la Cámara de Diputados federal contabilizaba (auditoría de desempeño) 7.5 por ciento del territorio nacional en proceso de desertificación, y 7.5 millones de hectáreas sin cultivarse por falta de apoyos oficiales.
En tanto, México ha perdido su soberanía alimentaria: Depende 43 por ciento de las importaciones para satisfacer requerimientos alimenticios de su población y de insumos para la industria: 93 por ciento en soya, 74 por ciento en arroz, 42 por ciento en trigo, 25 por ciento en maíz.
Para decirlo pronto, si en 2010 se importaron 7.2 millones de toneladas de maíz amarillo (destinado a los cerdos en los Estados Unidos: para el consumo humano en México), ya para 2012 la importación se disparó a 8.15 millones de toneladas. Incluyendo el maíz blanco, en ese periodo sólo por estos dos productos el gasto en dólares alcanzó tres mil millones.
Nueva clase dorada mexicana
Los cálculos más recientes ponen por debajo de 2 por ciento el crecimiento anual de la economía mexicana como promedio del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. El dato se mantiene en la línea de los cuatro sexenios anteriores. Lo que no va con esa tendencia, es el crecimiento en número y costo de la burocracia federal.
Un repaso del colega Carlos Fernández-Vega nos pone a la vista el escalofriante dato del acerdamiento del sector público en la gloriosa era panista: Ernesto Zedillo lo dejó a un costo de 383 mil millones de pesos anuales. Al retirarse a Harvard, Felipe Calderón Hinojosa dejó el boquete en un billón 300 mil pesos al año. Todo ese despilfarro favorece poco al personal de base de la Federación. Sirvió, en cambio, para la institucionalización de una nueva clase dorada mexicana. Gran parte de estos cuadros medios y superiores sigue aferrada a la jugosa teta, en virtud del Servicio Profesional de Carrera, esa nueva patente de Corso. Otros pusieron tierra de por medio, pasando a retiro a lujosos fraccionamientos residenciales en el sur de los Estados Unidos.
Y no es precisamente de dos patas
Si se computan casi seis millones de “operaciones relevantes” al año, 51 mil 263 “operaciones inusuales” y al menos 157 reportes de operaciones preocupantes, cualquiera imaginaría que existe sólida materia para que se ponga a todo el sistema bancario, de fianzas, seguros, centros cambiarios, etcétera, en cuarentena, si de lo que se trata es de perseguir el lavado de dinero.
Pero esa información pasa ya como reporte de un guía de turistas al que se le pregunta por dónde se puede llegar a la Villa de Guadalupe. Aquella información, la procesa la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público… ¿Y?
Excepcionalmente, la Procuraduría General de la República es requerida por Hacienda para que investigue a personas sospechosas de lavado. En 2012 se le cursaron solicitudes sobre 586 personas. A su vez, la PGR pidió mil 408 veces información financiera a Hacienda. Ésta respondió con información sobre mil 296 solicitudes. Y todo indica que ahí se queda la ruta.
Parece obvio que todo ese catálogo documental, más que para acreditar delitos como el lavado en averiguaciones previas o procesos correspondientes, se utiliza para otros inconfesables fines.
HACE SEIS AÑOS, EL PRIMER EVENTO de la Secretaría de la Función Pública a cargo de Germán Martínez, consistió en avisar al ex secretario de Hacienda de Vicente Fox, Francisco Gil Díaz, que estaba listo ya el dictamen de un procedimiento administrativo que lo señalaba como transgresor de la Ley de Responsabilidades de los Servidores del Estado, por no haber esperado el plazo legal establecido, en su caso para incorporarse al directorio del banco británico HSBC. Gil Díaz exhibió su renuncia a esa posición y no pasó nada.
El de las manos limpias
A Gil Díaz -ya con Felipe Calderón- le sucedieron en Hacienda Agustín Carstens (al que el Fondo Monetario Internacional prefirió en el Banco de México); Ernesto Cordero, hoy con fuero como presidente de la directiva del Senado, y José Antonio Meade, quien ahora despacha como secretario de Relaciones Exteriores del gobierno del PRI.
Pues bien: Durante el desempeño de esos tres titulares de Hacienda, según peritaje de la Unidad de Evaluación y Control de la Cámara de Diputados sobre la revisión de la Cuenta Pública calderoniana de 2011 -Sistema financiero y riesgos de las finanzas públicas-, la administración de Calderón dispuso discrecionalmente -entre 2007 Y 2011- de 5.7 billones de pesos de los 15.5 billones de presupuesto de Egresos que se le autorizaron en ese periodo. Según el documento, el gobierno saliente, atenido a los enormes ingresos petroleros excedentes, asumió una actitud permisiva que relajó los esfuerzos en materia tributaria.
Meses antes, la Auditoría Superior de la Federación de la propia Cámara baja había reportado un cuantioso trasiego de recursos presupuestales a numerosos y opacos fideicomisos, una de las figuras favoritas de la SHCP, de prolongada protección por el secreto fiduciario.
ÉTICA DEL BUEN CORRUPTOR
Diálogo entre dos traidores
S
e la pasaron de pachanga
El jesuitismo rústico, en este caso analfabeto (antípoda del jesuitismo ilustrado), pretende fascinaciones populistas:
· Entiendo que el servicio público es patrimonio de todos. Lo procuraré por encima de los intereses particulares.
· Ceñiré mi conducta pública y privada de modo tal que mis acciones y palabras, sean honestas y dignas de credibilidad…
· No concederé preferencias o privilegios indebidos a persona alguna.
· Respeto al Estado de derecho.
· Garantizaré el acceso a la información gubernamental al uso y aplicación transparente de los recursos públicos.
· Nunca usaré mi cargo público para ganancia personal, ni aceptaré prestación o compensación de ninguna persona u organización que me pueda llevar a actuar con falta de ética en mis responsabilidades y obligaciones.
· Promoveré y apoyaré estos compromisos con mi ejemplo personal, siguiendo los principios morales que son base y sustento de una sociedad exitosa en una patria ordenada.
Lo que no quiso decir Vicente Focs
* “El poder nos ha alejado crecientemente de los valores, principios y compromisos que impulsaron la alternancia (…) En los intereses de coyuntura, hemos extraviado el objetivo inicial de aquel proyecto político (…) que debe guiar todo proyecto de cambio.
*“Pretender decidir desde el gobierno quién será el próximo presidente, como quién no debe ser, fue pecado mortal del viejo régimen.
*“La ola de esperanza derivada del cambio, está ya de regreso: Incertidumbre ante el futuro es hoy el sentir ciudadano.
“Es imprescindible revertir la percepción social de que la democracia puede llevarnos a la degeneración del Estado, y que es una de las causas fundamentales del deterioro de nuestras instituciones.
“(En la sucesión presidencial)… no podemos dar curso a nuestros afectos y desafectos personales en su conducción,
“EL PELIGRO principal del proceso de sucesión no está, pues, en quién llegue a la Presidencia, sino cómo llegue. Si no hay legalidad, equidad, democracia y arbitraje presidencial imparcial, la disputa electoral del 2006 podría llegar a convertirse en una repetición de las viejas y nocivas rondas de desconfianza sobre los resultados electorales. Y si las elecciones no se resuelven en las urnas, se van a resolver en las calles.
Alfonso Durazo Montaño
“Por el bien del país, el presidente de la República no puede tener proyecto político después de gobernar (…) En ese contexto, no puede hacer abstracciones de las implicaciones de la incursión de la Primera Dama en el inventario de eventuales aspirantes a la candidatura presidencial del Partido Acción Nacional (…) El país no está preparado para que el Presidente deje a su esposas de Presidenta.
“Una actitud permisiva del Presidente a las eventuales aspiraciones de su esposa, vulneran contradictoriamente su autoridad. Diría algo más: Sus aspiraciones presidenciales pueden tener posibilidades políticas, pero no tienen POSIBLIDAD ETICA. No es sensato sucumbir a los EMBATES MEDIÁTICOS que engrandecen, fundamentalmente, o no, su imagen “.
Las líneas en cursivas a la entrada de esta nota, corresponden al compromiso “ético” del deudor correteado por sus acreedores, y militante de El Barzón, Vicente Fox Quesada. Las que están en negritas, fueron escritas a posteriori por el que fue secretario particular del asesinado candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, Alfonso Durazo Montaño, del que algunos maliciosos decían compartía genes con el célebre difunto el Negro Durazo, y desempeñó el mismo encargo con Fox Quesada en Los Pinos.
Vicente Fox -en términos estrictamente zoológicos, no es que sea una bestia, zorro-, abanderado por un degenerado PAN, llegó a Los Pinos -no a gobernar, como ya se sabe, sino a ratear. Quiso hacer de su segunda pareja matrimonial, Presidenta. Es lo que objeta Durazo Montaño.
¡Sorpresas te da vida! Resulta que, ahora, Fox Quesada, después de haber tirado a la basura su gafete de panista de temporal, es un apasionado admirador del PRI, y ofrece su cultivada inteligencia a Enrique Peña Nieto, como garante de la democracia.
CAMINO CORRECTO... HACIA EL ABISMO
Cuando Friedman llegó a Palacio
“ME SIENTO MUY DECEPCIONADO porque me equivoqué. Pero en aquel entonces (1987) no tenía elementos de juicio sobre la moralidad de los Salinas. Me di cuenta después de que es conveniente que los presidentes están mejor informados sobre la moralidad de sus colaboradores”. Miguel de la Madrid Hurtado a la periodista Carmen Aristegui, meses antes de morir.
La sucesión presidencial de 1982 no fue, en estricto rigor, precisamente aterciopelada. Vista en retrospectiva, marcó a fuego el futuro inmediato del Partido Revolucionario Institucional (PRI). A 1982, por otros motivos, José María Basagoiti, hombre de negocios sin pelos en la lengua, lo bautizó: El año que vivimos en peligro.
En 1983, por encargo del presidente De la Madrid o por iniciativa propia, el secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari establecía contactos con Basagoiti, entonces dirigente patronal-empresarial, para disuadirlo de la suspensión de la campaña México en la libertad, enervada respuesta de la plutocracia bancaria contra la nacionalización del sistema bancario. El caudillo se esa cruzada, el sinaloense Manuel de Jesús El Maquío Clouthier del Rincón no aceptaba el encuentro solicitado por Salinas de Gortari.
López Portillo, 97.05 por ciento de votos presidenciales
Seis años antes, los resultados de la elección de Presidente de México parecían anunciar un PRI milenarista. José López Portillo y Pacheco se hizo de la presidencia con 97.05 por ciento de los votos, sumados los del PRI y de los partidos Popular Socialista (PPS) y Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM). El Partido Acción Nacional (PAN) quedó fuera de la contienda como consecuencia de sus rupturas internas. Valentín Campa, por el Partido Comunista Mexicano, emprendió una heroica campaña propiamente testimonial. El PCM estaba proscrito.
Hacia 1980-1981, los manes de la especulación nominaban como precandidato priista al director general de Petróleos Mexicanos (Pemex), Jorge Díaz Serrano quien, encandilado por el espejismo del boom petrolero, desde dos años antes pactaba en Tamaulipas alianza con el líder moral del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) -el más poderoso del sector obrero priista-, Joaquín Hernández Galicia, y desarrollaba una eficaz estrategia de relaciones públicas entre los más conspicuos líderes de opinión.
El secretario de Hacienda y Crédito Público, David Ibarra Muñoz tenía en su haber la gestión fiscal de la abundancia petrolera que permitió -así fuera transitoriamente- poco más de ocho por ciento en el crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB), que administró en el intento de desarrollo industrial y en beneficios a la clase trabajadora. Contaba como aliados con segmentos progresistas del Colegio Nacional de Economistas.
Al ex presidente nacional del PRI y ex secretario de Educación Pública, Porfirio Muñoz Ledo lo acreditaban su juvenil prestigio intelectual y su vocación conciliadora, probada previamente en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, y, aún desplazado como embajador ante la ONU, no dejaba de nombrársele prospecto. Apenas pintaba, pero pujaba, Pedro Ojeda Paullada en la propia Secretaría del Trabajo, encarruchado por el rojo desteñido Manuel Marcué Pardiñas.
Al regente del Distrito Federal, Carlos Hank González, se le había mojado la pólvora con su estrategia 82 para el 82, que gravitaba en el intento, fallido finalmente, de reforma al artículo 82 constitucional, que impedía a hijos de extranjeros la posibilidad de la gobernación mexicana.
La disputa interna por la candidatura priista parecía cerrada entre Ibarra Muñoz y el secretario de Programación y Presupuesto, Miguel de la Madrid Hurtado. Plásticamente, se le describía como la pugna entre el ala izquierda y el ala derecha de Palacio Nacional. Sin embargo, irrumpió como tercero en discordia el ex secretario de la Reforma Agraria y al momento presidente del CEN del PRI, Javier García Paniagua.
El handicap de García Paniagua
El nombre de García Paniagua tiene significación en el conflicto sucesorio de 1982 por dos hechos objetivos: Hijo del general secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, portaba el estandarte de su padre, quien se negó al golpe de Estado en octubre de 1968, y heredaba del militar jalisciense simpatías en segmentos de la alta oficialidad del Ejército a su precandidatura.
La posición de García Paniagua en la dirigencia nacional del PRI, de otro lado, le facilitó acuerdos políticos con el sector obrero, básicamente, cuya supremacía ostentaba la Confederación de Trabajadores de México (CTM), liderada por Fidel Velázquez Sánchez. Ambos pactaron no permitir que un financista incrustado en la tecnoburocracia -De la Madrid- se hiciera con la candidatura. Es tal la razón por la que García Paniagua fue desplazado del PRI por López Portillo, autodenominado el fiel de la balanza, al inclinar ésta por De la Madrid.
Triunfante la candidatura de De la Madrid para el sexenio presidencial 1982-1988, triunfo ensombrecido por la expropiación bancaria, decreto para el que no fue consultado el mandatario electo -“a los desnacionalizados, les pido que, al abandonar los esfuerzos solidarios por México, que no nos estorben; así nos ayudan”, arengó López Portillo-, en el diario El Día publicamos una entrega seriada bajo el título: Cuando Friedman llegó a Palacio. Obviamente, el tema versó sobre las consignas monetaristas dictadas por los padres del neoliberalismo, entre ellos Milton Friedman, asestadas a las economías periféricas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
JLP: Último presidente de la Revolución
Por aquellas fechas, todavía López Portillo no se declaraba el último Presidente de la Revolución mexicana. En dichos textos, subrayamos advertencias sobre lo que sucedería en México al someterse a los designios colonizadores del FMI, con base en los resultados del modelo neoliberal ensayado bajo la ensangrentada bota militar, -pasada por el agua bendita de los padres del neoliberalismo- en Chile, Argentina, Brasil y Uruguay.
Para decirlo pronto, aun antes de que Margaret Thatcher y Ronald Reagan proclamaran su Revolución conservadora, las dictaduras militares-autoritarias del Cono Sur habían dado pruebas palmarias de la incapacidad de sus regímenes para atemperar el impacto socioeconómico de las depredadoras recetas fondomonetaristas.
Su brutal aplicación, enmascarada en el supuesto de la “estabilización” macroeconómica, se sintetizaba desde entonces en dos que tres ecuaciones: Oligopolización dependiente: Concentración de la renta económica-especulación-inflación.
Repetimos: Desaliento al ahorro interno y a la inversión productiva, oligopolios galopantes con predominio de capital extranjero, rentismo y -sin la estabilización pretendida- fuga de capitales. Saldo: Enervamiento de la represión a la protesta popular.
¿A quién beneficia el crimen?
Los debutantes tecnoburócratas mexicanos -primera generación de gobernantes gringos nacidos en México, se les nominaría después- no desconocían el resultado del falaz y devastador experimento. Aquí ya circulaba literatura -reeditada por entidades del sector público- de investigadores argentinos (identificados sólo a manera de ilustración), cuyas conclusiones no dejaban lugar a dudas: Ahí donde el Estado es desestabilizado, es visible la mano negra del mercado y se da por descontado quienes serán los usufructuarios del caos. Dicho a modo de trama policiaca, la pregunta de partida es: ¿A quién beneficia el crimen?
Von Hayek.
Los tecnoburócatas mexicanos no desconocían, insistimos, la atroz consecuencia de la doctrina y la praxis del fundamentalismo neoliberal en el sur del continente, pero estaban ansiosos de acreditar su doctoral infalibilidad y ganar legitimidad en el exterior a costa del sacrificio de la comunidad nacional.
Agudo y visionario, una década antes, en su carácter de líder nacional del PRI, don Jesús Reyes Heroles -al recordar a Los Científicos del Porfiriato que sonsacaban una dictadura regeneradora-, activó la señal de alerta contra el riesgo de permitir que la tecnocracia pretendiera constituirse en poder político. Qué “providencial” resultó su muerte el 19 de marzo de 1985. ¿Saben de quién hablamos los bebesaurios?
Y se inventó “el camino correcto”
Decimos en las primeras líneas de esta entrega, que la sucesión presidencial de 1982 marcó a fuego el futuro del PRI. Las notas de las que aquí hacemos un ejercicio memorioso (Cuando Friedman llegó a Palacio) tuvieron como soporte informativo un documento elaborado por el tanque pensante de la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP), entonces a cargo de De la Madrid.
Ese documento, con marbete de “confidencial”, se cursó a Los Pinos hacia 1980, al través de la Dirección de Documentación y Análisis (SPP, antes de Informe Presidencial), entonces a cargo de José Ramón López Portillo, y constituyó, de entrada, una declaración de principios de la tecnoburocracia, que no sólo borraría de un plumazo los compromisos doctrinarios y programáticos contenidos en los documentos fundamentales del PRI. Incluso, apareció como radical contraposición a la exposición de motivos, objetivos y metas del Plan Global de Desarrollo (PGD), divulgado en 1980 por la propia SPP.
Friedman amaba a Pinochet
El choque de trenes PRI-Palacio Nacional (sede de la SPP) tuvo su origen en dos circunstancias del momento: El priismo histórico o, dicho con más propiedad, sus estamentos caciquiles arraigados en el corporativismo, vieron con alarma la Reforma Política impulsada en 1977-78, auspiciosa del registro a nuevos partidos políticos, por dicha reforma elevados constitucionalmente al rango de entidades públicas. Vale recordar que la reforma fue acompañada por una Ley de Amnistía para reencauzar institucionalmente a corrientes que en esa década habían optado por la vía armada.
(Con los amnistiados, hubo algunos compañeros de viaje que con juvenil ímpetu se habían sumado a la lucha por la derogación del delito de disolución social; otros, habían participado en asaltos bancarios y secuestros. Al final de la jornada, hubo quienes terminarían como comunistas Pronasol y, entonces, se dieron cuenta que era más fácil e impune el asalto a las tesorerías de la Federación, los estados y municipios. Esto, por supuesto, no es disolución social.)
Reivindicaciones de la clase trabajadora
La otra circunstancia a la que nos referimos, fue eminentemente reivindicatoria del derecho de la clase trabajadora a sentarse en la mesa de reparto de rendimientos de los crecientes ingresos petroleros. López Portillo, tratando de recomponer las relaciones poder presidencial-poder empresarial, perturbadas por la expropiación de los latifundios de los valles de El Yaqui y El Mayo decretada por Luis Echeverría, que puso a los terratenientes expropiados a punto de las armas (según consta en los registros de la Conspiración de Chipinque), caracterizó su intención reconciliatoria, proponiendo la Alianza Nacional, Democrática y Popular para la Producción, despojada sobre la marcha de sus ilusorios apellidos.
Resultó evidente que, de tal alianza, a la hora de la administración de la abundancia petrolera, los privilegiados fueron los hombres de negocios, siempre amenazantes con golpes de Estado. Favoritos en la dispensa de esos privilegios, fueron los ensoberbecidos capitanes del Grupo Monterrey. Fue cuando la CTM clamó: Reforma Política, vale. Vale, si es acompañada con una Reforma Económica redistributiva.
La CTM puso la demanda a caballo convocando ex profeso, en 1978, a una Asamblea Nacional deliberativa y propositiva. En 1979 abanderaría la de Desarrollo Rural; en 1980 la del Sector Social en la Economía y, en 1981, la de Desarrollo Industrial, Comercio y Distribución. En el centro de gravedad de esa resurrección cetemista, apareció el Pacto Obrero-Campesino, exigiendo la supremacía del Estado en la gestión económica.
Antes de culminar la agenda recorrida por la CTM, el Congreso del Trabajo la hizo suya y la presión condujo a una asamblea nacional del PRI, enfrentado a la intransigente demanda de que se declarara Partido de los trabajadores. Se trataba, desde lo alto y a lo ancho, de una definición clasista. Puestos en trance, los altos mandos del PRI matizaron en una nueva Declaración de Principios y Programa de Acción: El partido plantea como solución al dilema entre la economía liberal y la plena estatización, un sistema basado en estructuras paralelas y complementarias, integrado por los sectores económicos estatal, social y privado (en ese orden), cada uno de ellos con su propia autonomía decisoria, pero respondiendo siempre al interés superior del país.
Petróleo, arma de negociación
Tres décadas después de aquellas promisorias jornadas, y dado el debate crucial de estos días, resulta pertinente destacar un punto de aquella Reforma Económica que se quedaría en embrión: El petróleo se convierte en el más fuerte apoyo de nuestra independencia económica y factor de corrección de nuestras deficiencias. Se debe administrar con moderación y pericia.
Ese es un texto de las conclusiones de la asamblea nacional cetemista. Pero en los alegatos sobre el tema se dijo más: El petróleo debe asumirse como arma de negociación en las relaciones económicas con el exterior y como imperativo de consolidación de la soberanía nacional y del derecho de México a aprovechar sus recursos energéticos en beneficio de su población.
Se arrepintió tarde
No eran fortuitos, ni gratuitos, esos reclamos generalizados en y desde el interior del priismo. Aquel año, a las reservas probadas de crudo, de 14 mil millones de barriles, se agregaban reservas probables por otros 10 mil millones. El ingreso por exportaciones con precios a la alza habían permitido al Estado aumentar las inversiones en 135 por ciento en producción y 262 por ciento en petroquímica.
Sin embargo, acorralado por la crisis económica de fin de su sexenio, Echeverría había caído en la trampa del FMI, al firmar la primera carta de intención con este especulador planetario. Por la misma razón -su propia crisis- López Portillo le puso el clavo definitivo al ataúd, suscribiendo en 1981-1982 el refrendo del leonino convenio, echando por la borda su propia agenda, que había programado en tres etapas: 1) recuperación y superación de la crisis; 2) consolidación económica y política, y 3) crecimiento acelerado, “sin quemar etapas”.
Las razones del priismo recalentado
¿A qué respondían entonces los clamores y demandas surgidas de la CTM, el Congreso del Trabajo y de la Asamblea del PRI? A las líneas monetaristas dictadas por el FMI con sus políticas “de estabilización”, que consistían en liquidar el proteccionismo al desarrollo industrial soberano, contener la expansión del gasto y la inversión públicos, y frenar los incrementos salariales. Desplazar, pues, al Estado como agente económico, para abrir los umbrales al predominio del capital privado. En términos de la doctrina neoliberal, dejar de lado la Justicia social -con democracia-, piedra de toque, hecha lema, de un sedicente partido revolucionario.
Fue a esa reorientación combatiente del priismo (que le costó la presidencia nacional a Carlos Sansores Pérez, suplido por un pusilánime Gustavo Carvajal Moreno), a la que salió al paso el documento que desde la SPP remitió su tanque pensante al presidente López Portillo, quien, no obstante, en el torbellino del saqueo desde las tesorerías de la banca privada y la feria de los sacadólares, decretó la estatización bancaria.
“El gancho” de la sociedad igualitaria
No obstante aquel documento secreto citado, en su campaña electoral, De la Madrid había postulado siete tesis como líneas fundamentales del futuro gobierno, de las cuales retomamos dos: Planeación Democrática del Desarrollo Nacional y sociedad igualitaria. Ésta se quedó en el tintero y la primera -aun elevada a rango constitucional-, dejada en el closet devino en mera retórica.
Terminó llorando
De la Madrid fue rendido en las primeras de cambio al golpe de dos pesados dos arietes. En el interior, la campaña México en la libertad, maquinada en los gabinetes de los banqueros desplazados y en las sacristías. Desde el exterior, por la sentencia reganiana dictada desde el Salón Oval de la Casa Blanca: Humillar el orgullo de México.
En la semana de la expropiación bancaria, primera de septiembre de 1982, un priismo histérico tomó El Zócalo de la Ciudad de México. No faltó el delirante priista que -como en 1938, cuando la Expropiación Petrolera- propusiera la suscripción popular para pagar la indemnización a banqueros expropiados, a fin de que el Estado controlara el nervio vital de la economía.
La humareda de los fuegos fatuos
Intoxicado por la humareda de los fuegos fatuos del festejo expropiatorio, el PRI descuidó la vanguardia, la retaguardia y los flancos, por donde amenazaba su derechización fascista. Instalado en Los Pinos Miguel de la Madrid, y en Palacio Nacional Carlos Salinas de Gortari, ahora como titular de la Secretaría de Programación y Presupuesto, de la que había sido director general de Política Económica y Social con De la Madrid, los harvadianos se reafirmaron como tanque pensante y organizaron la revanchista batida contra los populistas, para enfriar y revertir su pasajera calentura ideológico-programática.
José Ramón acompañando al Presidente
Refundación del partido, fue la consigna. En realidad, Refundirlo para claudicar; claudicar para privatizar, privatizar para desnacionalizar, debió acuñarse como nuevo lema, bajo los nuevos sacramentos impartidos por los dómines de Palacio: Los ejercicios de simulación (cuál mejor verbo) digital, y la matriz insumo producto. El gobernado, el ser humano, no es más que un guarismo; una estadística. Que a nadie confundan los daltónicos. Hasta donde llegue el pavimento, ni un paso adelante. Nunca más baños de pueblo. Para eso están los helicópteros super pumas y los jet lear.
Nueva especie mandante: Los androides
No más pensar, no más estudiar, no más diagnosticar, no más programar. Quedar bajo el imperio del pragmatismo oportunista. No dejar piedra sobre piedra. Todo sería cuestión de tiempo y a buen paso: Liquidar el Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IEPES), extinguir las secretarías de Divulgación Ideológica y Capacitación Política, derrocar la dictadura de los sectores. No más activismo en la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPPAL)…, tan molesto a la Casa Blanca. Pronto, el grupo en el poder tendría una nueva identidad: Los androides.
Apenas cumplida la década de la frustrada Reforma Económica cetemista, los saldos de la depredación podrían condensarse en unos cuantos datos. Para mayo de 1988 -siete meses después del devastador crack de la Bolsa Mexicana de Valores, que costó conservadoramente 36 billones de pesos a ilusos jugadores-, se habían “desincorporado” ya 460 entes públicos; 116 enajenados y otros 101 se encontraban en subasta.
En esa orgía privatizadora, desde Los Pinos se festinaría la declaración de quiebra de Aeronaves de México: “Un acontecimiento sin paralelo en la historia de la administración pública. Ante la opinión pública, ni el cierre de Fundidora de Monterrey, dos años atrás, ni el alto número de empresas estatales que hasta entonces el gobierno federal había vendido, liquidado, extinguido, fusionado o transferido, se equipara a la determinación gubernamental de cerrar una compañía como Aeroméxico…”.
Que los muertos entierren a sus muertos
Importaba madres que en Monterrey empezaran a registrarse los primeros suicidios por causa económica, de obreros calificados que fueron lanzados a la cesantía. Otros encontrarían ocupación en el servicio de limpia del municipio. Agente naranja (como el arrojado por el Ejército de los Estados Unidos en Vietnam), bautizaron en la capital regia las políticas de shock FMI-De la Madrid-Salinas de Gortari.
La venganza de Zedillo
Quien con Salinas de Gortari asumiría la Secretaría de Hacienda, Pedro Aspe Armella celebraba: Estas ventas han reportado al erario cerca de un billón de pesos (sin los tres ceros quitados después al peso: mil millones de pesos), a los que se añadía el ahorro por la suspensión de subsidios, transferencias y endeudamiento neto del sector público.
Lo que no reportaba Hacienda, era el descomunal gasto público para “sanear” dicha empresas y hacerlas atractivas a los postores, muchos de los cuales compraban con ofertas “de saliva” o “pagaban” con deuda chatarra. Más tarde, vendrían los monstruosos rescates y los Fobaproa, y la transferencia del patrimonio nacional al extranjero.
Vino lo que tenía que venir: La ruptura
El futuro del PRI, marcado a fuego en la sucesión presidencial de 1982. Hacia 1985-1986 (cuando el PAN, tomado por asalto de los neopanistas, se reponía de su autoderrota de 1976), en el interior del tricolor, tripulado desde la SPP, se gestaba una ruptura del tamaño de la de 1952 con el surgimiento belicoso del henriquismo.
La bomba le estalló -en los escarceos de la sucesión de 1988- al chiapaneco Jorge de la Vega Domínguez, quien enfrentó, sin controlarla, la pugna de políticos contra tecnócratas, reedición del primer lance que se escenificó seis años antes. Esta vez, sin embargo, la crisis se salió de madre. Los militantes de la Corriente Democratizadora, que pretendía cambio de método de la selección de candidato, no se cruzaron de brazos después de la pasarela simulatoria de la que surgió Carlos Salinas de Gortari, saludada por El hermano que nunca tuve, Alfredo del Mazo González, como un borrego, pues el bueno, según una desmañanada declaración, era Sergio García Ramírez.
Mencionamos ya el devastador crack de la Bolsa Mexicana de Valores, apenas unos días después de que los plutócratas emitieron su voto bursátil por Salinas de Gortari. Pero el primer periodo sexenal de ensayo neoliberal tuvo otros ingredientes corrosivos y disolventes.
Saldos de la inauguración neoliberal
Cuando los tecnoburócratas hacían tronar sus flamantes computadoras como sustituto de las matracas, a la luz de los resultados del Programa Inmediato de Recuperación Económica (PIRE), en 1985 (año de temblores en la Ciudad de México), a De la Madrid lo estremeció el terremoto económico, premonitorio del terremoto político que lo alarmó el 6 de julio de 1988, según descripción propia.
Androides, la nueva clase
Es que (activar las sondas ¡ahora mismo!), en 1985 empezaron a descender los volúmenes y precios de la exportación petrolera. Todavía ese año, se contabilizaron ingresos por 14 mil 766 millones de dólares, pero el tobogán los arrastró a sólo seis mil 307 millones de dólares para 1986. La subvaluación del peso se convirtió en mecanismo de especulación comercial y financiera, en vez de incentivo para la captación de la divisa verde fresca.
Apareció el temido fantasma de la moratoria en el pago de la deuda externa, elevada ya a 101 mil millones de dólares. Los capitales financieros (volver a activar las sondas ¡ahora mismo!) empezaron a emprender la graciosa huida y hasta las reservas de oro en las bóvedas del Banco de México resintieron el acecho filibustero.
Con el fierro ardiendo en las manos, De la Madrid sucumbió a viejas presiones: En julio de 1986 metió a México al Acuerdo General de Comercio y Aranceles (GATT/ Conferencia de La Habana, 1947) y aceleró el calendario de desgravación arancelaria de 50 a 30 por ciento. Primera concesión: Eliminar paulatinamente precios oficiales.
Estábamos ya ante los púlpitos del nuevo evangelio apócrifo: Modernización y apertura igual a desarrollo y progreso social. Je je je. ¿Modernización? Las cadenas productivas se rompían por lo más delgado: Miles de pequeñas industrias cayeron en mortal epidemia. La industria paraestatal se desintegraba. Crecía el ejército de reserva para lo que pueda ofrecerse. Je je je. No importa, el oráculo del Tesoro estadunidense, James Baker había dictado el decreto: Crecer para pagar.
A remolque de los mandarines de Palacio
¿Qué hacía el PRI frente a sus votantes? Quedar a remolque de los mandarines de Palacio. Es el yugo que querían quebrar los de la Corriente Democratizadora que, impotentes ante la insensibilidad de De la Madrid, a su vez rehén de la SPP, emprendieron el éxodo, y provocaron en 1988 lo que el propio ex Presidente describiría como terremoto político.
Con menos tremendismo, el constitucionalista y flamante diputado del PRI a la LIV legislatura federal, don Antonio Martínez Báez codificó como Golpe de Estado técnico la obra del Colegio Electoral que en septiembre de 1988 -en clima de enervada violencia, física incluso- hizo la declaración de Presidente electo a favor de Salinas de Gortari, el infante homicida devenido Gran desnacionalizador.
Aquel sombrío otoño de 1988, la cúpula del PRI hizo el recuento de los daños: Las políticas económicas fondomonetaristas fueron sancionadas con el voto de castigo de los agraviados. El Príncipe usurpador se vio forzado a firmar la alianza estratégica con el PAN. En 1994 se asesinó a Luis Donaldo Colosio. En 1997, el presidente suplente Ernesto Zedillo Ponce de León perdió el Distrito Federal y la correlación en la Cámara de Diputados. En 2000, entregó Los Pinos al PAN. México continuó por el camino correcto hacia el precipicio.
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